Los sexoadictos (A Dirty Shame)
Sinopsis de la película
En un barrio obrero de Baltimore vive Sylvia Stickles, una mujer malhumorada y reprimida de mediana edad. Aunque su marido tiene todavía apetencias sexuales, a Sylvia el sexo no le interesa lo más mínimo, pues tiene mucho trabajo: lleva la tienda de comestibles de la familia y prepara comidas equilibradas para su exhibicionista hija Caprice. Tras alterar el orden público, saliendo desnuda en varias ocasiones, Caprice y sus enormes pechos operados han sido confinados al apartamento que hay encima del garaje de la casa de los Stickles.
Detalles de la película
- Titulo Original: A Dirty Shameaka
- Año: 2004
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
4
69 valoraciones en total
Parece ser que en nuestra web masacran a Los Sexoadictos con un 3.9 y unas críticas no demasiado benevolentes con las que no puedo evitar estar en desacuerdo, lo cual puede indicar que o bien mi sentido del humor es un poco zafio y primario o bien muchos de los que han visto la película no tienen mucho sentido del humor.
Así pues no puedo sino suscribir las palabras de Citos en su crítica en la que defiende las virtudes de esta obra y también en cierta manera las de Maldito Bastardo quien no es tan condescendiente pero aporta un interesante análisis situando esta película respecto al resto de obras de John Waters.
Y aunque los más puristas renieguen de esta película lo cierto es que parece que Waters está en forma, y rueda una crítica grosera y gamberra a la moral americana siempre tan predispuesta a escandalizarse ante los temas relacionados con el sexo.
Partiendo de una situación absurda, el incidente en el coche y el golpe en la cabeza de la mujer, empiezan rápidamente a sucederse los acontecimientos, produciéndose situaciones realmente cachondas y dando lugar a personajes de lo más variopintos, conformando un barrio que por su diversidad hará que las mentes bienpensantes aúnen fuerzas en favor de la decencia. Los detalles además aportan también al conjunto: las palabras guarras que van apareciendo en pantalla, los símbolos fálicos y de todo tipo, la música ,que está especialmente conseguida, todo ello en favor de un conjunto que siempre, durante su corto metraje, resulta entretenido.
Película recomendada para mentes sucias y desprejuiciadas y para aquellos que saben que se puede esperar de un John Waters que en este tema del sexo está en su salsa.
Un desfile de personajes variopintos, a veces también estrafalarios y destartalados, es escaso aval para un John Waters de quien siempre cabe esperar una respuesta de mayor envergadura.
Su pretendido aguijoneo resulta que en esta película se convierte en un insignificante apunte de vaciedad. Y por eso apenas cabe otra consideración que destacar su escasa capacidad de fabulación, su creatividad mínima y una pobreza argumental que raya en lo inapreciable.
Está bien provocar, incitar, desafiar y oponerse a los convencionalismos pero incluso ese tipo de respuestas requiere un cierto trabajo de metodología e imaginación que debe poseer riqueza formal o de fondo y no limitarse al mero enunciado.
En caso contrario se convierte en panfleto baladí.
No entiendo las malas puntuaciones que le han dado a esta película.
Como todo film de humor negro, hay que tomárselo como lo que es y no buscarle tres pies al gato cuando no los hay.
En el delirio de John Waters hacia su fervor sexual cabe todo lo que se expone en esta gamberrada de película.
Apoyada por un tremendo plantel de buenos actores, increíble Tracey Ullman y su sinfin de gestos, Los Sexoadictos garantiza carcajadas basadas en la exageración y el descontrol que va de menos a más.
A estas alturas la gente debería ser un poco más abierta de miras y agradecer películas de este estilo, de un tremendo humor ácido que ataca a esta sociedad conservadora que nos rodea.
Esta película no merece estas malas críticas de gente que probablemente buscaba historias cómicas tipo 4 bodas y un funeral .
Sin embargo, es curioso cómo los críticos especializados la recibieron con los brazos abiertos otorgándole muy buenas puntuaciones.
