Los odiosos ocho
Sinopsis de la película
Pocos años después de la Guerra de Secesión, una diligencia avanza por el invernal paisaje de Wyoming. Los pasajeros, el cazarrecompensas John Ruth (Kurt Russell) y su fugitiva Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh), intentan llegar al pueblo de Red Rock, donde Ruth entregará a Domergue a la justicia. Por el camino, se encuentran con dos desconocidos: el mayor Marquis Warren (Samuel L. Jackson), un antiguo soldado de la Unión convertido en cazarrecompensas de mala reputación, y Chris Mannix (Walton Goggins), un renegado sureño que afirma ser el nuevo sheriff del pueblo. Como se aproxima una ventisca, los cuatro se refugian en la Mercería de Minnie, una parada para diligencias de un puerto de montaña. Cuando llegan al local se topan con cuatro rostros desconocidos: el mexicano Bob (Demian Bichir), Oswaldo Mobray (Tim Roth), verdugo de Red Rock, el vaquero Joe Gage (Michael Madsen) y el general confederado Sanford Smithers (Bruce Dern). Mientras la tormenta cae sobre la parada de montaña, los ocho viajeros descubren que tal vez no lleguen hasta Red Rock después de todo.
– Duración versión digital de estreno mundial en cines: 167 minutos.
– Duración versión roadshow 70mm., de estreno limitado a determinadas salas: 187 minutos (incluyendo 3,48 mins. de obertura y 12 mins. de intermedio).
Detalles de la película
- Titulo Original: The Hateful Eight
- Año: 2015
- Duración: 167
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Opinión de la crítica
7.3
76 valoraciones en total
¿Vuelven los créditos amarillos? Sí
¿Vuelve el desarrollo por capítulos? Sí
¿Vuelven Pumpkin, Mr. Blonde, Especialista Mike, Hijo Nº1, Billy Crash y Samuel L. Jackson? Sí
¿Vuelve el mejor director de actores a sacar lo mejor de sus actores? Sí
¿Vuelve Quentin a sacársela con su prodigiosa factura técnica? Sí
¿Vuelven las escenas lentas con largos y aparentemente intrascendentes diálogos? Sí
¿Vuelven las tormentas de violencia explícita tras una insoportable tensión? Sí
¿Vuelve la tortura sexual de Pulp Fiction? Sí
¿Vuelve la BSO a ser un personaje más? Sí
¿Vuelven los cigarrillos Red Apple? Sí
¿Vuelve la n-word? Sí
¿Vuelven los huevos revueltos? Sí
¿Vuelven a caerse caramelos de colores? Sí
¿Vuelve el personaje de Christoph Waltz? Sí, como Tim Roth.
¿Vuelve Tarantino a hacer una de Tarantino? Sí
¿Volverán aquellos a los que no les gusta Tarantino a quejarse de que Tarantino ha vuelto a hacer una de Tarantino? No lo dudes.
Tarantino ya jugó al Quién es Quién en Reservoir Dogs. Estas navidades nos ha traído el Cluedo.
Qué genio es este hombre, le pese a quien le pese.
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Siempre he disfrutado mucho con las películas de Tarantino y he tenido discusiones con amigas, que no entendían que podía reírme tanto con esa violencia grosera de machos criminales. Y realmente no me gusta la violencia, ni el cine gore, ni el realismo en el sufrimiento, la violación, la tortura o el asesinato. Pero Tarantino siempre ha sabido jugar de un modo muy divertido y gamberro con una violencia de ficción, pop y pulp, convertida en una coreografía atractiva llena de ritmo y de color, que siempre se ha podido saborear como si se tratase de un cómic. Y cuando la violencia explícita se mostraba en su crudeza más descarnada (la tortura al policía en el almacén de los dogs ) la cámara se desplazaba pudorosa para evitarnos la insoportable visión de la carnicería. Es innecesario repetir la inteligencia desenfadada de sus diálogos (es absolutamente meritorio convertir las situaciones y conversaciones más tontas en obras de arte inolvidables), el reciclaje cinéfilo de historias y de actores que sin él habrían permanecido olvidados, el gustazo de tantas canciones perfectamente integradas en la acción, el encaje perfecto de unos guiones que siempre te atrapan con sus bucles temporales, etc.
Pero siempre han existido malditos agoreros -como los bíblicos- que como nunca han parado de amenazar con sus oscuras profecías pues inevitablemente acaban acertando. El propio Jules (Samuel L. Jackson) en Pulp Fiction reconocía que llevaba mucho repitiendo esa mierda de cita bíblica de Ezequiel de un modo frívolo, hasta que la revelación de cierto milagro le hizo sentir un vuelco espiritual que habría de cambiar su vida… Y se ha cumplido también con Tarantino: el camino del hombre recto, que siempre había escrito guiones divertidos y emocionantes, se ha torcido por sendas oscuras. Y no es que yo pretenda castigar con gran venganza ni furiosa cólera a aquellos que pretendan envenenar las brillantes historias tarantinianas, pero este odioso café verdaderamente merecía ser vomitado.
