No sos vos, soy yo
Sinopsis de la película
Javier, un médico treintañero que está recién casado, tiene planes de comenzar una nueva vida en Estados Unidos con María. Justo antes de partir a Miami para encontrarse con su mujer, ella lo llama para confesar que se ha enamorado de otro y terminar su relación. Javier está desesperado, ella es su vida y no sabe qué hacer. Así que trata de refugiarse en el sofá de su psicoanalista, en sus amigos y en el perro que acaba de comprar, todo para superar su incapacidad de estar solo y olvidar esa traición.
Detalles de la película
- Titulo Original: No sos vos, soy yo
- Año: 2004
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
Película
6.3
29 valoraciones en total
En esta opera prima de Juan Taruto la historia es todo un drama, pero el guión le da un delicioso clima de comedia que el director saca adelante con altas dosis de ironía, agilidad y, por supuesto, humor.
Presentar el terrible conflicto del protagonista con una sonrisa es el gran mérito de este trabajo. Un reto difícil que es resuelto con gran habilidad.
Con un estilo sin mayores pretensiones, Taratuto entre risas y sonrisas nos hace también reflexionar un poco sobre esos conflictos de pareja que tal vez habría que ver desde una óptica no tan dramática, tal y como lo propone el tratamiento que la película hace de esta historia.
El reparto está muy bien (los admiradores de Les Luthiers podrán ver a Marcos Mundstock en el papel de psicoanalista) y Diego Peretti hace una divertida composición del personaje principal.
En el aspecto técnico, merecen destacarse una fotografía y una música siempre al servicio de una historia ágil y divertida.
Después de ver tanto chiste fácilón y tanto humor de trazo grueso, películas como ésta son un soplo de aire fresco. No estamos, desde ya, ante una obra maestra, pero cómo se agradecería poder disfrutar de más títulos como No sos vos, soy yo .
No sos vos, soy yo o lo que es lo mismo, no eres tú, soy yo , es una frase tan vieja como habitual en el día a día de la especie humana. Hoy le toca al amigo, mañana al vecino y pasado te toca a ti. Y Taratuto sin duda sabe de qué está hablando. No creo que me equivoque mucho al insinuar que el director argentino rellenara la historia con sentimientos propios. Porque sólo quien pasa por allí sabe que se es capaz de amar y odiar a una sola persona al mismo tiempo. Formidable el perfil de Diego Peretti. Meter en la misma frase un la quiero y un hija de puta . Reconocer sin ningún tipo de pudor que se metería su orgullo por el culo y perdonaría… pedir a gritos una pócima que le de fuerzas para levantarse de la cama y comenzar un nuevo día.
El que más y el que meno sabe a qué se refiere Taratudo cuando lleva a Peretti al borde de la más estúpida de las locuras. Y que decir de los amigos, extraordinario el perfil de la pareja que va de más a menos, huyendo de la miseria. Certeras las chicas con las que el herido intentar olvidar… los personajes que rodean a nuestro protagonista fabulosos absolutamente todos.
Esto, directamente, es cine bien hecho. Hacer comedia de un drama y hacerlo tan bien, no es fácil. Y el argentino lo clavó.
Si últimamente oíste un No sos vos, soy yo , tienes que ver la película, te cargará las pilas. Si ya hace tiempo que lo oíste, te será curioso de recordar. Y si nunca lo has oído… no te la pierdas, porque nadie está a salvo.
Qué condenadamente jodidas pueden ser las relaciones. Lo realmente malo es que tenemos la manía de ilusionarnos, de empezar a pensar en mañana. El ser humano tiene la estúpida obsesión de creer que, en cuanto alguien le ofrece unas migajas, ya sus manos van a pasear unidas por los oleajes del tiempo durante toda la eternidad. Se hacen planes, se construye un nido, se reorganiza el chip para que todo gire en torno a esa cuerda frágil que junta dos vidas.
