Mi hermana, mi amor
Sinopsis de la película
Suecia, 1782. Jacob, un joven noble, alocado y algo vehemente, retorna de sus estudios en Francia. Después de su ausencia, le alegra volver a su hogar, pero le hace más feliz reencontrarse con su querida hermana Charlotte. Sin embargo ésta se ha prometido al barón Alsmeden, hombre de gran influencia en la corte, lo que despierta en Jacob un sentimiento parecido a los celos…
Detalles de la película
- Titulo Original: Syskonbädd 1782 (My Sister My Love)
- Año: 1966
- Duración: 95
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Opinión de la crítica
Película
6.7
56 valoraciones en total
En el reencuentro de los hermanos la sensualidad del vínculo es patente: ¡Tu olor es maravilloso, el que más me gusta en este mundo!. Título: Hermanos de cama.
Jacob no disimula violentos celos al conocer los planes matrimoniales. Tampoco los inhibe Charlotte al ver a su hermano ligar con una vecina, y se replantea la boda: una vez vuelto Jacob, no desea a otro hombre. Pero el poderoso Alsmeden ha construido un atractivo palacio.
Una pieza isabelina (J. Ford: Lástima que sea una puta, 1623) da base al relato. Sjöman lo sitúa en el XVIII, reinado de Gustaf III: la Iglesia en declive y la sociedad en busca de emancipación racionalista. ¿Qué hacer con los impulsos turbios, lo antes prohibido? La amenaza clerical ha perdido vigor. No hay dios terrible repartiendo premio y castigo.
Entre los criados, énfasis sobre un pobre idiota, fruto de una relación prohibida, mordazmente etiquetada como inmaculada concepción, obra del Espíritu Santo. La cámara desmenuza un lienzo renacentista, una ‘Anunciación’: arcángel, rayo, paloma, Virgen.
El castigo a las transgresiones marca recurrente el ritmo temático del drama. Hay más casos en el entorno, se duda a hurtadillas. Los curas ya no asustan pero no está claro lo impune de la nueva libertad.
La pugna entre moralidad e impulsos primarios podría densificar, pero la parte textual está muy simplificada en diálogos concisos, y lo visual es rico y elocuente, gracias en parte a los actores, que aguantan muy bien tantos primeros planos (algunos se llenan con la belleza de Bibi Andersson).
Los años como ayudante de Bergman se notan: potente foto en B&N, plasticidad de rostros y paisaje, circulación de las miradas, espejos y reflejos, velas y ventanales, penumbra de interiores y crepúsculos.
Pero, aparte lo estilístico, la tensión de Bergman tiene que ver con búsquedas y perplejidades místicas, y la de Sjöman con tribulaciones terrestres, poder y sexo.
El polifacético Sjöman (novelas, ensayos, teatro y radio) buscaba agitación e impacto.
En 491 (1964) adaptó una novela recibida con escándalo por ataques a la autoridad e inclusión de homosexualidad y zoofilia. En El vestido (1964), una viuda y su hija adolescente se disputan al mismo hombre. En Soy curiosa (1967), unos pocos desnudos acarrearon al film reputación de pornográfico y prohibición en varios países. Cuando planeó Mi hermana… era consciente de la atracción de público y actores hacia el tabú. Estaba de actualidad en Suecia el caso de una pareja de hermanos cuyo hijo custodiaba el Estado. Sjöman retrotrajo el debate a una época aún de aristócratas y campesinos, de balbuceos democráticos, de confusión acerca de los límites a respetar, y quiso dar a la historia aires de tragedia, con fatalidad y muerte.
Aunque por momentos hay situaciones que alcanzan ese aire de tragedia, también los hay de titubeo y caída de tensión.
No obstante, son bastantes más los aciertos que los errores: se puede considerar lograda.
La cinta, aunque basada en la obra de uno de los autores representativos del teatro isabelino, John Ford (el otro), es curiosamente una película de marcado tono, para entendernos, sueco. Y no sólo por su capacidad de conmoción en cuanto al aspecto sexual de sus fotogramas, característica muy de la fecha y de la nacionalidad de la cinta por otro lado, sino por sus concomitancias, superficiales si se quiere, con algunos elementos del cine de Bergman (la intensidad y crudeza dramática de su puesta en escena, las pretensiones de introspección psicológica, sus intenciones de ofrecer un drama simbólico, representativo de ideas y conceptos) e, incluso, con dramaturgos como Strindberg y la irreverencia sexual y social y los arrebatos de pura fuerza indómita y contradictoria de los personajes (puritanos, feministas, naturalistas, rebeldes, inconformistas… Heterogéneos en definitiva) de su Señorita Julia, mujer que, al igual que la protagonista de esta historia, le dan una vuelta de tuerca a las cuitas de las Noras y M. Bovarys, cargando las tintas de lo sexual y lo primitivo rompiendo convencionalismos sociales (tirarse al criado) o familiares (tirarse al hermano).
Imaginemos a un director grande, enorme, con barba rala y gafas de culo de vaso, haciendo llorar a las actrices en busca de dios sabe qué resultado artístico y buscando vaginas que retratar como si eso fuera el cénit de la modernidad y el espasmo intelectual.
