Monos
Sinopsis de la película
En la cima de una imponente montaña, donde lo que a primera vista parece un campamento de verano, ocho muchachos guerrilleros apodados Los Monos» conviven bajo la estricta instrucción de un sargento paramilitar. Su única misión es la de cuidar a la doctora (Julianne Nicholson), una mujer norteamericana a la que han tomado como rehén. Cuando esta misión empieza a peligrar, la confianza entre ellos empezará a ser cuestionada.
Detalles de la película
- Titulo Original: Monos
- Año: 2019
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
Película
6.5
82 valoraciones en total
Monos descoloca. Visualmente es espectacular. Potente, hermosa. El uso del sonido y la música es muy elaborado y provoca la inmersión del espectador en ese mundo irreal que Alejandro Landes nos plantea. El ritmo narrativo te atrapa y la presentación de la violencia asalvajada de los protagonistas provoca una reacción de extrañeza y fascinación simultáneamente.
La oscuridad de Monos proviene del planteamiento del guión. Radical, obliga a trabajar al espectador que busca con quien empatizar y intenta entender cómo hemos llegado a esa situación. Personalmente, no puedo evitar la sensación de que se me han escapado cosas que no acabo de ver claras en la intención del director. La duda entonces es: no entiendo o no me lo explican bien? hay intención de crítica social/política o busca una conexión más primaria con el espectador? Son cuestiones que me han dejado en una extraña oscuridad.
En definitiva, una destacable obra con fuerza visual inusitada y una historia salvaje, bizarra, compleja.
He leído críticas de nota baja e incluso en ellas, no entiendo la argumentación que incluso imagino, no atravesó la cabeza de su director en ningún momento al filmarla.
Trata sobre supuestos guerrilleros saltando y comportándose como monos… Secuencias sin hilo conductor, sin un guión que muestre algo entendible. Lo más acertado es el título, creo que existe en él, una soterrada intención.
Los premios la avalan, y por supuesto, yo he de estar equivocado, pues esos mismos premios han de ser garantía de un producto distinto y de calidad que en ningún momento conseguí descubrir.
El señor de las moscas 2.0 (está inspirada en ella) se queda lejos de esa denuncia social que quiere enseñar.
Lo mejor: Su aspecto visual
Lo peor: No engancha en ningún momento
Bellos paisajes y gran ambientación son nada cuando no saben desarrollar la historia con secuencias sin relación entre ellas.
El personaje de la extranjera ni se desarrolla, tiene más importancia la vaca…
Y de verdad ya basta de considerar que cualquier película de tinte social es buena si o si, hay algunas muy malas, este no es el caso, es floja simplemente.
Sin duda la impregnación de obras referenciales como El señor de las moscas (Willian Golding) y la visualización apocalíptica que hizo Coppola (Apocalyse Now) del Corazón de las tinieblas (Joseph Conrad), están presentes en esta relectura y nueva reflexión cinematográfica que hace Alejandro Landes sobre la vulnerabilidad e inestabilidad moral del ser humano y su pequeñez dentro de una naturaleza de cuyo control presume.
La contaminación con unos antecedentes tan ilustres, no resta méritos a este laborioso proyecto del colombiano que, además, se ha visto obligado a diferenciarse aportando situaciones creíbles a planteamientos filosóficos, alucinógenos y distópicos, que desembocan en una cruda y desesperanzadora realidad.
La amplitud del plan pergeñado por el director, aunque partiendo de una clara circunscripción: el secuestro de una norteamericana de cuya vigilancia se encarga un pelotón de jovencitos paramilitares, es posiblemente culpable de que el relato sufra algunos titubeos, al menos en su primera parte, que acaban siendo resueltos en una fase final mucho más clarificadora.
La violencia, camuflada como disciplina y consolidación de madurez, e insertada en tiernas mentes, devuelve a las víctimas a su estado más prehistórico e instintivo, convenciéndolas de que es la única salida que garantiza la supervivencia.
Un grupo de jóvenes cuida a una rehén y a una vaca en medio de una pampa colombiana, por encima de las nubes.
El director Alejandro Landes ha logrado un relato sobre los conflictos armados en América Latina sin hablar de política, sin caer en sensacionalismos ni condescendencias, y desde la perspectiva del guerrillero. Después de veinte o treinta años de esta temática en el cine regional, Monos representa un logro mayúsculo.
La historia es simple en momentos y compleja en el trasfondo, allá donde hay que estirar para comprender. El núcleo narrativo es lo salvaje, aquel territorio humano donde reina lo impredecible. La fuerza del guion se basa en crear un universo único para que al espectador, al no estar acostumbrado al espacio, todo le parezca sorpresa, todo gane novedad, por más simpleza en las acciones.
El guion arranca con un tramo cargado de incoherencias y confusiones. De pronto, sin comprender por qué, uno se siente atrapado en la naturaleza del lugar y ha desaparecido la realidad de una butaca. Esto se logra con el vértigo narrativo de presentar siempre algo que ocurre más fuerte que lo anterior. No es tan simple como presentar situaciones estáticas que se están perjudicando, hay una búsqueda constante por la tensión, incluso cuando no hay mucho más que contar sobre el relato lineal.
Otro aporte a nivel narrativo es la dualidad de objetivos en los personajes. Entre cada secuencia, nunca están claras las motivaciones de ninguno de los jóvenes guerrilleros. Nunca se sabe si están realmente en la búsqueda de un fin más allá de ellos mismos o si solo los conduce el enloquecimiento grupal producto de la lejanía, la soledad y el sometimiento.
El riesgo en los repartos corales es que se desborden las temáticas y ningún personaje logre conectar con la audiencia. Pero Landes lo ha resuelto con méritos. Cada uno de los jóvenes, al menos unos ocho, es un personaje principal en sí mismo, con sus complejidades expuestas a partir de gestos y miradas. La economía de palabras es otro logro del guión, y demuestra que en el cine no es necesario hablar para narrar cuando hablan las imágenes. No hay miembros en este grupo más importantes que otros, lo que aporta aún más a esa sensación constante de novedad.
Los conceptos son múltiples. Desde el despertar de la sexualidad y la creación de un núcleo orgánico de familia, hasta la traición, la venganza y la redención. Pero lo que domina la narración de la película es la lucha infranqueable por el poder cuando se han pervertido los valores y todo es mundano, como ocurre en los cultos. Los dogmas hacen esto en la gente. Y cuando ello cala en los personajes y estalla el caos, te terminas dando cuenta desde tu butaca que el descontrol siempre estuvo ahí, siempre desde el instante anterior.
En Monos la mirada de la violencia es compasiva, está implícita en la genética de los personajes. No hay derramamiento y Landes no asume demasiados riesgos. La película podría haber arriesgado más en la propuesta narrativa al no rehuir de la carne y de la sangre, o involucrar más elementos externos al grupo para motivar la verosimilitud del relato.
Me pongo a pensar, en muchos tramos del guion, si todo esto es realmente posible. Y me doy cuenta que el texto no me ha alcanzado en sordidez para perderme en él, solo me está conduciendo la vorágine de su superficie. Además, algunos personajes bordean la sobre actuación porque están sujetos a indicaciones poco realistas del comportamiento humano, lejano de lo que están viviendo.
Pero hay que quedarse con la impecable originalidad de la propuesta. Los ríos que surca Monos son todos nuevos, para un cine necesitado de renovación. Es una alegoría bizarra y tensa de la condición humana entera, donde estos personajes imitan a todas las sociedades latinas, como verdaderos monos.