Los rompepelotas
Sinopsis de la película
Jean-Claude y Pierrot son dos macarras, unidos por una fuerte amistad, sin otro interés en la vida que hacer lo que les viene en gana. Su pasatiempo favorito es acosar, intimidar y aterrorizar a la gente, pero siempre logran eludir la acción de la justicia. Una tarde, mientras intentan robar un coche, el propietario les dispara, pero aún así logran escapar. En medio de la confusión, Maria Ange, una amiga del propietario, una mujer cansada de su mediocre vida de peluquera, se sube al vehículo, se va con ellos y se convierte en amante, cocinera y madre de los dos delincuentes.
Detalles de la película
- Titulo Original: Les valseuses
- Año: 1974
- Duración: 120
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Opinión de la crítica
6.3
63 valoraciones en total
Guardaba mejor recuerdo de Los rompepelotas , claro que esta primera impresión se remonta más de treinta años atrás. Hoy he vuelto a repasarla y me he dado cuenta de que, aunque los ojos son los mismos, la mirada es diferente, y bien que lo siento, porque entonces me reí mucho, y el descaro de los dos mozalbetes (Jean-Claude y Pierrot) y la excitante frescura final de Maria Ange (Miou-Miou) me parecieron oxígeno, en un país como el nuestro que por aquellos días (1974) sólo producía monóxido de carbono.
Ahora se me antoja más desdibujada y con algunas piezas que entran forzadamente en el guión, como si fuera obligado hacerle un hueco a la gran Jeanne Moreau y mostrar precipitadamente que acababa de llegar otra de las que sería gran dama de la interpretación francesa: Isabelle Huppert.
Aún así no carece de interés este carpe diem ambulante de dos macarrillas, que teniendo ocupada la cabeza con pelos y sombreros trasladan los menesteres del pensar a la punta del glande.
Un amigo mío que vio la película hace mucho tiempo, cuando más que hacer gracia escandalizaba de verdad, me dijo que el recuerdo que conserva de Los rompepelotas es el de dos tíos que se ponen las botas durante dos horas. Y eso exactamente creo que es lo más justo que se puede decir de los dos protagonistas, porque durante dos horas no he parado de ver a Depardieu y a Dewaere poniéndose las botas, cierto que más allá de la ley y con actitudes que para nada deberían tomarse como ejemplo. Pero con humor, que esto es cine, y es que en lo personal me lo han hecho pasar en grande. Son nihilistas de corazón, porque pensar lo que es pensar, pues no mucho. Podemos tacharlos de sinvergüenzas, de cobardes, de limitados, canallas, mezquinos… todo lo que quieran, y será verdad, pero para mí lo que cuenta es que como pareja cinéfila son tremendos.
¿Cuántas veces los vemos correr a toda leche mientras son perseguidos?, ¿en cuántos líos se meten?, ¿cuántos coches llegan a tomar prestado?, Se meten en un lío y no tardan ni un fotograma en meterse en otro. La imprevisibilidad de estos muchachos rezuma libertad, y no nos ha de extrañar, ya se sabe, los setenta vivieron la resaca de Mayo del 68. Sin embargo, debo decir que me encanta no detectar pretensiones moralizantes, ellos son rompepelotas, no hay más, su actitud no nace de pensar las cosas, ellos se dejan llevar sin más.
Capítulo aparte merece la liberación sexual, me imagino que en su momento debería ser escandaloso todas las referencias al acto sexual, unos con otros, todos con todos y de diversas maneras. Yo la verdad, me he descojonado. Mi último aplauso es para Gerard Depardieu, quién lo ha visto y quién lo ve. Mi nota tal vez sea excesiva pero caramba, me lo he pasado teta con el descubrimiento del rompepelotismo.
Ambientada en la Francia de los 70, esta película es magnífica por su argumento, guión y desarrollo. Película transgresora nos muestra todo tipo de perversiones y violencia(para su época). La delincuencia, violencia, diversión y humillación son las características de los personajes. Viven de nada, pasando el rato sin importarles nada ni nadie. Es un carpe diem mal aplicado en la sociedad, pero de repente encuentra su piedra angular que determinará su manera de actuar, algo les cambiará porque no pueden conseguir lo que se les pone en bandeja, mientras que consiguen todo aunque nadie les de permiso. Es una película bastante valorada por sus escenas, lo explícita etc. Pero infravalorada por la dureza y realidad moral. Me encanta, también porque la vi con 18 años.
Los rompepelotas fue un escándalo en su momento, y su pretendida libertad así como el retrato de esos personajes a medio camino entre lo marginal y lo entrañable hizo correr ríos de tinta cuando se estrenó en nuestro país.
El problema mayor de todos, es que vista hoy en día esta película ha envejecido muy mal. Sigue teniendo esa vena gamberra que la convierte en una cinta curiosa, pero su espíritu transgresor y libertario ha desaparecido por completo. Era demasiado coyuntural para resistir con solvencia el paso del tiempo. Y lo más curioso de todo es que después de haberla visto hace poco me ha parecido una cinta blanda, meliflua y mucho más conservadora de lo que la recordaba. A pesar de todo algunas escenas siguen funcionando bien (la visita de un portagonista a su cuidador en la carcel, por ejemplo) y aunque mi juicio sobre esta cinta no sea muy positivo me atrevo a recomendarla por su valor sociológico y por que pone de manifiesto el esfuerzo del cine francés por adapatarse a los tiempo que corrían por aquel entonces, y a no dejarse ganar la partida por otras cinematografías europeas (la alemana, la italiana y la inglesa sobre todo, que la española empezaba a filmar su genero estrella de esos años películas sobre los fantasmas de la guerra civil ) mucho más transgresoras y osadas. Evidentemente, con base sólida o sin ella, a modernos no hay quien gane a los franceses. O al menos eso parece uno pensar después de ver películas como Los rompepelotas…
Mientras que en España se veían las escenas erótico-cómicas de Pajares y Esteso, con sus calzoncillos bien puestos. En Francia aparecieron Depardieu y Miou-Miou, en una cinta sin tabúes, sin vergüenza, planteando situaciones y escenas que no hemos vimos en España hasta muchos años después. Escenas eróticas de muy bella factura y sin tabúes, con conversaciones y situaciones sin censura, hedonistas. Con personajes políticamente incorrectos, entrañables, que hacen lo que sea en su búsqueda despreocupada por encontrar el placer. Destacar también a una jovencísima y rebelde Isabelle Huppert que ya apuntaba muy buenas maneras.