Midsommar
Sinopsis de la película
Una pareja estadounidense que no está pasando por su mejor momento acude con unos amigos al Midsommar, un festival de verano que se celebra cada 90 años en una aldea remota de Suecia. Lo que comienza como unas vacaciones de ensueño en un lugar en el que el sol no se pone nunca, poco a poco se convierte en una oscura pesadilla cuando los misteriosos aldeanos les invitan a participar en sus perturbadoras actividades festivas.
Detalles de la película
- Titulo Original: Midsommar
- Año: 2019
- Duración: 145
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Opinión de la crítica
Película
6.3
57 valoraciones en total
Fue con su primer largometraje, Hereditary, cuando hace un año irrumpió en el panorama cinematográfico Ari Aster, consiguiendo el apoyo de la crítica y gran parte del público. Ahora lo hace con Midsommar y, aunque sea pronto poder afirmarlo ya que en España se estrenó ayer, parece que lo está haciendo repitiendo resultados.
Hay cosas, al menos para mí, que son innegables. Para empezar se trata de un cine alejado a lo que estamos acostumbrados a ver, lo cual de entrada lo agradezco aunque, por esa misma razón, provoque un desconcierto mayúsculo entre el gran público, que sale al término de la película resoplando o directamente cabreado, puede que por culpa de que sus trailers son tramposos y venden lo que no hay.
También debo aclarar que tanto Hereditary como esta Midsommar no me resultan films de terror. Yo no busco en el género del terror la típica producción hecha a base de sobresaltos o convencionalismos, pero ambos films los veo de género más bien dramáticos, no me provocan miedo alguno, si no que me atraen más por los temas que propone aunque no los termine por desarrollar, sobre todo en este caso, por lo que el comentario del guión lo reservo para el espacio del spoiler, porque además pienso que es lo más flojo de la película.
Ari Aster dirige eficazmente. Sus planos aéreos, sus carreteras invertidas dejando el asfalto como cielo… no son casuales y están realizados en el momento justo para ir dando pistas y creando clima. Saber mover a sus actores. Incluso sabe de lo que habla al retratar con acierto lo que son ciertos efectos alucinógenos, están muy bien plasmados y sin subrayarlos de forma gratuita. Cuenta con un equipo que le resuelve bien, no ya en la música, el montaje, el sonido o su vestuario, que por supuesto que sí, si no con el difícil trabajo de fotografía de Pawel Pogorzelski, que trabajó en Hereditary. El rodar la mayoría de las escenas de día y con sol, habrá supuesto un trabajo enorme el evitar que la cámara recogiera sombra en cualquier momento, porque sería casi imposible evitarla, sobre todo con los movimientos tan difíciles en algunas escenas y con tanto personaje merodeando de un lado a otro.
El reparto es correcto en toda su amplitud, especialmente en el caso de Jack Reynor y sobre todo de su protagonista, Florence Pugh como Dani, a la que en todo momento la película barre a su favor.
Sus dos horas casi y media pesan, sobre todo en su recta final. Puede que el obligado recorte que tuvo que hacer su director para evitar la calificación de mayores de 18 años y que hubiera restringido bastante su distribución en Estados Unidos le haya beneficiado, aunque sea él quien ha insistido que para su versión en DVD le vaya a incluir el metraje íntegro de tres horas. Es cierto que el hecho de cortar pocas veces ha beneficiado al autor o autora y al resultado final de la producción, pero me parece que ya con su duración en cines era excesiva para lo que tenía que contar.
Por último, antes pasar al spoiler, su director confiesa que para Midsommar ha tenido conscientemente la influencia de ciertos films como Tess y Macbeth de Polanski, Narciso negro, de Powell y Presburger o de Qué difícil es ser un dios, de German. Puede que sí, pero a nivel superfluo porque yo sigo pensando que la más clara inspiración, tanto en estructura, como en idea y en ciertas escenas ha sido El hombre de mimbre, de Robin Hardy, aunque sin llegar a su nivel de desparrame ni del sentido del humor, y eso sin contar con trabajos televisivos como por ejemplo Galería nocturna , en donde ya nos contaban historias parecidas. Señalar también que el aplicar el más puro teatro griego en algunas de sus escenas, con la inclusión de corifeos es un acierto, aunque el gran público desconozca tal fórmula.
Creo que Ari Aster tiene talento, también creo que Ari Aster es consciente de ser consciente de tener talento y también pienso que esta metacognición puede ser perjudicial para la futura carrera de este director. Espero equivocarme.
Para empezar, creo que la duración de la película es absolutamente excesiva para lo que cuenta y para la previsibilidad de los acontecimientos que nos están contando y que ya sabemos desde que entramos en la sala.
Creo que esto, Aster lo sabe y que además le importa un bledo.
Creo que hay ciertos directores con lenguaje propio y con cosas que contar, pero que prefieren ser autores en el sentido más peyorativo del término que directores de cine en el sentido más positivo del término. Creo que Aster con esta película se está posicionando con los primeros, para babeo de algunos y decepción de otros, como es mi caso.
