La tierra tiembla
Sinopsis de la película
Es la primera parte (El episodio del mar) de una trilogía sobre Sicilia. Narra la historia de la lucha de un pescador (Ntoni Valastro) y su familia para liberarse de la explotación de los mayoristas de la pesca. Libre adaptación de una novela de Giovanni Verga (I Malavoglia).
Detalles de la película
- Titulo Original: La terra trema
- Año: 1948
- Duración: 152
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Opinión de la crítica
Película
8
36 valoraciones en total
Aunque no es en esta primera etapa de la filmografía de Visconti dónde se recogen los cánones perfeccionistas y suntuosos que terminaron por vestirlo, observamos con cierto placer, que ya desde su etapa neorrealista, el realizador italiano amaba y mimaba la puesta en escena. No es Visconti un director que personalmente me termine de satisfacer, pero es cierto que el regusto que me dejan sus trabajos en la memoria es siempre superior a la cata que experimento durante el visionado. Me imagino que debido al poder visual de su filmografía. Es cierto que existen tres escenas de belleza imperfecta (en una película que va a la búsqueda de lo feo o imperfecto) en esta película, pero desgraciadamente, es imposible no ofenderse con una propuesta donde lo visual se rinde ante el cuento que nos están narrando. Y me explico.
Hacía tiempo que no me topaba con un ejercicio tan narrativo como este, apoyado, como dije, por una cuidada puesta en escena. Durante toda la película, Visconti usa una voz en off enfermiza. Machacona desde el primer instante, que no deja de explicar lo que estamos observando. Justo en el inicio, la voz en off nos relata:
Como siempre, los primeros en comenzar|su jornada en Trezza son los comerciantes de pescado los que, incluso antes del alba están esperando en la orilla el regreso de las barcas. Porque, como cada noche las barcas salen al mar y regresan al amanecer|con sus pocas capturas.
Es lo mismo que vemos en la imagen. La voz en off nunca nos amplia información, no se usa para abreviar la escena, pero repite una y otra vez lo que vemos en pantalla, evitando, eso sí, que el espectador piense por sí mismo. No concibo que durante dos horas y media pueda tener dos fuentes de información dándome los mismos datos. Además, peca de dramatizar en extremo las situaciones y lo que es peor, nos ofrece información (por ejemplo: la muerte del padre en el mar) que mucho más adelante podríamos haber descifrado con la imagen y/o los diálogos.
La tierra tiembla es una en su conjunto una película fallida, a pesar de tener alguna escena de sensibilidad desbordante (como la despedida entre Nicola y Mara), escenas de gran plasticidad (como la conversación entre Ntoni y Cola frente el espejo) o de simbología guerrera (los comerciantes abusando de los pescadores detrás de una pared con el nombre pintado de Mussolini).
Segundo largometraje de Luchino Visconti (1906-1976), concebido inicialmente como primer episodio de una trilogía dedicada a los trabajadores del mar, de la minería y del campo. El guión, de Antonio Pietrangeli y L. Visconti, desarrolla un argumento de L. Visconti, inspirado libremente en la novela I malavoglia (1881), de Giovanni Verga. Se rueda en escenarios naturales de Aci Trezza (Aci Castello, Catania, Sicilia) y alrededores, entre XI/1947 y V/1948. Es nominado al León de oro (Venecia) y gana el Premio del Jurado Internacional (Venecia). Producido por Salvo D’Angelo para Universalia Films, se proyecta por primera vez en público el 18-VIII-1948 (Venecia).
La acción dramática tiene lugar en el pequeño puerto pesquero de Aci Trezza, situado en la costa oriental de la isla, en el Mar Jónico. La acción se extiende de enero a diciembre de 1947. La familia Valastro, de pescadores por tradición inmemorial, tras la muerte en el mar del padre, Sebastiano, hace un año aproximadamente, la forman 10 miembros: la madre, Maria (Micale), los hijos Ntonio, Mara, Lucía, Nicola, Vanni, Alfio, Lia y Giuseppina, y el abuelo materno. Ntonio (Arcidiacono), el hermano mayor, de 23 años, es el patrón de la barca en sustitución del padre y el líder de la familia. Como pescador es fuerte, hábil y competente. La jornada en el mar comienza tras la puesta de sol y se prolonga hasta el amanecer. Pescan con redes y potentes luces de carburo o acetileno. Las capturas se venden a la compañía mayorista, representada por Lorenzo, Ramón y Nino e integrada, además, por Michele Fichera, Pandolla y otros. Las transacciones tienen lugar al alba, sobre la playa, mediante precios negociables, siempre ínfimos dada la fuerza de los compradores.
