Mogambo
Sinopsis de la película
Durante un safari en África, un cazador profesional (Gable) se encuentra dividido entre una recién casada, rubia y de apariencia gélida (Kelly), y una volcánica morena de turbio pasado (Gardner). Victor Marswell se dedica a la caza de animales salvajes para venderlos a los zoológicos de todo el mundo. Los Nordley, una pareja de recién casados, llegan al campamento buscando la ayuda de Marswell para filmar un documental sobre los gorilas.
Detalles de la película
- Titulo Original: Mogambo
- Año: 1953
- Duración: 115
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Opinión de la crítica
Película
7.2
45 valoraciones en total
El resurgimiento de Clark Gable como indiscutible rey de Hollywood. Como el ave Fénix resurge de sus cenizas.
Es más difícil dominar a dos mujeres rivales como Ava Gardner y Grace Kelly, que a las fieras a las que se enfrenta Clark Gable en el África. El magnetismo animal que despedía Clark Gable y la no menos fuerza sexual de Ava Gardner hacen de esta película una grata aventura en un triangulo amoroso entre los tambores africanos del continente negro. Ayudados por la aparentemente sensualidad escondida de Grace Nelly, nos conducen a un desenlace que casi resulta trágico por la pasión que sienten estos tres personajes.
Las situaciones y los diálogos no tienen desperdicio.
Sólo le pongo estas pegas:
1) El tiempo ha pasado y la figura de la señorita aventurera arreglada con un cutis resplandeciente ha quedado anticuada.
2) Los negros secundarios son muy malos actores, se ríen continuamente. Deberían haber sido un poco más exigentes con el casting, si es que hubo casting para ellos.
3) Mucho me temo que en aquellos tiempos no se llevaba eso de no maltratar a ningún animal durante el rodaje. De hecho directores como Huston no tenían otro cosa más que hacer que encapricharse de cazar elefantes. Ésta y muchas otras películas de esa época han potenciado el tráfico ilegal de animales, que los nativos no encuentren nada más lucrativo que la caza furtiva. Aunque tampoco sería justo echarles toda la culpa.
Es una pena, pero el daño ya está hecho. Por eso yo valoro mucho la labor que están intentado realizar directores comprometidos con el tema como Jean-Jacques Annaud.
Curiosidades:
La censura española alteró el doblaje de Mogambo de John Ford para ocultar el adulterio que Clark Gable intentaba cometer con Grace Kelly. A los sesudos censores no se le ocurrió mejor solución que convertir a los personajes de Grace Kelly y Donald Sinden (marido y mujer en la pantalla) en ¡hermanos!, con lo cual el adulterio se convertía en un mucho más morboso incesto.
Mi señora prefiere que no vea películas que promueven roles de conducta como el del castigador Clark Gable en Mogambo, pero yo las veo a escondidas y me fijo en lo que hacen los galanes de Hollywood porque yo también quiero llegar a ser un seductor con carisma.
Concretamente, lo que veo que hace Gable en Mogambo es: a) vivir en la selva, b) cazar rinocerontes, girafas, elefantes y gorilas y c) dárselas de tipo solitario y autosuficiente hasta que llega alguna turista… Entonces a) espera que algún bicho asuste un poco a la moza, b) ofrece sus brazos por si alguien busca protección en ellos, c) susurra algo en plan cínico y d) ataca por sorpresa con un besazo en todos los morros, con la boca cerrada pero con pasión. Ni siquiera Ava Gardner, que va un poco en plan promiscua, se atreve a separar los labios cuando la está besando un macho alfa de semejante calibre.
Pero en el nudo de la película, la cosa se le complica porque en un momento dado, el Rey de la Selva tiene dos turistas al alcance del cimbrel y no sabe si cepillarse a la rubia o a la morena.
Las dos son guapas, pero la rubia está casada y la morena está soltera.
Por otro lado, la rubia es más rica y más inteligente, pero la morena es más simpática y más pechugona.
¡Hagan sus apuestas!
Y la cosa todavía tiene más morbo en la versión mutilada por la censura franquista. Sí, qué pasa, a mí me mola más la versión censurada. Sepan ustedes que hay expertos en arte que afirman que la Venus de Milo es perfecta porque es una ruina sin brazos, que si estuviese entera no molaría tanto. Pues con Mogambo ocurre algo parecido: la versión original ya tiene su morbo, pero la mutilada mucho más, porque los censores no se incomodaron por el arcaico sexismo de la trama, ni por el maltrato de animales, ni por el racismo paternalista en plan Tintín al Congo… lo que les pareció que era demasiado incorrecto para proyectarse en una patria grande y libre era el hecho de que Gable sedujese a una señora casada, de manera que cambiaron los diálogos e hicieron que el señor y la señora Nordley se convirtiesen en hermanos (de esos que se quieren mucho y duermen en la misma cama). El incesto dotó la trama de muchos más matices, y las dudas y los remordimientos de Grace Kelly se volvieron enfermizamente entrañables.
Y encima salen un montón de animalitos, que hoy en día ya estamos aburridos de ver animalitos por la tele, pero cuando se estrenó la peli la anunciaban como quién anuncia un safari en cinemascope.
Nota: notable.
No puedo dejar de pensar que, manda huevos… la censura española de turno, prefirió hacer pasar al marido de Grace Kelly por su hermano por eso de eludir el escabroso asunto del adulterio amortiguándolo en favor del incesto. Qué asquito…
El caso es que quien en el momento estuviese a cargo de la supervisión y doblaje de la cinta eligió como mal menor la intrahistoria folletinesca entre hermanos (que no existió jamás), antes que claudicar ante el sexto, noveno y al menos décimo de los Mandamientos de Moisés:
-Sexto: No cometerás actos impuros (peca el trío).
