Nobleza obliga
Sinopsis de la película
París, 1908. En su mansión francesa, Lord Burnstead tiene un mayordomo inglés, leal e intachable llamado Ruggles (Charles Laughton). Un día el Lord se ve obligado a confesarle que lo apostó y lo perdió en una partida de póker, así que tendrá que servir a otro señor. Ruggles viaja entonces a Washington, donde su vida cambiará por completo junto a la familia Floud. La señora Floud tiene la esperanza de que Ruggles ejerza una influencia beneficiosa sobre el tosco señor Floud, pero a éste lo que le interesa es divertirse, llevándose al mayordomo a la cervecería.
Detalles de la película
- Titulo Original: Ruggles of Red Gap
- Año: 1935
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
6.9
43 valoraciones en total
Y el grandioso Charles Laughton, se nos pone en la piel de un mayordomo inglés. El perfecto caballero al servicio de otro caballero, un lord que !ay!, en una noche de París, de aristocrático y despreocupado derroche dedicado al póker, pierde hasta la camisa y, por perder, pierde a su mayordomo a manos de un advenedizo americano, recién encumbrado gracias al petróleo, y su extasiada esposa, que cree que con semejante adquisición, va a obtener la categoría que merece ante sus palurdas amistades del otro lado del océano.
_ Perdona Ruggles. Te perdí en la partida. Vas a tener que irte con ellos y yo me tendré que vestir sólo.
_ ¿ A América, señor?. Ejem, ejem. ¿El país de la esclavitud?.
_ ! Oh, no te preocupes Ruggles!. Ya abolieron la esclavitud. Vete haciendo el equipaje. No tardarán en llegar.
Y Ruggles, como perfecto vasallo guardián de la tradición y diferencia de clases, se pone al servicio de su nuevo amo que va a resultar francamente diferente a todo lo que él había conocido hasta el momento. La esposa tratará de que Ruggles pula un poco a su tosco marido antes de su regreso a América, pero no contará con la influencia que su marido y luego América, ejerza sobre su mayordomo.
La comedia discurre muy divertida donde iremos viendo el proceso de transformación de un Laughton lleno de prejuicios y anquilosadas represiones trasnochadas, que irá descubriendo otro modo de vida en la polvorienta ciudad del Oeste, mucho menos refinada y educada pero más igualitaria y donde el concepto de libertad adquiere otro sentido.
Sí resulta, en mi opinión, bastante poco sutil en sus ganas de que cale bien el mensaje de que América es la tierra de las libertades y todo eso, tan típico, entonces y ahora, en las películas hollywoodienses y que difícilmente podemos tragar sin cuestionar. Sin embargo, exceptuando eso, la cinta está plagada de personajes divertidos y bien dibujados, así como largas situaciones que nos arrancará muchas sonrisas y momentos emotivos comenzando con el descubrimiento de Ruggles de que la libertad comienza en uno mismo. Muy buena.
Ruggles, mayordomo sobrio y ejemplar de Lord Burnstead, es ganado en una partida de póker por un matrimonio americano de carácter bien distinto. Miss Floud sólo busca integrarse plenamente en los círculos aristocráticos de su ciudad, mientras que Mister Floud acoge a Ruggles como un igual y se lo lleva de juerga en juerga sin importarle un pimiento lo que piensen los demás.
Formidable película que parte de una idea magnífica: exquisito mayordomo inglés ganado al póker por un matrimonio americano. El guión es excelente y los diálogos inmejorables: rápidos, certeros y de una sutileza admirable. Esta sutileza propia de McCarey no sólo está en las palabras sino en las miradas y gestos de los personajes, en la puesta en escena y en el propio manejo de cámara del director. En lo que no es sutil McCarey es en el tratamiento de la lucha de clases. Todo se evidencia con claridad desgarradora, el tono cambia y Ruggles (maravillosamente interpretado por Charles Laughton) comienza a hablar de igualdad. Y se debate entre ésta y la lealtad, pero este debate no durará mucho. Primero porque tiene a su lado a una mujer muy especial Prunella Judson (otra magnífica interpretación de Zasu Pitts) y segundo, porque ha descubierto que la vida sólo tiene valor si se es libre y el futuro está en manos de uno mismo.
Sí, tampoco él entiende por qué, un hombre con su dignidad y nacido en la gran Inglaterra, tiene que cargar con semejante nombre: ¡Marmaduke Ruggles! Pero, ahora que, en París, es tan sólo el sirviente de Lord Burnstead, a quien hay que amarrarle los zapatos y anudarle la corbata, un golpe de mala suerte para el conde, se convertirá para Ruggles en el reencuentro con su libertad.
Ganado –sí, ganado en un juego de póker- por el espontáneo y un tanto burdo turista americano Egbert Floud, Ruggles es llevado a los EEUU, donde él siente que se enfrentará al salvaje, salvaje oeste del siglo XIX, con arreos de hordas indias y plomo por todos los flancos.
Pero, ¡Oh, alivio! Cuando al pisar tierra americana, el sirviente inglés descubre una nación en paz, donde los seres humanos son absolutamente iguales con libertad y justicia para todos. Esto, hasta el punto de que él ya no tendrá que ser lo que era antes. Floud le llama ahora Coronel Ruggles, su familia le inventa otro cuento y comienza, para el antiguo esclavo, una vida de paz y de prosperidad… con apenas algún pequeño, pero desligable tropiezo.
Leo McCarey ha hecho un filme que desborda simpatía, con personajes alegres y encantadores y con el que se pasa un rato de optimismo para creer en la tierra prometida. Charles Laughton da vida a un sirviente cabal, incapaz –como cualquier ser humano- de zafarse de lo que lo apasiona. Desde él surgirán muchos cambios, al tiempo que su existencia se transformará para siempre.
Un filme encantador para fomentar el turismo, para convencer, a aquellos que aprenden historia con el cine, que vivimos en el mejor de los mundos, y para hacer olvidar, a aquellos que tanto critican a los EEUU que, en los años 30 del siglo XX, sucedieron entre otras cosas, hechos como los siguientes:
Marzo de 1930: La policía reprime a palos a cerca de 40 mil manifestantes que reclamaban el seguro de desempleo. Y, ese mismo mes, se abrió las puertas al oprobioso e infame Comité de Actividades Antinorteamericanas.
Marzo de 1931: Nueve muchachos afrodescendientes son acusados de una violación en Alabama. Varios años después de estar en la cárcel, tendrían que ser reivindicados e indemnizados por acusación falsa. Desde entonces, se tuvo que permitir que también los negros pudiesen ser jurados.
Enero de 1932: La cifra de desempleados, en los EEUU, alcanzó la cifra de trece millones y los salarios se habían reducido ¡en el 60%! con respecto a 1929……
Un largo y triste historial que había que matizar aunque fuese con películas.