Maktub
Sinopsis de la película
Cuento de Navidad. Manolo (Diego Peretti) atraviesa una crisis aguda: la rutina de su trabajo le resulta insoportable, su matrimonio con Beatriz (Aitana Sánchez-Gijón) está al borde del abismo y las relaciones con sus hijos no son buenas. Un día, conoce a Antonio (Andoni Hernández) un chico canario de 15 años, con cáncer, pero con unas ganas de vivir tan contagiosas que la vida de Manolo da un vuelco radical. La madre de Antonio (Goya Toledo), la madre de Manolo (Amparo Baró) y su singular amiga (Mariví Bilbao), el vecino de la familia (Enrique Villén), un divertido repartidor de comida (Jorge García), una extravagante enfermera (Rosa María Sardà) y un sinfín de personajes, cambiarán completamente la tediosa vida de Manolo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Maktub
- Año: 2011
- Duración: 113
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Opinión de la crítica
6.2
40 valoraciones en total
Por mucho que ayuntamientos y centros comerciales se empeñen en adelantar la fecha todos sabemos que la Navidad no llega hasta Diciembre. Es entonces cuando el cine nos regala su dosis anual de ñoñería infantiloide con películas –la mayoría norteamericanas- que traen sin cuidado a niños y mayores.
La industria española (que no es tonta por más que se empeñe en parecerlo) decide competir ofreciendo más de lo mismo pero en versión austera y con una cierta mala leche que nunca viene mal. Así que Paco Arango (creador de series tan prescindibles como ‘¡Ala… Dina!’ y ‘El inquilino’) se ha puesto manos a la obra escribiendo y dirigiendo ‘Maktub’, que en árabe significa ‘lo que está escrito’.
Con la excusa del destino y la presencia del angustiosamente híper-sobreactuado Diego Peretti como monigote protagónico, Arango se empeña en sacarnos una lagrimita fácil cada diez sonrisas mudas. La película lo tiene todo para convertirse en un calvario de glucosa insípida. Y lo consigue de sobra.
Elegir a Peretti para encabezar el reparto de una película navideña es tan contraproducente como invitar a Jordi González a impartir una cátedra sobre ética periodística. Y lo comparo con alguien de TV porque se hace difícil calificar de película algo que jamás pasaría como pésimo capítulo piloto de una serie.
En ‘Maktub’ no hay casi nada que parezca cine. Su realización, sus idas y venidas en el tono y el tratamiento de sus personajes son puramente televisivas. Pretende ser simpática pero acaba siendo tan pesada como ese tío que cuenta los mismos chistes en la cena de nochebuena todos los años. La faceta cómica de la cinta funciona por espasmos y la dramática es un despropósito de los grandes.
Hay escenas donde la falsa complicidad entre personajes da lugar a ciertos diálogos carentes de alma y sentido, muchos de los cuales están forzadísimos por el mismo cáncer de siempre: los niños no hablan como niños sino como guionistas que nunca han visto uno de cerca. El día que encontremos la cura ganaremos todos.
Resumiendo: lo que pretende ser homenaje al joven en que se basa la historia se convierte en un cuento donde la ternura está mal calculada y no hay sitio para la supuesta fragilidad emocional del espectador en fechas navideñas. Ni el trío calavera (Baró, Bilbao y Sardá) ni la excelente pero desorientada Goya Toledo pueden sacar las castañas del fuego en el estreno de Paco Arango como director de cine.
‘Maktub’ podría funcionar como cuento. Es fiel y consecuente con el factor casualidad que propone pero se pierde al subrayar la parte más dramática durante la fatigosa media hora final. Garantizo que el último giro sobre el personaje de la Sardá es de los más torpes que se han visto en una película que es para niños, no para tontos.
Las intenciones son muy loables ya que Paco Arango gestiona una fundación que ayuda a niños con cáncer desde hace más de una década y ha querido hacer una historia navideña y familiar sobre el destino, la felicidad y la vida. Excelentes intenciones, pero contradictorio resultado en mi caso… ¡Me he sentido infeliz y violado! Como si el propio Arango me metería por vía rectal una tonelada de helado de turrón con extra de azúcar hasta que muriera reventado y me pidiera encima que me riera. Muerto por sobredosis de azúcar será lo que rece en mi humillante certificado de defunción…
Hay que reconocer que el creador de ¡Ala… Dina! (nota media de 2,2 en Filmaffinity) y El inquilino (nota media de 2,0) tiene sentido del marketing al incluir en el reparto a rostros populares y completar un casting ‘internacional’ para una completa distribución y éxito. Es curioso que la protagonista de Patito feo salga dos minutos o que nuestro Hurley de Perdidos aparezca diez contados, tenga cuatro frases y que ambos figuren en el cartel como clamoroso reclamo publicitario. Arango, además, coge todos los peores tics de las películas comerciales familiares americanas y el legado de Globomedia más familiar para hacer un pastel navideño (tamaño familiar porque aquí todo es familiar) con niño con cáncer que haga llorar y reír a partes iguales.
