Misterios de Lisboa
Sinopsis de la película
Siglo XIX. A través de un viaje de Portugal a Francia, Italia e incluso Brasil, asistimos a una vorágine de aventuras y fugas, coincidencias y revelaciones, romances, pasiones violentas y venganzas. En Lisboa, una ciudad llena de intrigas e identidades falsas, varios personajes están vinculados de una u otra manera al destino de Pedro da Silva, un huérfano que vive en un internado: el padre Dinis, un descendiente de aristócratas libertinos, que se convierte en héroe defensor de la justicia, una condesa enloquecida por los celos y sedienta de venganza, un próspero hombre de negocios que hizo fortuna como pirata sanguinario… Todos estos personajes tienen un interés común: averiguar la verdadera identidad de Pedro da Silva.
Detalles de la película
- Titulo Original: Mistérios de Lisboa (Mysteries of Lisbon)
- Año: 2010
- Duración: 266
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Opinión de la crítica
7.2
50 valoraciones en total
De un metraje descomunal (superior en este aspecto a películas como LO QUE EL VIENTO SE LLEVO, LOS DIEZ MANDAMIENTOS, BEN HUR o LAWRENCE DE ARABIA, por poner algunos ejemplos de cintas míticas por todos conocidas) entiendo que en este sentido pueda resultar agotadora. Y menos mal, ya que al parecer la versión televisiva es aun hora y media más larga. Puede que sentarse ante el televisor o ir a una sala de cine para una proyección que supera las cuatro horas, como mínimo asusta, aunque a veces los resultados puedan ser francamente satisfactorios.
A mí la verdad es que me ha agradado, ya que rezuma exquisitez, sensibilidad y buen gusto. Esta historia de amores al límite, pasiones desatadas, intrigas y venganzas, me resulto muy interesante, y no creo que se pueda tachar en ningún momento de culebrón, ya que su puesta en escena, su elegancia, las casi siempre mesuradas interpretaciones, la calidad de su guión, que en muchas ocasiones hilvana frases de auténtica profundidad y calado, la rescatan sin lugar a dudas de ese calificativo. Es eso si una historia que absorbe y que se narra con la delicadeza y la pausa precisas para imbuirnos en ella.
Raúl Ruiz nos va desgranando una trama con diversas ramificaciones con historias paralelas siempre entrelazadas, con personajes que van haciendo de hilo conductor, hay que estar eso si atento y no despistarse porque algunos de esos personajes son tan parecidos que puede ser fácil la confusión. Nos traslada a una época de damas hermosas y caballeros románticos, que entregaban la vida por amor a por honor con una facilidad que parece que tuvieran otras cuantas en la recamara. Yo he visionado una versión original en portugués con algunas fases en francés y subtitulada en castellano, que como es normal añade muchos matices de los que nos priva el doblaje, aunque la atención a los subtítulos puede hacer perder algún detalle de lo que ocurre en pantalla. En este caso menos ya que al ser el portugués un idioma tan similar al nuestro, se entiende casi sin necesidad de leerlo. Como su título ya manifiesta esta cinta está plena de misterios en lo que yo me he sentido cómodamente atrapado.
Teniendo que decidir entre la extraña oferta de películas que ofrece este año el festival de San Sebastián, nos vimos en una grave tesitura. Por horarios, circunstancias y apetencias, sólo nos quedaban dos posibilidades. La primera, una película cuya sinopsis era: Blacko es pionero del Heavy Metal guatemalteco. Además es médico en un hospital público, pero nadie quiere que Blacko le trate, por su estilo de rockero duro .
Como es natural, yo enseguida quise ver a Blacko pero mi acompañante adujo, con toda la razón, que era imposible que la película fuera más la risión que la sinopsis. Además, dijo señalando con el dedo algún punto del folleto del festival, hay una película portuguesa de cuatro horas que Filmaffinity califica de viaje rapsódico .
Muy intrigada por esta descripción, fui corriendo al google para saber lo que era una rapsodia, que dice la wikipedia que es una pieza musical característica del romanticismo compuesta por diferentes partes temáticas unidas libremente y sin relación alguna entre ellas . Esto era algo que yo no conseguía imaginarme a menos que pensase en una película de Lynch, pero según el director de la película se trataba de una especie de culebrón larguete, así que había que ir y fuimos a saber qué diablos era eso que llamaban viaje rapsódico.
Yo había visto Sátántangó (una peli húngara de vacas) una vez y ya estaba curtida, podía ver películas de hasta seis horas sin pestañear pero mi acompañante tenía miedo, miedo que no le impidió dormir a pierna suelta cuando la película llegaba a su parte emocionante, bueno a una de ellas, porque desde luego se puede decir que emociones no le faltaban, aunque rapsodias no salía ninguna.
