Mujeres al borde de un ataque de nervios
Sinopsis de la película
Pepa e Iván son actores de doblaje. Él es un mujeriego empedernido y, después de una larga relación, rompe con Pepa: le deja un mensaje en el contestador pidiéndole que le prepare una maleta con sus cosas. Pepa, que no soporta vivir en una casa llena de recuerdos, decide alquilarla. Mientras espera que Iván vaya a recoger la maleta, la casa se le va llenando de gente extravagante de la que aprenderá muchas cosas sobre la soledad y la locura.
Detalles de la película
- Titulo Original: Mujeres al borde de un ataque de nervios
- Año: 1988
- Duración: 89
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Opinión de la crítica
Película
7
82 valoraciones en total
He leído las anteriores críticas de otros usuarios a esta película y no podia pasar sin dejar la mía. Al fin y al cabo esta es la película que más veces en visto en toda mi vida, unas 12 o 15 veces, y la verdad, no me cansa, es una película con un ritmo estupendo, de guión divertidísimo y con golpes que han pasado a ser parte del imaginario colectivo de este pais. Una Maura alcanzando su propio cénit como actriz, Maria Barranco, Julieta Serrano, Chus Lampreave, Rossy de Palma y Kiti Manver. Un elenco de lujo donde cada una de ellas tiene la frase adecuada y perfecta.
Visualmente también es un regalo para los ojos, toda una lección de fotografía colorista, con planos y composiciones que crean escuela sin olvidar los títulos de crédito memorables del brillante Juan Gatti. Estoy de acuerdo que para ser una peli de aquella época de Pedro Almodóvar, ésta, sin embargo, despues de verla una y otra vez, reconozco que es perfecta en cuanto a montaje y ritmo.
Pistoletazo de salida para Antonio Banderas, Carmen Maura o Rossy de Palma a nivel internacional. No podía ser de otra manera que Mujeres al borde… se convirtiera en un punto y aparte, en un icono y referente del cine como obra de arte.
El primer gran éxito internacional de Almodóvar fue esta divertidísima e inspirada comedia dramática que fundamentalmente habla de la soledad y el alma de un grupo de mujeres, encarnadas por actrices que están portentosas en sus papeles, encabezadas por Carmen Maura en uno de sus mejores trabajos, pero también estupendamente arropada por Julieta Serrano, María Barranco, Kiti Manver o la inolvidable portera testiga de Jehová, Chus Lampreave.
Almodóvar retrata la soledad de una mujer a la que acaba de dejar su amante con tan sólo un escueto mensaje de despedida en el contestador, y en el empeño de ésta de recuperarlo y ponerse en contacto con él, se le llenan su casa y su vida de gente desconocida con las que compartirá sus problemas. Esto da lugar a situaciones divertidísimas como la del gazpacho lleno de somníferos, o la aventura de María Barranco con unos terroristas chiítas.
La utilización que Almodóvar hace aquí de todos los recursos de los que disponía es brillante, y la película destaca en todos sus aspectos artísticos, como el diseño de vestuario, la decoración, la luminosa y colorista fotografía, el maquillaje o la banda sonora, que incluye dos maravillosos temas musicales en los títulos de crédito de apertura y cierre.
La película fue de algún modo la cristalización más exitosa del inimitable estilo de Almodóvar y del espíritu alocado, hedonista y divertido de la movida madrileña de los años 80. Tiene esos puntos característicos de la ingeniosa y chillona estética del mundillo pop, underground y libertino de aquellos ambientes transgresores e irreverentes -con un toque homosexual, frívolo y petardo- entre los que brotó el cine de Almodóvar… gracias, naturalmente, a esa nueva ola de gamberra libertad de la joven democracia española. El camino iniciado por Almodóvar con la cachonda Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, la felliniana ¿Qué he hecho yo para merecer esto? y la homoerótica La ley del deseo… terminaba cuajando en Mujeres… para todos los paladares (nacionales e internacionales).
