Maridos y mujeres
Sinopsis de la película
Jack (Sydney Pollack) y Sally (Judy Davis), dos de sus mejores amigos, sorprenden a Gabe (Woody Allen) y a Judy (Mia Farrow), anunciándoles su intención de separarse. Pasado el primer momento de estupefacción, la pareja empieza a plantearse si su matrimonio se basa en una relación realmente sólida. Mientras Jack y Sally tratan de rehacer sus vidas al lado de otras personas, Gabe comienza a flirtear con una de sus alumnas de la universidad (Juliette Lewis), y Judy empieza a sentirse atraída por el nuevo amigo de Sally (Liam Neeson).
Detalles de la película
- Titulo Original: Husbands and Wives
- Año: 1992
- Duración: 107
Opciones de descarga disponibles
Si lo deseas puedes descargarte una copia de esta película en formato 4K y HD. Seguidamente te detallamos un listado de fuentes de descarga directa activas:
Opinión de la crítica
7.6
34 valoraciones en total
Empiezo a detestar el cine intelectual de Woody Allen. Quizá es por el momento de la vida en que atravieso. Me aburre su visión catastrofista de la vida. Su visión del matrimonio no dista mucho de la putrefacta serie que cada día infecta la caja tonta en telahinco. Bien es cierto que es un hombre inteligente, culto, y que es digno de elogio el ser capaz de mantener una visión propia de las cosas y plasmarla en su cine. El cine de autor hoy en día es de agradecer.
Pero ello no es óbice para aburrir al espectador a base de una perorata moralizante y desde luego, alejada de los problemas reales de los matrimonios hoy en día. Yo también sé quienes son Gropius, Moholy-Nagy y Gabó. También reconozco la música de Wes Montgomery. Pero no tengo decorador. Ni psicoanalista. Ni otras memeces que los protagonistas tratan de hacer pasar como algo normal. Me parecen el típico grupito de idiotas snobs de los 70 que piensan que ver cine de Cocteau o leer a Tolstoi son el baremo por el que juzgar la valia de una persona. Cuanto más cine veo, más admiro a los directores hacen cine sencillo, sin artificios, pero con oficio. Los Ford, Huston, Hawks… Historias simples pero con una riqueza de matices suprema. Como hacer una buena tortilla de patatas. Como tomar una buena fotografía. Como pintar un bello cuadro. Lo aparentemente más sencillo es lo más complicado.
La II.G.M. trastocó por completo el concepto del arte. Ni la pintura, ni la música ni el cine volvieron a ser lo que eran. A raíz de ellos nacieron farsantes como Cage, Duchamp, Warhol…Los circulos intelectualoides de los 70 ensalzaron la mierda como hoy en día se hace. Por suerte, Woody Allen tiene una vertiente filmográfica mucho más digna. Prefiero otras obras suyas, como Hannah y sus hermanas o Misterioso Asesinato en Manhattan. No dan lecciones y sobretodo, no aburren. Por cierto, no he terminado de verla. Ello es suficiente castigo como para darle la nota que le he puesto.
Hombres, mujeres, maridos, esposas, novios, novias, amantes… Qué más da. En esta peli no se salva ni Dios. Una vez más, mi gafapasta predilecto arremete contra todo bicho viviente y, como no podía ser de otra manera, nos ofrece una singular y cáustica tesis matrimonial en la que nadie echará de menos -en absoluto- ni una sola de las fases por las que puede pasar una pareja. Una tesis parecida a las de Bergman, sí, pero en plan más coñón.
Aún así, Maridos y mujeres no es, precisamente, una de las pelis más mordaces e hilarantes de Allen. Ni mucho menos. Me sorprendió constatar, incluso, que alguna de sus secuencias (en concreto la de la fiesta en la que Jack se avergüenza del escaso nivel intelectual de su joven bomboncito) fuese verdaderamente violenta. O dramática, al menos. Algo que, por descontado, no es habitual en las películas del neoyorquino.
