Moscú no cree en las lágrimas
Sinopsis de la película
Tres mujeres de diferentes edades emigran a Moscú en 1958 buscando trabajo y un amor. A lo largo de la película asistiremos a sus sueños y deseos, sus amores, sus desilusiones. Las tres amigas, Antonina, Liudmila y Katerina, llegaron a la gran ciudad en busca de estabilidad laboral y afectiva y, a pesar de las circunstancias a veces adversas, 20 años después no han podido erradicar la ilusión de alcanzar la anhelada felicidad.
Detalles de la película
- Titulo Original: Moskva Slezam ne Verit
- Año: 1980
- Duración: 142
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Opinión de la crítica
Película
7
84 valoraciones en total
Compré esta película, muy barata por cierto, porque sentía curiosidad por ver algún film donde se retratara la vida cotidiana en la Unión Soviética, en un estado socialista de antes de la caída del Muro. Y es lo que encontré, en el fondo, imagino que las preocupaciones de la gente corriente son muy parecidas se viva donde se viva, al margen de regímenes políticos o sistemas económicos.
Es curioso ver como algo normal a tantísima gente trabajando en fábricas, sobre todo mujeres. Es reconfortante, sobre todo mientras escribo desde el aciago 2013, año 5 de la crisis y año no-sé-qué del sistema neoliberal que ha desindustrializado todo Occidente en favor de nuestros amigos a sueldo de esclavo (lo sé, es un oxímoron) asiáticos.
¿Que hay propaganda en ella? Pues claro. Igual que hay propaganda en cada uno de los films americanos que emiten cada día las cadenas de televisión, donde los protagonistas son todos guapos, jóvenes, viven en una gran casa con jardín y no se les ve trabajando para vivir bien. Y es lo curioso, como decía antes: en el caso que nos ocupa se ve donde laboran , y laboran mucho, allí no, parece que todo es gratis.
Pero entrando en materia, la verdad es que la película se queda en poca cosa. Una historia bastante trillada, buenos actores (bellísima una tal Natalya Vavilova, muy joven) algunos desnudos fugaces y ciertas situaciones, digamos, un tanto bobaliconas para estar rodadas nada menos que a la altura de 1980.
Con todo, como vehículo para conocer mejor las sociedades comunistas de la época, la veo muy interesante.
Muy famosa, casi film generacional en países comunistas, el gran melodrama se basa en eso, en lo imposible para un contexto comunista. Así aparece el individualismo en las facetas más humanas, y ahí esa carga emocional sólo comprendida desde el otro lado del telón de acero.
Que si Leólo , o incluso Drive , son mejores exponentes cinematográficos de lo que Menshov quiere contarnos…Sí, claro. Hay que valorar por encima de todo la crítica desde el huevo de la serpiente, el apelar al amor …entre otras cosas para burlar la censura. Como tema universal que no puede ser callado….
Dobles o triples lecturas, para el que las busque y quiera. Fue premiada con el oscar, y en Moscú, La Habana y Pekin, se lloró mucho con este melodrama. Demostrando que la gente…ellos….sí creen en las lágrimas.
Unos amigos rusos me recomendaron esta película cuando les pregunté por algún film con el que sintiesen que realmente se mostraba la vida en su país. Y se hace corta, engancha, tiene una estética más que notable. Sin trazos políticos directos ni referencias históricas, nos cuenta las andanzas de un grupo de mujeres con ideales diferentes y vidas paralelas, a lo largo de varias décadas. Y de refilón satiriza la realidad soviética.
Una película más que recomendable si te apetece algo interesante pero ligero, entretenido y colorido pero con miga. Buena interpretación y mejor cinematografía.
Logró, con toda justicia, el Oscar a la película extranjera esta deliciosa historia de mujeres,sobre todo, de una (Katarina) , que persiguen el amor y la felicidad en un Moscú cotidiano alejado de la imagen histórico-político que podamos albergar. 150 minutos que se hacen cortos y se convierten en un valioso canto a la amistad y una optimista reivindicación de la necesidad de amar. Conmovedor desenlace para una cinta preciosa.
Es un film del que no sabía nada, ni siquiera el nombre de su director, y sin embargo me ha gustado mucho, posiblemente porque parece una película hecha en Francia, en Italia, o en España, pero no en la Unión Soviética. Dividiendo la acción en dos partes muy bien definidas, el Moscú de 1958 y el Moscú de veinte años después, el film se centra, desde una perspectiva más femenina que masculina, en temas como el amor, la soledad, o el paso del tiempo y sus estragos. Son temas más o menos propios de un cine burgués u occidental, que, junto con el enfoque desde el que son vistos estos asuntos -desde un punto de vista desengañado, a veces melancólico, a veces inesperadamente lírico e intimista, otras incluso patético, cómico, o erótico- dan la sensación, un poco desconcertante, de estar ante un cine completamente opuesto al cine soviético de corte más oficial u oficialista, más idealizado, o más centrado en mensajes, consignas y moralejas. Es más, se sugiere la existencia de una estratificación socio-laboral en una sociedad, en principio, sin clases.
Por encima de todo, me parece un film sensible, emocionante e inolvidable, que demuestra que bajo la etiqueta de cine soviético , o cine ruso de la época soviética, hay mucha más heterogeneidad y muchas más diferencias de sensibilidades y enfoques que lo que muchas veces el cinéfilo cree, desde su ignorancia, que, por supuesto, también es la mía.
Por otro lado, es una película con un curiosísimo parecido, en el tema de las relaciones madre-hija, con un film español coetáneo que he vuelto a ver hace muy poco, Vámonos, Bárbara (1978), de Cecilia Bartolomé.
Es una película que recomiendo a cualquier cinéfilo que no la haya visto, siempre que ese cinéfilo no se deje guiar por prejuicios sobre el cine soviético, y vea la misma versión que he visto yo, y que dura dos horas y media, aproximadamente.