Moonlight
Sinopsis de la película
Chiron es un joven afroamericano con una difícil infancia y adolescencia, que crece en una zona conflictiva de Miami. A medida que pasan los años, el joven se descubre a sí mismo intentando sobrevivir en diferentes situaciones. Durante todo ese tiempo, Chirón tendrá que hacer frente a la drogadicción de su madre y al violento ambiente de su colegio y su barrio.
Detalles de la película
- Titulo Original: Moonlight
- Año: 2016
- Duración: 111
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Opinión de la crítica
Película
6.8
56 valoraciones en total
No se sabe si Barry Jenkins conocerá la castiza expresión de noche, todos los gatos son pardos .
Básicamente, tiene el mismo significado que cuenta Juan, el camello de buen corazón, cuando relata que una anciana le confundió en la noche con cualquier otro, porque todos los chicos eran iguales. Aquella anciana le llamó Blue, solo para sacarlo de ese todo uniforme, para reconocer su existencia.
Y es que, efectivamente, en esta vida parece que todos somos iguales, y aún más, que debemos serlo.
Pero Chiron, el protagonista de esta historia, no lo es.
No se siente normal y no le hacen sentir normal (como si hubiera una definición concreta de esa palabra).
Él es diferente, aunque no sepa por qué, pero así se siente.
Moonlight es el desarmante retrato de su crecimiento y madurez, lidiando con esa verdad, en un entorno que no le da ninguna oportunidad para expresarla.
Ya en el primer capítulo (1. Pequeño) es el monstruo de Frankenstein particular de personas violentas e inmorales, tratando de conciliar en si mismo los pocos conceptos que es capaz de entender sin que nadie se lo diga. Maricón , droga , raro … son palabras que se escapan a su comprensión, que muchas veces se olvida que un niño no tiene que comprender a corta edad.
A su alrededor, los adultos siempre le coartan o le echan en cara su silencio, desestimando enseguida su conversación, pero Juan es el único que quiere compartirlo: como aquella anciana que le hizo reconocerse, él quiere dar lo mismo que recibió.
Para Chiron, la gente nombra las cosas, estableciendo lo que son, y teniendo él que nombrar de la misma manera esos sentimientos, verdades, conceptos, cuando está claro que no los percibe igual.
En el segundo capítulo (2. Chiron) el desconcierto se mezcla con el voluble carácter adolescente.
Un compañero le habla de una chica que se ha follado en la escalera, se lo cuenta con todo detalle, pues para eso estamos los hombres . Vemos en la cara de Chiron, a través de la intrusiva cámara de Jenkins, que él no piensa de la misma manera, pero calla.
Porque su instituto es un mundo de apariencias, de barreras que debes alzar para conseguir ser respetado, o en el caso de Chiron para evitar que te hagan daño. Una lección que él ha aprendido de una madre disminuida e histérica, cuyo único cariño aparece cuando tiene que pedirte algo.
Sin embargo, Chiron no espera que esas apariencias estén tan presentes como para no tumbarse con una intimidad en la playa, o un cálido apretón de manos en la medianoche. Si lo pensamos bien, nadie lo espera en realidad, nadie nos dice que lo bueno nunca dura, que el peor golpe lo da el mejor amigo y que debemos ponernos la máscara de quien no somos para sobrevivir a lo que nos dicen que debemos ser.
Es algo que aprendemos a golpes, físicos o morales, cuando nos miramos dolorosamente en un espejo y no queremos ser la persona que está al otro lado.
Al tercer capítulo (3. Black), Chiron ha adoptado el apodo que le pusieron en su día.
Como protección, como costra musculosa en su cuerpo, como un engaño que se ha visto obligado a aceptar para que le dejen en paz.
Entonces llega una llamada, un sentimiento, lo único real que le pasó, hace tanto tiempo.
No deja de ser curioso, que los que más daño hacen, son los que siempre decían querernos más. Parecería que todos llevamos esa máscara de lo que debíamos ser, y por algún estúpido motivo, nunca nos la quitamos.
Hasta que es demasiado tarde, claro, eso siempre pasa.
Una verdad dolorosa que establece Moonlight es que nadie nos enseña a vivir la vida.
Creemos que tenemos que hacer esto, intentamos adaptarnos… y rara vez nos damos cuenta de que lo que tenemos nunca es lo que quisimos.
Nos convertimos en uno de esos que dictan qué es lo normal y rara vez nos salimos de ahí.
Solo es más tarde, en un recuerdo, en una mirada… cuando podemos encontrar quiénes somos, cuando podemos romper el molde que no nos dejaba movernos
Sí, de noche todos los gatos son pardos.
Y vivimos sumidos en una larga y oscura noche.
Pero eso no significa que nunca podamos salir de ella, si lo queremos lo suficiente.
