Navidades en julio
Sinopsis de la película
Jimmy McDonald, empleado de la Compañía Cafetera Baxter, se niega a casarse con su novia, Betty Casey, hasta que no haya prosperado. Para ver cumplido su sueño, Jimmy, al que le encanta participar en concursos, envía un lema al concurso de la Compañía Cafetera Maxford. Tres de sus amigos deciden gastarle una broma y le mandan un telegrama diciéndole que ha ganado los 25.000 dólares del primer premio. Jimmy, Betty y toda la oficina empiezan a celebrarlo. El señor Baxter piensa que las ideas de Jimmy deben ser buenas y le asciende al departamento de publicidad. Pero aparece el señor Maxford y denuncia a Jimmy…
Detalles de la película
- Titulo Original: Christmas in July
- Año: 1940
- Duración: 70
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Opinión de la crítica
7.1
59 valoraciones en total
Segundo largometraje de Preston Sturges, en el que interviene como guionista y director. Adapta la comedia A Cup Of Coffe (1931), del propio realizador, todavía no estrenada. Se rueda en los Paramount Studios con un presupuesto ínfimo, cuando en Europa ya había estallado la IIGM. Producida por Paul Jones, se estrena el 18-X-1940 (EEUU).
La acción tiene lugar en NYC en julio de 1940, a lo largo de algo menos de 24 horas. Jimmy MacDonald (Dick Powell), oficinista modesto de una empresa cafetera, no quiere casarse con su novia, Betty Casey (Ellen Drew), vecina y compañera de trabajo, hasta que haya prosperado economicamente. Tienta la suerte participando en un concurso de esloganes comerciales de la empresa cafetera Maxford, cuyo primer premio es de 25.000 dólares.
La película es una comedia realista en la que el realizador combina ternura y sátira bajo la apariencia de una obra alegre, divertida y optimista. Toca los sentimientos en la justa medida para emocionar sin caer en sentimentalismos, como prueba la ajustada escena de la niña en silla de ruedas. El humor se basa en malentendidos (Sr. Maxford), bromas de compañeros, imágenes sorprendentes (sala con más de 50 puestos de trabajo alineados y despersonalizados), el pintoresquismo de algunos personajes (jefe de oficina), el descarado oportunismo de otros (Sr. Shindel), situaciones surrealistas (desacuerdo del Jurado), las confesiones autocríticas (el empresario que reconoce carecer de talento) y la recreación de slapsticks (la revuelta de los vecinos del East Side con lanzamiento de tomates, pescados y pasteles). Añade elementos de sátira sobre el sueño americano, el concepto de éxito y triunfo, el consumismo compulsivo, la caprichosa valoración del talento, los caprichos del destino. Menciona los avances técnicos (lavadora eléctrica), elogia los inventos (cama desplegable inventada por el realizador), muestra la utilidad de la tecnología aplicada (interfonos múltiples), enseña el nuevo diseño de los teléfonos de mesa, etc. Propone que en un mundo libre y competitivo todos tengan oportunidad de demostrar su valía y capacidad suficiente para afrontar el fracaso. Elogia la incorporación de la mujer al mercado de trabajo (antes de que la IIGM la impusiera en el país) y la generosidad. Lamenta con mordacidad la carestía de la vivienda de entonces.
La música, tomada de grabaciones genéricas, es de Werner R. Heymann, John Leipold y Leo Shuken, no acreditados. Incorpora fragmentos de composiciones orquestales del momento, ligeras, bailables y alegres, con predominio de los instrumentos de viento. La fotografía, en B/N, crea imágenes bien contrastadas, que destacan con negros intensos sobre grises claros los elementos centrales de la acción (protagonistas, muñeca de la niña discapacitada, policía, gato que evoca el destino de la suerte o la desgracia, etc.). Los diálogos son brillantes, la narración es bellamente concisa y la cinta sabe a poco por su brevedad (70).
Uno, entre los muchos libros que alguna vez presté (de Prestar: Facilitar algo a alguien para que lo utilice durante algún tiempo con el deber de devolverlo luego) y que nunca me devolvieron (porque la mayoría de la gente asume el prestar únicamente bajo la acepción: Dar o comunicar), fue El billete del millón de libras de Mark Twain, uno de los autores a los que siempre leía con plena complacencia.
Fue éste, un cuento que Twain publicó en 1893, y en el cual contaba la originalísima historia de un par de hermanos muy ricos que logran que, el Banco de Inglaterra, les emita un billete de un millón de libras, con el cual consiguen hacer una singular apuesta. Regalan el billete a Henry Adams, un marino que se encuentra solo en Inglaterra y sin un solo peso, y entonces uno de los hermanos afirma que, con solo tener el billete, Henry podrá obtener todo lo que desee. Y el otro hermano sostiene que, hasta que no consiga menudear el billete, no podrá comprar ni una caja de cerillas. Con este menudo dilema, se desarrolla una deliciosa historia que da verdadero gusto leerla.
Altamente probable, que ésta haya sido la fuente en la que se inspiró el dramaturgo, guionista y director de cine Preston Sturges, para la obra A cup of coffee, que escribió en 1931, sin haber conseguido nunca llevarla a las tablas él mismo… y tampoco que alguien la produjera para alguna compañía.
