Los puentes de Toko-Ri
Sinopsis de la película
Harry Brubaker (Holden), un veterano piloto de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), es llamado de nuevo a filas para pilotar un bombardero en la Guerra de Corea (1950-1953). Su misión será destruir en Corea del Norte unos puentes de gran valor estratégico.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Bridges at Toko-Ri
- Año: 1954
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
Película
5.7
58 valoraciones en total
Finalizada la II Guerra Mundial, y tras haberle arrebatado Corea a los invasores japoneses, Estados Unidos de Norteamérica acordó partir con su gran aliado, la Unión Soviética, este pequeño, pero significativo pastel. Dividida la península por el paralelo 38, el norte lo ocuparon las tropas rusas y el sur el ejército estadounidense. El primero, gobernado por Kim II Sung, se autodenominó República Popular Democrática de Corea, aunque pronto seguiría los principios socialistas, y el sur se llamó, simplemente, República de Corea y se puso en manos del dictador Synghman Rhee.
No conforme con esta separación, el 25 de junio de 1950, Rhee decidió invadir a Corea del Norte… y el presidente estadounidense, Harry S. Truman, enseguida lo apoyó, pues, ahí tenía la excusa perfecta para apoderarse de su anhelada Formosa. Pero, enseguida, el primer ministro, Zhōu Ēnlái, declaró ante los medios que el pueblo chino no tolerará ver como nuestros vecinos son salvajemente invadidos por los imperialistas (1), y el 29 de noviembre, de aquel mismo año, 850 mil voluntarios marcharon a defender a Corea del Norte.
Contra las versiones que han pretendido mentir sobre quién inició la guerra, Sir John Pratt, exconsejero de asuntos exteriores para el gobierno inglés, declaró en su momento: Nadie que conozca el tema, puede dudar de que la guerra comenzó con el ataque contra Corea del norte, preparado por Synghman Rhee con el apoyo del grupo asesor de los militares americanos. (2)
El resultado de esta guerra que, finalmente, significó la primera derrota del siglo XX para los EEUU y sus aliados, les dejó un saldo aproximado de ochocientas mil víctimas (entre muertos, discapacitados y heridos), y Corea del Norte y quienes la apoyaron, sanjaron su defensa con 1.5 millones de militares muertos, más 2.5 millones de civiles asesinados, mutilados y heridos.
Militar norteamericano durante la II Guerra Mundial, una de las más exitosas novelas de James A. Michener (1907-2007) fue Los puentes de Toko-Ri (1953), una obra que sirve para resaltar el marcado compromiso de muchos militares norteamericanos durante las guerras, pero que también da cuenta de la sinrazón por la que éstas suelen suceder, sacrificando valiosas vidas humanas, dejando huérfanos a innumerables niños, y en la mayor desgracia a cientos, miles o quizás millones de hogares.
Aunque en apariencia, el filme de Mark Robson, pareciera hacer encomio del ‘valeroso ataque’ asumido por la armada y la fuerza aérea norteamericana contra los estratégicos puentes localizados en Toko-Ri, Corea del Norte, todas las advertencias que nos han hecho de que sería un ataque ¡de altísimo riesgo!, quizás se vengan al piso, porque, en definitiva, es el trasfondo humano lo que interesa al director, donde un tipo sensible y enamorado de su bella esposa y sus dos hijas, u otro, que se gozaba la vida y vivía loco por las orientales, terminan dando cuenta de que, la mayoría de los hombres combate por la única razón de que están allí, en un frente de guerra, y tienen que hacer cuanto sea para salvar su vida.
De guerras equivocadas y sitios equivocados, hablará también el almirante Tarrant, un hombre que muestra particular apoyo por los hombres que tienen familia, como si buscara recuperar a aquellos seres que también él ha perdido.
Muy apreciables las actuaciones de Fredric March y Mickey Rooney, y aunque fuese por escasos momentos, siempre grato ver a Grace Kelly, una de esas delicadas y eternas bellezas que nunca se olvidan.
(1) (2) Irving Wallace y David Wallechinsky: Almanaque de lo insólito 8. Grijalbo
Básica, sencilla, insulsa, correcta y endeble producción de cine bélico centrada en los ataques llevados a cabo por un grupo de aviación en unos puentes estratégicos de Corea.
Mark Robson, toma los mandos de un producto con rumbo directo a la campaña y apoyo para las tropas de combate, en una historia que no termina de despegar con acierto, al entrar en historias secundarias adicionales que no llegan a ser verdaderamente interesantes.
Se dejan ver por el viaje diversos rostros conocidos del cine clásico, como: William Holden, Grace Kelly e Mickey Rooney, en una historia que a mi personalmente no ha llegado a engancharme en ningún momento.
Los responsables de la película dejan espacio para mucho relleno vacío, dejando espacio para propuestas que ralentizan lo verdaderamente interesante, los ataques y enfrentamientos aéreos.
Todo sigue lo establecido y eso hace que llegue a aburrir, ya que los combates aéreos no llegan a conseguir ser verdaderamente emocionantes, quedando todo en algo pobre y decepcionante.
