Modigliani
Sinopsis de la película
En 1919, tras el fin de la Gran Guerra, París volvió a una intensa vida nocturna, y en el Café Rotonde, refugio de artistas, hay una mesa compuesta por hombres destinados a hacer hablar de ellos: Picasso, Rivera, Stein, Cocteau, Utrillo y Modigliani. Picasso y Modigliani se encuentran y comparten el protagonismo, pero hay una rivalidad entre ellos que se puede percibir a simple vista, están celosos el uno del otro. Modigliani tiene una amante, Jeanne Hébuterne, una chica católica cuyo padre no puede tolerar que su hija esté enamorada de un judío. Modigliani, tratando de sacar a su familia de la pobreza, se inscribe en el certamen anual de arte y Picasso, guiado por esa rivalidad, harà lo mismo reservandole una gran sorpresa.
Detalles de la película
- Titulo Original: Modigliani
- Año: 2006
- Duración: 128
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Opinión de la crítica
6
29 valoraciones en total
Hay dos enfoques fundamentales en esta película que la hacen sumamente interesante. Por un lado su extraña y pintoresca rivalidad con Picasso, lo que le otorga un clima de duelo al sol particular y sugestivo. Y por otro, su relación de amor con Jeanne, visto desde un prisma muy personal y trascendente. En ambos casos, es acierto es discreto, y el resultado aceptable.
Mick Davis consigue mostrar una especial y atractiva visión de una parte de la vida de Modigliani, quizás la más importante, y quizás la más dramática, pero siempre la más personal. Con el café Rotonde, en París, como escenario principal, y con la vida bohemia de los artistas de esa época como marco imprescindible, las pinceladas que Mick nos enseña están cargadas de un cálido color y un fresco naturalismo que adquiere su mayor punto dramático en los momentos finales de la vida del pintor italiano.
Excelente las interpretaciones tanto de Elsa Zyberstein como de Andy García, escenificando una intensa pasión amorosa en la primera y una extenuante pasión carnal sobre la vida en el segundo, que mantienen la historia en un continuo e amargo lienzo impresionista, ayudado por una exótica y envolvente música.
Como un tercer enfoque no menos importante, cabe destacar el esfuerzo de Davis, por mostrarnos un acertado paralelismo entre su momento presente y su complicado pasado, logrando una irreal convivencia entre el Modigliani adulto y el infantil, en una marcada lucha de contradicciones, pensamientos y recuerdos.
Un cuadro fílmico al que acercarse lenta y paulatinamente, a escuchar algún susurro, y vislumbrar algún pasaje inusitado de extraña belleza.
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Segunda realización de Mick Davis ( The Match , 1999). El guión es una recreación imaginaria elaborada a partir de referencias históricas fragmentarias de diversas fuentes, que no se citan. Se rueda en exteriores de Rumanía y en plató. Producida por André Djaoui, Stéphanie Martínez-Campeau y Philippe Martínez, se proyecta en público por primera vez el 18-V-2004 (Festival de Cannes).
La acción tiene lugar en París, tras la finalización de la IGM, entre mayo de 1919 (cuando regresa de la Costa Azul) y enero de 1920. Modigliani es el cuarto hijo de un comerciante judío arruinado. Pasa su infancia y juventud en Livorno, para estudiar después pintura y escultura en Florenica y Venecia. De complexión delicada, cae enfermo de tifus y posteriormente de meningitis. Acude a París en 1906 para relacionarse con los maestros jóvenes del momento, conocer sus ideales estéticos vanguardistas y observar de cerca sus obras. Se distingue por ser un espíritu libre e independiente, que no se identifica con ningún grupo, tendencia o maestro. En París conoce varias manifestaciones del arte africano, que suscita su interés. Dado a la bebida y al consumo de drogas, su salud se resiente. Mantiene relaciones de amistad con Rivera, Cocteau, Stein, Soutine, Utrillo, Picasso y otros artistas. La amistad con Picasso se combina con una profunda admiración y una rivalidad personal alimentada por ambas partes. Es lector asiduo y admirador de Dante y otros poetas.
El guión se centra en los aspectos melodramáticos de la historia, que explica con superficialidad y concesiones al gran público, como el baile con Jeanne Hebuterne (su amante desde 1917) en la noche al compás de La vie en rose , cantada por Edith Piaf, y la larga secuencia de presentación de los cuadros que concurren al Grad Prix del Salón de París. No se explican las razones de su comportamiento disoluto y desordenado, sus intereses artísticos, las concepciones que definen su pintura, las aspiraciones que le mueven, su interacción con los grandes artistas de Montmatre. Recibe influencias de Cézanne, Toulouse-Lautrec y de la época azul de Picasso (las imágenes muestran dos veces su paleta cargada de azul), pero es muy crítico con el cubismo. No se entiende bien la presencia de su propia imagen de niño como portavoz de su conciencia. Las melodías magrebíes evocan de modo poco inteligible el descubrimiento por el artista del arte de Argelia y Marruecos, las dos grandes colonias francesas del Norte de África. Las melodías religiosas cristianas posiblemente pretenden subrayar el rechazo y las represalias de que es objeto el artista por parte de los padres católicos de su última amante.
El film no trasmite ni impulsa sentimientos de aproximación, comprensión y afición, a la pintura del maestro. Tiene el interés de referirse a una de las figuras culminantes de la plástica de principios del XX, que merece ser conocida, estudiada y admirada.
