Mujeres enamoradas
Sinopsis de la película
Gudrum y Úrsula son dos hermanas educadas en la recatada Inglaterra de los años 20. Una es maestra y la otra escultora pero ambas coinciden en que saben muy poco del amor. Por eso cuando emprenden sus tórridas aventuras amorosas con un playboy de mala fama, Rupert, y un oscuro conquistador, Gerald, lo que descubren acerca de sus amantes y de sí mismas resulta mucho más fascinante y peligrosamente arrollador, de lo que hubieran atrevido a imaginar nunca.
Detalles de la película
- Titulo Original: Women in Love
- Año: 1969
- Duración: 129
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Opinión de la crítica
Película
6.5
33 valoraciones en total
No era la primera película de Ken Russell, pero sí la que tuvo más repercusión hasta ese momento y creo que es la mejor de cuantas ha hecho, entre delirios y sobrecargas de todo tipo, a lo largo de varias décadas.
Se inicia con una boda y en ella se entrecruzarán multitud de reflexiones acerca del amor, el matrimonio y el sexo, con dos hombres y dos mujeres como centro de acercamientos y enfrentamientos múltiples.
Apasionadamente realizada y con mucha carga de provocación, lo más valioso es la depurada puesta en escena, pero es posible que su notoriedad la lograra por una fuerte carga sexual, con escenas como la lucha entre Alan Bates y Oliver Reed desnudos que culminaba en algo que parecía más un acto de sexo entre ambos, o el provocativo baile de Glenda Jackson acosando a los toros, aunque también son reseñables algunos logros visuales con secuencias en las que se filman las caras de los actores y al lado su imagen reflejada en un espejo, en lo que parecen dos personas diferentes, marcando una dualidad o ambigüedad que es lo que prima a lo largo de toda la película.
En realidad, es un gran Drama, que a pesar de lo largo, logra enganchar al público. Gran Adaptación de la novela de Lawrence. El guion es extraordinario, y las actuaciones muy bien logradas, (en especial Glenda Jackson, con su fría y calculadora personificación), gran pelicula inglesa, que habla acerca de los problemas de la clase alta de la Gran Bretaña de principios del siglo X. Gran contenido erótico, para los años 70, y una secuencia y fotografía extraorinarias. Vivia por Glenda Jackson, muy merecido su oscar.
Estamos ante una gran película, de hecho es muy buena hecha en una época encumbranda ya los provocativos setenta. Es la típica cinta que puede verse desde muchos marcos: provocativa por su temática, clásica por su vestuario……..pero sobretodo filosófica. No obstante si hay algo que hay que resaltar es la fuerza de su reparto. Es la historia de dos hermanas. Las dobles parejas son lo más hondo de ella. Especialmente esta película me ha servido para apreciar la gran fuerza interpretativa de Glenda Jackson, de quien es la formidable Keira Knightley heredera en cuanto a que le roban toda la fuerza masculina a su galán de turno y se la añaden a su rol. Glenda Jackson es la mejor actriz con la que se ha topado el bruto bello , como la canción de la Jurado, de Oliver Reed. Él queda como mera damisela y comparsa de la maravillosa Glenda Jackson. Eso le pasa a Keira Knightley en casi todas sus películas. Sobretodo en su papel de reina Ginebra. Ken Russell a sus fans y al resto del público que guste de la moraleja filosófica y de la reflexión, no decepciona. Mezcla de sal y de azúcar, la vida se ve en una pantalla. Es una gran peli.
Inmaculada obra fílmica de Ken Russell, un director que, desgraciadamente, sería víctima de sus excesos a lo largo de su prolífica carrera. Pero aquí, adaptando a D.H. Lawrence (no sería la última vez) logró una impresionante reflexión sobre el amor, la filosofía de vida y la condición humana, con impagables monólogos y unas formas revolucionarias para su tiempo. Imborrable la lucha cuerpo a cuerpo de Alan Bates y Oliver Reed, totalmente desnudos (de piel y alma) bajo a luz del fuego. Una escena ciertamente controvertida por su homoerotismo, como lo fue la película en general por su ambigüedad y fatalidad. Los actores están soberbios, y desprenden un magnetismo impactante (Glenda Jackson ganó el Oscar). Cuestiona tantas cosas y llega tan lejos, que resulta inabarcable en su profundidad (atentos a la escena del espejo que visualiza el desdoblamiento emocional de los personajes masculinos). Afortunadamente, hoy sigue siendo igual de cautivadora y provocativa.
Serie interminable de charlas filosóficas insustanciales de clase media-alta aderezadas con erotismo barato y el toque lisérgico marca de la casa Russell, si al menos las discusiones metafísicas fuesen interesantes o tuvieran algo de humor (como solía hacer Allen) pero éstas aburren a las ovejas.
Lo único destacable: una secuencia increíblemente bien rodada de lucha grecorromana a la luz de una hoguera, del resto ni hablamos.