Monsters
Sinopsis de la película
Hace seis años se descubrió vida extraterrestre en el Sistema Solar. Sin embargo, la sonda de la NASA que regresaba con las muestras se estrelló en México y la mitad del país se ha convertido en una zona infectada , una vasta zona en cuarentena que está poblada por gigantescas criaturas y vigilada por aire por los militares de Estados Unidos y México. El reportero fotográfico Andrew Kaulder (Scoot McNairy) se encuentra en San José cuando recibe la orden de recoger a Samantha Wynden (Whitney Able), la hija del dueño de la agencia de noticias donde trabaja, y escoltarla hasta una zona segura de la costa.
Detalles de la película
- Titulo Original: Monsters
- Año: 2010
- Duración: 94
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Opinión de la crítica
5.3
51 valoraciones en total
Monsters es un film que escoge la ciencia ficción como excusa, porque no trata de eso, asi que si esperan ver Aliens, absténganse. Es una historia sobre el ser humano y sus actitudes, de la búsqueda personal de la pareja protagonista, de la convivencia con nosotros mismos y las demás especies.
La película consigue una gran ambientación y sus momentos de tensión, aunque sea algo lenta, no impide que te intereses por la historia y la intriga vaya a más según avanza. Muy buenas actuaciones (sobre todo Scoot McNairy), incluso los secundarios sueltos que aparecen. Muy bien el casting y preciosa fotografía a pesar de su bajo presupuesto.
Su parte negativa está en alguna carencia de guión, lagunas en el ritmo y que se eche en falta alguna explicación o demostración más relacionado con los E.T.
Monster es un drama de ciencia ficción muy recomendable si se tiene una idea de lo que va el film, que se cuece a fuego lento y tiene un tacto muy genuino.
*Ah, ya estoy bastante caldeado con las puntuaciones en filmAffinity… Así que a partir de ahora ni caso.*
Gareth Edwards debuta en la gran pantalla con una interesantísima propuesta que sin duda alguna no será recibida con agrado por parte del público que espera ver una nueva peli de bichos malos .
La historia se nos presenta del siguiente modo, hace pocos años, la Tierra recibió una invasión alienígena en México. La mitad del país fue declarada zona infectada, y la milicia norteamericana se encarga de salvaguardar la frontera para que no se extienda la invasión. Este es el contexto en el que un fotógrafo (McNairy) es enviado a México por su adinerado superior para que traiga de vuelta a su hija (Able) sana y salva.
Sin disponer de un presupuesto muy elevado, Edwards nos recrea con mucha verosimilitud el estado ruinoso y precario en el que el país latino-americano está sumido, dónde los habitantes subsisten recogiendo escombros y mediante la corrupción.
Pronto nos damos cuenta que no vamos a ver una película de aliens al uso (de hecho prácticamente no aparecen). Los monstruos que dan nombre al film no son los extraterrestres, sino somos nosotros mismos, los humanos, quienes destruimos todo lo que nos da la naturaleza, preferimos el morbo de la muerte de un niño a verlo esbozando una sonrisa de oreja a oreja y erradicamos los problemas con sangre y violencia.
La película aparte de una crítica feroz contra el gobierno norteamericano, es una sencilla a la vez que fascinante historia de amor entre dos personas muy distintas y que tienen sus vidas sumidas en la monotonía. Él ha perdido toda esperanza y tiene más que asumido su rol en esta vida, y ella parece que tiene toda su vida escrita desde su nacimiento. Poco a poco los dos verán de primera mano una serie de situaciones en las que irán descubriéndose a sí mismos a la vez que empezarán a confiar el uno en el otro.
Yo recomendaría la película a cinéfilos sin prejuicios que estén dispuestos a disfrutar de una pequeña y modesta joya de las que no se ven muy a menudo. Por otro lado, quienes disfrutaran con engendros como Cloverfield, Godzilla o Independence day, ni os acerquéis al cine.
El problema son las falsas expectativas, o peor aún las expectativas erróneas. Todas las películas nacen en un contexto, es decir no es lo mismo un blockbuster Hollywodense, que una película de arte francesa o un experimento de animé japonés.
Uno puede dejarse lleva por el título, nos han enseñado que cualquier película de criaturas gigantes que se precie de serlo debe venir acompañado de grandes escenas de destrucción, gracias a Godzilla, King Kong, Cloverfield, sin embargo en estas cintas lo que menos importa es el factor humano. Ese es el gran pecado de Monsters que si se llamara Humans nadie se habría ofendido.
Mucho se habla del bajo presupuesto de esta película, (se mencionan 15,000 dólares) pero lo que importa es el mensaje que transmite, creo que el director logra un fiel reflejo de un México sumido en esta extraña situación, claro Estados Unidos siempre sale al rescate, pero parece que esta vez ni ellos, con todo su poderío podrían hacer algo. Mientras que las personas de México se adaptan a la situación, mas que aprovecharse, se nos muestra lo que nos hace humanos, o nos convierte en mostruos.