Podría decirse, pues, que Maridos y mujeres es una de las pelis más serias y profundas de toda la filmografía de Allen. Una peli en la que los movimientos de cámara, la tonalidad y la voz en off le otorgan un aire entre afrancesado y documental y en la que el pesimismo y la desolación flotan inexorablemente en el ambiente. Y quizás, por eso mismo, más de uno podrá considerarla relativamente decepcionante si la comparamos con otras obras maestras de su autor como Annie Hall, Delitos y faltas o Hannah y sus hermanas. Pero si estás casad@ y/o mantienes una relación estable durante más de cinco años entenderás perfectamente que la despiadada disección matrimonial de Allen es -para lo bueno y para lo malo- tan real como la vida misma. Y si no, cásate y verás.
Brutal y totalmente desolador retrato del matrimonio. Me pareció una radiografia de una sinceridad sobrecogedora sobre la verdadera realidad de las parejas donde, con el paso de los años, la felicidad y el amor poco a poco van siendo sustituidos por la comodidad y el conformismo. Lo que mas te llega ha asustar e incluso perturbar es la idea de que el matrimonio real sea exactamente así.
Una de las películas más intimistas de Allen. Lejos de sus habituales personajes histriónicos, llenos de absurda y genial mordacidad ácida, Allen trata un tema que siete años más tarde volvería a tocar el maestro Kubrick de soslayo en su obra póstuma Eyes Wide Shut . Las inseguridades de la pareja, y las diferentes visiones del matrimonio.
Mientras Kubrick enfatizaba en las fantasías de la pareja como punto de partida de las inseguridades, Allen crea una obra más teatral y el énfasis lo pone en la convivencia directa, y en las experiencias conjuntas de un grupo de parejas.
Con unos vertiginosos movimientos de cámara, subrayando el carácter documentalista que Allen quiere imprimir a la película, y ayudado al respecto por los comentarios de un narrador- entrevistador que va interrogando a cada uno de los protagonistas sobre sus diferentes experiencias en la vida, Allen pergeña un drama costumbrista que al espectador le resulta bastante cercano. Sin diálogos ingeniosos, aunque sí sesudos, Allen nos abruma con una nueva clase de filosofía existencialista que seguro dejará a más de uno con ganas de pensar en la cama…
Porque esta película habla precisamente de algo tan importante y común en nuestras vidas como la visión de pareja que anhelamos. Nuestras expectativas de encontrar una pareja que comparta con nosotros algo más que media hora de pasión y desenfreno.
A través de las distintas experiencias de los protagonistas Allen nos muestra un amplio abanico de teorías sobre el asunto, cada cual más interesante y sugestiva.
Con una fotografía a cargo de Carlo di Palma, Allen vuelve a sorprendernos esta vez con una obra más intimista pero igual de eficaz que en ocasiones anteriores.
Los actores están sencillamente apoteósicos, en especial una Juliette Lewis realmente abrumadora y portentosa, y una no menos brillante Judy Davis.
S O R P R E N D E N T E.
Basando todo su potencial exclusivamente en un soberbio guión donde ningún cabo queda suelto, el análisis causal de las relaciones de pareja sirve una vez más al genio neoyorquino para hacer y deshacer a su antojo los entresijos sentimentales de dos típicos matrimonios de clase media-alta de los noventa encarnados por Farrow y Allen por un lado y Davis y Pollack (todo un acierto este último) por el otro.
Con una sapiencia que resulta fascinante, Allen realiza un ensayo exhaustivo sobre las disputas conyugales, los miedos internos y el sentimiento de dependencia que se crea durante el matrimonio. Analiza y construye, y por el camino juega con sus inseparables constantes argumentales, todo esto sin peder el rumbo esclarecedor de unas palabras que se van convirtiendo en conclusiones demoledoras que impactan por su sinceridad desmitificadora y pesimismo.
Se podría afirmar sin miedo a equivocarse que Maridos y mujeres es uno de los trabajos más redondos e introspectivos de Woody Allen, y si además le añadimos la magnética presencia de la eterna lolita cinematográfica Juliette Lewis pues te sale una obra imprescindible que nadie debería perderse.