Nunca en domingo
Sinopsis de la película
Exitosa comedia con tintes dramáticos dirigida por Jules Dassin y protagonizada por su mujer, Melina Mercouri. Narra la relación entre una prostituta griega y un escritor americano que intenta alejarla del oficio.
Detalles de la película
- Titulo Original: Pote tin Kyriaki (Jamais le dimanche)
- Año: 1960
- Duración: 89
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Opinión de la crítica
Película
6.9
91 valoraciones en total
Emocionante película… si le pillas el punto. Si ese no es el caso es la típica cinta en la que uno puede acabar de mala hostia por lo maniqueo de su planteamiento y lo bufo de su desarrollo. En cierto sentido me ha recordado a otra fábula cinco años anterior, Comida Sobre La Hierba de Jean Renoir, ambas contraponen de forma bastante brusca dos formas de entender el mundo, una racional y otra emocional, sin atender en ningún momento a las zonas de sombra ni a los solapes entre pensamiento y sentimientos. Pero al contrario que en la cinta de Renoir, la forma de mostrarlo, llena de humor y joie de vivre, sin regañinas ni grandes aspavientos, me ha acabado enganchando a pesar de mis iniciales reticencias y de una actuación del propio Jules Dassin más pasado de rosca que Lina Morgan multiplicada por Millán Salcedo… bueno, igual tanto no, pero nos entendemos 🙂
Ojo, los que esperen aquí al Dassin de los filmes noir, se pueden llevar una hostia de considerables dimensiones. Esta cinta no tiene nada que ver con la aspereza y sequedad de The Night and the City o Rififi, la cosa, como ya se ha dicho, va más por el camino bufonesco de Tobacco Road de John Ford o Gods Little Acre de Anthony Mann.
Y para acabar, ¡todos a la playa!
Oda a la libertad, al amor, a la alegria de vivir,… todos somos un poquito mejores depués de disfrutar con los sirtakis de Dassin.
Es curioso comprobar las semajanzas y diferencias que tiene esta película con otras dos con las cuales está muy relacionada, Irma la Dulce y My Fair Lady, en todas ellas se llega más o menos a las mismas conclusiones, la inteligencia o cultura que pueda llegar a poseer una persona poco tiene que ver con su felicidad y ésta se encuentra firmemente ligada a la libertad de elección de las personas.
Una película para abrir un poquito nuestras mentes y disfrutar sin preocupaciones.
P.D.: la música es maravillosa…
Efectivamente, lo mejor de está película es la música de características griegas que en ella se escucha.
El argumento es una versión a lo Pigmalion, peor mucho peor.
Lo mejor es ver a la pareja real traspasada en personajes principales a la trama de este film: la gracil, elegante y espectacular Melina Mercouri y también el simpático y con cara de hindú, Jules Dassin.
La narración habla de una mujer vital y encantadora que hace feliz la vida de muchos hombres que la aman cuando ella quiere ser amada. Pero entonces llega un turista norteamericano, un tipo muy culto (de cultura ilustrada) que se prenda de ella también y para quedársela para sí solo pretende cultivarla, enseñarle, escolarizarla. ¿Seguro que la salvará de esta manera o más bien este camino supuestamente salvador en realidad puede llevarla a ser una desgraciada que a su vez dejaría en la desgracia a un montón de hombres que dependen de ella para tener momentos felices?
Película interesante, pero que no alcanza la calidad de una obra notable.
Ilya (Melina Mercuri) es una prostituta que vive en el puerto de El Pireo. Con los marineros que llegan y los trabajadores del propio puerto hace rentable su negocio. Es una mujer libre, no trabaja para ningún proxeneta, y solo se lleva a su habitación a quien ella quiere y al precio que ella pone, que nunca es el mismo. Es tan querida por sus clientes, y ella los quiere a ellos, que incluso los domingos celebra fiestas con esos hombres en su casa. Un día llega un curioso escritor estadounidense, Homer Thrace (Jules Dassin), con el propósito de conocer toda la belleza de la vieja Grecia. Al conocer a Ilya, y a su entorno, queda descolocado, y como un Pigmalion cualquiera trata de educar a la mujer a su gusto y hacerla ver que su camino no es el bueno, claro, el bueno, para él, sería que se casasen juntos. Ella, en principio, se deja convencer, pero…
Esta película sirvió de lanzamiento internacional a Melina Mercuri, para ello, además de su gran interpretación, la presencia de su marido, Jules Dassin, director, guionista y coprotagonista de este film fue fundamental, juntos harían posteriormente otras películas.