La gran diferencia entre Monsters y Distric 9 es que en esta última el director tenía muy claro el mensaje que quería transmitir, porque un director sudafricano conoce la realidad sudafricana, pero Gareth Edwards no conoce tan bien la realidad mexicana con lo cual el mensaje pierde un poco de efectividad, lo que no demerita la historia del romance, con personajes humanos, creíbles y en un proceso de autodescubrimiento como en una road movie.
Si se dejan los prejuicios o falsas expectativas de lado podrá disfrutar una buena película, hecha con pocos recursos pero que logra validar un mensaje, mientras que otras películas ni siquiera tienen un mensaje.
Ni está relacionada con la película de animación de la DreamWorks ni con la competencia y mucho menos se trata de una nueva película porno de Rocco Siffredi y Nacho Vidal. Monsters es una película difícil: controvertida, de fondo y borde político, con nuevas vías de escape para el género fantástico. Con brillo y faltas, irregular pero valiente. Se podría resumir y definir como cinta de festival. De esas que suelen ser aplaudidas o abucheadas y es ahí tal vez el contrapunto y virtud que no encuentra el filme de Gareth Edwards. Parece que la pasta se la han dejado en carteles (infinidad de ellos) y en construir una puesta en escena apocalíptica bajo resortes políticos y sociales. Se habla de inmigración y dinero en el subtexto… de una amenaza que nunca debe cruzar la frontera, del miedo a la diferencia y la toxicidad que ello representa.
Tal vez toda la cinta se vea insuflada de cierta predisposición autoral pero Edwards no es autor o no quiere dar el paso pertinente para hacerlo. ¿Le faltó valentía? Seguramente Lisandro Alonso hiciera una película de culto bajo la premisa y material y Gus Van Sant haría su filme más político siguiendo pautas pasadas. Una amenaza invisible que tapan selvas, oscuridad y muros en un viaje lleno de peligros que no son visibles… Esa visibilidad inicial que abrumadoramente silenciada por un viaje errático repleto de dificultades y tiempos muertos. Es ahí precisamente donde se encontraba la película que nos enseña en parte el director… pero se ve a sí mismo amenazado con la clandestinidad y la pérdida de pasaporte cinematográfico.
Precisamente la batalla se pierde en todas las concesiones de su recta final, donde esos monstruos quedan al destape para intentar dotar a la cinta de un componente dramático, y ciertos resortes de acción que animen la palestra. Ese vómito de acción, terror enlatado y dosis de poco raciocinio empapan la propuesta de aire comercial pero desinflan las esperanzas por incoherencia y cierta hipocresía cinematográfica. Hay memoria e inteligencia política en esa diferenciación de vallas entre países ricos y pobres, entre aquellos que cierran fronteras en inexpugnables muros y otros donde son sacudidos por los mismos temblores pero perecen a cientos.
Tiene detalles dentro una desequilibrada y tremendamente desigual propuesta que toma aire después de District 9, se destapan sus carencias en alienígenas animados entre un cruce de Ray Harryhausen y una Atari tuneada, su honroso presupuesto de medio millón de dólares con malas actuaciones de sus improvisados actores secundarios y una controvertida recta final donde se atreve con un refrito de momentos spielbergianos de La guerra de los mundos y Parque Jurásico y arremete uniendo al Antonioni de El eclipse con la Sofia Coppola de Lost in Translation. Corte final en las antípodas que dejará al espectador noqueado con la sensación de que la propia película ejerce de un monstruo tan bello y luminoso como peligroso y aberrante.
Monsters es un film que de buenas a primeras, desconcertará a más de uno. No se trata de ninguna epopeya de terror fantástico, a pesar de contar con un par de certeros momentos de tensión, sino de un romance con fondo de ciencia ficción postapocalíptica. El asunto es que la Tierra está ahora poblada por extraterrestres, una especie de cefalópodos gigantes que se han desarrollado en nuestro planeta, configurando extensas áreas en cuarentena y fronteras prohibidas allá donde proliferan. De entre el caos reinante, un fotógrafo será encomendado a sacar de Méjico a la hija de su jefe, tratando ambos de atravesar las zonas de peligro hasta lugar seguro y sintiendo una mutua atracción durante el transcurso del viaje.
No tengo nada en contra de planteamientos fuera de lo común, ni en la mezcla de géneros, el problema de Monsters no es que en el fondo sea un film engañosamente indie, de ritmo pausado y tono solemne, sino que su base resulta fallida. Su diseño de producción y efectos especiales son de una factura impecable, lo cual es meritorio teniendo en cuenta que se ha hecho con cuatro duros, pero lo que pretende contar, el romance relatado, si es que se puede catalogar como tal, es insípido, superficial y ciertamente anodino. Sus flemáticos protagonistas resultan poco creíbles y mucho menos expresivos que los alucinantes pulpos galácticos (que evocan irremisiblemente a los seres primigenios de los relatos de Lovecraft) que se pasean muy de tanto en cuando por la pantalla.
Una lástima, porque el material podría haber dado mucho más de sí, si se hubieran esmerado tanto en el desarrollo de los personajes como en los magníficos paisajes y en alguna que otra conseguida secuencia de ataque. Eso sí, tiene una extraña y estimable belleza formal en sus imágenes, resultando un experimento curioso y bien filmado, por lo que se le concede el aprobado justito, a pesar de que el resultado final diste de ser brillante.