Mapa
Sinopsis de la película
Un joven director español es despedido de su trabajo en televisión. Para hacer realidad su sueño de hacer cine, viaja a la India con la intención de hacer su primer largometraje, pero pronto descubre que lo que realmente busca no está en la India sino en Madrid. Rodada durante varios años con un presupuesto muy limitado, es una especie de película-diario que narra en primera persona situaciones de la vida cotidiana del realizador.
Detalles de la película
- Titulo Original: Mapa
- Año: 2012
- Duración: 85
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Opinión de la crítica
Película
6.7
97 valoraciones en total
Olvidemos lo aprendido
En mi último artículo concerniente al Nuevo Cine del Siglo XXI entredije que el principal obstáculo del cine contemporáneo es su insistencia en verse a si mismo como único referente posible. Es como si desde el momento en que los primeros cineastas-cinéfilos entraron en acción los directores de cine hubieran olvidado cómo hablar de personajes reales: de repente el único camino a seguir es explotar mecanismos narrativos ya ensayados.
Vaya por delante, estoy convencido de que la dosis de cinefília que cineastas como François Truffaut, Jean-Luc Godard, Martin Scorsese, Francis Ford Coppola o Steven Spielberg insuflaron al cine de los años setenta resultó muy productiva, pero el caso es que a partir de entonces casi nadie pareció recordar cómo era hacer películas que remitieran a la realidad y no a si mismas.
Por eso es una agradable sorpresa encontrar en la cartelera títulos como No es país para viejos, En tierra hostil o Los miserables, películas que, en definitiva, explotan al máximo las posibilidades narrativas cinematográficas sin limitar su lenguaje al uso exclusivo de los recursos ya empleados por otros. Recordemos cómo los Coen sortearon numerosas convenciones narrativas para plasmar en imágenes la crudeza del libro de Cormac McCarthy, al tiempo que Kathryn Bigelow se despojaba de los tópicos del cine bélico para contar con sinceridad los sucesos de Iraq, mientras que Tom Hooper rechazaba los personajes planos del cine comercial para adaptar con fidelidad un famoso musical. Gracias a todo ello los tres cineastas encontraron una nueva posición para hablarle al público, y en eso consiste precisamente el logro de Mapa, un film profundamente sincero que nace del absurdo deseo de rodar una película sin tener nada que contar.
En realidad, la reivindicación del cine como arte capaz de romper fronteras lingüísticas no excluye al director cinéfilo, sencillamente propone un lenguaje cuyos recursos se actualicen regularmente gracias al sustento de las aportaciones de los cineastas anteriores. Es decir, lo descubierto hasta el momento se usa como plataforma para subir a un nivel superior. Y lo que encontramos en el documental de León Siminiani no es otra cosa que la conquista de un nuevo escalón en la narrativa.
Del objetivo nace el resultado
La premisa de esta cinta se reduce a la presentación de un personaje (el propio director) que decide grabar todo lo que encuentra en su camino con el objetivo de reunir el material necesario para montar una película. Y adivinen lo que sucede. Lógicamente, de ello nace un juego de espejos en el que León Siminiani se convierte en el protagonista de su propio relato, fenómeno del que resulta un argumento metalingüístico en el que el protagonista de la película tiene por objetivo rodar esta misma película. Bien, por si se han perdido, vuelvo a intentarlo.
Mapa no es otra cosa que el visionado de una serie de imágenes captadas por un sujeto cualquiera (al menos aparentemente) acompañadas por una voz en off que nos desvela su intención al tomarlas. Pero en realidad hay algo más. Lo que convierte esta propuesta banal en un producto francamente interesante es el mero hecho de anunciar, nada más empezar, que la intención del director es construir una película, algo que convierte al objetivo real de este director en el hilo conductor de la aventura vivida por el protagonista – que es, a su vez, el mismo director-. Y lo cierto es que la apuesta funciona.
De repente nos encontramos ante una mezcla de comedia, reflexión psicológica y radiografía social llevada a cabo mediante un viaje hacia ninguna parte, en realidad más introspectivo que turístico. Esta sencilla intención de cerrar un ciclo abierto a propósito es la que se encarga de construir el esqueleto de un guión improvisado sin necesidad de contar nada en particular. En pocas palabras, el propio objetivo de hacer la película acaba haciendo la película. Y no, no resulta para nada aburrido.
Evidentemente, Mapa se nutre de recursos narrativos afanados de otras películas (como en ocasiones el director llega a reconocer, recordemos por ejemplo la divertida secuencia que resume el elipsis de dos años), pero lo más llamativo es que, además de hacerlo con su propia personalidad, León Siminiani emplea dichos recursos para construir un esquema discursivo antes nunca visto (al menos por parte de un servidor). De modo que Mapa termina por ser un producto tan original como desconcertante que deja con muy buen sabor de boca a pesar de no contar con ningún referente. En resumen, esta es la primera vez en mucho tiempo que el cine español nos brinda un producto innovador.
