Mi nombre es sombra
Sinopsis de la película
Beiral, un médico desgarrado por la lucha interna entre su personaje social y los oscuros instintos que lo atormentan, consigue gracias a sus investigaciones, dar vida al ser monstruoso que durante largo tiempo ha reprimido en su interior. Personal adaptación de Gonzalo Suárez del mito del Doctor Jekyll y Mr. Hyde.
Detalles de la película
- Titulo Original: Mi nombre es sombra
- Año: 1996
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
5.1
70 valoraciones en total
Confusa en sus comienzos, gracias a la aclaración al principio de los créditos se va entrando en ella.
Buena interpretación, buena ambientación y fotografía.
El proyecto es atrevido y consigue su objetivo.
Dirección impecable, y el montaje deja lagunas sin cubrir.
7 sobre 10 es mi calificación un poco generosa.
Gonzalo Suárez siempre ha sido escritor antes que cineasta, y eso se demuestra forzosamente en sus películas, que siempre fallan por el mismo lado: diálogos literarios y ampulosos, falta de coherencia en el tratamiento de la imagen. La víctima elegida en esta ocasión es el mito de Jekyll y Hyde. Elegir a dos actores diferentes para dar vida a las dos personalidades de Jekyll no es mala idea, lástima que se trate de dos individuos tan mediocres como Gendron y Adelin, que enseguida arruinan el pretendido efecto. Como tampoco basta rodar los exteriores en el hermosísimo paisaje de la cornisa cantábrica, en la parte correspondiente a Asturias, con el mar embravecido y salvaje como los sentimientos que conturban al personaje. No pasará a la historia esta versión, lastrada por hermosos diálogos que deben corresponder al relato corto de Suárez en el que se inspira su propio autor. Carles Cases compone una bella partitura y Amparo Larrañaga se desnuda con elegancia, además de demostrar que es una actriz mal utilizada. La única vez en que Suárez logró fundir con acierto sus dos universos, literario y cinematográfico, fue en la denostada por algunos, pero alabada por otros entre los que me cuento, Remando al viento, su particular versión del mito de Frankenstein, con unos todavía-no-tan-famosos Hugh Grant y Elizabeth Hurley.
Conociendo a Suárez es lógico que haya personalizado hasta lo extremo el clásico de Stevenson del Dr. Jekyll y Mr. Hyde , y más partiendo de la base de que es una adaptación también de una novela propia.
Emparentable con su maravillosa Remando al viento (se fija en otro personaje mítico de terror, actores principales extranjeros, ambientación y fotografía), Suárez traslada el mito de Stevenson a los paisajes asturianos y nos cuenta el desdoblamiento de personalidad del doctor Beiral en Sombra (interpretados por dos actores franceses distintos pero parecidísimos). El doctor Beiral es la clásica representación del Bien: respetado y enamorado de Florence (Amparo Larrañaga, lo mejor de la película). Sombra representa el Mal: es además seductor y mágico. Entre ambos hay un odio y una recíproca envidia: el doctor Beiral por no poseer la virilidad de su desdoblamiento, Sombra por no poseer a la enamorada de éste. Los extremos, pues, se atraen, la doble personalidad, lo positivo y lo negativo tiende a confundirse.
De este planteamiento argumentalmente más que válido surge una película muy literaria (algo inequívoco y a veces muy lacerante en el cine de Suárez), con unos diálogos muy rimbombantes, queriendo hacerse de cada frase un hallazgo absoluto, y no lográndose sino cierto ridículo en algunos casos, especialmente en el inexistente y estúpido personaje de Elena Fernández, quién dice unas cuantas frases antológicamente ridículas, lo cual no quita para que ofrezca una interpretación bastante pésima también. A esto se solapa un burdo sentido del erotismo y la sexualidad y un film globalmente muy irregular dónde no hay tal simbiosis Cine/Literatura sino más bien un indigesto híbrido de ambas. El final romántico está bien resuelto y resulta atractivo pero ya no acaba de ensamblar y redimir al resto.
Tiene Suárez brillantes ideas pero peca de cultista y preciosista, de vocación de artista en su cine, de no limpiar excesivamente su personal prisma y yo, me voy cansando de ello y todo el gran crédito otorgable por Remando al viento va palideciendo en un cine que me chirría, que me resulta artificial y no me fascina. Ya veremos.