Creo que a Midsommar le faltan un par de esos elementos que algunos consideramos imprescindibles cuando vemos una película: Capacidad de sintetizar sin que eso implique simplificar y, por supuesto, ese concepto tan obviado por el esnobismo de arte y ensayo: Pulso narrativo.
Y eso que los primeros 30 minutos de película son de lo mejorcito que he visto en los últimos años, porque Aster tiene talento (creo que me estoy repitiendo). La presentación de los personajes y la relación entre ellos está dibujada de manera quirúrgica. Gracias a ella, aguantamos todo lo que viene después, porque tengo la impresión de que toda la parte de la secta druida es un gigantesco McGuffin, probablemente uno de los mayores de la historia moderna del cine.
Y tengo esa intuición porque, a partir de un cierto momento (en spoiler), el comportamiento de los personajes protagonistas no tiene ni pies ni cabeza, y eso creo que a Aster le da lo mismo porque lo que nos está contando no es una historia de terror, con los códigos del género, sino más bien una especie de autopsia de todas las miserias del mundo actual y de la generación millenial en particular: Relaciones que se debaten entre la obligación y la culpa, el egoísmo exacerbado que no entiende de amistades ni de vínculos, la lealtad como hashtag pero no como un valor a seguir, un postureo de militancia ecologista que no admite disensiones ni reflexiones…
Y todo esto Aster, lo hace con una maldad, una ironía y un sentido crítico brutal, de ahí mi puntuación. Pero también creo que Aster abusa del engolamiento, o la mera contemplación de postales técnicamente virtuosas que, sin embargo, no aportan nada a la narración.
En definitiva, creo que Aster tiene mimbres para ser uno de los grandes o para convertirse en un competidor habitual de la Palma de oro del festival de Cannes junto con directores de nombre impronunciable y películas insufribles. Sólo de él depende.
(En spoiler continúo con detalles del argumento).
Película de una estupidez sin límites que va in crescendo conforme su metraje se estira hacia el infinito. Lo poco aparentemente original está robado de The Wicker Man, y por lo demás el director se dedica a tratar de lucirse lo más posible en una sucesión cada vez más monótona de escenas lisérgicas y estridentes, sin apenas progresión, causalidad ni intriga, subrayadas por una música obvia y más allá del abuso. Por momentos es desagradable de forma gratuita, buscando el impacto sin contenido, y por momentos es una comedia involuntaria. Los personajes, también la protagonista, son caricaturas sin el menor interés y cuyo absurdo, ridículo, estúpido comportamiento hace difícil sentir la menor empatía, lo que refuerza la desconexión con la trama y el consiguiente aburrimiento. Hay quien dice que se trata de humor negro, a mí me parece más bien cuestión de falta total de humor y de exceso de pretensiones, aunque hay varios momentos en los que uno espera que sí, que todo sea una comedia, pero tampoco tomada como broma tiene mucha gracia. El empeño del director por alargar y alargar con respiración asistida cada escena de supuesta tensión solo consigue que esta desaparezca, más aún cuando prevemos todo el tiempo el desenlace de cada una de las situaciones, sin ningún tipo de giro ni sorpresa a este respecto. En lugar de sostener la tensión, sostiene solo la tontería, hasta llegar a una media hora final en la que se llega a hacer difícil soportar tanta autocomplacencia. Podría elogiar el talento visual del director, pero eso sería decir algo bueno de esta peli, y no sería justo.
Ari Aster vuelve al panorama del cine de terror con Midsommar, una propuesta muy distinta a lo que estamos acostumbrados a ver en este género (cosa que agradezco mucho).
El director pasa de la oscuridad, espacios cerrados y ambiente paranormal de Hereditary, a la luz, amplios valles y a la bucólica y sospechosamente inocente estética de los prados de Suecia.
Lo mejor de la película es la más que notable dirección de Aster, quien nos vuelve a recordar que es uno de los directores de terror psicológico actual que más va a dar que hablar en los próximos años (junto con Jordan Peele). Buenas actuaciones, sobre todo Florence Pugh, quien está sensacional. La estética es un gran acierto. Ojalá se apostase más por el terror a plena luz del día. Muchas escenas perturbadoras y muy incómodas de ver (justo lo que el espectador debería buscar en una peli como esta)
En cuanto a lo peor, creo que el guion de la película no está a la altura de todo lo demás.
Qué ganas le tenía a Midsommar, de verdad os lo digo. Hereditary, el anterior trabajo de Ari Aster, no solo es uno de mis trabajos favoritos del año pasado, sino también, muy probablemente, mi película de terror favorita de la década. Por su dirección, por su complejidad, por su ritmo, por esa interpretación apoteósica de Toni Collette. Hereditary no parecía el trabajo de un debutante, sino de un cineasta en pleno dominio de las herramientas cinematográficas de las que disponía. Nunca temí que Midsommar me pareciera abismal, pero sí que mis expectativas me decepcionaran. Por suerte, no ha sido el caso.