El film suma drama, drama social, crónica social y económica y romance. Explora las características y singularidades de una sociedad arcaica, aferrada a las tradiciones, inmovilista, cerrada, olvidada y regida por los mayores. La Iglesia, como referente inmovilista, tiene un gran peso social, aunque sólo sugerido en el film. El repique frecuente de las campanas envuelve la localidad en un aire permanente de exaltación religiosa. Los ricos, socios de la compañía mayorista, se oponen a los cambios, como demuestran las sombras ostentosas de las letras de los antiguos eslóganes fascistas que decoran las oficinas. En el dique del puerto se ven restos de inscripciones monárquicas (W il Re) y fascistas (Sicilia o morte).
Contra las ideas inmovilistas se levanta Ntonio. Cuando reclama que sean los jóvenes los que negocien los precios con los mayoristas, obtiene el apoyo casi unánime de los compañeros. Cuando sus iniciativas provocan algaradas ruidosas (lanzamiento de las básculas mayoristas al mar), es seguido por un grupo reducido. Cuando propone crear una cooperativa dedicada a la compraventa del pescado y a su venta en Catania, se queda solo y se convierte en víctima del rechazo general.
(Sigue sin spoilers)
Extraordinaria película de Luchino Visconti, que nos muestra, de forma casi documental, las penalidades sufridas por una familia de pescadores sicilianos. Conviene decir, como aclaración previa, que el filme es fruto de un encargo realizado por el Partido Comunista Italiano al director, de ahí el tono militante y combativo que lo caracteriza.
Lo que Visconti nos muestra (empleando como actores a los auténticos pescadores del pueblo), es la toma de conciencia por parte de Ntoni, un pescador por cuenta ajena, de la explotación y los abusos que sufren injustamente por parte de los patronos, percepción que le empujará a rebelarse y a buscar el modo de independizarse, en definitiva, de hacerse dueño de sí mismo. La aventura saldrá mal, y acabará con las esperanzas y la estabilidad de su familia, que sufre además la incomprensión y el desprecio de sus paisanos.
La tierra tiembla es, sin duda, una de las cumbres del neorrealismo italiano, y la película que más se ajusta a sus postulados dentro de la filmografía de Visconti. Posee un tono casi documental, reforzado por el uso de la voz en off como narradora de la historia, pero sin renunciar nunca a interesantes diálogos, muchos de ellos tomados de conversaciones reales, según afirmó el director. Pese a su sobriedad formal, muchos planos de la película son verdaderamente hermosos, anunciándonos ya el futuro preciosismo artístico que será característico de la obra posterior de Visconti.
El filme, como ya se ha dicho, no se limita a mostrar una realidad, sino que toma partido desde el principio, y aventura, también, alguna conclusión, como la imposibilidad de luchar en solitario contra una realidad injusta, y por tanto, la necesidad de generar una conciencia común, única posibilitadora del cambio. Reflexiona, asimismo, acerca de la inacción y pasividad de los explotados, así como de la vía de escape hacia el mundo criminal o ajeno a la ley, ejemplificado por medio del hermano de Ntoni, Cola, y que tratándose de Sicilia, resulta muy pertinente.
Por tanto, una obra valiosa, valiente y honesta con los principios que la animan, y que debe admirarse, más allá de la ideología personal, como un hermoso testimonio acerca de una realidad terrible y de la lucha y las esperanzas por superarla.
La profesión de pescador es una de las más sacrificadas que hay. Procedo de una estirpe de curtidos hombres de la mar que soportaban día y noche los latigazos de la intemperie, de las mareas y de las acometidas de las aguas, rezando para que el océano fuese benigno y las redes se llenaran de peces hasta los bordes. Algunos de ellos eran contratados en barcos de pesca de altura y pasaban semanas y meses completos sin regresar a casa. Casi todos ellos sabían fabricar y remendar redes, y todos sin excepción se habían curado de espanto siendo muy niños todavía, cuando salían a faenar por primera vez y vomitaban por la borda, hasta que sus estómagos se acostumbraban al vaivén del barco. Al cabo de los años, sus cuerpos fibrosos parecían hechos de roca, las callosidades de sus manos eran tan gruesas que tenían el tacto del papel de lija, y su piel era resistente como el cuero. El olor salado que traían era una seña de identidad, y también el aroma de las redes que decoraban el suelo y las paredes del cobertizo y el patio de la casa de mis abuelos, pues siempre había artes de pesca que fabricar o reparar, y mi abuelo se dedicó a ese oficio hasta que fue ya demasiado mayor y perdió facultades para poder continuar.
