¡No hija, no!
Sinopsis de la película
Alejandro Costa es, aparentemente, un hombre serio, honesto y decente. Es por eso que se dedica por entero a la política y se presenta como candidato a la alcaldía de Madrid. Pero el día antes de las elecciones, un malentendido con una casa que presta servicios de masajes a domicilio le provocará muchos quebraderos de cabeza.
Detalles de la película
- Titulo Original: ¡No hija, no!
- Año: 1987
- Duración: 84
Opciones de descarga disponibles
Si lo deseas puedes conseguir una copia la película en formato HD y 4K. Seguidamente te citamos un listado de opciones de descarga activas:
Opinión de la crítica
Película
3.8
48 valoraciones en total
Película muy recomendable para los tiempos actuales, ya que el gran Mariano Ozores desde su punto crítico y humorístico le da una buena estacada a los políticos.
Con un argumento clásico de este autor, hace de la comedia la mejor arma para críticar los fallos de una sociedad inestable no acostumbrada a votar.
Recomiendo que veais esta película con una buena cerveza, unas fritatas y si sois fumadores con un buen Carlomagno, así apreciareis mejor este regalo que nos da el gran Mariano Ozores en forma de arte con mayúsculas.
Un escandoloso soborno, una aventura amorosa, una prostituta muerta en el salón, unos ladrones de poca monta y para rematar unos estafadores disfrazados de políticos.
En casa de un hombre decente puede pasar de todo, aunque sea alcalde…y un pobre idiota también.
La carrera de un director, como ya nos ha ido demostrando la Historia del cine, se puede truncar por muchas razones y dificultades, pero desde luego al sr. Mariano Ozores le vinieron todas de golpe. Tras vivir la más exitosa etapa de su filmografía gracias a sus muchas colaboraciones con Andrés Pajares y Fernando Esteso, que tantos millones de espectadores llevaron a las salas durante su época de esplendor y tanto dinero le hicieron ganar, la suerte no se puso de su parte, siguió rodando y haciendo películas, como buen artesano incansable que era, pero a kilómetros se encontraban de todo lo que había hecho anteriormente.
La pérdida de sus musos fue la más importante, a lo que siguió el paulatino desinterés del público por la comedia del destape , la ley instaurada por Pilar Miró (que favorecía al cine de enfoque intelectual, social, artísticamente bello o con relevancia histórica y deshechaba la comedia popular) y el incremento de la popularidad del vídeo y los videoclubs, provocando, como en todas las industrias cinematográficas, que las producciones fuesen muy baratas, lo justo para que las películas se vendieran bien en los estantes. Esta situación llevó al veterano a embarcarse en una serie de obras repetitivas, pobres y cuando menos poco recomendables.
Tras la marcha de Esteso filma sobre todo con su hermano Antonio, y lo empareja con Ricardo Merino o Juanito Navarro en trabajos que son trasuntos de otros anteriores, como ¡Esto es un Atraco! (de Todos al Suelo ) o Ya no va Más (de Los Bingueros ), filma una interesante propuesta llamada Capullito de Alhelí y ese mismo año vuelve a reclutar a Antonio y algunos amigos más para ¡No, hija, No! , producida por Carlos Cascales y cuyo título proviene de la famosa coletilla que el anterior estrenó en 1, 2, 3, ¡Responda otra Vez! , del cual es colaborador asiduo.
Ahora éste se convierte en Alejandro Costa, un hombre muy decente que se encuentra en plena campaña electoral para lograr la alcaldía, de hecho le película empezará con una serie de discursos suyos todos pronunciados con la clásica forma ininteligible de hablar que tan famoso le ha hecho al actor en cine y teatro. Lo primero que hace Ozores es lanzar de nuevo una sátira bastante ácida contra la política, cosa que abordaría a la perfección en ¡Que Vienen los Socialistas! , y además con una mirada bastante irrisoria y conveniente para la época, pues el torpe protagonista es de centro-derecha (al que le llamarán facha sin más)
Claro está, cuando el partido ya no existe en una España en la que precisamente ese mismo año vuelve a ganar por goleada, y también por desgracia, el gobierno socialista de Felipe González, pero el director no desea basar la trama únicamente en la crítica política, lo que en realidad desea es brindarnos un vodevil al estilo de su cine clásico y con un obvio y premeditado tono teatral concentrando casi toda la acción en el interior de la vivienda del futuro alcalde, donde no dejarán de sucederse una serie de hechos inesperados e increíbles tras la marcha de su familia, poniendo en peligro su carrera y su propia vida.
