Migas de pan
Sinopsis de la película
Drama inspirado en el relato de Liliana Pereira, una ex presa política de la última dictadura de Uruguay (1973-1985). La joven fue encarcelada en el año 1975 por sus ideas, fue torturada y perdió la custodia de su hijo. Años después, en 1982, Liliana decide volver a su país para enfrentarse a su pasado. Allí tendrá que elegir entre lo que le pide su corazón y lo que le dicta su conciencia, y se enfrentará al dilema de elegir entre la concordia con su hijo y la denuncia colectiva que prepara un grupo de antiguas compañeras de presidio.
Detalles de la película
- Titulo Original: Migas de pan
- Año: 2016
- Duración: 109
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Opinión de la crítica
6.2
86 valoraciones en total
Conocer la verdad es necesario, aunque nos cueste mirarla a los ojos.
La dictadura militar en Uruguay es uno de los capítulos más deshonrosos de la humanidad. El golpe de estado de 1973 propició una represión salvaje, en el que durante años los secuestros y la tortura fueron el terrorismo de Estado más utilizado para acallar las voces de sus detractores.
Migas de pan nos muestra a un grupo de mujeres valientes, que supieron enfrentarse al miedo y a la verdad denunciando torturas, violaciones, abandono familiar…
Militares con nombres y apellidos que durante años sometieron a esas mujeres en las cárceles, a una tortura sexual y psicológica de la que salieron con la fuerza suficiente para enfrentarse a ellos.
Lo que más me ha gustado de la película es la sencillez con la que hace el recorrido documental e histórico de la Memoria de una dictadura, que en España conocemos muy bien. La voz de verdad, justicia y reparación resuena a lo largo de toda la cinta.
Manane Rodríguez ha unido su corazón a esas Migas de pan y nos presenta una dirección en donde las miradas y los silencios forman el camino narrativo que nos envuelve y nos emociona. Nos acerca las imágenes sin protagonismo, como parte de ese dolor al que quiere dar voz, y junto a Xavier Bermúdez nos ayuda a entender el drama desde unos diálogos precisos y sin concesiones.
Cecilia Roth siempre valiente, arriesgando en su interpretación, involucrándose en un trabajo duro y difícil para una actriz. Y en el que, estoy segura, ha dejado su alma pegada a la de Liliana Pereira.
Justina Bustos nos ha trasmitido la soledad y la emoción entre los barrotes de una cárcel, en la que todas las Lilianas uruguayas y españolas, dejaron por un tiempo sus vidas.
Pero también hay que destacar interpretaciones llenas de verdad, de matices y de sensibilidad, como la de Andrea Davidóvics y las actrices del penal. También Quique Fernández y el actor que interpreta al comandante Silva, y el doctor…
Perdón por no conocer los nombres de esos actores y actrices.
Me ha gustado recordar un Uruguay querido y soñado por mi, a través de los ojos de mi amiga, la escritora uruguaya Alondra Badano.
Amparo Climent
Por una cuestión cronológica, no voy a entrar en temas de realidades y versiones de cómo sucedieron los hechos. Pero sí identificar una característica de varias películas uruguayas que han tratado este tema pasado pero tan controversial hasta nuestros días. Todas las historias son ya empezado el régimen, qué pasó antes? A veces parecería ser que hasta ahí no hubo nada de nada y de golpe, el golpe. Simplemente una apreciación. Así que únicamente voy a limitarme a intentar analizar la película como lo que es, una historia de ficción basada en hechos reales.
La vida de Lilian en el pasado y en el presente. La dosificación de tiempo presente y pasado es buena, aunque me quedé con ganas de ver a Roth actuar un poco más. Pero Bustos, Justina Bustos, de dónde salió? No la conocía y la verdad que el papel que hace es magnífico, logra a la perfección sumergirnos en la crudeza, el sentimiento y profundidad en cada suceso que ocurre, que le ocurre. Personalidad desafiante, militante. Después están los que llamaría típicos adornos que suman a la historia y le dan el color y azúcar necesario para sentir más empatía por la protagonista. También por momentos es algo previsible, aunque como uno ya más o menos sabe de qué va la mano y qué va a pasar, no sería una característica negativa para la historia.
Capítulo aparte para el arte y locaciones. Ambas son tan pero tan buenas que los títulos que marcan el año parecen sobrar. Vehículos, vestimentas, útiles domésticos y pequeños detalles enmarcan a la perfección cada situación. Sin ánimos de desmerecer las locaciones, la suerte de contar con una hermosa ciudad como Montevideo, con diversidad arquitectónica a pleno en donde uno puede ir de barrio en barrio y retroceder o avanzar en tan solo algunas cuadras. De todas formas hay que tener la habilidad de identificar y localizar esas mismas locaciones.
Reconozco que no tenía muy controlada la carrera de la directora uruguaya Manane Rodríguez, siendo ahora en Gijón cuando por primera vez me enfrento a alguno de sus trabajos. Migas de pan es el quinto trabajo (Los pasos perdidos, del 2001 es su trabajo más reconocido) de esta veterana realizadora afincada en España tras huir de la dictadura militar uruguaya en los años 70. Temática que muestra en su último film, presentado ahora en la Sección Oficial del FICX y haciendo sin duda de él su trabajo más personal.
