Los ojos amarillos de los cocodrilos
Sinopsis de la película
Joséphine, historiadora y con graves dificultades en la vida, e Iris, una bella mujer que lleva una vida fútil y acomodada, son hermanas. Una noche, Iris se jacta de estar escribiendo una novela. Cuando no puede sostener la mentira por más tiempo, convence a su hermana (abandonada por su marido y ahogada en deudas) para que le escriba la novela: Iris la firmará, pero Joséphine se quedará con el dinero. El éxito del libro cambiará su relación y sus vidas para siempre.
Detalles de la película
- Titulo Original: Les yeux jaunes des crocodiles
- Año: 2014
- Duración: 122
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Opinión de la crítica
Película
5.6
31 valoraciones en total
El éxito está compuesto por dos elementos esenciales: la aptitud y la actitud. O lo que es lo mismo, el qué y el cómo. Pero, ¿qué es más importante? El talento es fundamental para triunfar pero aquello que lo catapulta a la cima es cómo lo mostremos al mundo, cómo lo vendemos, cómo nos vendemos. Los ojos amarillos de los cocodrilos versa sobre esta idea.
El film nos muestra la clásica disputa entre hermanas: la inteligente versus la hermosa, el ratón de biblioteca frente a la reina del cóctel de media tarde, el éxito efímero y superficial contra el triunfo personal y silencioso. Una premisa interesante si no fuera porque este punto de partida los creadores de ficción lo han utilizado hasta la saciedad. Y en este film, la idea inicial se queda en cuentecito inocente. Y es una pena porque esta confrontación está más vigente que nunca. El éxito es una meta que la sociedad nos exige, y cada vez más. No alcanzarla significa el anonimato absoluto, y este, la peor condena para un ser humano del siglo XXI, una época en la que no ser popular es peor que la muerte. Nos hemos consagrado a la búsqueda de la felicidad, entendiéndola como la vida que nos espera una vez alcancemos el éxito. ¿Pero qué es el éxito? ¿Qué determina su consecución? En los tiempos que corren, está claro que este nada tiene que ver con llegar a conocerse a uno mismo ni con sentirse a gusto con el hallazgo ni con ser capaces de sentir amor ni con apreciar lo que uno tiene… En nuestra sociedad, el éxito se mide en likes de Facebook, en ceros de un sueldo o en base al grado de repercusión mediática que tiene una profesión. En fin, que el tema da par un amplio debate, pero la película de Cécile Telerman (adaptación de la trilogía de Katherine Pancol) no profundiza lo suficiente como para generarlo.
Desde el punto de vista narrativo, los personajes no acaban de dibujarse del todo, tal vez las interpretaciones no ayuden: la falsa inseguridad de una protagonista que no te crees, los labios morcilleros de Emmanuelle Béart, que distraen la atención de su personaje, la histriónica y caricaturizada Palillo… Por otro lado, las subtramas que sobrevuelan el eje central resultan inconexas y pobres. Ni suman ni evolucionan con paso firme. La trama principal sí lo hace correctamente, pero el drama se queda en anécdota cuando podía haber sido mucho más duro y personal. El ritmo es apresurado y las constantes elipsis temporales, demasiado evidentes. Convertir una trilogía en película, a pesar de alargarla hasta las dos horas y poco, no es tarea fácil. El film se deja ver pero no emociona. Entretiene pero no invita a la reflexión. Avanza pero no arrolla a su paso. Demasiado azúcar como para no salir con dolor de estómago.
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Dos hermanas muy diferentes entre sí atraviesan sendas crisis matrimoniales. Pero mientras Joséphine corta de raíz el problema y echa a su marido de casa pese al cariño que le tienen sus dos hijas, Iris opta por el silencio y la continuidad ante el temor clásico del ¿qué dirán?. Una actitud así le lleva a tirarse un increíble farol en mitad de una cena de amigos, farol que llevará su vida a una espiral de cambios que irremediablemente también atraparán a su hermana.
Basada en el best-seller homónimo de Katherine Pancol, Los ojos amarillos de los cocodrilos llega al cine de la mano de la belga Cécile Telerman, que afronta su tercer trabajo como directora aunque en esta ocasión no colabora en el guión (tampoco Jérôme Soubeyrand, colaborador en sus dos anteriores películas). Al igual que en ¿Por qué las mujeres siempre queremos más? y Toda la culpa es de mi madre, la película está muy focalizada en el aspecto psicológico de las mujeres, los problemas familiares y la relación entre el pasado y el futuro de ellas, todo bajo un envoltorio dramático pero con evidentes tintes de comedia.
