Los niños lobo
Sinopsis de la película
Cuando era poco más que una adolescente, Hana se enamoró de un Hombre Lobo. Puede parecer extraño, pero durante años fueron inmensamente felices, y tuvieron dos hijos: Yuki y Ame, que nacieron también con la capacidad de convertirse en lobos. Tras la repentina muerte de su compañero, Hana decide mudarse al campo para así criar a sus hijos en un entorno tranquilo, donde sus extraordinarias facultades no sean descubiertas. Sin embargo, al crecer, Yuki y Ame deberán decidir si quieren vivir como humanos o como lobos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Ookami Kodomo no Ame to Yuki
- Año: 2012
- Duración: 117
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Opinión de la crítica
Película
7.6
62 valoraciones en total
Es una delicia constatar que de vez en cuando desde Japón surgen propuestas como Wolf Children , la tercera película personal de Mamoru Hosoda tras su etapa como mercenario adaptando anime/manga en formato OVA (Digimon, One Piece). Si bien es cierto que con la primera puso el listón altísimo, la notable La chica que saltaba a través del tiempo , fue en su segundo trabajo hizo saltar las alarmas, generando dudas. Summer Wars tenía un inicio sensacional, avanzaba con interés pero en su tercer acto se perdía en su grandilocuencia, convirtiéndose en un escaparate de locuras visuales. Afortunadamente con Wolf Children ha decidido recuperar el tono de su primer película para utilizar la fantasía exclusivamente con excusa, como una metáfora, no centrando la historia en esta característica.
Porque si bien es cierto que Hosoda abre la película mostrando como una humana se enamora de un hombre lobo (antropomórfico, por supuesto) y se explica que tuvieron dos hijos, en realidad todo gira en torno a la unidad familiar, a cómo los personajes tienen que superar problemas comunes, aceptarse a sí mismos y encontrar tu lugar en el mundo. Más cercana a una Recuerdos del ayer o a la citada primera obra de Hosoda que a las fantasías épicas que terminan ahogándose en sus criaturas (a menos que te llames Hayao Miyazaki y tengas facilidad para facturar obras maestras), todo se narra de forma costumbrista e íntima, con infinidad de secuencias que muestran lo cotidiano, desarrollándose en un pueblo en el que la interacción con los personajes es tímida pero segura.
Wolf Children es una película calmada pero amena, muy entretenida, sensible y, también, algo sensiblera. La carga romántica inicial y el uso de la música buscan a un público muy determinado pero es en sus momentos familiares donde encuentra toda la fuerza necesaria para despuntar y alejarse de otras producciones japonesas de animación cuyas ambiciones terminan por estropear el potencial que podía advertirse en el material de partida. Recomendable, pues, porque nos devuelve el mejor lado de Hosoda, aportando una mirada casi costumbrista a la familia y la forma en que sus miembros se ven forzados a seguir adelante. Si en Summer Wars jugaba ser Ozu aquí está más cerca (salvando las distancias) de un Mizoguchi.
Que el Studio Ghibli se ha convertido en uno de los grandes referentes del cine de animación actual es algo que nadie debería atreverse a discutir si no quiere salir bien escaldado. Son dos, bajo mi punto de vista, las razones que instan a este hecho: la primera y la más evidente, porque gran parte de que el manganime en general esté viviendo su gran momento de auge le corresponde a los creadores de Totoro y demás personajes icónicos (especialmente a un Miyazaki que nunca ha dejado de bajar ni el ritmo ni el listón de su filmografía). La segunda se debido a que toda la producción ghibliana es tan especial, tan imaginativa y tiene una personalidad y estilo tan marcados, que resulta imposible pensar, por muchas influencias que haya propagado el estudio alrededor del mundo, en que alguien pueda aproximarse a la maestría con la Ghibli se ha ganado al público con tanto fervor.