Siminiani no se cansa de experimentar. Si sus cortos ponían patas arriba cualquier convención, con su primer largometraje Mapa aumenta la sorpresa del espectador. Es un diario filmado en primera persona, una ficción personal, una road movie con monólogo interior. Unos caen en múltiples adicciones ante un proceso de duelo, pérdida, soledad o añoranza: Siminiani filma películas. O mejor aún: trozos de vidas que son la suya. Con una cámara digital que bebe de la realidad fragmentada por el montaje y por su propia mirada.
Sin buscarle más sentido que la ficción subjetiva nacida del arrebato, Mapa se sostiene sin problema. Y puestos a pensar en las diferentes capas y caras del cubo, Mapa es metacinematográfica y a la vez cine sin más, es una narración y al mismo tiempo habla de las dificultades y de los azares que entraña cualquier proceso de narración, es la presentación de un yo y también la disgregación de ese yo en búsqueda y en crisis.
Mapa, en términos barojianos, sería un camino de perfección, un acto de exhibición, un ejercicio de desnudo. Cabe la posibilidad de que asistamos a la filmación completa de la vida de Siminiani con sus obras, a las que llama conceptos. Baroja tampoco escribía novelas en el sentido clásico del término. Mapa es un juego que rompe los cánones establecidos y sienta las bases de otros: la de un cine que no es ni realidad ni ficción, que entretiene a la audiencia y que tiene poderes terapéuticos para quien filma. Una obra que puede tacharse de egocéntrica pero que está llena de inventiva.
@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
http://cachecine.blogspot.com
… grabado así, a lo caso Bourne, es la expresión que utiliza León Siminiani para referirse al modo de filmar una agitada secuencia en India para su documental Mapa. Y es que lo que podría haber sido la continuación de un fértil diálogo con la obra de Chris Marker ya iniciado en nuestro país por Isaki Lacuesta en sus Variaciones Marker, acaba derivando en un lastimero videoblog con el despecho anidado en el corazón discursivo del mismo, en el que una cansina y sobreverbalizada voluntad admonitoria nos obliga, a cada momento, a dar pasos adelante y atrás en el camino hacia la catarsis sentimental post-ruptura. La soledad nos lleva a decir y a hacer tonterías, parece aclararnos Siminiani en una pirueta irónica al final de su documental que pretende convertir todo lo mostrado hasta entonces en una tachadura, la de ese mapa existencial que intentamos perfilar en nuestra vida en los momentos de mayor dolor y desorientación. Por desgracia, el artificio de las formas termina por asfixiar esa verdad. El nervio ensayista de Siminiani es blando, en ocasiones populista, cuando no muere víctima de un empacho de autocomplacencia: no son pocas las ocasiones en que la fuerza de ciertas imágenes languidece bajo una sonrojante e innecesaria búsqueda de hermandad con referentes cinematográficos y musicales. Una coartada pop que se levanta tan de uñas, que se engalla tanto, que acaba dando un poco de risa, y lo que es peor, socava toda posibilidad de adoptar esa distancia irónica de la que precisa Siminiani para que, al final, podamos tomárnoslo en serio.
Me sorprende la originalidad y valentía que el director ofrece en esta película-documento-diario-de 90 minutos en la que no hay más soporte que las imágenes que el propio director grava y pone voz con la narración de su diario personal.
El interés se mantiene intacto hasta el final. Pero lo que más admiro en este documento es la respuesta decidida y valiente que el director adopta ante una situación situación personal muy adversa y sin recursos para seguir su carrera. El autor pone una vez más en práctica su original visión del cine para poder construir un documento valioso con un gasto mínimo y con gran derroche de imaginación.
Creo que este tipo de cine debe ser promocionado. La recomiendo
Una persona cuya vida está en un momento de crisis absoluta, coge una cámara doméstica, parte de viaje y trata de hacer una película en primera persona, un diario. En el camino encuentra una deslumbrante colección de hallazgos cinematográficos. Se enfrenta a la realidad, a sí mismo y al desamor con una camarita digital, un cuaderno y un portátil. Nos lleva con él y le seguimos en una serie de giros sorprendentes, que nos hacen olvidar que estamos viendo una película conducida por una voz en off. Finalmente llega a un lugar donde parece encontrar algo de luz o, al menos, algo de calma para seguir con su vida. Tiempos distintos, películas distintas, sí: ojalá MAPA llegue a cuanto más público, mejor.