Si la van a ver, recuerden, dejen los prejuicios a un lado y no la tomen en serio, entonces disfrutarán como nunca.
John Waters vuelve a dar un giro a su carrera con su última película. Si Polyester supuso un nuevo rumbo aparcando su cine más visceral y zafio, en los Sexoadictos parece retomar nuevamente su cine más guarro y cutre, pero con un problema de peso: no es underground.
Después de realizar comedias con una crítica ácida y salvaje al fanatismo americano de los asesinos en serie (Los asesinatos de mama), al mundo del arte (Pecker) y al cine mainstream de hollywood (Cecil B Demented), ahora Waters arremete contra la sexofobia que habita en el pueblo americano.
Hay que recordar que Polyester fue rechazada en principio por sus fans ya que suponía un alejamiento radical de su primeras películas: Pink Flamingos, Vivir desesperadamentey Cosa de hembras son clásicos del cine underground americano. Digamos que son el paradigma de hacer una película sin apenas medios, con la ayuda de tus amigos (mejor si son una panda de freaks) y son fundamentales para entender el cine independiente por excelencia: Bad Taste de Peter Jackson, La increíble verdad y Trust de Hal Harley y un largo etcétera de operas primas o filmografías están hermanadas con su espíritu.
El problema de John Waters ha sido intentar emular su primera época sin tener en cuenta que ser cutre no es sinónimo de ser underground. Los sexoadictos ha conseguido su objetivo de escandalizar en EEUU (allí se escandalizan con ver una pezón por televisión) y sorprende la censura al que ha sido sometida, pero en Europa puede sorprender poco o nada semejante reiteración de ardores vaginales, promiscuos calentones y perversiones uterinas.
Película recomendada únicamente a sus fans por su grosero y malsano sentido del humor, será vilipendiada por el resto del mundo e incluso bastantes de sus seguidores no perdonaran a Waters la utilización de efectos digitales y un guión tan desaprovechado. Con más crítica ácida (verbal) y muchísimo menos forniqueo (gestual) le hubiera quedado mejor.
A un servidor le quedarán impresas en la retina para siempre algunas secuencias zafias inolvidables, a Selma Blair con esos pechos a lo Russ Meyer al cuadrado y la inusual utilización de insertos de películas, flash-backs y palabras obscenas, recursos poco o nada utilizados en la actualidad cinematográfica.
Me imagino a Divine iniciando una revolución sexual a finales de los setenta en Baltimore, a los secuaces de John Waters cometiendo actos obscenos e irreverentes, rodada con dos duros y con mucha más imaginación, y mis piernas tiemblan pensado en una secuencia zafia para el recuerdo.
Sylvia (Tracey Ullman) es una pacata mujer que ya apenas tiene relaciones con su marido (Chris Isaak), para colmo tiene una exhibicionista hija de descomunales pechos llamada Caprice (Selma Blair) a la que mantiene encerrada bajo llave. Pero tras sufrir una conmoción y conocer a Ray Ray (Johnny Knoxville), líder de un grupo autodenominado Los sexoadictos, Sylvia se volverá una adicta al sexo oral integrándose en su peculiar grupo, compuesto por personas con distintas adicciones sexuales a la búsqueda de un nuevo acto sexual.
Con Los sexoadictos John Watters parece volver al cine trasgresor de sus inicios, desgraciadamente y a diferencia de las películas con las que despuntó (léase Pink Flamingos o Polyester) esta resulta más vulgar y tontorrona y menos ácida o crítica de lo que debiera. Desde luego no ayuda un guión repetitivo y decepcionante, en ocasiones incluso parece más una de tantas películas para adolescentes con chistes sexuales y secreciones varias. Además en la película Se agradece su intento de escandalizar a una sociedad demasiado endiosada en temas sexuales, pero esta desde luego no es la mejor manera. Eso sí, Selma Blair y sobre todo Tracey Ullman se amoldan perfectamente a sus personajes.