Nueve días de un año
Sinopsis de la película
Dos jóvenes científicos están explorando nuevos campos de la física nuclear. Dmitry Gusev y Kulikov Ilya son buenos amigos, pero están enamorados de la misma mujer. Dmitry se casa Lyolya y viven felices juntos. Tiene la suerte de realizar un descubrimiento importante. Por desgracia, se expone a la radiactividad durante los experimentos. Como resultado cae gravemente enfermo. Pero Dmitry tiene un espíritu fuerte.
Detalles de la película
- Titulo Original: 9 dney odnogo goda
- Año: 1962
- Duración: 111
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Opinión de la crítica
Película
6.5
86 valoraciones en total
Muy pocos aficionados habrán visto películas de Mikhail Romm, cineasta soviético poco conocido, quizá porque su obra transcurrió entre dos generaciones mucho más populares (la anterior sería la de Eisenstein, Pudovkin, Dovjenko, etc, y la posterior la de Tarkovsky, Klimov, Abuladze y demás), mientras que la suya -de la que formarían parte realizadores como Bondarchuk, Kalatozov o Kozintsev- desarrolló su cine en las más restrictivas condiciones de la última etapa estalinista. Lo cierto es que Romm ejemplifica bastante bien la transición entre las dos mencionadas generaciones, pues precisamente con esta película plasmaría su intención de abrirse a las formas narrativas y dramáticas que ya estaban comenzando a experimentarse en las nuevas corrientes cinematográficas europeas, los llamados nuevos cines ( Nouvelle Vague , Free Cinema , etc). De hecho, el que la URSS tuviera una brillante generación de realizadores innovadores se debe, en parte, al impulso de Romm, que fue profesor de gran parte de ellos en el VGIK (el Instituto Pansoviético de Cine).
Este filme aborda la historia de Dimitri Gusev, un físico nuclear fatalmente afectado por las radiaciones, a lo largo de un año, pero con la peculiaridad narrativa de que todo este período temporal se condensa y divide en nueve días concretos, los cuales ejemplifican sus decisiones vitales, así como las de los que le rodean, singularmente su esposa Lyolya y su amigo Ilya, ambos también físicos nucleares, los tres conforman un peculiar triángulo caracterizado por ciertos equívocos afectivos, pero a su manera todos serán leales entre sí. El guión reparte su interés entre los experimentos científicos y el ambiente en que se desarrollan -un Instituto de Física Nuclear plagado de personajes curiosos, que son observados bajo una óptica humorística- y la vida íntima de Gusev y su entorno. Llama la atención el retrato que se hace de la élite científica, que se expresa libremente acerca de temas e inquietudes poco habituales hasta entonces en el cine soviético, y sobre todo el acertado tono humorístico, tanto aplicado a los personajes como a las situaciones, lo que no impide retratar el empeño y el sacrificio -no pocas veces mortal- con el que desempeñan sus investigaciones.
En mi opinión, aunque ambas perspectivas destacadas desde el guión son interesantes, su desarrollo resulta algo desigual, y en ocasiones resulta difícil encontrar nexos de unión entre ambas, lo que dificulta un tanto la eficacia narrativa del filme. No obstante, estos defectos resultan compensados por los diálogos y situaciones en los que se acentúa el humor o la comicidad, como esa comida de celebración en la que se reúnen todos los científicos y que resulta francamente divertida y original, o los estrambóticos debates que se establecen entre los personajes, que más allá de su componente humorístico expresan interesantes cuestiones en torno a la ética científica.
La realización de Romm, estructurada en nueve fragmentos -tantos como días, aunque de diferente duración-, destaca por su dominio del espacio, aprovechando a la perfección las posibilidades que le proporcionaba el rodaje en los laboratorios, plagados de salas alternativamente inmensas o atestadas de instrumentos, así como de largos corredores. Esto se percibe en la profundidad de campo, los ángulos (con acusados contrapicados) y la fotografía (que opta por el realismo), pero sobre todo en la brillantez de los desplazamientos de cámara, destacando los excelentes travellings (acompañando a los personajes por los pasillos), también son muy notables las secuencias corales, en las que el montaje resulta ágil y eficaz, acentuando el humor de las situaciones.
Las interpretaciones del trío protagonista son muy correctas, aunque yo destacaría la de Innokentiy Smoktunovskiy como el escéptico Ilya, que clava su personaje, dotándolo de especial encanto. Mención aparte para la amplia nómina de secundarios, gozando muchos de ellos de momentos ingeniosos y cómicos, tal vez lo mejor de la cinta (como el empecinado científico del comienzo, el corrosivo doctor, la pareja de físicos que debaten acerca de la utilidad de la guerra para el conocimiento científico, etc.).
En conclusión una interesante película, desarrollada en un ámbito no excesivamente frecuentado en el cine -el científico-, el cual es mostrado desde una perspectiva tan admirativa como humorística, acierto principal de este realizador, que merece ser rescatado del olvido.