Marea de luna
Sinopsis de la película
Una noche de borrachera, un hombre se ve mezclado en una reyerta, creyéndose al despertar que ha matado a un hombre. Desesperado por los sentimientos de culpa, el hombre sólo encontrará la felicidad al conocer a una joven a la que rescata del mar cuando intentaba suicidarse.
Detalles de la película
- Titulo Original: Moontide
- Año: 1942
- Duración: 94
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Opinión de la crítica
Película
6.6
81 valoraciones en total
Cine negro de cuando el cine negro ni siquiera se había inventado, con Archie Mayo manejando la batuta y dirigiendo una orquesta dejada a su suerte por Fritz Lang. Músicos excelentes: Jean Gabin, Ida Lupino, Claude Rains y Thomas Mitchell (mi admiradísimo), abandonados por Lang debido a sus disgustos con el futuro Maigret a causa de una mujer. Claro que no se trataba de una mujer cualquiera la que se interponía entre dos europeos enfrentados no por la guerra sino por las faldas. Marlen Dietrich era un ángel exterminador, eso sí, azul.
La película tiene, sin necesidad de morbos añadidos, elementos más que suficientes para cautivar nuestro interés. Por un lado, la presencia de Gabin, en su primer papel en Estados Unidos y aportando elementos de seducción muy distintos a los de los galanes norteamericanos al uso. Por otro, una jovencísima Ida Lupino que borda un papel mezcla de debilidades y fortalezas, de desencantos y de ilusiones simbolizadas por las cortinas de una casa sobre las aguas del muelle. A Claude Rains no voy a descubrirlo. Espléndido en un papel donde, como suele ser habitual, parece estar un tanto de vuelta de todo, como habiendo vivido más que lo que indican los años del carnet. Y por último Thomas Mitchell quien rompe sus esquemas habituales de chico bueno pero que, incluso fuera de su habitat natural, borda un excelente trabajo.
Con una fotografía magistral por la que Charles Clarke fue nominado al Oscar y elementos surrealistas con diseño Dalí, la sinfonía de relojes en la borrachera del protagonista, la película cumple sobradamente con las expectativas previstas incluso con dosis interesantes de suspense. El regreso de Bobo (Jean Gabin) a su hogar donde le espera su recién estrenada mujer (Lupino) se nos hace eternamente largo. Esa tensión es de agradecer y da un punto diferencial positivo a un buen trabajo de Archie L. Mayo que seguro no desmerece de lo que hubiese podido hacer Lang de no haber mediado una tal Lilí.
Fue una cinta que comenzó a rodar en 1942 Fritz Lang y que continuó Archie Mayo. Es la primera protagonizada por Jean Gabin en los EEUU y es también una producción de Mark Hellinger, un personaje importante en el Hollywood de los 40 porque puso los temas llamados sociales y un tratamiento mas realista de los mismos.
Aquí los protagonistas, tanto Gabin como Thomas Mitchell, son gente que viven de sus manos, trabajos duros y mal pagados de estibador o guardián de noche, gente sin estudios gran corazón y una cierta querencia por el alcohol.
Y en este mundo de brutos que responde a los nombres de Bobo, Tiny o Pop, irrumpe la delicadeza de la mano de la chica desesperada, la estupenda Ida Lupino, Anna en la ficción.
El tono general de la obra está próximo al realismo poético del cine francés de la segunda mitad de los 30, pues algunos detalles muy precisos y creíbles sobre las costumbres de los personajes se añade un tratamiento visual muy estilizado próximo al expresionismo, con gran utilización de sombras y neblinas. La secuencia de la persecución entre Mitchell y Gabin, que ocurre en el dique, es un modelo de lo que acabo de decir, lo cierto es que sea de quien sea el mérito, Moontide se ve hoy con mucho agrado, como un ovni salido de un planeta desconocido, luminoso y reconfortante, aunque no se concrete en que años transcurre la acción es evidente que estamos en plena gran depresión, pues sus personajes hablan de sus erráticas búsquedas de trabajo por Portland y San Francisco los salarios son 1,2,3,4 dólares al día con un complemento del alcohol y existen todos esos tipos sin fortuna, un tipo de solidaridad o de dependencia que corresponde también a una tradición de movimientos sociales.