-Noveno: No consentirás pensamientos ni deseos impuros (pecan los tres).
-Décimo: No codiciarás los bienes ajenos (pecan Gable, Gadner y Kelly).
Pero como Ava y Gable son un par de putones morenos lo consentimos. La desgracia es que Grace Kelly está condenada para los restos, por ser rubia y angelical, por quebrantar al menos tres de las diez leyes divinas.
Pero más divina era ella. Fuera del rodaje de Mogambo, pretendió a Gable y se benefició a quien le dio la gana. Pese a todo, buen gusto no tuvo nunca la Princesa monegasca, por lo visto, ni echándose a los brazos del protagonista de Lo que el viento se llevó y menos aún a los de Rainiero.
La cosa queda entre machos con mostachos.
Aún así, prefiero a Gracia, (dentro de la historia contada por Ford), como pareja de Gable. No por desmerecer a la bella Gadner sino porque, en fin, la tentación, dicen, siempre fue rubia y en este caso tan cándida que está visto que la Kelly no sobreviviría a un rechazo del cazador de rinocerontes cuando Ava, sí, se pondría borde ante una pantera negra.
Por otro lado, Ava, mucho más resuelta y vivaz, baja por la calle de la amargura a mi amado Gregory Peck, en ese mismo año de rodaje en Las nieves del Kilimanjaro. Es más española, más morena, más ¡cagüen la mare que te parió! ¿a que te zosco?! que la principesita monegasca, aparentemente desvalida.
Buena película: de estupendas secuencias bien calzadas, cacerías y safaris y bien avenidas a la trama. Eso sí: con un esnobismo intercultural, como en Hatari, con choque de civilizaciones muy incorrectamente político (pero nos la pela) y millones de mosquiteros y viseras tapiocas que provocan en realidad, apiadarte de los mosquitos.
No dejamos de entrometernos en un hábitat invadido por estúpidos blancos que no hacen sino repudiar usos, costumbres y fueros de los indígenas. Y de asesinar mosquitos.
Aventuras, rinocerontes, leones y tres animales en celo: Gable, que no vale un real, Ava, que es más Ava que nunca y Kelly, la mosquita guapa en el país de las mosquitas muertas que siempre quiso Ford.
Nuevamente, Johny Ford juega con nuestra poligámica condición y le da la razón, cómo no, al macho Gable en una extraordinaria película de triángulos amorosos, aventuras y emociones que tenéis que ver sin excusa, causa mayor o estado de excepción.
Peliculón.
Me podéis cantar cualquier alabanza de «Mogambo» que estoy dispuesta a aceptarlas todas: que los paisajes son muy bonitos, que los animales también, que Ford lo hace estupendamente, que todos son unos pedazo de actores… Todo, lo admito todo, menos una cosa: que esta historia es buena.
Puede que sea una manía meramente personal, pero a mi el triángulo amoroso me parece un espanto. ¿Por qué? Porque estoy un poquito harta de esos galanes ya daducos (¡y mira que es Clark Gable!, ¡mi adorado Gable!) con una personalidad rastrera y que sin embargo se presentan como héroes que enamoran a todas sin explicación aparente. En teoría es un macho alfa, el líder de la manada, idea, a mi parecer, nada creíble. Mujer que me lees: ¿verdaderamente te seduce Victor Marswell?
Y es que este señor es un impresentable que necesitaría que alguna mujer le diera calabazas, a ver si se le bajaban los humos. El cazador Victor Marswell es una joyita: maleducado, con faltas de respeto, prepotente, manipulador, mentiroso, chulesco, engreído y con nada de tacto ni caballerosidad. Además, que no tiene encanto ni carisma, a excepción de la propia e innata de Clark Gable, lo cual no es suficiente para salvar al personaje.
En cambio, aquí y ahora, proclamo mi amor incondicional hacia Ava Gardner. Porque no se puede ser más bella. Sólo hay que observar la perfección de su rostro, de una armonía difícilmente vista. Cejas, nariz, labios, boca, pómulos… todo guarda unas proporciones y una geometría que seguirá enamorando hoy y dentro de cien años. Grace Kelly es guapísima también, pero es que Ava… Ava es indescriptible, y creo que en «Mogambo» está especialmente hermosa.
Con un monumento así, ¿y encima Marswell se resiste? Pero ¡venga ya! Si tendría que estar aplaudiendo con las orejas, y nunca mejor dicho, de que apareciese de repente y sin previo aviso un bellezón como la Gardner. Y su personaje es mil veces más simpático e incluso más honesto (eso que tanto le importa a nuestro galán) que la insípida de la señora Nordley. Con todo lo dicho, se entenderá que, para mi, ver «Mogambo» sea casi una bofetada en pleno rostro. No me gustan los enredos amorosos, no me gusta el protagonista y ni mucho menos me gusta el desenlace, totalmente indignante. El resto de trama, poco importa, de hecho, no existe.
Sin embargo, el sufrimiento también tiene su placer, y no me queda más que aprobarla aunque solo sea por la belleza de los actores y por esa adrenalina fruto de la indignación que la historia me produce, historia no ausente de exotismo.
Por cierto, la que me encantaría ver es la original de 1932, «Red Dust», con un Gable en su máximo esplendor. Esa tiene que ser una pasada