No se compra el silencio
Sinopsis de la película
El empresario de pompas fúnebres L.B. Jones, el hombre negro más rico del condado, quiere divorciarse de su mujer porque le ha sido infiel con un policía blanco. Jones ha puesto el caso en manos del abogado más prestigioso de la ciudad y todo parece que se solucionará de mutuo acuerdo. Pero, de pronto, la mujer cambia de opinión y rechaza el pacto, lo que supone un proceso en el que el policía sería llamado a declarar y perdería su empleo.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Liberation of L.B. Jones
- Año: 1970
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
Película
6.5
69 valoraciones en total
Sorprende toparse con una película de William Wyler tan poco conocida, más que nada teniendo en cuenta que se trata de su último título, que estamos hablando de un director que es un clásico del cine y sobre todo, sorprende porque No se compra el silencio es una película como poco de notable.
Son los años setenta, estamos en un pueblo de Tennessee, y sencillamente el racismo se encuentra tan arraigado que no tiene sentido hacerse una pregunta sobre una realidad que se tiene que asumir por ambas partes. Esto va de negros y blancos, un enfrentamiento casual que no debería ir más allá y, atención porque ahora llega la magia del cine: William Wyler consigue no darle el protagonismo a nadie, todos los personajes son igual de importantes. Lo que cuenta es la denuncia.
El personaje bisagra es Yaphet Kotto, que llega en ese tren de esa manera memorable y que consigue vencer a su propio odio. Sin embargo pienso en la liberación de Lord Byron Jones en el mismo momento en que se cruza por mi mente el título original de la película, él no sale corriendo, ni se esconde, da la cara y le echa huevos. Su liberación es pura magia. ¿Y qué decir de la decisión de hacer las maletas por parte del sobrino del gran abogado blanco? Todos los personajes aportan un peso formidable, repito que para mí ese es el brillo especial que Wyler le da a su última película.
¿Entonces eres racista?, no hace falta responder, durante los últimos quince minutos de película somos testigos de la torpeza de los policías, de la triste realidad, vemos cómo se maquina el sistema para mantener las cosas como están. Puro cinismo: aquí arreglamos las cosas así, de forma discreta.
Es seguro que, cuando le bautizaron, su padre (o quizás su madre) tenía grandes esperanzas en su hijo, por eso le pusieron nombre de poeta: Lord Byron Jones. Después, en medio de la discriminación a que se veía sometida la gente de su raza, él ya no era más que L.B. Jones, el dueño de las pompas fúnebres. Así consiguió dinero, y con su carácter amable y servicial, se hizo querer y respetar por mucha gente… excepto por su esposa Emma, quien decidió entregar su cuerpo a Willie Joe Worth, uno de los inescrupulosos policías de la zona. Entonces, aceptando con estoicismo lo que sucede, L.B. simplemente planea separarse, y para hacerlo, encarga de su proceso al veterano abogado, Oman Hedgepath, quien acaba de montar un bufete con su sobrino recién graduado, mientras se debate entre su racismo, su deber social y la manera como los afrodescendientes lo influyen sin poder evitarlo.
Una serie de insucesos se gestarán a futuro y pronto veremos, como un registro histórico, los métodos impropios, abusivos y atroces, como se resolvían las diferencias con las minorías raciales.
Basada en la obra The liberation of Lord Byron Jones de Jesse Hill Ford, la cual narra eventos vividos por su autor en Humboldt, Tennessee, y que da cuenta de la verdadera hospitalidad que solía dársele a los negros en el sur de los EEUU, esta película es una madura carta de despedida de uno de los más grandes directores que haya podido dar el arte cinematográfico. Y con ella, se ha sacudido aquella deuda contraída con películas como Jezabel donde, quizás por presiones de los productores, siempre se mostraba a las familias sureñas como altamente receptoras y bondadosas con sus esclavos. Y Wyler se cuida de poner las cosas en su punto medio, al recrear personajes derechos y equivocados en uno y en otro bando.
Los deshonrosos incidentes, se entremezclan con algunos toques de comedia, y resulta bastante significativa la manera como las mujeres negras asumen la muerte con un gran protocolo, como si fuera éste el mejor viaje que les puede deparar la vida. Hermosa también la manera como L. B. Jones enfrenta su fatal destino, dejando con esto a la raza blanca, y de paso a la especie humana, con una vergüenza que no es fácil sacudirse.
Es esta una gran película. Motiva necesarias reflexiones y sacude al establecimiento social tocando sus puntos débiles, ¡demasiado débiles!, los cuales son un bloqueo para la paz, al tiempo que favorecen el cometimiento de delitos cuando no se vislumbra respaldo alguno del gobierno.
Que no se olvide, que los arreglos discretos de quienes detentan el poder, obligan a veces soluciones discretas (y de repente explosivas) por parte de un pueblo mancillado. Y así no debe ser. Tu paz y mi paz, sólo será el resultado del respeto absoluto por la totalidad de los hombres.
Título para Latinoamérica: FUEGO NEGRO
En el día en el que el partido demócrata americano ha conseguido colocar como candidato a la Presidencia de los Estados Unidos a una persona de raza negra, resulta muy oportuna la revisión de esta película, basada en una historia real, a la que la crítica y público americano trataron con tal desprecio, que incluso hoy en día sólo puede verse en un ripeo obtenido de uno de esos DVDs clonados, reservados a las películas prohibidas y con un horrible color NTSC desteñido. Stirling Silliphant que había ganado el Oscar dos años antes con su adaptación de In the heat of the night- más melosa y adaptada al gusto americano- se atrevió aquí con una historia mucho más real y más punzante: vano intento.