Nunca en domingo transmite una tremenda alegría de vivir, una gran frescura, el calor del Mediterráneo, en todas sus acepciones, y el de su gente, en este caso la griega, inunda toda la cinta. Y, a la vez, es valiente con el tratamiento que de la prostitución hace, y de la figura detestable del proxeneta, valiente para la época en que fue rodada (de hecho tuvo algunos problemas con la censura ante su exhibición en EE.UU.). Aunque Dassin no salva del todo la dificultad de no caer, en parte, en la típica postal, la vence con un guion y una dirección que superan el estereotipo.
La música, de Manos Hadjidakis, fue reconocida por crítica y público, entre otros premios, obtuvo el Oscar a la mención canción (Los niños del Pireo), interpretada en la película por Melina Mercuri.
En la Grecia de hoy no han vuelto a surgir los Sócrates, Platón y Aristoteles de la antigüedad y el solterón estadounidense, Homer Thrace (el nombre da pista de que heredó de su padre la pasión por los griegos), está tan preocupado por saber ¿por qué esta decadencia de Grecia habiendo sido un país feliz?, que ha viajado hasta allí en busca de una respuesta… y cuando conoce a la prostituta Illya, una mujer alegre, de gran corazón y quien sólo se acuesta con los clientes que le gustan, Homer presiente que, seres como ella son los causantes de la decadencia de Grecia, y su propósito, desde entonces, será educarla y rescatarla para la cultura.
Jules Dassin, escribe, co-protagoniza y dirige esta regocijante comedia que, además, la protagoniza su esposa, Melina Mercouri, en un rol tan fresco, pícaro y libertador de la conciencia femenina, que la haría acreedora al premio de Mejor Actriz en el Festival de Cannes, sería nominada al Oscar y lo ganaría la Mejor Canción Ta Paidiá tou Peiraiá de Manos Hadjidakis interpretada por ella.
La acogida en las taquillas fue enorme, sobre todo entre el público femenino de aquellos años transformadores, cuando el código Hays estadounidense comenzaba a tener un entierro de tercera, cuando la juventud mostraba que ya no creía en la hipocresía de los adultos y alcanzaba su derecho a ser y a autodeterminarse, y cuando los valores morales se subvertían para mostrar que, quienes lucen como inmorales por vestir ligeramente o por romper con las más rancias costumbres, con mayor frecuencia de la que creemos, tienen más altos principios e integridad, generosidad y corazón, que quienes a diario se persignan, se arrodillan y se cubren hasta el pelo.
Melina, con esa desenvoltura de la mujer revolucionaria y progresista que, 17 años después, le merecería un escaño en el parlamento griego, justamente en representación del distrito de Pireo donde transcurre NUNCA EN DOMINGO, luce dispuesta a transformar la tragedia griega en finales por siempre felices donde todos terminen yéndose a una playa, y lo que hace y ejemplariza en esta grata historia, es indudable que está hecho para dejar huella. Se sacude aquí a la clase política, a los machistas, a los intelectuales de pacotilla… y bueno, la otra cara de la moneda va a poder verse bien, pero bien expuesta.
En su tercera aparición en sus propias películas (las dos anteriores fueron en Rififí y en Thieves’ Highway), Jules Dassin (Homer) resulta muy simpático jugando a cazador-cazado o a libertador-libertado, y Giorgos Foundas (Tonio), quizás sea el ser co-predestinado para enseñar aquello que puede realmente, devolver a Grecia -y al mundo entero-, su felicidad.
¡Vale la pena verlo!… y como complemento, los frescos diálogos (Piensa con claridad, mira con claridad y mantente preparado, El mal es carencia de armonía…), y la deliciosa música de Manos Hadjidakis, nos hará más grata la jornada con sus excelentes temas para cuerdas.
Ocho años después (1968), la propia Melina Mercouri y otros actores del filme, llevarían a Broadway el musical Illya Darling, basado en el guion que escribiera Jules Dassin. Quienes abogaban por la liberación femenina, se negaban a olvidar todavía a NUNCA EN DOMINGO.