Los últimos cinco años
Sinopsis de la película
Basada en una obra musical de Broadway ganadora del premio Tony, la historia se centra en la relación que mantienen Cathy Hiatt (Anna Kendrick), una joven aspirante a actriz, y Jamie Wellerstein (Jeremy Jordan), un novelista en alza. Cuando ambos se conocen pronto se enamoran perdidamente, y la vida les sonríe. Pero cinco años después, incapaces de superar las dificultades de la vida cotidiana, lo único que les queda es una relación que desafina, y echando la vista atrás reconocen que sólo les puede salvar los esfuerzos por volver a encontrar su historia de amor inicial.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Last 5 Years (The Last Five Years)
- Año: 2014
- Duración: 94
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Opinión de la crítica
4.9
62 valoraciones en total
En el teatro musical suele haber tres tipos de canciones:
– Las melodías que sustituyen a los diálogos y hacen avanzar la historia. Se suelen caracterizar por ser melodías algo monótonas, no tienen estribillo propiamente dicho y son más bien diálogos cantados.
– Los grandes números musicales con grandes coreografías, muy corales y con mucha gente en escena. Son las canciones que dotan al espectáculo musical de grandiosidad y el reclamo que hace que la gente no apasionada por los musicales acuda al teatro.
-Las canciones que subrayan momentos culminantes de la historia. Siguen más los esquemas de las canciones convencionales con un estribillo que se repite y son las canciones que trascienden el musical y pueden llegar al gran público sin que éste sepa que la canción proviene de un musical.:
El problema de esta película es que sólo utiliza canciones del primer tipo. No hay apenas coreografías, ni vistosidad ni números corales ni canciones. Son sólo diálogos cantados que no deparan ninguna sorpresa y que repiten una secuencia constantemente: canta él, canta ella y así todo el rato. Sólo dos voces, dos personajes.
La historia es una historia de amor/desamor convencional, lo cual resta aún más interés a las melodias que suenan demasiado genéricas, repetitivas (sin serlo) y aburridas.
Me encanta el musical y este es el primer musical que me empezó a aburrir desde la segunda canción y nada ya consiguió sacarme del aburrimiento.
Quizás como teatro musical sea más digerible pero como película no funciona.
¿Para qué trasladar a la gran pantalla una obra que se beneficia de la limitación espacial que confiere un teatro?
Simbiosis gráfica, de ocurrencia gustosa, ejecutada con garbo y salero para una simpática pieza de gran estilo y arte.
Richard LaGravenese escribe y dirige esta fresca y jovial, dinámica y alegre obra, de Jason Robert Brown, que ha cosechado éxito tras aplauso, más reconocimiento masivo del público y la crítica, en las duras y exigentes tablas del teatro, desde el 2001 para coronar -tras su ruta viajera por distintas ciudades, con unanimidad de elogios y halagos en todas ellas-, en la actualidad, con su adaptación a esta genial, sonora y peculiar película cuya clave es la complicidad y adaptación de unas logradas, soberbias y acertadas canciones que realizan una fusión magnífica con el argumento que se quiere narrar.
Cinco años en la vida de una pareja, con la fascinación y excitación de su ávido inicio y su hilarante y desgarrador recorrido hacia una, inevitable y concluyente, crisis matrimonial donde cada uno ya ha optado por caminos diferentes y que, sin remedio y con mucho dolor, les precipita a esa ruptura final de lo que fue esperanza asombrosa e inaudita, ella te lo canta en proceso cronológico inverso, desde su soledad y amargura última a la inocencia e ilusión primera/él lo hace en orden correcto, desde la hermosa locura insensata de enamorarse a la aventura de irse a vivir juntos, al riesgo amado del matrimonio y a la pena, coraje y valor de poner freno y final a lo que ya no posee sentido ni contenido, mezcla espléndida, de sustancia animada, que da como resultado una obra cordial y amena que se consume con agilidad y sabrosa ligereza gracias a la sensible, sutil y penetrante interpretación de su pareja protagonista, perdido flechazo, de ganado entusiasmo y alabanza afectuosa, para una magnífica y emotiva Anna Kendrick y un sólido y enérgico Jeremy Jordan que conforman un dueto vivo, mágico e irresistible que transmite sus emociones, alegrías y sinsabores con una nitidez y armonía, capacidad expresiva innata, que te conquistan, atrapan y enamoran.
Desorden temporal que les lleva a coincidir en espacio y sentimientos, ambivalencia reflexiva que te lleva a observar el llanto desapacible de ella con la ilusión desbordante de él, la ensoñación nerviosa de quien espera la llamada de su amor con quien presenta la dimisión y despedida definitiva, más un vívido centro que se precipita desde la ingenuidad cándida y fervorosa hacia la tristeza y hecatombre de su interrupción donde, menos de cinco frases dichas son necesarias para encadenar tan fabulosas melodías y magnético canto realizadas con sensibilidad, destreza y acierto para engranar con la historia de amor que se quiere contar.