Porque Mistérios de Lisboa es un culebrón de época y como en todos los culebrones, todo está relacionado, aunque sólo sea porque la mitad de los hombres que salen son hijos ilegítimos de la otra mitad. Por tanto, a menos que exista otra definición distinta, no hay nada rapsódico en Mistérios de Lisboa .
Pero eso no es todo, porque además de no ser nada apasionantemente original como parecía que iba a ser por su delirante sinopsis, Mistérios de Lisboa es una vulgar y simple acumulación de personajes horteras y acontecimientos bruscos y nada creíbles incluso dentro del delirante contexto de la historia. Todo es como muy teatral, pero a la par barroco y cutre, exuberante y televisivo, exagerado y sin imaginación. Es como una telenovela de época cualquiera, pero una de las malas.
Y no es una rapsodia y aún encima los personajes se hacen muy pesados cuando tocan las partes de hablar en portugués…y por culpa de esto, me quedé sin ver a Blacko.
Película dirigida por el chileno, afincado a caballo entre Francia y Portugal, Raúl Ruiz. Rodada simultáneamente para ser distribuida en dos formatos, primero en una miniserie para la televisión de 6 episodios de 1 hora cada uno y después para una versión en formato largometraje para ser vista en cine y en festivales. La que pudimos ver nosotros en San Sebastián es la película de 265 minutos.
Evidentemente esta duración tenia que pesar si o si en el resultado final, ya que aunque en sus primeras dos horas consigue mantener el interés contándote la vida de Joao y la de sus seres más cercanos, aportando en cada historia nuevos datos al misterio sobre la vida del niño, en su segunda parte, de dos horas y media (justo tras el descanso de 15 minutos, donde todo hay que decirlo hubo muchas deserciones), consigue hacerse pesada ya que cuenta historias de demasiados personajes, incluso algunas que no tienen mucho interés y que no aportan demasiado a la trama y todo ello en un formato demasiado novelesco, cayendo finalmente en el culebrón.
Raúl Ruiz ha rodado esta película como si de una obra de teatro clásico se tratara, casi siempre en interiores, en decorados muy bien definidos, con falsas paredes y casi siempre en planos secuencia. Eso evidentemente puede tirar hacia atrás a mucha gente, ya que tiende demasiado a la exageración de algunas situaciones, pero le da un aire muy particular. Técnicamente es un trabajo brillante, tanto por su diseño de producción, como por el vestuario o la fotografía, casi siempre intentando ser lo mas natural posible, pero si algo me gustaría destacar es su excelente banda sonora, brillantemente compuesta a cuatro manos por Jorge Arriagada y Luís Freitas Branco. Sobre el reparto se puede decir que todos están correctos, destacando a tres interpretes, Adriano Luz (Padre Dinis), Clotilde Hesme (Elisa de Montfort) y Ricardo Pereira (Alberto de Magalhães).
Testamento cinematográfico de Raoul Ruiz, enfermo de gravedad en pleno rodaje, falleciendo pocos meses después a los 70 años. Una vez más he de reconocer mi ignorancia total sobra la obra de este chileno considerado uno de los directores más interesantes y prolíficos, importante teórico, destacado por su particular punto de vista ante la cámara. Aquí adapta, mediante un afortunado guión de Carlos Saboga,parece que de forma fidedigna, el folletín romántico escrito en 1854 por el reconocido novelista portugués Camilo Castelo Branco. Ruiz realiza una labor primorosa gustándose en las más de 4 horas y cada plano, cada encuadre, cada movimiento de cámara es una lección de cine. Con una excelente producción, fotografía y dirección de arte, estos Misterios, reflejan toda una época y un modo de entender la vida por una clase, la nobleza, en el país vecino. Historias, dentro de historias, que guardan historias en una, a veces compleja red de personajes, que funcionan como una maquinaria perfectamente engrasada en manos de su director. El hecho de no ser una de las más reconocidas obras del novelista a pesar de reflejar muchos hechos de tinte autobiográfico, la repetición de situaciones en la trama y su excesivo metraje, aconseja visionarla con calma, la misma conque Raoul Ruiz parece haberse tomado para regalarnos una gran obra.
Con una excelsa fotografía y, sobre todo, excelentemente interpretada por el niño protagonista, Misterios de Lisboa te deja exhausto de tanto cine en estado puro: encuadres majestuosos, diálogos que citan amoríos y penurias de sus protagonistas e historias en flash-back imperiales. Todo ello para contar vida, amores y las coincidencias que un destino alejado de lo melodramático (y este es el gran acierto del director) afecta al conjunto de sus personajes. Si no se pierde el hilo en todo su metraje, la película es arrolladora. Todos aquellos que echaban de menos desde hace tiempo un peso pesado de època , o algo parecido, aquí tienen su película. De todas maneras, no hay duda de que es cine sutil, delicado y con ganas de cuidar las formas, ya sea en por cómo se cuenta la historia a través de sus diálogos o por las imágenes, cargadas de suntuosidad.