Algunos de aquellos marineros se hundieron con sus embarcaciones y dejaron viudas enlutadas y huérfanos que en su mayoría seguían la estela de sus progenitores.
En aquellos tiempos de pobreza, de míseras chabolas diseminadas por las arenas, las familias marineras laboraban de sol a sol sin tregua. Las mujeres trabajaban también a destajo en tierra para mantener a raya la penuria. Si el tiempo se tornaba irascible, aguardaban inquietas en la playa a la hora en la que sus hombres debían aparecer por el horizonte, con las manos haciendo visera sobre la frente para protegerse del sol o del viento. Hembras de manos bastas de tanto trajinar, de rodillas insensibles a fuerza de fregar suelos, con sus vestidos muy gastados que eran prácticamente casi todo el ajuar que poseían. Miraban esperanzadas al frente rogando para que ellos volviesen también ese día. Suplicando a los elementos que tuviesen piedad, si es que Dios las escuchaba.
Esa era su vida.
Y así es la vida de ‘Ntoni, su abuelo, sus hermanos, su madre y sus hermanas. Al padre se lo tragó el mar.
Visconti escogió un pueblo costero siciliano, Aci Trezza, y los actores eran los pescadores locales y sus familias. Escogió un escenario real sin trampa ni cartón, y a gente que lo único que tenía que hacer era lo que conocía de sobra. Actores de la vida, que en verdad no interpretan, sino que se dejan filmar mientras realizan lo que ya saben y lo que ya sienten. Y no tienen nada que envidiar a ningún profesional.
Los hechos presentados en este film transcurren en Sicilia, en el pueblo de Aci Trezza, que se halla ubicado sobre el mar Jónico, a poca distancia de Catania. La historia que cuenta es la misma que se repite año tras año en todos los países donde hay hombres que explotan a otros hombres. Las casas, las calles, las barcas, el mar, son los de Aci Trezza. Todos los actores fueron elegidos entre los habitantes del pueblo: pescadores, chicas, jornaleros, albañiles, etc. Para poder expresar su rebeldía, sus dolores, sus esperanzas, no reconocen otro idioma que el siciliano, ya que el italiano no es en Sicilia el idioma de los pobres
Este es el episodio del mare presentado por Visconti. Un acercamiento al neorrealismo social donde el milanés denuncia con imágenes la eterna lucha entre el trabajador y el déspota. Y lo hace en Sicilia, paradigma de esa Italia donde siempre se ha mirado al mezzogiorno como la rémora del país, patio de monipodio que da cobijo a vagos y maleantes. Prejuicios que luego no impidieron llenar las fábricas del norte con la mano de obra sureña, en una inmigración que tan bien reflejó luego el propio Visconti en Rocco e i suoi fratelli.
Pero aquí la situación es distinta. En la Sicilia paupérrima de la posguerra, una familia de pescadores, los Valastro, viven en un pueblo cuyos habitantes desafían cada noche a una mar que les da poco y les quita mucho. Pescadores esclavos de intermediarios que fijan unos precios que mantienen en la ruina a un pueblo desgraciado y conformista. Pero el joven Ntoni, uno de los Valastro, decide tener iniciativa, escapar del yugo de los explotadores e intentar progresar: porqué no intentarlo. Contra viento, la presión de los tiranos, y marea, la incomprensión de los dóciles, Ntoni se hace autónomo y lidera su familia hacia una nueva aventura laboral. Hipotecan la casa y se lanzan al mar a pescar para ellos. Pero ya sabemos que la vida del trabajador libre es dura y cuando el infortunio se presenta…
Y es aquí cuando el film se vuelve transcendental. La quiebra, la soledad o la humillación tocarán la puerta de los Valastro para hacer patente una realidad que acompaña al hombre desde su existencia: el pez grande siempre se come al pequeño. Visconti filma, pero deja que los protagonistas hablen. Coloca la cámara a su lado y capta maravillosamente las lágrimas de Ntoni, la desesperanza de Nicola o la tristeza de Nedda. La cinta es amarga y sus imágenes también. No tiene ese acento documental tan marcado como otras coetáneas pero se siente que lo que está pasando allí es verdad. Y ese es su mérito. No hay guión, ni actores profesionales, ni una puesta en escena estudiada. Pero, ¿para qué cuando tienes un relato con alma propia y cuentas con sus protagonistas reales? Solo cámara y acción para dar vida a una historia que se repite desde tiempos inmemoriales y que termina siempre con la misma afirmación: qué jodida es la vida del autónomo.