Pero, en 1939, cuando ya era un acreditado director de cine, se le ocurrió a Sturges convertir la obra en un guión para cine… y al año siguiente, se estaría exhibiendo con bombos y platillos, otra de las grandes comedias que pudo legarnos en su relativamente corta, pero muy brillante carrera cinematográfica.
NAVIDADES EN JULIO, nos trae ahora la historia de un modesto empleado de una empresa fabricante de café que, sintiendo que tiene alma de publicista, decide participar en un concurso sobre un slogan que está promoviendo la Casa Maxford, ¡justamente la competidora de la empresa con la que él trabaja! Pero, James MacDonald sueña, y junto a su novia Betty Casey, hace planes para el futuro… hasta que una pesada broma de sus compañeros lo lleva a creer que, efectivamente, se ganó el gran premio… y en una deliciosa y conmovedora suerte de enredos, nuestro Jimmy se volverá un bonachón que ahora parece celebrando las navidades en Julio.
Con muy originales y sofisticados toques de comedia satírica, Sturges va trazando un certero alegato contra el oportunismo y la necedad de la clase empresarial, mostrando al par de jefes de las compañías competidoras, con unas actitudes bien particulares que los dejarán objetivamente descritos.
Un conjunto actoral inmejorable, donde destacan nombres como Dick Powell, Ellen Drew, Ernest Truex y William Demarest, entre otros, consigue imponer calor, provocación y mucho encanto, a una comedia que se merece nuestros aplausos.
Y es cierto en la mayoría de los casos: Falta de noticias son buenas noticias… Así me sucede con alguna gente que conozco.
Título para Latinoamérica: SU DÍA DE SUERTE
Maravillosa comedia que logra enganchar hasta el final y llena de momentos memorables. Yo destacaría la interpretación de Ellen Drew que está soberbia. La historia de una broma que acaba convirtiendose en realidad, de un sueño que se hace realidad. Julio es el mes donde los sueños se hacen realidad, un mes con su propia navidad, como ese tiempo de esperanza y de ilusión donde lo imposible se vuelve posible, como siempre s eha dicho que sucede en Nochebuena, pues a veces también sucede en julio. No se la pierdan, les entretendrá y les hará reir
Simpática comedia sobre una pareja de novios de pocos recursos, que esperan hacer realidad sus sueños ganando los 25000 dólares de un concurso radiofónico sobre el eslogan de una marca de café. Película con todas las características marca de la casa del cine de Preston Sturges, un guión ágil, ritmo acelerado, situaciones caóticas e inverosímiles con imprevisibles resultados y grandes dosis de buenos sentimientos. Todo ello impregnado en una sutil crítica al sueño americano capitalista, mostrando las dos caras del dólar a través de las miserias y anhelos de gentes humildes, en contraste con la opulencia de los más ricos. Una buena forma de acercarse al cine de Preston Sturges y pasar un agradable rato frente al televisor.
Nota negativa: Muy mala la calidad del audio en castellano del DVD español que he podido ver.
La Paramount le produjo a Sturges su segundo film como director el mismo año en el que había debutado tras las cámaras con El gran McGinty . Para entonces, el de Chicago llevaba ya diez años trabajando como guionista, y en Christmas in July es precisamente esa faceta la que más destaca. De hecho se trataba de una adaptación al cine de una obra teatral que había escrito en 1931 bajo el título de A cup of cofee . Rebautizada en 1940 para el cine, Navidades en julio es una tragicomedia, ese género tan socorrido por Frank Capra por ejemplo. Jimmy MacDonald (Dick Powell) trabaja en una empresa de cafe en la sección de contabilidad junto a su novia Betty (Ellen Drew), pero Jimmy sueña con ganar un premio de 25000 dolares de otra empresa de cafés que busca slogan, hallando en el dinero del premio la fuente de su felicidad. Tres compañeros de trabajo que saben de su sueño le gastan una broma y le envían un telegrama haciéndole creer que ha ganado el concurso. A partir de allí el talento de Sturges conduce la historia en poco más de una hora mágica llevando a los personajes de arriba a abajo. El reparto es espléndido, tanto Powell como Drew tal vez no eran actores de primera fila pero tenían una cierta reputación ambos sobre todo en musicales, Powell con la Warner y Drew trabajando con Bing Crosby. Ambos volverían a coincidir siete años después en el film de Robert Rossen Johnny OClock . Drew además tuvo que enfrentarse a este rodaje en pleno fracaso de su primer matrimonio.
Pero lo que más destaca de Christmas in July es esa aparente sencillez con que sucede todo, ese realismo mágico que tan bien plasma Sturges, aunque luego tenga su revés, su bofetada traicionera. Así como esa relajación con la que se suceden los diálogos como en la primera secuencia en la azotea en la que la pareja escucha la radio esperando el veredicto del concurso. En 67 minutos pasan muchas cosas y con aparente tranquilidad. Son dotes de maestro que no da ni un segundo a planos vacios, escenas de relleno.
Siempre en el cine clásico intento mencionar a los secundarios porque en aquel cine tenían verdadera relevancia y en consecuencia, paradójicamente eran actores de primer nivel, como en este caso Raymond Walburn, actor habitual de Sturges, que interpreta al Dr.Maxford, presidente de la compañía que organiza el concurso.
En líneas generales un gran film del que se extraen ideas y se recogen buenos momentos cinematográficos que medio inauguraba la trayectoria de Sturges, prolífica como guionista en los 30 pero como director casi exclusivamente centrada en los 40. Altamente sugerente y recomendable.