A estas alturas podemos ya señalar varios temas recurrentes en el universo de Ari Aster, ya que sus dos cintas comparten muchos de ellos: las enfermedades mentales, las relaciones disfuncionales y los traumas familiares conforman el núcleo de Midsommar como conformaban el de Hereditary. La secta pagana que, escondida a simple vista, amenaza a los protagonistas oculta tras una cara amiga es también un pilar importante en ambos trabajos, pero mientras Hereditary centraba su mirada en la intersección entre el libre albedrío y la tragedia del fatum griego, Midsommar toma otros derroteros.
Se puede decir en contra de Midsommar que su estructura básica es convencional, o al menos, más convencional que la de Hereditary, ya que se pueden encontrar rastros más que evidentes de El hombre de mimbre o incluso de Los chicos del maíz en la forma en la que los acontecimientos se van sucediendo uno a uno, pero creo que esa es una forma algo superficial de analizar esta película, ya que es al rascar un poco esa superficie cuando aflora el tema principal de Midsommar, que es ni más ni menos que la desfragmentación y muerte de la relación de Dani y Christian. Aster, como el guionista audaz que es, trabaja a múltiples niveles y plantea preguntas a la audiencia. ¿Hasta qué punto merece la pena continuar con una relación sentimental que no funciona, y por qué? ¿Por lástima? ¿Por necesidad? Dani, autoconvenciéndose de que su relación funciona ante un novio que no es capaz ni de recordar su cumpleaños. Christian, sobrepasado ante una novia preocupantemente dependiente a la que es incapaz de dejar por no sentirse culpable. La dinámica entre ellos está tratada con sutileza, es dolorosa, incómoda y, a pesar de todo, profundamente humana, y este es, todo sea dicho, uno de mis aspectos favoritos del cine de Aster: por muy rocambolesco y retorcido que sea el argumento, sus personajes siempre son creíbles y coherentes, y sus interacciones, genuinas. Las decisiones que toman los personajes tal vez los lleve a la perdición, pero tienen sentido porque así han sido establecidos previamente. La idea de comunidad, de pertenecer, de tener algo de lo que sentirse parte, también juega un papel importante en la trama, y es todo lo que diré al respecto.
Y es que no lo neguemos, Ari Aster es retorcido. Muy retorcido. Tiene un don para conjurar imágenes enfermizas, imágenes que se me quedan clavadas en la retina y permanecen ahí al día siguiente, imborrables. La película empieza creando una atmósfera malrollera que durante casi dos horas y media no se disipa. La sobresaliente fotografía, oscura en los primeros minutos, se ilumina al llegar a Hårga, y a partir de ahí todo es luminoso, a ratos bellísimo, pero siempre enrarecido e incómodo.
Es cierto que Midsommar podría haber sido mucho más corta, pero yo personalmente agradezco que no lo sea. Aster se relame y se recrea en la comuna, nos sumerge de lleno en sus costumbres y en sus rituales con escenas lentas, contemplativas. Esto a mucha gente le parecerá exasperante e innecesario, y a ver, lo entiendo perfectamente. Pero qué puedo decir, a mí me mola. Creo que contribuye y mucho a crear ese clima tan extraño, y hace que las escenas impactantes (porque las hay, me cago en la puta si las hay) sean aún más efectivas.
Todo el elenco de actores hace un trabajo fantástico, pero hay que destacar a Florence Pugh. No creo que sea una interpretación del nivel de la de Toni Collette en Hereditary, pero por otra parte, son personajes muy diferentes, y Pugh sabe transmitir con solvencia la absoluta agonía y la inseguridad de su personaje, un personaje que requiere compromiso y dedicación. Desde luego queda clara una cosa: si Aster te elige para protagonizar su película, piénsatelo dos veces, porque te va a hacer trabajar duro y te va a exprimir emocionalmente. Destaco también a Will Poulter, insufrible y divertido a partes iguales.
Me he dejado varias cositas en el tintero, pero lo voy a dejar aquí. Como conclusión, diré que a mí trabajos como Midsommar me alegran la semana, qué queréis que os diga. Tal vez no sea una película para todo el mundo (el señor que estaba sentado delante de mí abandonó la sala a la media hora) por su ritmo lento y su violencia gráfica. Tal vez no sea una película perfecta (como ya he dicho, a nivel estructural es a veces predecible y a menudo excesiva, y creo que la semilla temática que se planta en el inicio podría haber estado mucho mejor integrada en el resto de la trama), pero es una película única y ambiciosa, llena de detalles y de simbolismo. No esperes una cinta de terror convencional, porque no lo es (creo que hay un sobresalto en toda la película). Y desde luego, no esperes una película fácil. Pero creo que, en esta época de remakes y secuelas, películas como esta son necesarias. Y con esto no quiero decir que todos los remakes y todas las secuelas sean una basura (Toy Story 4, por ejemplo, me gustó muchísimo), sino que agradezco que existan distribuidoras como A24 capaces de apostar por proyectos originales y creativos, proyectos que no recaudarán cientos de millones de dólares, pero que tampoco están pensados para eso. Y por supuesto, mil gracias a Ari Aster, por arriesgar y por estar tan chalado. Sea lo que sea lo próximo que haga este hombre, yo voy a estar ahí para verlo.
Puntuación: 8