Senderos de gloria
Sinopsis de la película
Primera Guerra Mundial (1914-1918). En 1916, en Francia, el general Boulard ordena la conquista de una inexpugnable posición alemana y encarga esa misión al ambicioso general Mireau. El encargado de dirigir el ataque será el coronel Dax. La toma de la colina resulta un infierno, y el regimiento emprende la retirada hacia las trincheras. El alto mando militar, irritado por la derrota, decide imponer al regimiento un terrible castigo que sirva de ejemplo a los demás soldados.
Detalles de la película
- Titulo Original: Paths of Glory
- Año: 1957
- Duración: 86
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Opinión de la crítica
Película
8.5
32 valoraciones en total
Steven Spielberg, mostrando su amor por Kubrick cuando le preguntaron por cómo definiría el cine, contestó: No hay nada más maravilloso y perfecto para definir el cine que el final de Senderos de gloria, cuando la que sería futura esposa de Kubrick canta ante los soldados franceses . Ciertamente, podría tratarse de una de las definiciones más certeras de la historia. Una escena donde la brutalidad propia e los soldados pasa a convertirse en pura sensibilidad, al ver a tan hermosa mujer, una prisionera alemana, cantar dulcemente, pasando en segundos de la barbarie casi obscena al más maravilloso silencio dentro de las tropas del bar.
No hay lugar para el heroísmo en esta película. No hay lugar para los vencedores, no hay lugar para la victoria, no hay lugar para la esperanza. Todos somos perdedores en las guerras. Y más aún aquellas almas cegadas por el patriotismo, sentados en su despacho, dirigiendo a miles de hombres que servirán de carne de cañón desde su mesa. No hay mayor cobardía que la del personaje interpretado por Adolph Menjou, que ordena matar a tres hombres escudandose en el miedo y la cobardía contra el enemigo. Pero mayor cobardía es escoger friamente, al azar, a tres hombres que pagarán por el resto del pelotón. Tranquilamente, condenar a la muerte a tres hombres a los que se contempla como a hormigas a las que poder aplastar parace un mero juego para el general francés. En el otro extremo se encuentra el coronel Dax, maravilloso Kirk Douglas, un hombre justo, aunque no es un ningún virtuoso, ni ninguna alma caritativa. Es sencillamente un hombre justo. Su lucha es más propia de David contra Goliat, sólo que esta vez Goliat es invencible. Un juicio que es más un mero teatro, un circo, que un proceso donde se pueda hacer verdadera justicia.
Y aquí es donde comienza la agonía de los soldados. Una reflexión sobre la muerte, sobre la vida, cómo afrontar el inevitable destino. Resignarse o rechazarlo. El terror en la cara de unos soldados que se ven incapaces de huir del asesinato a sangre fría a manos de sus propios compatriotas por algo tan nimio como el valor. Un valor que sólo puede juzgar un demente y casi fascista coronel, ansioso de poner orden en su pelotón, sacrificando a chivos expiatorios como medida de advertencia.
Toda esta reflexión sobre la guerra está contada con e habitual estilo de Kubrick: sus grandiosos travellings, unas escenas en las trincheras que casi parecen documentales, y un grito desesperado por la paz, que metió el dedo en la llaga de aquellos a los que involucraba esta cinta. Siempre genial, siempre único, así era Kubrick.
Me gusta pensar que Senderos de gloria es un intenso plano subjetivo de ochenta y tantos minutos con el que Kubrick pretende desnudar la indignidad de los señores de la guerra.
La cámara da vueltas y revueltas sumida entre las zanjas, y nos inyecta, a través de la mirada furibunda de Kirk Douglas, una creciente indignación. Sentimos el hedor de las trincheras, la náusea nos invade al ser testigos del grado de vileza que pueden alcanzar los altos mandos militares: uniformes impolutos, almas a rebosar de suciedad.
