Martes, después de Navidad
Sinopsis de la película
Paul y Adriana están casados desde hace diez años y tienen una hija de ocho. Desde hace seis meses, Paul mantiene una relación extraconyugal con la dentista Raluca. Antes de Navidad, Paul, que intenta distribuir su tiempo entre su amante, la compra de regalos y las veladas en familia, decide llevar a su hija al consultorio de Raluca. Un imprevisto en la agenda de Adriana provoca un encuentro entre las dos mujeres, situación que colocará a Paul frente a una difícil elección.
Detalles de la película
- Titulo Original: Marti, Dupa Craciun aka
- Año: 2010
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
Película
6.5
84 valoraciones en total
(Tomo prestado un verso de una canción de Pedro Guerra).
Gran triunfadora del Festival de Gijón de 2010, se estrena estos días una película estimable, una historia mil veces contada sobre sentimientos en triángulo en los que uno de los lados (muchas veces, dos, y no pocas, los tres) sufre. Sufre mucho. Unas vidas ordenadas, como las de cualquiera, una historia nueva que llega como un rollito de primavera y se convierte en un vendaval de invierno. ¿Quién le iba a decir al protagonista que su jolgorio extraconyugal, en ese momento en que la madurez y el adiós a todo eso acecha a los hombres, y los acojona, se iba a instalar con esa fuerza en su corazón?. En fin, una película pequeña, pero repleta de aciertos, que gana con un poco de tiempo dejando un poso agradable, dentro de la amargura que retrata.
Esos aciertos son: un hombre tiene que elegir entre dos mujeres, pero la que deja no tiene menos atractivo que la que elige, de ahí un drama más intenso porque no entona el tango victoria al dejar a la madre de su hija, pasan pocas cosas en sus vidas, vale, ¿y qué?, ¿cómo son las de los demás?, se limita a retratar la cotidianidad de cualquiera, y como a ellos, a cualquiera puede ocurrirnos, la vida mide a los personajes, y cada quien hace lo que puede: no hay coartadas ni bajunos chantajes emocionales, me gusta que no mezcle tema social en lo que no es sino un melodrama con poca música: si los personajes tuvieran que buscarse la vida para sobrevivir, el drama estaría más contaminado , en esta película está desnundo, hay lo que hay.
Por cierto, es verdad que pasan pocas cosas en la película, y se cuentan a ritmo lento: no hay problema, este es cine intimista, el que quiera acción, que rescate MATRIX de la videoteca.
P.D.: Injustos premios a las actrices ex-aequo: no es que la chica dentista (María Popistasu) lo haga mal, pero su personaje es un secundario al lado de la gran creación de Mirela Oprisor, la actriz que encarna a la legítima esposa: ya vale la pena ver esta película sólo por la escena en que esta mujer despechada y malherida vuelca su rabia y su dolor contra el hombre que lo causa. Mujer inteligente, recupera las formas porque parece terminar comprendiendo que en la vida no hay libro de instrucciones, que las personas no somos piezas de puzles que encajan perfectamente sin dolor ni esfuerzo.
Me resulta muy interesante degustar películas como ésta. Sí, porque es rumana, y soy una curiosa de las historias ambientadas en geografías tan poco convencionales como ésta, o porque, aún más, me interesa esta mirada sincera y sin concesiones sobre ciertos aspectos de la condición humana, tan sutilmente delineados en esta película.
Ya la primera escena nos sacude con un realismo potente que nos sumerge de lleno. Paul y Raluca están en la cama. Son amantes, acaban de tener sexo, y la escena comienza con el momento inmediatamente posterior, en el que ambos descansan tendidos, satisfechos, desnudos y cómplices en la intimidad. Una charla trivial entre risas y susurros nos introduce en la historia.
Paul es un hombre de mediana edad y de clase media acomodada, que está casado con Adriana y tiene una pequeña hija. Mantiene a su vez una relación extra matrimonial con Raluca, a quien conoce desde hace pocos meses. Paul lleva una vida familiar tranquila y estable. Las delicias de lo cotidiano se delinean muy bien en la película, mostrándonos escenas que bien podrían ser fragmentos tomados de la vida de cualquier persona real: una cena familiar en la que se habla de los regalos para la navidad, la compra de una camisa, la esposa emparejándole el pelo con la rasuradora al marido en el baño, los momentos robados de intimidad con la amante. El guion se va delineando a partir de estas escenas, en donde lo que se dice es sólo circunstancial, y en lo que se calla subyacen las complejidades y los miedos que muchas veces no se pueden enfrentar.