Digamos para acabar que el film está muy pero que muy bien escrito y que incluye una fiesta de boda matrimonial creada…pues con un ritmo muy especial.
Fritz Lang abandonó el proyecto a los ¡cuatro días!, y fue sustituido por Archie Mayo, al que ya le había tocado sustituir a Curtiz o Ford entre otros.
Hay paralelismos en su arranque y planteamiento inicial con The Docks of New York de Josef von Sternberg que poco a poco va desembocando en un drama con dosis de suspense. Nominada al Oscar a la mejor fotografía (en blanco y negro) los temas que trata Moontide son recurrentes: la posibilidad de cambiar y empezar de nuevo.
Puede recordar un poco también a otra película posterior de Gabin, El muelle de las brumas, en la puesta en escena, fotografía, el personaje de Gabin, etc. La película fue un fracaso. Jean Gabin, pese a bordar su papel, no triunfó con Moontide y por lo tanto en Hollywood, teniendo que regresar a Francia posteriormente.
Destaca, sobre el conjunto, la secuencia de la borrachera y el sueño surrealista posterior. ¿La rodaría Lang? Y digo esto porque las secuencias nocturnas se le atribuyen al maestro austriaco. Al filme le falta intensidad, tanto en suspense como en su drama romántico, para atrapar pero merece la pena visionarlo para ver las interpretaciones principales y la de los secundarios, en especial la de Thomas Mitchell.
Incursión de Hollywood en el realismo poético, esa corriente cinematográfica que triunfó en Francia en los años treinta, no en vano tenemos a su actor fetiche Jean Gabin de protagonista, en su fugaz coqueteo con la industria americana y que presenta también aspectos del cine negro en su concepción e incluso cierta deriva hacia el romanticismo más exacerbado en su tramo final que, lejos de perjudicarla, proporciona cierta esperanza en el ánimo del espectador al huir del fatalismo pesimista que lo había embargado.
Al parecer, este proyecto iba a dirigirlo Fritz Lang, tal como aparece en los títulos de crédito pero, tras pocos días de rodaje, tuvo algunas peloteras con el protagonista y con la productora y abandonó, así que encomendaron la tarea a Archie Mayo.
Con un cuarteto de actores de campeonato, donde no se puede dejar de destacar a Thomas Mitchell por ese papel, tan ambiguo, con que nos regala, donde brilla apoteósicamente esta película es en el apartado visual con una fotografía bellísima y una composición extraordinaria, con magnífico juego de luces y sombras, brumas y nieblas y utilización de los espacios que recrean la situación de marginalidad de nuestros protagonistas ( esos antros de los puertos, los muelles, las barcazas de los pescadores, sus covachas, el mar y las olas, la luna que lo baña todo…), sumiendo al espectador en un trance del que le costará despertar.
Es fascinante cómo nos hacen sentir la soledad y la sordidez en el que están sumidos los protagonistas, cómo percibimos la calidez que puede desprender una barcaza medio derruida reconvertida en hogar…
He de decir que la sipnosis no es del todo correcta. Jean Gabin y Thomas Mitchell son estibadores del puerto al que les une una extraña amistad. De vida desarraigada y siempre de aquí para allá, Gabin, tras agarrarse su enésima cogorza una de esas noches en la taberna del puerto, a la mañana siguiente no recordará nada de lo sucedido. ¿ Se metió en problemas?. No lo sabe bien. Pero uno de los asiduos a la taberna aparece asesinado por estrangulamiento. Y esa noticia le hace estremecer sin que el espectador sepa todavía por qué. Su amigo se lo querrá llevar de allí a San Francisco pero esa noche, Gabin salva la vida de una muchacha ( Ida Lupino) que quería suicidarse adentrándose en el mar. Empieza a tener una razón por la que quedarse. Claude Rains hace el papel de guarda del puerto y amigo, conocedor del secreto de los otros dos.
Así pues, tenemos cierto misterio a descubrir además de la historia de amor de la pareja. Archie Mayo conduce bien esa mezcla de intriga y romance dentro de ese marco amén de regalarnos ciertas escenas verdaderamente hermosas. Una película muy recomendable.