El planteamiento es nítido y rotundo. Gerifaltes atildados jugando una mezquina partida de ajedrez (ascensos, promociones, brillo social y palaciego) a costa de los míseros peones que esculpen, con su vida, el pedestal en que reposarán las estatuas de sus generales.
No vemos ni una vez al enemigo. Para qué. La épica no existe en una cinta como esta.
Kubrick se nos muestra vehemente, parcial y enrabietado. No es para menos. Ninguna guerra admite medias tintas.
Probablemente la mejor película de Stanley Kubrick, o lo que es lo mismo una de las mejores películas de la historia del cine, una obra maestra en mayúsculas.
La película en términos globales es excelente, con un acabado perfecto, esta fortaleza se basa en un guión portentoso sacado de la novela de Hannes Staudinger y que Kubrick junto con Jim Thompson saben convertir en un producto ácido, creíble y cinematográfico. Una dirección por fin perfecta, después de los aprendizajes in crescendo de Kubrick en sus anteriores películas y unos actores de un nivel altísimo, secundarios incluidos, destacando George McReady, inolvidable en Gilda o Veracruz y aquí de General Mireau bordándolo. Destaca especialmente Adolphe Menjou ( Ha nacido una estrella , Adiós a las armas ) como General Boulard, que hace el papel de su vida saliéndose de la pantalla. Kirk Douglas aunque no hace la mejor interpretación de su vida, también está magnífico y sobre todo echó el ojo a Kubrick al que llamaría años después para rescatar su Espartaco que estaba en problemas.
A pesar de tener mejor acogida que Atraco perfecto (por cierto con el productor de nuevo James Harris apostando de nuevo por Kubrick, muchas gracias señor Harris) Senderos de gloria no tuvo un gran reconocimiento, no hablemos ya de los Oscar para los que esta película no existía, y en Europa (a excepción de Francia donde estuvo prohibida muchos años) en cambio fue recibida bastante bien sobre todo en Reino Unido e Italia.
Grandiosa película antibélica, un alegato responsable y eficaz contra la barbarie y la sinrazón de las guerras. Una crítica feroz hacia los que deciden la vida de los demás desde un despacho y desde la demagogia y el cinísmo más absoluto. El maestro Kubrick traza con relatos sencillos y demoledores como caprichosamente se le arrebata a los hombres el bien más preciado que es la vida, en un mar de burocracia y de intereses bastardos de sus superiores.
Terrible el personaje del general francés, de su inhumanidad y su egoísmo. Y brutal la forma tan inútil en que morían los soldados en la primera guerra mundial, en la que eran tratados como números y utilizados como títeres, en pos de defender un país, bajo cuya bandera se justificaban todo tipo de vejaciones con las personas, que siempre serán a mi entender más importantes que cualquier bandera.
Una vez en el instituto el profesor de historia nos dijo que un patriota era aquel que estaba dispuesto a dar tu vida por la patria , rapidamente intentamos corregirle del error ¿No sería un patriota el que está dispuesto a dar SU vida por la patria? , y el profesor serio nos dijo que lo había dicho bien, el patriota da TU vida por la patria… Los que deciden quien muere en las guerras rara vez sufren un rasguño, la bandera y el país son la justificación habitualmente.
Tuve la suerte de ver por primera vez Senderos de Gloria (1957) en una pantalla de cine y no en la tele. Ya de por sí es una película impactante, pero en una sala de cine puedo asegurar que ese efecto se multiplica por diez.
Kirk Douglas interpreta uno de sus mejores papeles y Kubrick consigue una de sus mejores obras maestras. De hecho, el tandem funcionó tan bien que intentaron repetirlo para la película Espartaco , pero esa es otra historia.
En mi opinión, la escena del asalto infructuoso a las trincheras alemanas es uno de las mejores reflejos de como debió ser la lucha durante la Primera Guerra Mundial. Lo que me sorprende es que las tropas tuvieran tanto aguante y no se rebelaran en 1915 o en 1916