Noche en el museo 2
Sinopsis de la película
El vigilante jurado Larry Daley (Ben Stiller) se ve obligado a decir adiós a todos sus amigos cuando deciden hacer el Museo de Ciencias Naturales más interactivo y sustituyen todas las figuras por hologramas. Sus amigos históricos son empaquetados y enviados a los archivos del famoso Smithsonian, en Washington, DC., el museo más grande del mundo. No han pasado ni 24 horas cuando Larry recibe una llamada de Jedediah, el cowboy en miniatura, y descubre que la tabla de Ahkmenrah ha sido extraviada y esto ha hecho que el Smithsonian cobre vida. Para salvar a sus amigos, Larry tendrá que viajar a Washington, DC y luchar contra Kahmunrah, Al Capone, Iván el Terrible y Napoleón que han planeado un complot para apoderarse de la tabla. En medio del caos, Larry hará nuevos amigos, como Amelia Earhart o Albert Einstein que le ayudarán a detener el complot y salvar el museo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Night at the Museum: Battle of the Smithsonian (Night at the Museum 2)
- Año: 2009
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
4.8
45 valoraciones en total
Esta segunda parte rebate lo de segundas partes nunca fueron buenas (por cierto, ¿sabe alguien quién dijo eso?). Es más entretenida, mantiene un ritmo trepidante y el malo malote es mucho mejor que esa pandilla de viejetes que fastidiaban a Stiller en la primera parte.
En cuanto a la partenaire femenina de Larry he de decir que me gustó mucho: Amy es una chica que rezuma frescura, picardía….cae simpática. En mi opinión es la digna sucesora de Nicole Kidman (la cual tiene menos expresión que cualquiera de las figuras de cera del museo del film).
Recomendada para pasar una tarde muy entretenida…y, además, para todos los públicos.
Para empezar un consejo: si no te gusta Ben Stiller no vayas a ver esta película, su presencia es apabullante, exagerando un poco diré que no recuerdo un plano en el que no salga o no sea antesala inmediata de su aparición, a mí en concreto no me molesta, lo encuentro relativamente digerible, un cómico incalificable, lejos de otros modelos, no busca la gracia directamente, tan sólo se pone en situaciones absurdas y cómicas en las que puede verse superado o no y aguanta el chaparrón, lo gracioso es que a veces le funciona.
Es un tópico decir que segundas partes nunca fueron buenas, aquí el problema es que la primera parte ya no fue buena, por lo que superarla levemente era tarea accesible a pocas ganas que se pusieran, y creo yo que se han puesto. Cuando ves una película de este estilo, – lo de estilo es un decir- no puedes ir de exquisito y pedir peras al olmo, has de conformarte con que el film no te trate de tonto, te arranque una sonrisa con cierta frecuencia, y que el guión sobre el que se sostiene no sea un mero pretexto para la búsqueda de situaciones pretenciosamente hilarantes o una mera continuación, sin novedades, de la primera parte.
Pues bien, todo ello está conseguido con puntuación de seis sobre diez, y me permito por una vez pasar de adjetivos calificativos. Destaco, cómo no, las escenas protagonizadas por Robin Willians en su papel de Teodoro Roosevelt, en especial aquella en la que sale dando vida a un busto. Al salir de la relativamente poblada sala de proyección, de esta película tan misteriosamente promocionada y proyectada, quizás debido a la falta de estrenos de mayor enjundia que sufrimos últimamente, sentimos que al contrario de lo que pensábamos, segundas partes, aunque modestas, algunas veces son mejores, mira tú por dónde.
Los que disfrutaran con aquella vistosa Noche en el museo a buen seguro que también lo harán con esta secuela, que mantiene una buena gama de efectos especiales, y un mismo sistema de comedia amable y efectiva.
Pierde el factor sorpresa, y no hay excesiva preocupación en giros de guión considerables, pero se vuelve a disfrutar de personajes importantes y singulares que van desde los jurásicos dinosaurios y monos, pasando por enfáticos faraones, la mítica Amelia Earhart (popular piloto de aviones femenina), hasta los clásicos Napoleón, Al Capone o Atila.
Lo importante es la aventura y la manera de presentarla, o así lo ha vuelto a entender Shawn Levy que vuelve a contar con un poco afortunado Ben Stiller en un dicreto papel donde brilla con mayor frescura su guapa compañera Amy Adams.
A destacar la interesante formar de ver cómo cobran vida cuadros de Hopper, Pollock o Degas, y especialmente la célebre fotografía tomada por Alfred Eisenstaedt de aquel ardiente beso durante el desfile de la victoria de los marinos en Times Square a finales de la Segunda Guerra Mundial, a ojos de espectador y sentidos de los protagonistas, en lo que es probablemente el momento más interesante de la película.
Segunda parte en la misma línea de la primera. Para bien o para mal.
La secuela perfecta (…) una película en estado de gracia que no olvida ninguno de los logros de su modelo, pero se esfuerza en llevar mucho más lejos sus posibilidades. (…) Puntuación: **** (sobre 5). (Jordi Costa: Fotogramas)
Yo soy lector de la revista Fotogramas, todos los meses la compro y la leo de arriba a abajo, me parecen buenos críticos, buenos redactores, hacen bien su trabajo, pero creo que el amigo Jordi Costa todavía conserva un niño dentro de sí mismo, solo lean su crítica, que la he puesto en el primer párrafo.
Bueno, pues la película, en comparación con la primera no es nada, da un bajón que roza la tristeza y te formulas como siempre la misma pregunta: ¿Por qué era necesaria una segunda parte?
Pues bueno, es de lógica, porque siendo la primera parte una de las 50 películas más taquilleras de la historia yo también haría una secuela. Por último, añadir que siempre se podía haber hecho peor… ¿o mejor?
Muchos dicen que los que queremos dedicarnos a esto del cine y en un futuro hacemos películas malas, que no nos preocupemos, que siempre existirá gente que lo hubiera hecho peor. Pues este mensaje le lanzo a Shawn Levy: otros lo hubieran hecho peor.
Extraordinarios efectos especiales.
Lo único bueno de esta película son los asombrosos efectos especiales. Me gustaron especialmente los relacionados con los cuadros y estatuas del museo. Lo demás es más de lo mismo, pero más previsible y aburrido. Los actores están sobreactuados, y el argumento es pueril y absurdo.