Pues ése es el énfasis que se imprime a la peli, por eso digo que es muy sueca y muy de los reivindicativos y transgresores (trasnochados también) 60. Y es que dudo mucho que la obra isabelina en la que se basa llegue a estos extremos, llegue a esta desinhibida y desquiciada disección de la obsesión de los protagonistas. Pero eran suecos, eran los sesenta y llevaban barba. Supusieron que ofrecer al espectador una, trazando un paralelismo con Casa de Muñecas de Ibsen, casa de putas, era el camino idóneo para que la moderna modernidad de la que hacían gala tipos como este Vilgot Sjöman cristalizara. Lo que ocurre es que esas ansias de impacto y renovación quedan cuarenta y pico años más tarde algo gastadas, sobre todo por algunas pegas que tienen que ver con cierta liviandad en el tratamiento de la historia y personajes, que son precisamente las carencias que peor aguantan la tormenta del paso del tiempo.
Pero en fin, no hablaré más de las pegas de la peli, sino que les remito directamente a las ya señaladas por Grandine (a mí la película me gustó más que a él, pero me sirven sus observaciones) y así me ahorro el esfuerzo y el spoiler.
Que hoy también estoy yo en plan moderno.
Hay que reconocerlo, tras ver Mi hermana, mi amor uno tiene que rendirse ante la evidencia y saber constatar que Vilgot Sjöman (del cual ya vi anteriormente Soy curiosa: Azul ) era un cineasta inteligente, uno de esos tipos que cuando cogían la cámara sabían que hacer con ella, pues todos y cada uno de sus planos están repletos de una intencionalidad increible, son planos que nos cuentan algo indirectamente, que nos hablan sobre sus personajes, sobre sus relaciones, y todo ello sencillamente colocando la cámara en un lugar u otro.
La puesta en escena no resalta en exceso, y se ve solapada por una fotografía en blanco y negro que no despunta demasiado y no resulta todo lo lograda que podría haber estado, así como los demás aspectos técnicos tampoco son gran cosa y sencillamente son una vía bastante prescindible para que Sjöman pueda trasladar la historia que nos aborda sin carencias, pero sin lucidez en ese apartado.
No hay, pues, demasiado que decir sobre formalidades, amen de la habilidad ya mencionada al principio con la que el realizador juega constantemente con sus planos y desenfoques, pero si nos introducimos en la historia, que se supone debe ser el eje principal de la cinta, no hallamos tampoco ni un ápice de solidez, originalidad o intensidad.
Puede que el hecho relatar unos acontecimientos que, encajados en esa época, debieron ser controvertidos, aporte un poco de interés al asunto, lo malo es que ese amorío hermana-hermano se cuenta sin hacer hincapié en diversos temas que podrían haber sido provechosos, dejándolos de lado y tiñiendo el trabajo de Sjöman de una simplicidad y un hastio demasiado grandes.
Sus personajes, además de que podrían ser definidos en una línea (el vanidoso, la prudente, etc..) cosa que no dice demasiado a su favor, actúan sin prácticamente motivaciones, es decir, les vemos tomar una decisión u otra, pero en ningún momento sabemos porque lo hacen, porque dirigen hacía un lado u otro sus acciones, o porque deciden lo que deciden, y todo queda en un trazo bastante ínfimo de lo que prometían ser unos protagonistas mucho más jugosos.
Luego el tedio se apodera de la pantalla ante tanto elemento desaprovechado, y terminas sin dar demasiada credibilidad a lo que estás viendo, cosa que hace de este, un ejercicio mediocre y que en ningún instante halla un verdadero camino a seguir como para ser del todo sugestivo.
Una desilusión, así podría definir esta película.
Un guión y un tema que podría dar mucho juego e incluso interesante, es verdad que Vilgot Sjoman, del cual anteriormente ya había visto Soy curiosa, tiene un gran talento y tuvo a su vez un gran maestro, Bergman ya que fue su ayudante, pero está claro y demostrado que eso no es todo.
El tema pierde interés, los personajes no están definidos al igual que sus actos pierden interés y lógica alguna, son personajes sin fuerzas y llegan a resultar aburridos al igual que la historia.
Se puede observar un interés total en la película, su perfecto estudio de los ángulos, escenas de los cuales no guardan un conjunto y una lógica además de no centrarse en definir en los personajes, podemos ver a grandes actores como Bibi Andersson, musa de Bergman donde la he podido ver en grandes actuaciones como en Persona o en El Silencio, y aquí está bien claro a lo que me refiero, un actor no es solamente bueno por sí mismo, necesita de un buen director que los dirija, Sjoman, tiene talento pero en mi opinión no sabe bien lo que quiere hacer con el guión ni con sus actores, estos pierden todo interés, se puede sentir que estos intentan salvar la película.
Como en la anterior película que ya había visto, busca el sensacionalismo fácil y temas controvertidos que en los años sesenta y setenta son fáciles de llamar la atención del espectador.
Busca en mi opinión escenas de sexo y temas baratos y mal tratados, se puede buscar temas controvertidos como el tema del incesto pero aquí se pierde el interés total por ambos hermanos, sus decisiones son neutrales y simples.
Un talento desaprovechado, es verdad, así lo he leído en otra crítica anterior, muy buena y de acuerdo en todo lo que pienso.
Película muy polémica, que tardó 11 años en poderse estrenar en España porque estuvo prohibida por la censura franquista. Pese a su llamativo eslogan publicitario allá por enero de 1977 ( Un tema audaz en una película totalmente adulta ), tuvo unos resultados de taquilla bastante discretos.
A título de curiosidad morbosa, se trata de una de las primeras películas que se atrevió a mostrar el vello púbico masculino.
El director es una especie de Ingmar Bergman (de hecho fue discípulo suyo), pero menos metafísico y bastante más carnal.
Cinematográficamente hablando, es un título donde las miradas expresan mucho más que las palabras (a este respecto hay infinidad de primeros planos) y está llena de mensajes subliminales.