Next of Kin
Sinopsis de la película
Peter Foster (Patrick Tierney) tiene 23 años, es hijo único y está constantemente discutiendo con sus padres. En una sesión de terapia Peter se entera de la existencia de una familia armenia que dio a su hijo en adopción tiempo atrás, cuando llegaron a Canadá. Peter decide entonces visitarles fingiendo ser su hijo, Bedros Deryan…
Detalles de la película
- Titulo Original: Next of Kin
- Año: 1984
- Duración: 70
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Opinión de la crítica
Película
6.5
67 valoraciones en total
Qué tío el Egoyan. Luego de su perturbadora etapa inicial se cascaría la trilogía Exótica, El Dulce Porvenir y El Viaje de Felicia en el lapso de 5 años, que tela con eso, pero es que esta su primera película, rodada con tan solo 24 años, puede que sea incluso mejor que cualquiera de las anteriormente citadas. Next Of Kin ya muestra gran parte de sus obsesiones recurrentes en varias de sus etapas, desde la omnipresencia de las video-grabaciones (consustancial a la primera) al vacío emocional del hijo perdido (ya vinculada a la segunda), y, además, la idea de base que activa la trama lleva a considerar que Lanthimos y su guionista tuvieron muy presente este film para su esencial Alps y que Fernandito León de Aranoa la fusiló mal para su vulgar Familia. Animia de Cariño, la excepcional anomalía del cine nacional que fuese esa obra de Carmelo Espinosa, también presenta elementos comunes, pero sigue otra senda diferente a la del armenio.
Next Of Kin es perturbadora en la manera que toda película de la primera remesa de este señor lo es. Un chaval con hastío existencial y cero identidad definida aprovecha una casualidad que acontece en el visionado de unas grabaciones de terapia familiar para impersonar al hijo perdido de una familia armenia que ha emigrado a Canadá. Un chaval más blanco que una tarta de esmegma, acoto, haciéndose pasar por alguien que debería tener la tez cetrina que le es propia al gerente de un badulaque. Ambas partes, elemento ajeno y elementos armenios, saben que eso no encaja con la realidad, y no obstante deciden tirar para adelante con ello, con todo el teatro. Se da un simulacro a la Baudrillard en el marco familiar donde cada una de las partes es consciente del papel que en ello ocupa y de que eso es una farsa, un sucedáneo de hogar, una mentira piadosa en el peor de los casos, una actuación sobresaliente en el mejor. Y con esto Egoyan expone una serie de cuestiones sobre la alienación, la identidad, el hastío, la abulia existencial, la célula familiar y las salchipapas que a mí, particularmente, me resultan interesantísimas toda vez que perturbadoras de cojones y me llevan sin dudarlo un instante a recomendar el visionado inmediato del film y a acudir cuanto antes al 100 Montaditos, la mejor franquicia nacional de restaurantes sin lugar a dudas.
No he levitado, tampoco nos engañemos, pero estamos ante un memorable rejón a la institución familiar. Película limitada, de factura pobre, pero amarga y terriblemente lúcida, una radiografía genial del desamparo juvenil, de las angustias adolescentes. No tiene casi repercusión, pero se merienda a un buen puñado de imbecilidades que perpetraron Haneke y Von Trier en sus comienzos, y que manejan tonos, espíritus y condimentos ligeramente parecidos a esta obra que comento.
Axlyan, qué gran tipo.