Por eso os pido, por favor, que os quedéis con esta segunda razón, porque esto es algo que trasciende una manera insospechada a la hora de hablar de Wolf Children. Nada tiene que envidiarle a cualquier producción del Studio Ghibli, eso es lo primero, pero aun así son tan palpables las influencias de éste que por momentos parece que el mismísimo Hayao Miyazaki se ha metido en la dirección mientras Mamoru Hosoda se echaba una cabezadita o iba al baño. Todo está narrado de una forma un tanto ghibliana , mucho más serena, lenta y poética para lo que suele ser el cine de Mamoru Hosoda, un cine tan fundamentado en que la película siempre conserve ese ritmo constante y regular que tan satisfecho deja al espectador.
Mamoru se lo toma con mucha más calma, sí, y lo hace hasta el punto de llegar a cerrarle un poquito la puerta a la concepción latente en su filmografía del puro y sano entretenimiento para abrirle la ventana a la reflexión y a la profundidad. Tanto es así, que lo que consigue con Wolf Children es crear una fábula creíble, algo menos desenfadada para lo que nos tiene acostumbrados, en la que temas como la búsqueda de la identidad propia ( ¿Queréis vivir como lobos o como humanos? ) o buscar tu lugar en el mundo (y saber encajar en él) ganan importancia y con un mensaje que se lee claro: sigue siempre tu propio camino, ese que te llene más o creas que te conviene, pero nunca reniegues de lo eres, porque eso será algo que te acompañará toda la vida.
Sin embargo, el director tiene la sobrada habilidad de hacer que los 117 minutos de metraje no se hacen nada pesados y se mantienen firmes gracias a una historia con la proporción exacta de magia, encanto y gancho que, a pesar de todo lo dicho en los párrafos anteriores, sigue manteniendo las señas de identidad que Hosoda dejó patentes en Summer Wars y La Chica Que Saltaba a Través del Tiempo, y que se ven representadas por la destacada relevancia que toman los personajes en el transcurso de los sucesos y por, tal y como mencionaba el usuario Caith Sith en su crítica de Summer Wars, la capacidad del realizador para mezclar dos conceptos tan alejados como la realidad y la ficción, seleccionar lo mejor de cada mundo, mezclarlo y dar como resultante una mezcla maestra .
La guinda del pastel, como en el resto de la filmografía del director, se la ponen una soberbia animación nuevamente a cargo de Mad House, que vuelve a presentarse impepinable gracias a su estilo tan particular, portador de ese toque desenfadado y que encuentra su lucimiento en unas majestuosas escenas protagonizadas por los entornos naturales que llegan a poner, literalmente, la piel de gallina en sintonía con una banda sonora que cumple con creces.
Poco más se podría añadir a estas alturas. Estamos ante un film de una gran factura cualitativa. La Chica que Saltaba A Través del tiempo siempre será La Chica que Saltaba a Través del Tiempo, pero creo que no exagero nada cuando digo que Wolf Children es lo mejor que Hosoda ha hecho hasta la fecha, un filme repleto de esa sobrecarga típica de sentimentalismo con la que casi toda producción japonesa similar suele toparse la mayoría del tiempo, pero que no cae en el bucle de lo cursi o empalagoso, de tal modo que la historia va ganando más emotividad a cada momento y que se sitúa de cabeza entre lo mejor que ha podido dar el cine de anime en los últimos años. Mamoru Hosoda ya no aspira más a ser un realizador con una producción interesante. Mamoru Hosoda aspira a ahora a convertirse en un genio, un maestro de la animación a la altura de los grandes, tanto de su país como a nivel internacional.
Este filme es una absoluta obra maestra. Me sentí muy atraída por la estética que esta película presentaba, que por supuesto no me ha defraudado. Unos paisajes increíbles, colores vivos y belleza en todas partes, incluso en las cosas más sencillas.
El tema de los hombres lobo y la licantropía está ya muy usado, ¿no? Pues estos magníficos genios han conseguido tratarlo de una forma totalmente distinta y original… Humana.
Los tres personajes principales tienen unas personalidades muy tridimensionales y con las que es demasiado fácil encariñarse.
Historias muy bien definidas e interesantes, ternura allá donde mires -sin llegar a cursiladas varias que tanto molestan a algunas personas entre las cuales me incluyo-, trama que se centra en la maternidad y lo mucho que le debemos a nuestros progenitores… Una película tan sumamente preciosa que, en mi opinión, todo el mundo debería probar a ver.