La puesta en escena, en su sencillez y hermeticidad, lo mismo que el ritmo pausado, resultan muy acertados. La película respira una sinceridad por momentos incómoda y magistralmente plasmada.
Crónica de una crisis matrimonial, solapada para una de las partes, y el comportamiento, ¿civilizado?, de cada uno de los implicados, que pertenecen a una clase social privilegiada dentro de la empobrecida Rumanía. Es como colocar el reloj en posición de cuenta atrás hasta escuchar la detonación que hemos pactado, justamente el Martes después de Navidad.
No sé si la mayoría de los rumanos, tan parecidos en carácter a los españoles, reaccionarían ante este tipo de circunstancias desequilibrantes de una forma tan racional como los creíbles personajes de esta bien guionizada película de Radu Muntean, pero no dudo que habrá quienes demuestren valor y entereza ante una situación tan penosa. Y me estoy refiriendo sobre todos a la parte más perjudicada, la que recibe la información de la misma forma que un boxeador pararía con su nariz un puñetazo envenenado y definitivo, pero no de su rival sino de su mánager.
Sencilla manera de contar cosas que pasan a una agradable, simpática y triunfadora familia que vive en nuestro bloque, ellos en un dúplex con terraza. Como para dudar de que el próximo Friday, After Carnavales nos puede pasar a nosotros.
No remonta esta película. Promete, promete y se queda en promesas. Eso de darle a la vida el tiempo que la vida tiene es interesante, y algunos consiguen aferrar ese transcurrir. Ozu, Jia Zhang Ke, Béla Tarr, Porumboio, muchos en realidad. Muntean -para mí- queda en la superficie. Sus personajes son más interesantes que el modo en que reaccionan. El matrimonio de Adriana y él se merecería otros movimientos, otras actitudes, también otros dolores. Todo suena ya visto cuando estalla, y estalla en la esposa de un modo mezquino que no condice con lo que intuimos de ella ni con la relación que tienen en su matrimonio. Tampoco la amante convence, suena simplemente caprichosa, imprevisible y arbitraria. Él por momentos logra dar la incomodidad y la ajenidad que provocan en uno las traiciones, los amores desesperados, pero luego al quedar sólo en ese registro lo único que transmite es una especie de indiferencia hacia lo mismo que siente, o hacia los cambios que provoca. Son todos grandes actores y las tomas secuencia son muy elaboradas e interesantes, la secuencia de los regalos es espléndida, pero creo que cierta inconsistencia que siento es un problema del guión, o de la concepción. Ya me pasó con Boogie, del mismo Muntean, aunque es un film más conseguido, para mí. Aquí lo siento como arañando la superficie de las cosas. Está todo listo, todo podría ser perfecto, pero todo se escurre de entre los dedos.
Radu Muntean se adentra en senderos peligrosos con su Marti, Dupa Craciun , un drama que gira en torno a un matrimonio en el que como estrella invitada encontramos a una amante, formándose así un triángulo que acaba convirtiéndose en línea recta, creando pequeñas combustiones cuando los puntos de unión amenazan con unirse. Iniciándose con una secuencia erótica bastante elegante e insertada con contención, sin buscar el morbo por el morbo, poco a poco se nos presentan a sus personajes y algunos de sus conflictos. Un marido que se enamora de la dentista de su hija, una mujer que no descubre el pastel hasta mucho más adelante. Y en medio, una niña inocente que no sospecha que su familia está a punto de romperse.
Siendo honestos, los primeros 50-60 minutos del film de Muntean se mueven en aguas poco agitadas, casi sin interesar. Es cuando llega el momento importante, la verdadera confesión, cuando todo sube y sube hasta llegar a un último tercio en el que el diálogo, la fuerza de la palabra y la honestidad con la que ésta es entonada, se descubre como la verdadera sorpresa. Como en Maridos y mujeres , Septiembre o Secretos de un matrimonio , aquí las verdades duelen como golpes impactando en la cara de sus personajes, un verdadero combate pugilístico levantado por un par de actores de altura, si bien sorprende en cierto sentido (de forma negativa) la extraña actitud del marido a la hora de contar las cosas, como si estuviese declarando haber olvidado comprar el pan al volver del trabajo.
Muntean apunta maneras con su Marti, Dupa Craciun , si bien es demasiado tarde cuando todo se alza. Le falta mucha fuerza en su primera mitad, pero consigue lo imposible (levantar una película prácticamente insustancial en su mayor parte) con momentos de verdadero cine, pavorosos, que se miran en el espejo del maestro Bergman pero desde cierta distancia. Es la única posición posible, pues está claro que Secretos de un matrimonio ya existe, que es mejor, y que intentar hacer lo mismo habría sido un verdadero fracaso.