Y así irá desarrollándose la noche. La llegada a la casa de una joven prostituta que el protagonista creía masajista comienza la confusión y el desastre, pues al poco de ser presentada le da un desmayo y Alejandro y su ayudante Julio la toman por muerta, revelando el realizador un marcado tono de humor negro que no practicaba desde hacía tiempo y que recuerda a anteriores obras como Los Pecados de una Chica casi Decente , Operación Secretaria o Las Dos y media…y Veneno , sobre todo cuando veamos a los dos políticos intentando deshacerse del cadáver, el cual cambia misteriosamente de sitio como si de un secador de pelo se tratase.
A este grave problema se añade la visita de muchos divertidos personajes más: una joven enamorada de Alejandro que le ofrece un soborno de varios millones, dos chapuceros ladrones que se cuelan en la casa y que le amargarán un poco más la noche y dos miembros de la oposición que pretenden formar colación con el que será futuro alcalde, eso sí, sin perder la oportunidad de aprovecharse del cargo y llevarse unos cuantos billetes al bolsillo (el director no dejar de criticar la sinvergonzonería y cinismo de los políticos, sean del partido que sean).
Elementos todos propios del enredo que acabarán confluyendo en uno de esos clímax disparatados que tanto le gustan a Ozores, manteniendo siempre la teatralidad del escenario, del que saldrá un par de ocasiones y poco más, aunque con el defecto de presentar unos gags que se alargan y alargan y un ritmo que se vuelve algo tedioso, quizás por la poca gracia que poseen los secundarios (a quienes dan vida grandes habituales del cineasta como esa madura Gracita Morales que vuelve a sus brazos después de tantos años, Florinda Chico o Juanito Navarro) o porque el binomio Antonio Ozores/Ricardo Merino no acaba de funcionar del todo.
Aun así no pretende sino hacernos pasar un rato simpático, por muy repetido y visto que esté ya el chiste, a base de equívocos, líos de cama, agradables señoritas, escarceos políticos, millones que cambian de manos, puertas que se abren y cierran, engaños y humor desenfadado.
Podría decirse que ¡No, hija, No! es de las películas más potables de su etapa de declive comercial. Lo mediocre de la pareja Ozores/Merino volvería a ponerse de manifiesto en la siguiente Hacienda somos casi Todos .
Una divertida comedia de situación (y vaya situación!!) que nos brindó el gran Mariano Ozores, protagonizada por su hermano Antonio en uno de sus papeles más recordados, y es que uno está acostumbrado a verlo en papeles más secundarios, pero en esta ocasión lleva todo el peso de la película, y utilizando, casi al borde de pasarse de repetirlo, esa forma suya tan característica de hablar un galimatías sin decir nada.
La película empieza tranquilamente y poco a poco se va montando un entramado de locura magnífico, que en vez de solucionarse, va cada vez a más.
Me ha resultado una de sus películas más graciosas.
Lo peor de la película es como ha envejecido.
Lo mejor, el ritmo (es casi casi una obra de teatro llevada al cine), los dos Ozores y la frase final de la película.
No es imprescindible para nada aunque provoca unas cuentas risas (sobretodo cuando no tienes prejuicios a películas que llevan mal el paso de los años).
Vaya por delante que la película no es de destape, aunque se ve a dos señoritas en ropa interior, pero ni una simple teta.
La película en sí es casi una obra teatral, y mantiene el ritmo al que Ozores nos tiene acostumbrados en sus mejores películas. Del humor, evidentemente no hablemos. Todos conocemos la capacidad actoral y cómica de Antonio Ozores y aquí la pone al servicio de su hermano -como tantas veces- rodeado de un reparto estupendo de característicos míticos de nuestro cine y teatro.
Alguien dice por ahí que la historia no se le cree porque un alto cargo habría solucionado el problema en un minuto con una llamada. Debe ser que no ha visto la película. Para empezar, la verosimilitud es lo de menos en este tipo de películas, pero en cualquier caso el protagonista no es nadie. Es un candidato, no tiene cargo alguno aún.
¿Es divertida? Mucho. ¿Buscaba otra cosa? No. Pues misión cumplida.
La película es una low cost en toda regla, fruto de la época ya de ocaso comercial de Ozores, y de su acuerdo con Cascales para producción de varios títulos por muy poco dinero con destino a la explotación en video.