+ Lo mejor: Una estética realmente hermosa, una OST muy emotiva y unos personajes completamente enternecedores.
– Lo peor: Lo cierto es que le he estado dando vueltas un rato y… ¿Qué decir? No le veo defectos, en caso contrario no le habría puesto un 10. Podría decirse que es un filme que dura bastante, pero no le veo inconveniente ya que no se me hace tediosa ni flojea en ningún momento.
Preciosa historia de amor entre una chica y un hombre lobo, la muerte de éste y la lucha de la madre por sacar adelante a sus dos preciosos hijos (Yuki y Ame) hombres lobo. Filosóficamente, el director (Mamoru Hosuda) utiliza aquí la lucha de la madre por sus dos hijos y sus peculiares singularidades para construir una metáfora sobre el derecho de cada individuo a decidir sobre su propio yo, convirtiéndose en un canto a la libertad individual, pero no solo ello, sino también al respeto sobre las diferencias entre los distintos seres vivos y sus propias particularidades.
El guión es francamente muy bueno pero además hay mucho más, la animación es sencillamente maravillosa, si en la chica que saltaba a través del tiempo Mamoru Hosuda y su equipo consiguieron una estupenda animación, aquí culminan la obra con la mejor animación, artística y técnicamente, que yo recuerde, la perfección que consiguen mostrándonos la naturaleza en su máxima expresión es sencillamente insuperable.
Si a todo ello añadimos una estupenda banda sonora, el sabor final que me queda al visionar la película es de una dulzura emocional larga y duradera.
Full disclosure: Es la primera película que veo de Hosoda. Más aún, no soy un gran aficionado al anime en general. Pero tuve la oportunidad de ver este filme en el Festival de Sitges y no me arrepiento ya que se encuentra, sin duda, entre los cuatro o cinco que más me gustaron.
Aún con su toque japonés, la trama de la cinta podría compararse con la de un melodrama clásico de Hollywood como los que se hacían en los años cuarenta y cincuenta, eso sí, apto para todos los públicos y con hombres lobo de por medio. La animación se utiliza por tanto para integrar este elemento fantástico con mayor naturalidad y para alguna escena visualmente llamativa como la de los protagonistas divirtiéndose en la nieve.
El ritmo de la película , sobre todo en su segunda mitad, es pausado y su longitud superior a la media del cine de animación norteamericano. Aún así, y a pesar de que la última parte denote cierta demora (aunque puede ser intencionada para proporcionar un sentimiento dramático o melancólico), el filme mantiene el interés como todas las buenas historias.
La introducción nos presenta el amor de Hana hacia un Hombre Lobo, con el que tiene dos hijos. La parte central, sin duda la más lograda, nos muestra las primeras vicisitudes de la madre con los críos según van creciendo. En esta sección resultan entrañables todas las intervenciones del personaje de Yuki, que se hace con la película con un acertadísimo sentido del humor que refleja verdaderamente que los críos son iguales aquí y en Japón.
En la última sección del filme los chiquillos crecen un poco y sus vidas toman un camino casi opuesto a lo que en el comienzo se había presentado (aunque quizá hay notas que apuntaban en esa dirección) y es en esta sección donde se acentúa un poco más el drama, llegando a una conclusión satisfactoria pero quizá algo falta de fuerza. Claro que este no es un filme de grandes despliegues, sino una obra tranquila, pausada, con lo que un final en la misma línea es , en parte, lo más coherente.
Agradable de ver en todo momento, tal vez lo más destacable de la obra de Hosoda es su capacidad de crear un argumento para todos los públicos que agradará por igual a niños (siempre que tengan paciencia para ver una película larga) y grandes, que entiende que se puede hacer un filme adulto sin añadir tacos o violencia y un filme infantil sin por ello renunciar al sentimiento y a la profundidad.
No sé si es sacrilegio o no, como ya digo no estoy muy puesto en el mundo del anime, pero me ha gustado más-en cuanto a argumento, que no en su animación- que la mayoría de los filmes que he visto de Miyazaki (que también me gustan pero suelen descolocarme bastante en sus terceros actos).