Nuestro hombre de Milán
Sinopsis de la película
Dos sicarios son enviados desde Nueva York a Milán para cargarse a un delincuente de poca monta que se ha quedado con una importante partida de heroina, cuando llegan a Italia nada es lo que parece…
Detalles de la película
- Titulo Original: La mala ordina
- Año: 1972
- Duración: 95
Opciones de descarga disponibles
Si lo deseas puedes descargar una copia de esta película en formato HD y 4K. A continuación te añadimos un listado de opciones de descarga disponibles:
Opinión de la crítica
Película
6.2
87 valoraciones en total
Segunda entrega de la trilogía del Milieu, Nuestro hombre de Milán es un violentísimo thriller con un trío de excepción, bregado en el tema: el siempre entusiasta Mario Adorf, Henry Silva, convenientemente untuoso y siniestro, y Woody Strode, con pelo y todo. Siendo todos muy malos, por encima están los que mandan, Adolfo Celi, que siempre parece tomarse a chacota sus papeles, y el gran Cyril Cusack en una breve aparición. Al fondo, siempre presente, Milán, donde da la impresión de que hay tiroteos a todas horas del día. La búsqueda de un cargamento de heroína extraviado , que los dos asesinos a sueldo llegados de USA quieren encontrar a toda costa, dará curiosos resultados… Fernando Di Leo se desempeña con energía y vitalidad en este relato surgido de la pluma de Scerbanenco, que deriva de nuevo en un grande finale de tragedia griega. Hay un problema con las chicas: Femi Benussi se dedica a su especialidad, enseñar, pero Sylva Koscina y Luciana Paluzzi se me antojan infrautilizadas, además de aparecer demacradas y ajaditas. Trovajoli, un compositor veterano y muy hábil, demuestra que no sólo era un genio a la hora de componer para comedias, y sale muy bien librado del envite. Para amantes del poliziesco y del thriller en general, como ya apunté en el caso de Milán, calibre 9.
Desde la mafia italiana en Nueva York se apunta a un simple chulo (Luca Canali) como culpable de la perdida de un alijo de droga. Para arreglar el caso envían a Milán a dos hombres de confianza (Dave Catania y Frank Webster), que entablan relaciones con la banda milanesa de Don Vito Tressoldi para que le ayuden a encontrar vivo a Luca Canali.
De esta forma comienza La mala ordina , segunda película de la trilogía de Fernando Di Leo sobre mafia compuesta por Milano calibro 9 e Il boss . A mi parecer, es sin duda la más floja de la trilogía, con una trama un tanto simple y poco elaborada en comparación con las otras dos películas.
A pesar de la falta de elaboración del guión, La mala ordina no deja de ser una película entretenida con sus persecuciones y tiroteos, dispuesta a dejarse ver por cualquiera que quiera pasar un buen rato con el cine italiano setentero sobre mafias. No obstante, antes que esta película, recomendaría las otras dos que mencione anteriormente.
Luca Canali es un chuloputas de poca monta, pero desde Nueva York llegan dos matones a sueldo con la misión de matarlo porque se le atribuye el robo de un cargamento de caballo. Lógicamente el bueno de Luca tendrá que salir de naja y luchar por salvar el pellejo, cosa que no va a ser fácil…
Sin la intencionalidad política de otros muchos thrillers italianos de la época, con una estética especialmente chillona y un argumento bastante simple, Nuestro hombre de Milán es un cruce de cine negro y acción pura y dura que cuando mejores resultados alcanza es cuando da rienda suelta a la violencia en peleas a ostia limpia, tiroteos varios y frenéticas persecuciones, todo ello rodado con bastante solvencia y haciendo gala de una imaginación un tanto retorcida. Mario Adorf encarna con encomiable convicción al protagonista, y el resto del reparto cumple por los pelos. Aparte de buenas escenas de acción y algún momento medianamente tenso, tenemos una buena colección de tetas y culos, algún chiste con poca gracia, y música hortera en cantidad.
Con todo, es una película entretenida, con buen ritmo, sin demasiadas pretensiones, irregular pero interesante.
Partiendo de una mera anécdota, en realidad un equívoco, Fernando Di Leo monta una historia caracterizada por la violencia, el frenesí y el absurdo. Y es que cuando en un lujoso despacho de Nueva York un poderoso hombre de negocios pronuncia el nombre de Luca Canali ante dos sicarios, aún estamos lejos de suponer la tormenta que se desencadenará a continuación.
Di Leo, como ya hiciera en Milán, calibre 9 (en mi opinión superior a esta), logra una curiosa y llamativa mezcla entre lo lujoso y lo cutre, extremos bien representados por el padrino Don Vito y por el propio Canali, en realidad un vulgar chulo. No solo los personajes están marcados por estas diferencias, sino también los ambientes, que igualmente oscilan entre lo hortera y lo elegante, siendo este conjunto de contrastes uno de los aspectos más logrados del filme. Cabe lamentar que el guión no resulte siempre muy atinado, empobreciendo las posibilidades que proporcionaban los dos asesinos, que de tener mucho protagonismo inicial pasan a diluirse en demasía hasta el tramo final. Igualmente, algunas reacciones y actitudes de Canali resultan poco convincentes, especialmente si tenemos en cuenta que el argumento nos lo muestra constantemente perseguido por la tragedia, pues todos sus allegados pagan por él.
Pero lo cierto es que cuando la acción se desata y Canali, ciego de ira y sed de venganza, da rienda suelta a su furia, golpea, dispara, reparte cabezazos y persigue implacablemente, la película resulta un torbellino de ritmo y energía de lo más entretenido y estimulante, es además muy acertado el retrato de Canali como una bestia que, acorralada, se vuelve infinitamente más peligrosa. El retrato de la violencia es duro, seco y sin concesiones, pero también en ella se aprecia una diferencia según quienes la ejercen, así, los asesinos americanos son fríos profesionales, y los lacayos de Don Vito, pese a resultar más de andar por casa , responden a la misma lógica (cumplir órdenes, hacer el trabajo, etc). Sin embargo, la violencia de Canali es barriobajera pero más auténtica, más sentida , en tanto en cuanto lucha por su vida y por venganza.
Rodada con un estilo nervioso, en el que la cámara se mueve constantemente y los planos son cortos, resultan también abundantes los ángulos heterodoxos, forzando así los puntos de vista, y algunos zooms muy setenteros. Las interpretaciones son desiguales, muy bien Adorf, haciendo gala de su versatilidad, y también Adolfo Celi, encarnando a Don Vito Tressoldi, a los que cabe sumar varios secundarios que ejemplifican muy bien los ambientes que el director trata de subrayar. Por el contrario, la contribución estadounidense resulta más pobre, especialmente en el caso del excesivamente hierático y soso Woody Strode.
Con todo, un enérgico y recomendable filme de género que logra lo que se propone, resultando siempre entretenido.