Con ocho nominaciones a los Oscar incluyendo el de mejor película y director, muchos ven a ‘Moonlight’ como la gran rival de ‘La la land’ el próximo 26 de febrero. Si es así Damien Chazelle lo tiene hecho, el intento fallido de drama alternativo de Barry Jenkins no es ni una molesta piedra en los bailarines zapatos de Stone y Gosling.
Ambiciosa premisa cargada con la suficiente potencia como para provocar una sacudida en los sentimientos del espectador, pero con el paso de los minutos se desvanece hasta casi desaparecer. En su arranque consigue insinuarse, la puesta en escena, las actuaciones y sobre todo su argumento te hacen creer, pero ‘Moonlight’ es un cúmulo de promesas incumplidas, un quiero y no puedo, poco más que una buena banda sonora y un hábil uso de cámara.
No convence, no duele, no enamora y nunca acaba de llegar, si señores ‘Moonlight’ es tan exageradamente comedida que se acaba haciendo aburrida. Sus pequeños aciertos, que los tiene, no te llevarán a ningún lugar, esperas y sigues esperando pero nada, todo es superfluo, inerte, casi vacío. Un patito feo con todas las cualidades para convertirse en cisne y que acaba transformándose en rana.
Lo mejor: su premisa, la banda sonora y el uso de la cámara.
Lo peor: un desarrollo argumental falto de potencia que no va a ningún lugar.
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Estoy alucinando con las valoraciones tan positivas que se le dan, incluido premio Óscar a la mejor la pasada noche (por cierto, qué mania con decir que fue Warren: fue la señora que estaba a su lado quien leyó en voz alta).
En esta historia contada en 3 actos el director Barry Jenkins demuestra gran talento, especialmente en la dirección de actores, haciendo un hermoso uso de los silencios —a veces algo excesivos— y de la oportuna inserción de la música en breves momentos claves del drama. Una escena en la que la cámara está ubicada en la superficie del mar siguiendo al protagonista niño es una verdadera delicia visual. También es conmovedora la forma en que resolvió una escena en la playa cuando el protagonista ya adolescente interactúa con un amigo con la excusa de fumar un porro.
Ahora bien, a mi no me pareció una mala película pero tampoco como para decir ¡wow! como ha hecho la crítica (especialmente la yanqui). Me parece que el guión pecó de una ambición desmedida: intentó hacer un recorrido por el bullying, por la homofobia, por la no asunción de la sexualidad, por el virtual abandono materno, por la soledad lacerante, por el mundo de la drogadicción y por un muy poco probable, y menos aún creíble, perdón. Nada de esto es desarrollado, apenas si se presenta y muchas veces tan solo se enuncia y se pasa a otra cosa.
Hay personajes que fueron muy bien presentados pero que luego desaparecen sin explicación y los 3 episodios en que está dividida tienen entre sí saltos inexplicados, por ejemplo ¿cómo es y por qué el adulto se convierte en un fisicoculturista?
Tiene momentos cinematográficos estéticamente muy bellos pero a mí no me transmitió algo fundamental: la emoción. La vi dos veces e intenté empatizar con el relato, pero fue como intentar darle un beso en el hocico a una jirafa. Habrá que verla y cada uno sacará sus conclusiones, en la mía repito un concepto que ya usé tomo título en otra reseña: bajo la luz de la luna sobrevalorar es gratis.
– Tú… si hacemos una peli sobre la problemática a la que nos enfrentamos afroamericanos y homosexuales en los bajos fondos ¿no crees que este puede ser el año en que la Academia nos cosa a nominaciones en plan nosotros no somos Trump, aunque llevemos décadas ninguneándoos?
– No sé tío. ¿Esos temas no se trataron ya (y a alto nivel) en The Wire?
– ¿The Wire? ¿Qué es eso tío? Eso no lo ha visto nadie y menos los de la Academia.
– No sé, puede ser. Pero ten en cuenta que son temas sociales complejos. Los creadores de The Wire pasaron años investigando el mundo de la droga, la cultura negra y la pobreza en Baltimore. De hecho, el mítico personaje de Omar Little (al cual recuerda un poco, solo un poquito, la idea que tienes para esa peli tuya) está basado en una persona real. Incluso se habló de que los narcotraficantes reales estaban perfeccionando sus métodos gracias a la serie…
– Ahora que lo dices sí me suena el personaje ese, y yo que creía que mi idea era la pera de original. Pero vamos que te rayas mucho tío. Te digo yo que en 3 días montamos el guión y de ahí a los Oscar.
Y así fue. En el spoiler, ejemplos de los diálogos producto de aquella idea, aunque hay poco o nada que destripar. El guionista literalmente escribió cada escena con lo primero que le vino a la cabeza