El protagonismo del gazpacho es muy apropiado, pues del mismo modo que esa sopa tan andaluza consigue hacer sabrosa una mezcla de ingredientes diversos, la película de Almodóvar (guionista y director en una pieza, como algunas de las más originales figuras de la cinematografía) es un gazpacho refrescante y divertido que consigue armonizar ingredientes que en principio parecerían incompatibles: sin caer en el pastiche mezcla el melodrama y la comedia, el cómic urbano y el chiste rural, el esteticismo amanerado y el toque castizo, sí, el mejor diseño (hasta los títulos de crédito de Juan Gatti son magistrales) y el toque más hortera y kitsch. Todo un símbolo del verdadero gazpacho que era el Madrid cosmopolita y provinciano (encarnado en el propio Almodóvar con sus pasiones modernas y sus querencias pueblerinas…), en línea con la comedia española de siempre.
Las actrices están fantásticas. Todas sin excepción. Carmen Maura, Loles León, Kiti Manver, Chus Lampreave y la memorable Rossy de Palma. Y hablando de memorias: para los que tuvieron la suerte de que les pillara por sorpresa en las salas de cine de 1988… seguro que María Barranco fue la que les pareció –junto al guión que lo hacía posible- de lo mejor, de lo más inesperado, divertido e inolvidable. Hay en la película golpes o caídas que ya forman parte de nuestro imaginario colectivo (al menos de los cuarentones y cincuentones que la disfrutamos cuando éramos unos jovenzuelos).
Cada cual debe ser fiel a sus gustos sin imposturas e hipocresías, y expresarlos con sinceridad, especialmente los que somos testigos : Y por ello yo voy a expresar sinceramente que las personas que detestan una película como esta… o no tienen sentido del humor, o no tienen sensibilidad para el cine, o no tienen inteligencia emocional, o son unos reaccionarios, o son unos meapilas (o diferentes combinaciones entre estos elementos). Qué bonita y diversa es la libertad de opinión, y que necesaria es la sinceridad…
Sin duda alguna la primera gran obra maestra de ese incomparable (e irrepetible) genio que es Pedro Almodóvar, deliciosa e irresistible comedia de situación que gira en torno a la soledad de las mujeres en un mundo dominado por hombres que las engañan, mienten, ningunean y hasta enloquecen. Con un guión repleto de escenas brillantes, de personajes magnificamente escritos, con diálogos divertidísimos y un ritmo excelente, sin apenas baches (algo inusual en el Almodóvar de la época), consigue el director manchego dar vida, en el efervescente Madrid de los años 80, a diferentes mujeres abandonadas por sus parejas en el momento más inoportuno de sus vidas para, a través de excelentes y divertidísimas escenas, conducirlas a un mismo punto de encuentro tanto físico como emocional.
Clásico indiscutible de nuestro cine, que forma incluso parte de la cultura popular (¿quién no se acuerda de ella cada vez que saborea un gazpacho?), tiene para el recuerdo personajes míticos de la cinematografía patria que luego han sido copiados hasta la saciedad: la telefonista repelente y chismosa de Loles León, la portera Testigo de Jehová de Chus Lampreave, la actriz cortita de María Barranco y sus pendientes cafetera, el taxista hortera de Guillermo Montesinos… y, por supuesto, esa inconmensurable Carmen Maura interpretando a Pepa, la mujer al borde de un ataque de nervios que busca incesantemente por toda la capital, pegada al teléfono y al contestador automático, al hombre que acaba de dejarla en la estacada justo cuando ella más lo necesita. La he visto docenas de veces y soy incapaz de encontrarle un solo fallo. Y siempre me parece igual de fresca, divertida y entrañable que la vez anterior. Una absoluta maravilla.
Debe ser el tema de la fama, que hace que a unos el Almodóvar les parezca un genio y a otros, que no han visto tal genialidad, les parezca un fraude. El caso es que veo muy pocas notas intermedias y eso es lo que me ha parecido a mi la película, media. Hay ramalazos de ingenio y alguna que otra sonrisa, pero casi ninguna carcajada y muchos ratos en que ,francamente, el enredo no me dice demasiado y me importa más bien poco. La gracia de Chus Lampreave, el desparpajo de Maura y el aire naif de la Barranco animan un poco el tema, así como algún detalle extravagante que ,sin ser genial, divierte, como el taxi del Montesinos. El final se anima un poco porque es cuando parece que las situaciones convergen en algo, vamos, que había un guión pensado desde el principio y que no lo van improvisando sobre la marcha, como parece hacia la mitad de la cinta. De hecho, la última escena me ha gustado bastante, tanto que incluso podría haberle subido la nota a 7 (buena), pero yo soy otro de esos envidiosos que cuando ponen demasiado bien a alguien me apetece bajarle un poco del pedestal.