Nadie oyó gritar
Sinopsis de la película
Una mujer ve cómo un vecino arroja a alguien por el hueco del ascensor y se ve forzada a ayudarle a hacer desaparecer el cuerpo. Durante esas tensas horas, el hombre le da a entender a la mujer los motivos que le llevaron a asesinar a su esposa.
Detalles de la película
- Titulo Original: Nadie oyó gritar
- Año: 1973
- Duración: 88
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Opinión de la crítica
Película
5.5
43 valoraciones en total
Un tanto chapucero trabajo del bueno y recordado Eloy de la Iglesia, que trata, en vano, de repetir el éxito de La semana del asesino , que sí estaba bastante bien.
En esta ocasión y gracias a un paupérrimo guión, lleno de agujeros y sinrazones lógicas, logra un tedioso trabajo, una cinta que solo al comienzo tiene algunas cosas buenas.
El resto es, además de bastante previsible, algo aburrido, además, repito, de muy poco riguroso, tendente al albur del guionista, que se saca de la manga situaciones que requerían una lógica interna para ser mínimamene creíble.
Carmen Sevilla muy guapa y el resto pasable.
No tiene la fuerza necesaria y solo la magnífica fotografía es de recibo, además del lujo de la dirección artística de interiores.
Es un film de suspense y asesinatos muy curioso, con un giro final absolutamente sorprendente -seguramente, en la línea del coetáneo giallo italiano, que tanto influyó en el cine español, y al que esta película mira de reojo- y con un regusto de sordidez y perversión que quizá sólo el cine de Eloy de la Iglesia podía dar, en el contexto del cine español de principios de la década de los años 70.
El personaje de Vicente Parra es como una derivación elegante de su papel en la previa obra de De la Iglesia La semana del asesino (1971) -una de esas películas que, si se ven, no se olvidan fácilmente, por bestial, sórdida y radical- y Tony Isbert, con su torso desnudo, y su cabellera rubia, eclipsa casi a Carmen Sevilla como objeto de deseo, ofreciendo algunos momentos de afirmación erótica cripto-homosexual verdaderamente memorables, antológicos. El baño de espuma que se dan Vicente Parra y Carmen Sevilla en el jacuzzi también es memorable, así como el inicio, con Carmen Sevilla hablando en inglés en Londres. Maruja Asquerino también hace un papel realmente interesante, muy misógino, por otro lado.
En suma, es una película estupenda, que recomiendo vivamente.
Thriller español de los setenta preconstitucionales de Eloy de la Iglesia con dos protagonistas imprescindibles de nuestra cinematografía: Carmen Sevilla y Vicente Parra. A veces no se necesita más.
Tampoco se necesita unos efectos especiales caros, ni un reparto amplísimo, ni dos horas de metraje ni un mensaje sesudo y críptico para hacer una película interesante. Esto se lo tienen que meter en la cabeza muchos creadores de hoy en día. «Nadie oyó gritar» es la prueba de que simplemente basta una buena idea: ser rehén de un asesino. No diré más, porque la película tiene mucha enjundia. Un vis a vis entre Vicente Parra y nuestra Carmen de España, prisioneros ambos de un crimen, quizás algo más que enemigos. Cinismo a borbotones, cursillo acelerado de insensibilidad humana, clase práctica de cómo no hacer lo correcto te marca de por vida, ¿no seremos las personas meros supervivientes con una moral de papel muy fino?
Desenlace que pone los pelos de punta. Hay silencios que inquietan más que las palabras. Realmente interesante.
Un año después de la truculenta y cuasi de culto, La semana del asesino 1972, volvemos a tener a Vicente Parra en su segunda colaboración con Eloy de la Iglesia, aquí interpretando a Miguel, un tipo casado con una autoritaria mujer, Nuria (María Asquerino), al cual se nos presenta como el vecino de Elisa (Carmen Sevilla), una prostituta de clientes fijos, que tras oír ruidos y golpes provenientes del piso de este y asomarse al descansillo para curiosear le sorprende, primero sujetando unas piernas cuyo correspondiente cuerpo cuelgan boca abajo por el hueco del ascensor y después tras cruzar las miradas soltando estas y dejando caer el cuerpo.
Elisa cierra la puerta y se refugia en su casa, pero Miguel consigue (tras bloquearla el teléfono para que no llame a la policía) introducirse en su apartamento y bajo amenaza de muerte conminarla para que le ayude a deshacerse del cuerpo.
A partir de aquí tenemos un interesante thriller (una especie de giallo italiano tan en boga por la época, sin investigación policial de por medio) en el que se nos va mostrando la relación que van estableciendo cuando montados en el precioso Renault 8 azul de ella y dirigirse al chalet que esta tiene en el Pantano de San Juan (Madrid), para allí deshacerse del cuerpo y la serie de acontecimientos que se van concatenando para llevarnos a un vacilón e impactante final (esta es otra de esas películas en la que se recomienda aplicar la regla núm. 1 para disfrutarla: No ir de listillo y dejarte sorprender).
Aunque más comedido que en la anteriormente mencionada La semana del asesino 1972, Eloy de la Iglesia no se priva de introducir su toque homosexual (consultar filmografía posterior), tanto en la recreación del efébico cuerpo de Tony (Tony Isbert), el motorizado (una preciosa Montesa Enduro) jovenzuelo mantenido por Elisa, como en las lascivas miradas que se cruza con Miguel, que si bien para el que suscribe no suponen ningún aliciente (es una pena lo recatada que ha sacado a Carmen Sevilla, mucho más ligera de ropa en las posteriores La loba y la paloma 1974 y una que salía Iñigo que creo recordar se titulaba Matrimonio al desnudo), debo reconocer que conociendo como se las iba a gastar el muy buen y peculiar director en un alto porcentaje de sus producciones posteriores, es imposible no esbozar una sonrisa.
Entretenida y más o menos interesante como película y cita ineludible para fans del Renault 8 y/o Montesa Enduro, así como los que les guste ver el aspecto del Pantano de San Juan a principio de los 70.
Una magistral, maravillosa, sexy, y se me acaban los calificativos, Carmen Sevilla, interpreta a una señorita, más bien puta, que vive de lujo, a costa de hacer compañía a un señor que vive en Londres. La censura de aquellos años quizá metió la mano para que no fuera tildada de puta entera. En fin, que esta señorita presencia como su vecino tira a su mujer por el ascensor, y éste la obliga a acompañarla a deshacerse del cadáver, o si no la matará.