Me molesta tener que darle la razón a alguna amiga, pero esta vez las imágenes de Tarantino me han resultado feas, desagradables, exageradas y estúpidas. Y lo peor es que parece que se turna en el guión con un conductor novato: tiene momentos magníficos y otros completamente chapuceros. Los errores de guión ya se han comentado, pero subrayo algunos aquí debajo en el spoiler
Ya sé que es de mala educación criticar el sabor de un plato cocinado, con cariño y buenos ingredientes, por un cocinero genial al que uno admira, pero -perdona que te lo diga, Quentin- por primera vez has estado tan perezoso, descuidado, vanidoso, torpe, egoísta, atolondrado… que has estropeado el famoso estofado de Minnie. Tiene un olor desagradable y un sabor rancio. No sé si habrá sido por un exceso de grasa, de casquería, de óxido… o por haber metido gato en vez de liebre, pero me has decepcionado.
Mientras avanzaba con la diligencia por aquella desolación nevada mi boca se hacía agua pensando en la conocida receta y casi me parecía oler ese estofado sabroso con todos sus ingredientes tan bien entremezclados. Pero no, Quentin, esta vez –y es comprensible después de tantos años- te has copiado con desgana, te has pasado lanzando cachos exagerados al caldero, hala, venga, sin pies ni cabeza… removiéndolos con la payasa soberbia y la gilipollez pelotuda de alguien engreído que lleva décadas recibiendo merecidos elogios.
Y como es de bien nacido ser agradecido, estoy en deuda contigo por todos los placeres anteriores que llevas ofreciendo a mi paladar, pero que consten un par de cosas: que no pienso volver a tragarme un estofado tan vulgar como este de los Ocho Indeseables, y que la morcilla de Samuel L. Jackson sobraba en el puchero (te la podías haber metido tú por donde te cupiese).
Y además eres consciente de ello, so caradura ¿o nos tomas por idiotas? Hay unas cuantas ocasiones en que a falta de liebre has echado gato en la cazuela y nos lo has servido con auténtica desfachatez: como no tenías ganas de trabajarte una situación que pudiese explicar porque no había sido rematado Samuel L. Jackson ¡simplemente prescindes de esas escenas, das un salto, y nos lo presentas a salvo desangrándose en la cama y poniendo condiciones! Y cuando no sabes cómo hilvanar otros acontecimientos ¡simplemente pones una fraudulenta voz en off, inexplicable, para que nos suelte un rollito! Pero, Quentin, qué vergüenza, con esos guiones siempre tan estupendamente cocinados a los que nos has tenido acostumbrados. Comparar esta última tuya con la genial primera (Reservoir Dogs) es algo realmente ignorante, torpe y penoso.
Pero es que hay más grumos e incoherencias en el estofado, y cualquiera con buen gusto tarantiniano se entristece llevándose a la boca cucharadas sabrosas mezcladas con otras que dan ganas de escupir: trucos baratos, engaños arbitrarios, contradicciones atolondradas o anacronismos absurdos: no, Quentin, no tendrías que habernos estropeado el recuerdo de la aguda disertación de Tim Roth sobre la necesidad de una fría Justicia desapasionada, al revelarnos después que no es verdugo (que inconsistencia suponer esa reflexión en un simple bandido), no, Quentin, no tendrías que haber convertido en un dato esencial del que depende la credibilidad y la vida de un hombre, el supuesto odio de Minnie hacia los mejicanos, al revelarnos después en un flash-back que recibe y atiende al mejicano sin problema alguno, no puedes darle protagonismo a una historia de felación absolutamente impensable en el viril Far West del siglo XIX, simplemente para volver a recrear de un modo exagerado y forzado ese tu típico monólogo tocapelotas –magnífico en otras películas- que consigue llevar a un hombre a un estallido de ira, como ya demostraste en tu guión juvenil de Amor a quemarropa (con aquel monólogo de las abuelas sicilianas folladas por los moros)…
A diferencia de la mayoría, la parte que me ha llegado ha sido la del principio, la del primer cuarto de la película, y la parte que me ha decepcionado ha sido la de todo ese estofado artificioso, anacrónico, sanguinolento, incoherente y sin chispa que se ha ido cocinando hasta reventar en La Mercería de Minnie.
Kurt Russell como John Ruth ‘La Horca’ ha sido el mejor en todos los sentidos.
Faltan los sanguinarios ideales de los Bastardos o de Django, motivaciones para el crimen, emociones para la venganza, o fuerza de convicción en los ingeniosos diálogos. Sobran la casquería sin gracia, los chorros de sangre sobre las caras, esa mariconada delirante de la gélida mamada, muchos planos feos y repugnantes… Pero, en definitiva, se puede perdonar, Quentin, que por una vez tu inteligencia, como los sesos, hayan saltado por los aires, pero no se te puede perdonar igual que nos hayas HARTADO Y ABURRIDO, y no me refiero al principio (estupendo), sino a todo ese tramo final, tan huero, en el que te imaginabas divertido.