Según el director se suele decir que cuando se trabaja con chicos enfermos empiezan a surgir muchas coincidencias inexplicables y de ahí nace una historia que es… ¿inexplicable? El título es árabe pero nos encontramos, a través de un alegato claramente católico, con un cóctel de auto-ayuda, Qué bello es vivir y Planta 4ª. No se entiende muy bien que el protagonista vea a una ‘gorda’ (sin eufemismos) que finalmente es un mero recurso para que se encuentre con un niño que no es que sea liante o listo… es que tiene guión… que es otra cosa bien distinta. La utilización de la música sensiblera, un narrador inicial que luego no pinta nada y una infinidad de efectos hacen que el espectador tenga la sensación de encontrarse en un anuncio navideño de un centro comercial o de lotería de navidad. Maktub me ha parecido un bodrio navideño dantesco en toda su plenitud almibarada y tan empalagosa que casi me mata. Menos mal que Diego Peretti y Aitana Sánchez-Gijón tienen tablas y una ‘chica freixenet’ burbujeante llamada Mariví Bilbao consiguen sacar algunas risas entre tanto mojón azucarado navideño.
Creo que nunca me había equivocado tanto antes con el comienzo de una película. Durante los primeros diez minutos, repletos de situaciones absurdas y ridículas que me hacían sentir vergüenza ajena, pensé que me hallaba ante una película terrible.
Después de eso, no obstante, la película va adoptando una candidez, una historia y un ritmo muy diferentes a los que prometían, curiosamente coincidiendo con la aparición del personaje de Antonio, auténtico centro sobre el que gira toda la historia (aunque el protagonista sea Diego Peretti).
¿Podría ser este cambio una metáfora que represente lo absurda y sin sentido que eran sus vidas antes de la aparición de Antonio? ¿Una casualidad? No lo sé… Pero sea lo que sea, tiene efecto.
A partir de ahí se convierte en una película interesante, divertida en momentos, cercana, con verdades como puños y con sentimientos a flor de piel (y no sólo por la situación de Antonio, sino la soledad del hijo, la añoranza de Carlos de su familia, la ternura de las dos ancianas…). Además, grandes interpretaciones de la mayoría de actores.
Interesante película.
Al estilo de esas comedias de antaño Cambio de planes reconecta con una comicidad clásica, se mimetiza con las películas americanas de los cincuenta, particularmente con las de Frank Capra que contaban historias emotivas y familiares en las que triunfa la solidaridad y el humor a pesar de la negrura.
Todo en la película busca una integración de opuestos generacionales, estéticos y genéricos en una suerte de ensalada que milagrosamente resulta eficaz: mezcla música de los años cincuenta con modernos raps, así como la ropa y los peinados que tienen los hijos de Manolo parecen de otra época frente al look callejero y actual de Andoni y su joven madre.
Paco Arango se permite mezclar géneros que van desde la comedia al melodrama con cierto matiz fantástico, como los ángeles o espíritus que bajo inesperadas formas aparecen para reorientar al protagonista, aunque él no lo sepa: la misteriosa enfermera y la ridícula gorda que provoca la caída inicial de Manolo funcionan en ese sentido.
El argumento es sumamente pueril pero entretenido y con ritmo, funciona más allá de alguna desprolijidad como el narrador inicial que luego no reaparecerá o que promocione un best seller de autoayuda con nombre y apellido.
Afortunadamente, la película sale airosa de sus muchos riesgos apoyándose sobre todo en un equipo de actores de gran calidad interpretativa, aun los secundarios en pequeños roles. Todos colaboran a condimentar un cóctel navideño gratificante como un tónico en medio de la desesperanza, aunque sólo logra su efecto con la condición de entregarse incondicionalmente al almibarado corazón de una historia optimista y naif.
Creo que maktub, es una película entrañable, bien dirigida y bien interpretada por todos, quizás el único pero es el protagonista cuyo optimismo extremo resulta pelín excesivo y adolece además de calidad interpretativa, a mi aficionado punto de vista.
Más allá de esto, sale una película bastante redonda, en la que lloras y ríes a partes iguales, pero ir al cine y llorar no es algo malo, siempre y cuando la película lo pretenda, hacer aflorar los sentimientos navideños, dulzones y empalagosos a veces, no es malo.
El film intenta contagiar optimismo frente al paso de la propia vida, con sus lados rosa y sus zonas oscuras, dándole tintes de cuento navideño en algunos de los personajes. No trata de ser irrealista y arreglarlo todo como en un cuento infantil pero dando paso al optimismo y al humor… será por la necesidad que tenemos en este momento del planeta que se nos hará necesario.
Por cierto, la película, como todas hay que verlas hasta el final, que suele ser el apagado del proyector, no el encendido de luces de la sala, por mucho que los propietarios de los cines quieran ganar tres minutos, lo digo porque el último fotograma es otro guiño de humor al espectador, que al menos en mi sesión se perdió el 99% de la sala.