Mercado de ladrones
Sinopsis de la película
Nick Garcos, un camionero que se gana la vida transportando fruta en durísimas condiciones, decide no someterse a las presiones de los dirigentes de sindicatos mafiosos que en su día estafaron y mutilaron a su padre.
Detalles de la película
- Titulo Original: Thieves Highway
- Año: 1949
- Duración: 94
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Opinión de la crítica
Película
7.1
21 valoraciones en total
Fue Jules Dassin otro de esos directores purgados por el maccarthismo. Obligado a exiliarse a Europa (bendito exilio que dió lugar a esa obra maestra llamada Riffi ) antes de su partida y durante su época en Hollywood ya se caracterizó por su cine comprometido, de denuncia a las reglas ya por entonces establecidas de lo que hoy conocemos por cultura occidental. Claramente influenciado por sus ideas, y tras la negra La Ciudad Desnuda , Jules se embarca en esta historia donde se muestra la corrupción que invade la distribución de productos en los mercados capitalistas y la connivencia de los sistemas encargados de su regulación y control.
Con claras reminiscencias de La Ley del Silencio de Kazan, Mercado de Ladrones nos acerca a la vida de Nick Garcos (Richard Conte) un camionero que ve como su padre, de misma profesión, es engullido por la furia de un mercado que no respeta el esfuerzo, la honestidad e incluso la vida de las personas. Así Nick se embarcará en un fatigoso e interminable viaje para transportar manzanas a lo largo de la costa oeste del país, de Reno a San Francisco, con el que ganar un dinero con el que poder casarse y la vez intentar arreglar esos asuntos que dejaron a su padre postrado en una silla de ruedas. Una vez en San Francisco Nick se encontrará con Figlia (Lee J. Coob) un comerciante de la peor condición que no escatima en artimañas y jugarretas con tal de ganar dinero aunque ello signifique quitar de en medio a quien se interponga en su camino. También conocerá a Rica (Valentina Cortese) una chica de dudosa reputación que hace del ambiente del mercado central de San Francisco su forma de vida. Ambos cruzarán sus destinos en una relación tan interesada como inevitable.
Ni que decir tiene que toda la cinta está invadida por ese halo noir en el que andaban sumergidos tanto el director como la época. Esto lo utiliza perfectamente Dassin para hacer un fiel retrato de una zona tan profunda de la ciudad y donde el dinero y los intereses priman tanto o más por encima que otros a los que habitualmente nos coinducía el género. Sin embargo, ni el malo de turno (Figlia no deja de ser un ratero de tres al cuarto) ni el fondo de la historia (cine social de denuncia) ni otros aspectos tienen nada que ver con el noir. Interesante recurso pues utilizado por el magnífico director ambientando en un género e indagando en otro si cabe aún más interesante (aunque ello bien valiera un exilio).
Hermana gemela en el contenido de la maravillosa obra de Kazan, es sin duda esta una de las mejores pinceladas de Dassin en su época americana y que cuenta también con un gran reparto destacando las dos actuaciones repletas de personalidad tanto de Conte como de Cobb en papeles a los que estaban acostumbrados. Para no perdérsela y comprender que si hay que hacer algo políticamente incorrecto (la crítica feroz al capitalismo lo era por aquel entonces) al menos hacerlo con clase y calidad…y, nunca mejor dicho, que merezca la pena.
Desafortunada adaptación del reputado A. I. Bezerides (La pasión ciega y El beso mortal), y autor de la propia novela Mercado de ladrones , a un guión cuyo dramatismo está divorciado del plano técnico, éste último impecable sobre todo si en lugar de plantear la película como drama social la contemplamos como rodaje noir. Tal desajuste se agrava en una pésima dirección de actores en la que uno no acaba de entender porque los intérpretes nos cuentan una historia tan desdichada con un aire de felices idiotizados que producen situaciones inconsistentes y personajes incoherentes: Conte –siempre fue un mal actor- luce una expresión alucinada, Cortese parece está actuando en una película de cine mudo y Lee J. Cobb resulta sobreactuado. Para colmo, inverosímil final feliz después de una concatenación de desgracias irreparables. Lo mejor, el blanco y negro de Norbert Brodine (El beso de la muerte, 1947), fotógrafo formado como cámara de guerra, cuya luz y encuadre encajan pintados en el ritmo violento y acelerado en exteriores que solía gastar Dassin, autor irregular capaz de alguna joya pero también de fiascos sonados en compañía de su inefable esposa.
Mercado de ladrones es una historia de las buenas, de las de ver una noche acompañado de la familia o en la más absoluta de las soledades. La historia te llega desde su comienzo. El hijo pródigo que regresa a casa con la cartera llena y cargado de regalos y se encuentra con una sorpresa. Su padre ha perdido las piernas.
Cuanod se entera de que fue ganándose la vida y por su poca mala idea se dejó engañar por un estafador llamado Fligia, hace todo lo posible por hacerse con un cargamento de manzanas e ir hasta este y vendérselas y de esta forma no solo cobrar por el trabajo, sino vengar lo hecho a su padre.
El guión nos lleva intencionadamente a ese desenlace final esperado desde las primeras escenas, pero vamos a disfrutar de los acontecimientos desde que ese camión se pone en marcha hacia su destino. Pinchazos, accidentes, personajes misteriosos, chica interesada, policías aliados, estafadores, bandidos, todo vale en el mercado de los ladrones. Da igual que todos conozcan los métodos ilegales de Fligia, nadie hace nada por pararle los pies y su negocio sigue creciendo como la espuma. Las interpretaciones están muy logradas, en especial las de Richard Conte, Valentina Cortese y Lee J.Cobb. Las escenas de acción con los camiones, teniendo en cuenta la época en que fueron rodadas, te ponen la carne de gallina.
