La bella y la bestia
Sinopsis de la película
Una de las tres hijas de un mercader, se adentra en el bosque buscando ayuda para su padre enfermo, hasta que es raptada por una bestia que sufre una maldición. La bestia, cautivada por la belleza de la joven, decide retenerla en su castillo pero no atacarla. La chica, ayudará a la bestia a vencer la maldición.
Detalles de la película
- Titulo Original: Panna a netvor (Beauty and the Beast)
- Año: 1978
- Duración: 88
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Opinión de la crítica
Película
6.9
79 valoraciones en total
Nadie mejor que Juraj Herz para revisionar el popular cuento de hadas La bella y la bestia, un relato romántico al que agrega los matices de su cine, en ocasiones espeluznante, gótico o retorcido pero, sencillamente, precioso. Calcando el argumento de la novela tantas veces llevadas al cine de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont, el director traslada el imaginario fantástico de la autora a su Checoslovaquia natal con un tono muy similar al de Drácula, la novela de Bram Stoker, en cuanto a la concepción lúgubre cargada de una atmósfera incómoda que arrastra desde el comienzo de la película. Tras una arriesgada inversión, el mercader Otec (Václav Voska), por un incidente desconocido, pierde todos los bienes ya costeados en el Bosque Negro, lugar donde pesa una maldición. Como respuesta, decide empeñar todas sus pertenencias para no caer en la hambruna ni él, ni ninguna de sus tres hijas, Júlinka (Zdena Studenková), encarnación de la pureza inmaculada, y Gábinka (Jana Brejchová) y Málinka (Zuzana Kocúriková), prosopopeyas de la codicia más rastrera. Yendo a vender el autorretrato de su difunta esposa, atraviesa el Bosque Negro, donde su montura muere aleatoriamente y pasa la noche en una mansión cercana. El anfitrión, una grotesca criatura, le compra el cuadro a muy alto postor. Pero la arrogancia de Otec lleva a arrancar una rosa del jardín, enfadando a su anfitrión y pactando con su vida que una de sus hijas acudiría desinteresadamente a la morada de la bestia.
La apuesta de Herz por adaptar un cuento de esta temática no podría haber sido más acertada ya que, como vimos en Morgiana (1972), tiene la sobresaliente capacidad de llevar lo fantasioso a un terreno plagado de ocultismo y oscuridad sin que este enlode el resultado pretendido, creando mundos únicos donde el surrealismo onírico corre junto un realismo ficticio a la misma velocidad. Un delicioso espejismo temeroso de una lobreguez melodramática.
Con esta adaptación, Sitges congratuló a un ya experimentado director, cara directa de la Nová Vina, con el galardón a Mejor Director, otorgándole una gran oportunidad de distribución y reconocimiento lejos de su patria, tanto para los más grandes como para los más pequeños. Directores como Tim Burton están altamente influenciados por el hipnotismo visual del checoslovaco, tanto que películas como Sleepy Hollow (1999) poseen un aura similar al de esta producción de Filmové Studio Barrandov.
El resto del guión continua la estructura y trayectoria clásica de cuento de hadas, con ese ambiente característico y de la misma manera que la novela, por lo que tiene mucho interés comentarla. Por otra parte, el diseño de los personajes, con un maquillaje y vestuario excelentes, sí que son de muy esencial relevancia en el argumento. Obviando la concepción popular de la Bestia y sus esbirros, Herz opta por algo más grotesco, próximo a los diseños de los engendros de Jim Henson en películas como Cristal oscuro (1982) o Dentro del laberinto (1986). En lugar de una bestia cánida, se construye un horror andante con forma de pájaro, afiladas zarpas y ropajes azabaches, irradiando aún más la falta de humanidad y la imposible comparación con una persona, pero sí con el reino de las bestias. Con ello, se crea un melodrama más impactante ya que, recordemos, Julie no ve a la Bestia hasta pasado mucho metraje, aumentando el testarazo de impresión que asesta tanto en ella como en nosotros.
Mientras que Julie es presentada como un personaje excesivamente noble y puritano que ni si quiera aprecia la maldad codiciosa de sus hermanas, la Bestia es puesta en escena como una alimaña sedienta de sangre humana (que no titubea en mostrarse de forma clara), irracional y feroz, así como esquizofrénica, manifestado por los diálogos que mantiene con una voz de su interior que pretende eliminar las limitadas vislumbres de humanidad que mantiene, creando un conflicto interno entre dos personalidades tonificada por el sentimiento de soledad. La semejanza más natural de ello es el personaje de Gollum (Sméagol) en las entregas de El señor de los anillos. La antítesis (una vez más, representadas con el color del vestuario, blanco para Julie y negro para la Bestia) es el punto crucial para que el romance platónico fluya y dar el mensaje idílico que de Beaumont pretendía con su obra.