Tener un estilo personal e inconfundible es digno de alabarse. Pero repetirse sin pudor, sin aportar nada nuevo, sin ofrecer nada que sorprenda o anime, resulta cansino e innecesario. Pareciera que estuviéramos ante una copia descarada de los rasgos señeros del cine de Tarantino (extensos diálogos chispeantes, personajes extremos, violencia descontrolada, impulsividad desaforada,…) pero realizado por algún alumno torpón y pedante que idolatrase a su venerado modelo pero sin un ápice del talento ni originalidad del mismo.
No se puede alargar durante casi tres horas una situación única y sin apenas desarrollo – deudora de La ratonera de Agatha Christie – con un andamiaje tan párvulo y achacoso como éste, donde ni los diálogos resultan ingeniosos, ni las situaciones tienen garra, ni los personajes tienen el cuajo o la flema necesarios como para hacer llevadero semejante prueba de resistencia. Contada (de forma sucinta) la película pareciera ser graciosa, pero visionada en su fatigosa integridad resulta casi tediosa por su monotonía y falta de brío.
Y los actores se prestan con caricaturesco énfasis a representar esta mascarada traviesa donde nada es lo que parece pero todo resulta ser irrelevante, repetitivo y fatigoso. No hay forma de dotar de vida a lo que ha nacido casi muerto, exangüe y desmayado. Pretenden representar un texto que carece de brillo, de lustre, de fuste y de ingenio y que apenas sustenta las eternas parrafadas interminables con que se adorna la plúmbea farsa. Un quiero y no puedo de aprendiz de brujo, sin apenas gracia, sin apenas amenidad, sin entretenimiento.
Decir que lo mejor y más brioso de la película es la música de Ennio Morricone – que a sus 87 primaveras mantiene su portentosa creatividad melódica – es decir la verdad. Pero deja en mal lugar al maestro de ceremonias, Quentin Tarantino, que a sus poco más de 50 años da muestras de una fatiga, desgana y apatía preocupantes. Todo resulta un pálido reflejo de lo que antaño fue pero parece ahora agotado, insulso catálogo de chistes romos, sin apenas gracia ni fulgor. Se deja ver con cierta indulgencia y buena voluntad, pero es una decepción con innumerables descarrilamientos. Esperemos que sea un borrón transitorio.
Teniendo Tarantino en su historial obras de categoría indiscutible, no se puede hablar de éxito con sus odiosos 8. Alguien que triunfa no debe quedarse en la cumbre y pensar que ya lo tiene todo hecho, como pasa mucho aquí, en el suelo patrio, cineastas henchidos de gloria que ya no hacen más que chorradas y encima se dedican a dar conferencias pero ¿qué se habrán creído?
Hay que ganarse el respeto día a día y Tarantino en vez de mantener una línea acorde a las expectativas que se esperan de él, se cree que todo el campo es orégano. Contratar a buenos profesionales en la actuación y en la técnica ni mucho menos puede satisfacer al aficionado exigente. Otra cosa es aquel que se conforma con ello, pero… …
¡El guion, amigo! El libreto es lo que cuenta y más que nada, y el de los odiosos 8 es paupérrimo porque no tiene más que incoherencias y subidas de tono que son auténticas aberraciones en lo que debería haber sido un espectacular Western, teniendo en cuenta que al menos ese es el género con el que se vende el producto.
Un Western debe ser fiel a sus principios para que sea Western y no se pierda en sucedáneos del Spaguetti que es lo que parece esto. Por favor: justo las incoherencias del Spaguetti es lo que desvirtúa el Western y lo convierte en algo decepcionante porque prescinde de elementos característicos, ofreciendo en cambio elementos ajenos que causan repulsa, como escenas de un cuasi gore exageradas, y luego la costumbre que tiene con los chorreones de sangre que no sé qué razón tiene en bañar de sangre continuamente sus películas, porque vamos, la de Django fue algo exagerado… Tarantino, háztelo mirar.
Respecto a lo que se lee por ahí de críticos que se atreven a decir que el guion incluye un giro muy bueno al estilo de las obras de consagrados/as autores/as de la novela detectivesca … eeeh, pues vale, pero la realidad es que lo que plantea son un par de engañosas deducciones mal dichas que no llegan ni a la primaria del género policíaco.
Los diálogos tampoco son brillantes. Una cosa son las formas y otra el fondo. Las formas de hablar no quedan mal pero si se abusa de ellas, cansan. Repetir y repetir para afirmar y volver a afirmar y repetir y confirmar, se puede hacer, pero no por eso el espectador va a disfrutar más, al revés. Así que se echa en falta un auténtico trabajo original que deslumbre acorde a una imaginación de prestigio. El personaje de Tim Roth está sacado del Christoph Waltz de Django y Kurt Russell nos remite al viejo Rooster Cogburn. Y si no fuera por Jennifer Jason Leigh, a pesar de sus múltiples lavados de cara con sangre fresca y su forma de sonarse los mocos al estilo futbolero, se perdería el poco valor del film.
Un film, que, como añado en spoiler, peca de grandilocuente y no es nada, un mero entretenimiento de baja estofa que podía haber sido admirable con un poco de sentido común, contención, buen trabajo y más clase.