Esta es la típica película que le hubiera gustado rodar a Michael Bay: patriótica, militar, romántica, aventurera y comercial. Esperad, ya lo hizo en Pearl Harbor (2001) que sigue el mismo esquema que ésta pero con bastante más efectividad. Los puentes de Toko-Ri , que se basa en una novela homónima de James Michener, aborda en caliente la participación norteamericana en la relativamente breve pero sangrienta guerra de Corea (1950-1953), pues es sólo de un año posterior a su fin, 1954, eso sí del modo más complaciente posible, más centrado en el día a día de los militares, sus sueños, amistades, amoríos, dudas y temores, que en los combates o la reflexión política. Rodada en Japón, hace gala de una excitante dupla protagonista William Holden y Grace Kelly, si bien ésta última sale muy poco y en papel algo forzado, más unos efectos especiales atrevidos por los cuales se llevó un Oscar.
Sin embargo, la película es la mayor parte del tiempo muy aburrida. Tal vez se salva el repunte del final, cuando llega la misión suicida, y poco más, pero el resto es un diluvio de conversaciones por radio, pilotos en sus aviones, farras en algún puerto y sobre todo, unos diálogos envueltos en misterio que nunca se saben a dónde quieren ir a parar, en especial el almirante Tarrant (Fredric March), que parece que está enamorado del protagonista. El caso es que si lo que estáis esperando es Top Gun (1986) o Marea Roja (1995), lo tenéis claro. A mí lo que me ha hecho gracia es lo que no sale en la obra. Es decir, ¿por qué no pueden llegarse las mujeres de los militares al Japón? Como no sea para que no los pillen con fulanas, no se me ocurre otra. Mejor es el encuentro con la familia nipona: Esto, durante los bombardeos de Tokio en los que más de 100.000 personas fueron asesinadas, ¿cómo os fue?
Se puede interpretar como un homenaje, y efectivamente será un homenaje y además a los americanos caídos en la guerra de Corea, ¿será a lo mejor porque la película está hecha con dinero, actores y material americano para proyectarla en América? A lo mejor alguno se esperaba que hicieran un homenaje a los caídos chinos.
Para los que acostumbran a adoctrinar, diremos que hasta donde llegaron los americanos es hoy un país libre donde tienen internet sin problemas, y que donde se quedaron los comunistas tienen de líder a un zumbao que se dedica a enviar a sus asesinos emisarios, o emisarias, para atufar con sus pañuelos de mierda a los parientes que le pueden robar el trono.
Pasando de homenajes que no importan, es una clásica película de hazañas bélicas dentro de la Armada con escenas muy buenas y un excelente montaje. Los puentes es un objetivo para mostrar acción aérea en combate sin más. La película tiene sus momentos de permiso y sus encuentros familiares, utilizando a Grace Kelly como mujer de un teniente con una difícil misión. Tampoco hay por qué insultar a esa mujer que gracias a que era libre, hizo lo que le dio la real gana sin obligar a nadie a nada porque pudo y quiso y era bastante guapa, no como -digamos- las del partido comunista del Turkestán chino, por ejemplo, que son más feas que Picio. El señor Holden cumple con su papel, emocionando sobre todo al almirante que ve en él al hijo que perdió. Y todos conformes.
La guerra de Corea fue la primera contienda que los Estados Unidos no ganaron, tampoco es que la perdieron, pero el resultado no fue ni mucho menos el esperado –un triste y paupérrimo alto el fuego-.
Casi un millón de muertos entre los aliados, entre ellos 54.000 norteamericanos y un país dividido hasta hoy fue el resultado de la más grave contienda bélica que transcurrió durante la Guerra Fría.
Hollywood se ha ocupado poco de ella, lógico, hay pocas glorias que exaltar y los directores críticos llegarían veinte años más tardes cuando el conflicto estaba ya olvidado por el gran público.
Dentro de las películas oficialistas, que exaltaron más que la guerra en sí, al ejército y a sus componentes, tenemos a Los puentes de Toko-Ri, una obra con muchos puntos fuertes pero al mismo tiempo con demasiados defectos.
Sobre todo de guión. La película tiene tres bloques claramente diferenciados. Si en el primero y en tercero, es la acción lo que se impone y nos narran las aventuras de los pilotos de combate, el del medio resulta completamente de relleno con la presencia de la experta en braguetazos Grace Kelly que vuelve a interpretar un papel de mujer amante de su marida, madre de dos hijos y que sufre ante las andanzas de su esposo, pero que al mismo tiempo admira. Mujer florero number 899.
Es como digo en todas las secuencias bélicas donde encontramos lo mejores instantes de toda la cinta, aunque bien es cierto que el ataque final resulta algo chapucero, y para nada responde a las expectativas creadas sobre todo viendo las escenas aéreas anteriores.
Aún así tiene mérito la dirección del canadiense Mark Robson, que consigue emocionar y enganchar en algunos tramos de la película, aunque en otros la historia de los amigos militares resulta infinitamente convencional.
William Holden, que interpreta a un teniente, piloto de un caza a reacción, está correcto, destacando sobre todo en las escenas donde sufre ataques de miedo. En cambio, en la relación con su mujer -la susodicha princesita- la historia se desinfla por falta absoluta de química.
Un punto a favor es la actuación de Mickey Rooney, que es el que más cómodo y suelto se encuentra en toda la película.
Sólo puedo recomendarla a fans de las películas de aviones y barcos, de ambiente militar, porque sinceramente la cosa no da para nada más.