Con una estética sacada de un sueño, los personajes, aunque dispares y casi ajenos a ella, se funden con unos decorados de ensueño elaborados a partir de una muy baja luminosidad y contrastes de negros, marrones y anaranjados, elevando la pretenciosidad de suntuosidad que ostentan unos personajes situados en lo más alto de la pirámide social de la época. Herz sabe jugar muy bien con el espacio, utilizando sus clásicos planos subjetivos en movimiento para que nosotros nos metamos en la plumosa piel de la Bestia, y embriagarnos de esa soledad atisbando a Julie sin que esta nos mire, ya sea con frontales, cenitales o voyeurs, siempre eludiendo el campo visual de Julie, y humanizando a la Bestia por la incapacidad de mostrarse ante ella para no dañarla, todo ello dentro de un escenario relativamente reducido como es la mansión.
Las interpretaciones están correctas, aunque es Václav Voska el que más atención produce por ese registro depresivo y triste que mantiene no por la pérdida económica, sino por el amor hacia Julie y la desilusión por Gábinka y Málinka. No puede tener un veredicto serio sobre Vlastimil Harapes al estar tan abarrotado de efectos especiales y maquillaje que no permiten entrever sus expresiones.
Con todo, es otra indispensable en la filmografía de Juraj Herz, muy amena y bonita de ver, a la que sus 88 minutos benefician para no saturar al espectador de un romance dramática inflado de superficialidad. Aunque el desenlace se muestre demasiado fragoso respecto los demás arcos, es una gran película en forma de carta de amor que sella el checoslovaco con su marca personal y envía a todos los que, como yo, adoramos su cine. (7.5).
Panna a netvor de Juraj Herz no deja de ser una adaptación más del clásico cuento de hadas, previamente llevado al cine por varios realizadores sin haber alcanzado ninguno de ellos la calidad de la pequeña joya que dirigiese Jean Cocteau en 1946, La Belle et la Bête . Siendo la más conocida versión del cuento la de fantástica película de la Disney, sorprende que entre medias, a finales de los setenta, un realizador checo fuese capaz de adelantarse a la casa del ratón al perfilar a una protagonista frágil, sumamente bella y feliz de haberse conocido, dibujando a la bestia como un ser atormentado que se siente incapaz de seguir adelante por culpa de su maldición.
Herz, como miembro activo de la new wave checa, que guardaba varios paralelismos con la nouvelle vague francesa, empapa la historia de una mezcla entre la búsqueda del realismo en cuanto a la forma de dibujar a los personajes y le añade pinceladas de fantasía gótica, adelantándose varios años a Tim Burton y recordando más al trabajo de Cocteau. La primera parte de film, que muestra la llegada del padre al castillo de la Bestia y el consiguiente corte de la flor del jardín por parte del primero, está contada casi como una fantasía de terror gótica en la que las sombras y la luz cobran especial importancia a la hora de crear una atmósfera opresiva, pero bella. La segunda mitad recoge la evolución de los personajes que dan nombre a la película, ejes del relato, una historia de amor que escapa de todos los empalagosos tics que suelen empapar estas producciones que adaptan cuentos. Por contra, todo lo que sucede entre la pareja central es ciertamente maduro, frío, en cierto sentido, aunque se las ingenia para encontrar un equilibrio y ser siempre satisfactorio.
La única pega de esta versión son un par de personajes (las hermanas de la protagonista), clichés con patas que aunque no se hacen pesadas, si que resultan un poco histriónicas. Salen poco, así que es un mal menor. Panna a netvor es un buen trabajo que sin embargo está reservado al espectador paciente, requiriendo en algunos momentos una mente abierta (hay ciertas secuencias un poco surrealistas). Funciona de principio a fin, si bien es cierto que no posee tanta magia como el film de Cocteau ni la belleza plástica del trabajo de Disney.
Hay algo en cuento de la Bella y la Bestia que nos toca la fibra. Prueba de ello es la gran cantidad de versiones, literarias y cinematográficas, que se han hecho a lo largo del tiempo. Personalmente, soy bastante aficionado a las reediciones de las leyendas o mitos, en cuanto esas variaciones permiten descubrir nuevas dimensiones de la historia. Sin embargo, a nivel cinematográfico, la mayoría de versiones de la Bella y la Bestia se quedan encasilladas en las pautas marcadas por Jean Cocteau (1946) o directamente por Disney (1991). Uno de los principales atractivos de Panna a Netvor (la Doncella y el Monstruo) es que, ciñéndose a la estructura base del cuento, se desmarca del resto de versiones e introduce algunas novedades interesantes y originales.