Migas de pan, de muy próximo estreno en España (07/12/16), es un film de denuncia, un film inspirado en hechos reales aunque utilizando para su realización personajes completamente ficticios. Si bien es cierto que la historia que se nos cuenta así como varias de las más macabras vicisitudes mostradas han sido, no ya vividas en primera persona por su autora sino por familiares y amigos quienes padecieron las penurias y vejaciones que el régimen militar reinante imponía -ya saben- a quienes no pasaban por el aro. La película cuenta dos momentos en la vida de Liliana Pereira, la actualidad donde interpretada por Cecilia Roth ejerce como fotógrafa y reside en España, y -a través de flashbacks- la Liliana de los años 70/80 como presa política por una notable y bella Justina Bustos.
La historia es francamente interesante, no lo negaré. Un grupo de mujeres que son absolutamente maltratadas y que no se doblegaron ante la mano de hierro existente. Un film en el que se aprecia la filiación de la directora y que probablemente deje mayor huella en el público femenino por la identificación o empatía hacia lo que contemplamos. Un film en su primer tercio con gran intencionalidad pero que sin embargo está filmado de una manera tan absolutamente rutinario y convencional -a pesar de los cambios temporales, resultando más flagrantes a medida que transcurre la trama- que se puede decirse de manera definitoria que estamos ante una historia desaprovechada en gran medida.
El reparto es algo irregular y en ocasiones da la sensación de ser un productor televisivo. Cecilia Roth está correcta, sin más, emergiendo sin embargo Justina Bustos como la mayor sorpresa del film en -sobre todo- ese intenso pulso que mantiene con el militar al mando interpretado por Quique Álvarez. El film mantiene el interés de manera irregular, siendo éste superior cuando se traslada fundamentalmente a la primera parte de la historia como presa política. A pesar, eso sí, de hacerse demasiado pesado y en ocasiones poco atrayente el largo proceso carcelario. Aún con esto que menciono, me sigue interesando más dicho desarrollo de la historia que los problemas de aceptación familiar del tramo actual.
Una película -enviada por Uruguay a los Oscars 2017 en la categoría de película de habla no inglesa- que quizás podría optar a premio del público o a lo sumo al premio interpretativo femenino para Justina Bustos. De lo más flojo de la sección oficial.
Lo mejor: El descubrimiento de Justina Bustos. La denuncia que presenta sobre los abusos de la dictadura uruguaya.
Lo peor: Una narración espesa y poco inspirada. Rutinaria.
VALORACIÓN:
Banda sonora: 6
Fotografía: 5
Interpretación: 7
Dirección: 4
Guión: 4
Satisfacción: 5
NOTA FINAL: 5,1
@hilodeseda – http://www.habladecine.com
La historia de una mujer que paso por la cárcel en la dictadura Uruguaya convierte este film de Mariane Rodríguez en necesaria para no olvidar. Quizás desentone ese enfoque entre pasado y presente donde esta Cecilia Roth quizás ese inicio en el presente de la protagonista sobre y es fundamental centrarse en su pasado y finalmente en su presente. Lo que decía antes un film sobre como se las gastaba la dictadura Uruguaya que no hace que debamos olvidar la nuestra y la de cualquier dictadura.
Esta coproducción uruguayo-española escrita y dirigida por Manane Rodríguez está destinada a formar parte del bagaje testimonial imprescindible para la formación de nuestra conciencia moral. Uruguay 1972. Una grave crisis política, económica y social durante el gobierno de Pacheco Areco deja en evidencia la falta de capacidad por parte de los partidos políticos uruguayos para encontrar salidas viables. La actividad armada de facciones políticas como los Tupamaros deriva hacia acciones terroristas. El presidente electo Bordaberry disuelve las cámaras en 1973 y habilita a las Fuerzas Armadas y policía para asumir la lucha antisubversiva. No olvidemos que los militares de los países del cono sur americano habían sido formados bajo el asesoramiento de militares nazis y compartirán los rasgos totalitarios más extremos y crueles. Contarán con la connivencia de las oligarquías sociales y de gran parte de la jerarquía católica. La dictadura trajo consigo el desmantelamiento de las organizaciones sociales y sindicales, su ilegalización, la detención de sus miembros bajo una táctica de tortura sistemática, encarcelamiento prolongado y masivo y desaparición asesina. Se calcula que el 14% de la población se vio obligada al exilio entre 1973 y 1984 por motivos económicos o políticos. Migas de pan recupera la historia de un grupo de mujeres jóvenes, de enorme firmeza moral e intelectual, que fueron detenidas, torturadas, violadas y privadas de todo derecho por mandos militares. No contaba más de veinte años ninguna de ellas. Resistieron.
Los militares crearon una condición artificial de guerra civil para que la población se sintiera más segura como miembros del movimiento que como adversarios logrando la participación silenciosa de los espectadores en sus crímenes. Estos repugnantes jefecillos obtenían su poder de las armas y de algo mucho más bochornoso que nos debe hacer reflexionar: el apoyo incondicional y genuflexo de sus subordinados. De este modo nadie se hace responsable de sus propias acciones ni explica las razones de estas. Su pensamiento está colonizado por el caudillo y han delegado la capacidad de pensar y de asimilar críticamente las experiencias. Estaban entrenados en el desprecio supremo por los hechos y la realidad del sufrimiento de las personas detenidas. Para ellos la libertad consistía en deshacerse de las personas a las que se las había privado de libertad y clamaban por ella. Fuera de esta incongruencia no existía nada solo obediencia ciega y miedo de no caer en desgracia. El riesgo totalitario existe donde se intenta imponer un modelo de convivencia basado en el miedo, el desprecio a la diversidad y la sordera ante los mejores argumentos.