No sé si Davis lo haya planeado así, pero resulta, en efecto, un film diseñado para el lucimiento de Andy García. Es siempre un placer ver cómo ha madurado este actor, que tiene brío y talento, y aún espera su momento de gloria (en El Padrino III aún no estaba en toda su plenitud).
Hay detalles en contra y a favor. Algunas distorsiones: la enemistad entre Modigliani y Picasso no fue tan encarnizada como aquí se pretende mostrar, tampoco es realista la presentación de un Cocteau cortesano de Picasso, y queda la deuda con Rivera, a quien se le aborda sólo de manera tangencial…en todo caso, la recreación del París de entreguerras, el París que vio nacer los movimientos de vanguardia y que acogió (no siempre con entusiasmo, como atestiguó la penosa vida de Modigliani) a los grandes artistas plásticos, queda muy bien hecha.
Aparte de ciertas escenitas empalagosas, el trabajo de Davis, García y compañía es interesante, y los compases finales son notables.
Un rótulo previo advierte que la película se inspira libremente en personas reales para desarrollar una ficción.
Es la historia romántica de un gran amor, exaltado y trágico, y una enconada rivalidad entre artistas de talento (al estilo de la atribuida a Mozart y Salieri), en la atmósfera bohemia del París de entreguerras.
Los personajes escogidos son Modigliani, su musa y compañera Jeanne Hèbuterne, Picasso y otros creadores de renombre: Diego Rivera, Soutine, Derain, Lipchitz, Cocteau, Kisling, Utrillo, etc. El momento, el último año de la vida mujeriega del autodestructivo Modigliani, prematuramente minada por el tabaco, el vino, la toxicomanía y la tuberculosis.
Al italiano lo interpreta Andy García con oficio, sin más, a Picasso, el cómico británico de origen iraní Omid Djalili. Cabe preguntarse si, por error, el servicio de documentación pasó al encargado del casting fotos del Oscar Wilde tardío en lugar de las de Picasso. El pintor malagueño, que era pequeño, enérgico y fogoso (aparte de, en su campo de la plástica, uno de los principales pensadores del siglo XX), es presentado aquí como un tipo orondo, fofo, lánguido y, por añadidura, vil y despreciable, retratado con ánimo tan denigrante que, además de no guardar el menor parecido, ni siquiera tiene rango de caricatura. Cada vez que aparece en pantalla, la calidad del film desciende un peldaño.
Por otra parte, en esta presunta relación de odio y rivalidad irreductibles entre dos grandes pintores entregados a la creación de su obra, no hay una palabra sobre pintura, sobre concepciones artísticas o estilos en pugna. Es enfocada como la de dos cowboys ante el saloon, a punto de liarse a tiros, o la de dos pandilleros que se provocan, en lucha por el territorio.
En este aspecto, el guión flojea lo suyo.
Sin embargo, Modigliani era un tipo cultivado, con formación académica y devoto de la poesía antigua. Picasso frecuentaba tertulias donde se fraguaban las vanguardias estéticas. En 1919, año del relato, Picasso había consumado la revolución cubista mano a mano con Braque. Modigliani, en su personal orientación figurativa y clásica, había adoptado del cubismo recursos de tratamiento del volumen y el interés por la escultura africana, su estilización de la figura. No consta tanta tirria entre ambos.
El temor a que el director sea poco conocedor de los pintores en que se apoya al urdir esta fantasía es confirmado cuando se muestran cuadros supuestamente pintados por Vlaminck, Kisling o Utrillo, en especial este último: ¡nada que ver!
No sólo ignorancia sino falta de asesoría, algo chocante en una coproducción cara, que cuida los escenarios, la fotografía, el vestuario, la ambientación en general, que sí está conseguida.
De las películas sobre pintores, es de las que menos se ocupan de la propia pintura. Si puede considerarse finalmente pasable es por el interés que pueda despertar hacia el verdadero Modigliani o hacia Los amantes de Montparnasse, de Jacques Becker.
Iba a ver esta película con gran ilusión, a pesar de haber leído malas críticas previamente, y de la recomendación de alguna mala amiga. Encuentro la película ABSURDA.
Si se pretendía retratar las excentricidades de genios como Modigliani o Picasso, todo ha quedado en un burdo capítulo de ‘Al salir de clase’. El guión es muy simplón y articula la película a base de inexplicables e infantiles rencillas entre ambos pintores. La historia de amor con Jeanne pasa de conocerse al amor loco, fiel y puro en cuestión de tres minutos. Y luego, pegando coletazos, está el antisemitismo de la familia de ella. Ésa es la película. Y algunas pinceladas de lo más ridículo:
•la música electrónica con cantos sacros
•la música árabe
•la cancioncilla ‘porque es un muchacho excelente’
•el maquillaje de ella al final de la película, en lugar de rímel corrido por lágrimas parace un arlequín.
•el cubo de pintura roja anaranjada (simulando ser sangre) que le echan encima a Andy para hacer más trágica la paliza que le han dado.
Andy García hace de Andy García, pero un poco más deslenguado. Me pregunto si un día se atreverán a cambiarle el peinado en alguna película.
Lo único que me ha gustado de la película ha sido poder ver los cuadros de Modigliani.