Aunque no te guste el musical te será apetecible, sólo en el tramo final te será un poco cansina, pesadez que no comparte un oído que sigue encantado y una vista bien nutrida, si eres fan de este tipo de género ¡enhorabuena!, simplemente déjate llevar, lo que es indudable es el concienzudo trabajo, el ritmo pegadizo, la delicadeza afectiva, la desnudez anímica, las apetitosas melodías, las naturales coreografías, la constancia de su marcha, el equilibrio de sus partes, la colorida fotografía urbana de un Nueva York intenso, el esmerado detalle de su confección, el elegante rincón creado…, y que, por una vez y sin ninguna duda, se confirmen todas las alabanzas y positivos comentarios referidos a la misma.
Tu consideración y apego dependerán de la afinidad y devoción que manifiestes por un argumento cantado, cuya entonación debe hacer balanza con tu corazón, pero la evidencia de su alma es clara, obvio su espíritu, potente su carisma y estimada su identidad, entrañable particularidad que juega con gran habilidad y esmero con sus armas y que la convierten en un producto querido y muy apreciado, consolidada estructura que te llevan a respetarla y aprobarla, sea de tu gusto o no.
La belleza y misterio de conocer a una pareja, el placer de su compañía, la emoción de su disfrute, la explosión de sus recelos, el descontrol de su adrenalina, el rechazo de su amor…, adornado con la dulce sintonía de un delirio que adula la facultad perceptiva y el sistema auditivo, al concertar un suculento escuchar con un agradable mirar. Perfecta adaptación a celuloide que nada tiene que envidiar a su ambientación en teatro, sugerente y atractiva en ambos formatos.
lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
No siempre va a resultar fácil para el público mayoritario disfrutar de un musical en el más puro sentido de la palabra, donde los diálogos convencionales den paso en su totalidad a la sucesión de piezas musicales. Esto no puede considerarse un hándicap per se pues, como ya sabemos, en esto del cine, el contenido va supeditado a la forma y va a depender de la pericia del director el imprimir personalidad e interés a una obra para, en el mejor de los casos, rescatarla del ostracismo y, en el peor, postergarla al olvido. He aquí el principal fallo de la misma, Richard LaGravenese (director que sí ha mostrado mucha valía en la realización de guiones como los de ‘El rey pescador’ y ‘Los puentes de Madison’) ejerce una labor de dirección totalmente impersonal y anodina que acaba convirtiendo el metraje en una mera sucesión de videoclips carente de interés.
La historia se centra en Cathy, una aspirante a actriz que es incapaz de hacerse un hueco en la industria, y Jamie, un joven novelista que sí saborea las mieles del éxito. Ambos se disponen a narrarnos los cinco años de su relación, altibajos incluidos.
Llama poderosamente la atención la estructura temporal mediante la cual se nos cuenta la historia. Se va intercalando una narración cronológica de los hechos desde el punto de vista de Jamie, con una narración cronológica inversa cuando es Cathy quien aporta su visión de la relación. Supongo que el objetivo de tan enrevesado planteamiento no es más que el de mostrar el contraste que hay entre los idílicos inicios y los desilusionantes finales, entre otros avatares propios de una relación sentimental, aun así lo considero un recurso fallido pues, llegados a cierto punto, la inconexión entre unas escenas y otras es patente. El espectador acaba preguntándose si era necesario complicarse tanto para contar una historia tan simple.
Respecto al amor en el cine siempre me he decantado por finales fallidos, por relaciones donde las vivencias buenas y malas se intercalan al igual que los aciertos y errores de quienes la forman, el ser humano es imperfecto y así lo son también sus relaciones. Comprenderéis, pues, porqué huyo de películas como Un paseo para recordar (Adam Shankman, 2002) o El diario de Noa (Nick Cassavetes, 2004) y, en cambio, me fascinan títulos como Closer (Mike Nichols, 2004) o Blue Valentine (Derek Cianfrance, 2010) Y, pese a que el pasteleo está bastante presente, es de agradecer que en esta película sí se muestre esa dualidad en las relaciones. También me interesa cómo el tema laboral parece ser clave en el devenir de la pareja, el éxito de Jamie parece minar la moral de Cathy, ella empieza a verse como una mujer florero y se niega a tener ese rol pasivo, lo cual dinamita la relación. El éxito y la falta del mismo como elemento separador. Estos son dos aspectos que rescato de la misma.
Respecto a las actuaciones los indiscutibles protagonistas son Jeremy Jordan en el papel de Jamie y Anna Kendrick como Cathy, ambos cumplen sus roles y demuestran tener química en pantalla. Un aspecto importantísimo es el elenco de temas que conforman el musical, otro gran fallo del mismo, está conformado por temas pop bastante facilones y alguna que otra balada, un repertorio muy escaso que no eleva para nada el conjunto, carece de canciones memorables.
Para concluir, que tu película esté basada en un exitoso musical de Broadway no es garantía de éxito. Con una historia cargada de tópicos, canciones sin interés y un director con el piloto automático puesto no podemos sino hablar de una película fallida. Hay mejores opciones en la cartelera actual.