Levantarse acompañado por la mañana, irse a trabajar, regresar a casa con la seguridad de que alguien nos espera, de que cenaremos juntos, haremos el amor y planificaremos qué hacer el próximo fin de semana, antes de quedarnos dormidos con los cuerpos tocándose.
Y un día ese nido fabricado con ladrillos de cariño y dedicación (y mucho de temeraria esperanza ilusoria), se hace polvo de un soplo. Los te quiero , los te amo que hace unas horas parecían tan genuinos, algo que señalaba el orden correcto de las cosas, ahora parecen una mentira, palabras hueras, falsas. Uno se queda con cara de bobo preguntándose cómo es posible que hace nada fuésemos amados en un nido que ahora no está, porque de la noche a la mañana ella lo ha abandonado y ha convertido todas las palabras de amor, las caricias y los planes en humo. Cómo es posible que ayer ella declarara que te quería y te extrañaba, y que hoy se esté acostando con otro y te diga entre lágrimas culpables que no va a volver contigo.
Qué loca vida ésta, qué incomprensible, y qué torpes somos, qué lentos para adaptarnos a los cambios. El mundo no gira al ritmo que queremos, gira para sí mismo y nos equivocamos al llegar a engañarnos creyendo que alguna vez se mueve para nuestro interés. Qué ilusos. Las revueltas del caos no tienen miramientos, no avisan, no aguardan a que uno haya resguardado los muebles antes de que se desate la tormenta.
La lotería catastrófica nos ha tocado y al principio nos quedamos alelados, con una reacción de estupor, de parálisis. La piel comienza a doler allá donde ella ya no acariciará más, los ojos duelen mirando los objetos que ella no cogerá, los labios se entumecen por los besos perdidos y por las frases que no pronunciarán, y los oídos pitan añorando la voz que no sonará ahí al lado.
Llega el atasco, la inacción, detenidos donde estaba el nido ya vacío, sin determinarse a dar un paso porque cualquier movimiento se hace un mundo. Nos convertimos en entendidos acerca del rango completo de emociones que abarcan todos los sentimientos negativos, agoreros y rencorosos. Depresión, tristeza, angustia, obsesión, desánimo, ira, impotencia… Quizás lo que cuesta más soportar es no saber el porqué de tanto sinsentido. No poder obtener una explicación racional y lógica. Tan pánfilos somos que tiramos de cualquier hilo que nos dé un motivo comprensible, una razón que detenga el arbitrario vaivén de lo absurdo. Pero es como andar en una pesadilla. No hay caminos, no hay asideros, ninguna referencia estable.
En el ranking de las tres frases más jodidas que puede decirte el amor de tu vida están las que siguen:
– Tenemos que hablar .
– Eres como un hermano/a para mí
– Sí, me lo he follado .
La última de las tres se la dice la novia del protagonista al ídem por móvil con el consiguiente jamacuco del tipo. Lo siguiente, te lo sabes de memoria: largo periplo de angustia y soledad, morbosos deseos de muerte, lenta escalada hacia la luz y por fin, de pronto, un día, algo ocurre y la rueda empieza a girar de nuevo. La vida se abre camino y blablabla.
La película no está mal en su autoconsciente pequeñez y resulta fácil sentir empatía por el proceso post-rupturil de Diego Peretti, que vulnera a su personaje con una vocecilla quejumbrosa y una buena dosis subterránea de humor ácido. A destacar por supuesto las breves intervenciones del psiquiatra, que como bien se sabe, es un puntal imprescindible en la vida amorosa de todo argentino de película que se desprecie.
Taratuto redondea una película sobre lo de dejar y ser dejado bastante realista: lo suficiente como para no recomendarla si se está de bajón sentimental. En caso contrario, es visible.
De las pocas películas, que yo recuerde, cuyo tema principal sea el amor-desamor, que me haya gustado, tal vez por el tono tragicómico que derrocha, o por lo entrañable del protagonista o por todo en general.
Una muestra mas de la calidad del cine Argentino.