Pero vayamos por partes. La primera diferencia, y la que más salta a la vista, es una atmósfera mucho más cruda, decadente y siniestra. La morada de la bestia ya no es un fastuoso y espléndido palacio medieval. Aquí es una mansión polvorienta, sucia, semiderruida, invadida por la vegetación, en cuyo centro una fuente no para de emitir vapores y burbujear con un ruido molesto e inquietante. Pero no sólo los dominios de la bestia tienen una estética turbia y sombría. La aldea de la protagonista (que aquí se llama Julie) sólo sale brevemente al principio para mostrarnos un día de matanzas, con el primer plano de cómo los campesinos sacrifican pollos y corderos y abren un cerdo en canal. La casa del padre de Julie (un rico comerciante, quizás el cacique local) es suntuosa, pero parece fría y desapacible, a su alrededor, todo son terrenos baldíos, descampados y bosques espesos cubiertos por la niebla. Lo monstruoso en esta película no se encuentra sólo en la Bestia, sino que es parte del mundo humano.
Acorde con la parte visual, la primera media hora es de película de terror. Una caravana cargada de riquezas -cuya pérdida nos enteramos pronto de que sería la ruina económica del padre de Julie- se pierde y decide cruzar el bosque un día de espesa niebla. Las consecuencias de esa decisión son previsibles. La Bestia (o Netvor, monstruo , como lo llaman aquí) ya no es el ser solitario y atormentado, que intenta reprimir sus bajos instintos y que a pesar de su exterior tiene buen corazón. Todo lo contrario: le gusta la sangre y mata animales desvalidos y personas que cruzan el bosque para comérselos. Vive en una casa tan decadente como él, con horrendas criaturas que lo sirven (presumiblemente) a causa de su fuerza superior. Su aspecto también es distinto al del resto de versiones: aquí vemos una criatura realmente repulsiva, con una gigantesca cabeza de pájaro, garras, y torso inferior de hombre. Llama la atención, sin embargo, lo tremendamente humanos que resultan sus ojos y su voz. No será hasta más adelante en la película, cuando Julie vaya a su casa para tomar el lugar de su padre, que comience una pugna entre su lado animal y su lado humano, reflejada en una serie de conversaciones (¿consigo mismo?) en las que parece tener esquizofrenia.
En cambio, el personaje de Julie es más parecido al de la típica heroína de cuento: inocente, dócil, muy niña, se deja pisar por sus frívolas y avariciosas hermanas mayores y no quiere casarse para poder cuidar a su padre. Sin embargo, también a raíz de su llegada a la mansión comienza a madurar. Es en el encuentro de los dos protagonistas, a media película, donde ésta va dejando el género de terror y aparecen las dos divergencias argumentales más llamativas respecto a las otras versiones. La primera es que Julie, cuando llega a la mansión, no tiene ni idea de que el señor del lugar es un monstruo. Y el monstruo, después de decidir conservarle la vida, le dice que la visitará cada noche pero con una condición: nunca debe intentar verle. Esto empieza como un juego, pero poco a poco Julie se va enamorando del misterioso hombre con el que habla todas las noches pero que nunca ha visto. La soledad de la protagonista en la desolada mansión es palpable, y en cierto momento confiesa que teme estar loca y que las conversaciones entre los dos sean producto de su imaginación. Esto la impulsa a intentar certificar, de alguna forma, que su interlocutor existe… La segunda diferencia es que la famosa transformación física del monstruo no se da de golpe, al final de la película, sino por partes, y está relacionada con la humanización progresiva a la que lo induce la presencia de Julie.
Se pueden encontrar varias moralejas del clásico cuento la Bella y la Bestia. Una de las más comunes es que hay que saber ver más allá de las apariencias y que la belleza está en el interior. La Bestia, en el fondo, siempre había sido hermoso, sólo necesitaba que Bella se diera cuenta para que saliera a la superficie. En esta versión, sin embargo, la protagonista no se limita a encontrar algo que ya estaba ahí, sino que es la creadora de la belleza de la bestia ( toda mujer tiene el poder de volver hermoso al hombre al que ama ).
Comento mi interpretación de la película y algunos detalles en Spoilers. Concluiré diciendo que es la versión cinematográfica que más me gusta del cuento. Admite varias interpretaciones y no se lo da todo masticado al espectador, sino que le exige que se ponga en la piel de los personajes para entender lo que va pasando. Sin embargo, tiene algunos puntos negativos, entre los que destacaría que la música es muy buena pero que se repiten demasiado los dos temas principales, y que los últimos veinte minutos son un tanto caóticos y apresurados, aunque el final me parece perfecto.