El aire que se respira en este film es de tristeza por esos personajes que deambulan por ella, el sufrimiento y el peligro que conlleva llevar la comida a la casa, donde no sólo te juegas la vida al volante, sino entre el mar de ladrones que te vas encontrando por el camino. Te preguntas si vale la pena todo ese esfuerzo para dejarse la vida en ocasiones o deberías aprovechar otras ocasiones en la vida. Si tenemos en cuenta el personaje de Barbara Lawrence, más interesada en el porvenir económico propio que en su futuro marido. La vida no ha cambiado por muchos años que pasen.
Estadounidense de pura cepa, su visión comunista del mundillo de las mafias cotidianas y verduleras en esa América de promisión pudo ser, probablemente, una de las causas de su incorporación a las listas negras de depuraciones senatoriales y de su exilio a una Europa menos paradisíaca pero seguramente mas libre donde rodó excelentes trabajos.
Ciertamente la película dibuja un retrato perfecto del capitalismo más ruin, con la explotación despiadada de los agricultores y el enriquecimiento desorbitado de la cadena de distribución. Y esto también pasa aquí y ahora pero es indudable que también pasaba en los United States de los 40, por mucho que algunos se dedicasen a ver conspiraciones y a cazar brujas y meigas que haberlas hailas dedicando sus artes maléficas a poner de manifiesto las vergüenzas del sistema.
Probablemente por su dibujo del mundo y del mercado laboral recuerda en algunos aspectos a La Ley del silencio de Elia Kazan. En ese parecido no es ajena la presencia de Lee J. Coob con otra interpretación- excelente, por cierto – de mafioso de medio pelo con banda de matones de feria. Sin embargo aquí no impera el silencio sino el alcohol, la nocturnidad y la alevosía en forma de frenos que no responden. Aquí se impone la ruindad y la crudeza y el enriquecimiento por encima de cualquier cadáver por fresco que aún esté.
Notables también las actuaciones de Richard Conte y Valentina Cortese, almas paralelas condenadas a entenderse.
Una buena fotografía da realce a un guión perfectamente trabajado, con algún defectillo menor y sin trascendencia. Y especialmente original e interesantes los enfoques de la pareja Conte/Cortese preludiando las escenas más apasionadas.
El resultado de todo ello es una gran obra de Jules Dassin que sorprende gratamente a quienes, como yo, no conocíamos demasiado sus trabajos. Pecado imperdonable el mío. Para entonar el mea culpa…, pero reparable, eso si.
Último film realizado en EEUU por Jules Dassin (1911-2008) poco antes de ser acusado de izquierdista por la Comisión de Actividades Antiamericanas o Caza de brujas. El guión, de Albert Isaac Bezzerides, adapta la novela Thieves’ Highway (1949) del mismo Bezzerides. Se rueda en escenarios reales de San Francisco (puerto, calles de la ciudad…) y de las carreteras que unen Altament con San Francisco. Producido por Robert Bassler para la Fox, se estrena el 10-X-1949 (EEUU).
La acción dramática tiene lugar en Fresno, San Francisco y en las vías interubanas que unen ambas localidades californianas. Fresno se halla en el interior de la rica zona agrícola del Valle de San Joaquín. Nick Garcos (Conte), veterano de la Marina, movilizado con motivo de la IIGM, llega de regreso a la casa de sus padres tras licenciarse después de la guerra (1945). Participó en el desembarco y en la batalla posterior de Anzio (Italia) (enero-mayo de 1944). Encuentra a su padre, Yanko Garcos (Carnovsky), postrado en una silla de ruedas a causa de una acción criminal dirigida contra él por la banda mafiosa de Mike Figlia (Cobb), importante mayorista de frutas y hortalizas de San Francisco. Nick, de unos 25 años, soltero, comprometido con su novia Polly Faber (Lawrence), decide ponerse a trabajar como camionero transportista para ganar dinero, poder casarse, conocer a Figlia y vengar al padre.
El film suma acción, drama, cine negro, thriller, romance y drama social. Dassin recibe el encargo de realizar el trabajo de modo inesperado y con poco tiempo para llevarlo a cabo. Es el primer film que rueda para la Fox, después de dejar la Metro con la que había tenido algunas fricciones a causa de problemas con los censores del estudio por la violencia de sus historias (1). El guión se escribe en dos semanas a partir de una novela recién publicada, de Buzz Bezzerides, que se encarga de la adaptación. Los actores forman parte de la plantilla fija de la Fox, así como los directores de la banda sonora y de fotografía. Supone el debú en Hollywood de la actriz italiana Valentina Cortese, que encarna brillantemente el papel de la prostituta Rica. Trasmite al personaje una vibrante energía sensual, una contenida agresividad femenina y un grato toque de exotismo erótico.
La obra está concebida como un trabajo eminentemente realista, de acuerdo con las concepciones y preferencias del realizador. Los personajes no son héroes, sino personas normales y corrientes. Los problemas que afrontan están tomados de la realidad de cada día y son creíbles. Las fuertes pasiones que los mueven (codicia, venganza, ansias de supervivencia…) están tomados de la realidad que caracteriza a la sociedad americana en los primeros años de la posguerra.
(Sigue en el spoiler sin desvelar partes del argumento)