El tema central de la obra es aquí la dualidad entre la hermana rica, banal y mala contra la hermana pobre, inteligente y de buen corazón, aunque en esta ocasión se agradece que ambos personajes no estén caracterizados como tal hasta el extremo de resultar caricaturescos. No así ocurre con otros secundarios, que desgraciadamente son tan exagerados en sus formas que ni poseen credibilidad ni hacen gracia. En el capítulo actoral, Telerman en esta ocasión no cuenta con Mathilde Seigner como en sus dos anteriores proyectos, sino que en esta ocasión el papel protagonista recae en una Julie Depardieu que se pasa un poco de rosca con sus tímidas miradas y poses inocentonas. El increíble magnetismo que desprende su personaje durante el principio de la película se va diluyendo hasta quedarse en nada, ni siquiera el emotivo final es capaz de recuperar a su personaje de las cenizas. Como se suele decir: lo poco gusta, lo mucho cansa. Algo que en parte se podría aplicar también a Emmanuelle Béart, aunque ella resulta algo más comedida y quitando alguna postura facial demasiado dramatizada, podemos decir que cumple sin más (también es cierto que su papel es más leve que el de Depardieu).
En general, las situaciones al límite de lo creíble abundan en la obra de Cécile Telerman. No porque aparezcan elementos fantásticos o porque el guión tenga fisuras, sino porque toda la trama está hilada con viejos patrones. Seguro que si tras los 20 primeros minutos de película le damos al botón de pausa y preguntamos a los espectadores cómo creen que se va a desarrollar la cinta, bastante más de la mitad del público acertará a poco bagaje cinematográfico que tenga. Ni siquiera los personajes, que al principio parecen ser frescos y originales, se desarrollan como tal, sino que cada uno toma el camino que parecía destinado a seguir. Escasa originalidad, pues, en una película que tampoco parece buscarla, sino que parece conformarse con lo que es.
Podemos decir resumidamente que Los ojos amarillos de los cocodrilos es una buena película para ver un sábado en la sesión de sobremesa, ya que resulta tan ligera que requiere muy poca atención por parte del espectador. Todo está tan cuadriculadamente hilado en base a los cánones de este tipo de cine, existen tan pocos elementos sorpresa, que podemos degustar el café con pastas sin perder un detalle del nudo argumentativo. Punto positivo para algunos, negativo para otros, la liviandad es la principal característica de una obra disfrutable en el momento pero con muy poco poso en su post-visionado.
Álvaro Casanova – @Alvcasanova
Crítica para http://www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
Esta película se merece más que el 5,8 de media. Y merecería más atención por parte de los que participan en film affinity.
Y es que no valoramos lo suficiente el cine francés, sobre todo en estas producciones sobre enredos familiares, en un París siempre atractivo.
Prescindiendo de si es buena o no la adaptación de la novela, la película tiene que tratar la historia de tres parejas, la de la antipática madre, la banal Iris y la lista Jo. Y de los respectivos maridos: el de la vieja, liada con la secretaria, el de Iris, harto de que ella no lo quiera, y el de Jo, un medio desequilibrado e inútil, que es al que se le ocurre trabajar en una granja de cocodrilos.
Los cocodrilos no vienen nada a cuento, aunque sirvan para dar el título llamativo.
Pero la historia de Jo es interesante y Julie Depardieu lo hace bien.
No es sue sea una película profunda, pero el juego de las distintas relaciones está bien trabado.
Esta película (¡esperemos que no rueden la trilogía entera!) no puede ser más mala (nada sorprendente, por otra parte, considerando que el libro del que es adaptación es igual de malo). No salgo de mi asombro con su verborrea simplista, sentimentalismo elemental, final de cuento de hadas, propio de una empanada mental de marichoni de peluquería de barrio que, por supuesto, cree que lo que está viendo es digno del Oscar (o, en caso de los libros, del Nobel de Literatura) pero no porque sea especialmente ignorante sino porque esas únicas películas/lecturas que han pasado por ella la han hecho pensar así, con tal y preocupante escasez de miras.
Para facilitar la digestión y evitar que el público piense demasiado, su lenguaje es cotidiano y no le exige al espectador ningún esfuerzo para entenderla, es un almacén de tópicos morales y sentimentales terribles, muy previsibles. Una historia tonta y sin sustancia, plagada de un cliché moral y estético tras otro, le lleva de la mano a la resolución de una trama a todas luces mediocre (por no decir bastante absurda).
Otro producto creado para no pensar, para idiotizar, para crear individuos acríticos con ojos amarillos de zombis. Estas sagas no son más que la alineación publicitaria de un baremo muy poco exigente para el espectador, es decir, seguir insistiendo en ese descenso que suavemente va matando, hasta idiotizar, a fuego lento, a las masas con pastiches folletinescos de la peor teleserie. Algo a lo que, por desgracia, nos estamos acostumbrando demasiado.
Bien hilada, dentro de lo previsible de los personajes. Un final un poco a traspiés que no esperas, por ser imposible dentro de la sicología del personaje que lo desencadena, a menos que podamos cambiar de personalidad como se le da la vuelta a un calcetín. A pesar de ello, me ha mantenido expectante, que es lo que espero de una peli. No he leido la novela, no sé si será así,..si lo es agradezco el tiempo que he pasado paseando.