Los jugadores de ajedrez
Sinopsis de la película
Ambientada en la India en 1856. Mientras se producen en la India los primeros levantamientos contra el Imperio Británico, se desarrolla una partida de ajedrez entre dos hombres de clase alta. Uno de los films más alabados de Satyajit Ray.
Detalles de la película
- Titulo Original: Shatranj ke khilari (The Chess Players)
- Año: 1977
- Duración: 113
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Opinión de la crítica
Película
7.2
72 valoraciones en total
Existe un proverbio asiático que dice que, los asuntos de extraordinaria importancia hay que asumirlos con naturalidad, ya que escapan a nuestro control, y que son los detalles más pequeños, en los que tenemos que emplearnos más a fondo. Un refrán muy sabio siempre y cuando sepamos entenderlo correctamente. Sin embargo, los protagonistas de esta genial sátira dirigida por Ray, han debido malinterpretarlo de tal manera, que sus vidas giran en torno a un juego de mesa. Dos hombres, ociosos representantes de la clase alta de la India, para los que nada en su entorno requiere la más mínima atención, a excepción de un tablero de ajedrez que por momentos parece emanar algún tipo de atracción irresistible para los dos pretenciosos ajedrecistas, que por bobalicones, se les escapa la maldad, cada día se reúnen en sus casas para ejecutar entre bromas, trampas y banalidades varias, una partida tras otra del que consideran el juego de reyes. Mientras tanto, en sus propias casas, sus mujeres reaccionan con estupefacta incredulidad a su actitud. Indignadas ante la ignorancia y estupidez que sus maridos se empeñan en demostrar, tomarán las represalias que estimen oportunas contra la falta de juicio que se ha apoderado de sus maridos. En el exterior, es 1856 y los ingleses cada vez están mas cerca de tomar la ciudad de Oudh, llevando a cabo otra partida de muy similares rasgos, aunque utilizando gente real en lugar de peones, igual de empecinada, igual de absurda y con dos bufones parecidos como principales protagonistas. Sagaz crítica a la falta de preocupación de la burguesía en temas, tanto políticos, como domésticos. Geniales personajes que crean un ambiente bastante cómico en situaciones de extrema tensión.
Usando un estilo narrativo sosegado, un repertorio de recursos asombroso y una técnica tras la cámara que deja en evidencia el poco progreso, por usar un eufemismo, que ha sufrido el cine estéticamente en los últimos 40 anos, el maestro Satyajit Ray culmina otra obra maestra para su amplia colección.
Una rara obra maestra de Satyajit Ray que, sin tomar partido, narra los momentos previos a la anexión del Reino de Oudh por parte de la Compañía británica de las Indias Orientales. Dos inútiles hombres de la clase alta sólo muestran interés por las movidas del tablero de ajedrez mientras en la vida real se juega un partido político del que ellos son ajenos, como ajenos son de las subtramas que ocurren en sus propias casas, con sus esposas insatisfechas.
Una película deliciosa, de buen ritmo, que atrapa, y con unas imágenes que se quedan grabadas en la retina. Reparto de lujo, que incluye a Sir Richard Attenborough, quien actuó sin cobrar, sólo por el honor de ser dirigido por el maestro Ray.
Cine indio en su mejor expresión. Un juego maestro de unos de los mejores cineastas de la historia del Séptimo Arte.
Muy interesante cinta de época que narra a la par 2 tramas, una de relevancia histórica, otra de un drama particular pero igualmente entretenido. En un inicio la narrativa no deja muy en claro el planteamiento ya que explica las dos tramas pero sin mostrar relación alguna en un inicio. Poco a poco el ritmo algo calmo y la carencia de sobresaltos o diversidad de escenarios va haciendo la cinta algo tediosa, y aunque el guión está muy bien estructurado y con buena explosición del contexto social e histórico, es poca la emotividad que se genera, el drama aunque encierra cierta profundidad y tiene credibilidad es poco intenso. Más allá de la mitad la historia va cuajando de una forma más entretenida al notar cierto paralelismo entre las tramas. El final es digno y sin demasiada sorpresa. En general una película bien realizada, interesante y de contenido ligero, aunque puede llegar a aburrir. Recomendable.
Nos encontramos a un Ray cabreado que centra su mirada en el colonialismo inglés en su país, que denuncia a todos con su habitual sutileza. Denuncia la inoperancia y la falta de aptitudes de los gobernantes de turno, más preocupados por satisfacer sus caprichos que por ayudar a su pueblo, denuncia la avaricia de los ingleses que únicamente por su afán de colonialismo invadirán Oudh, humillando si es necesario y más por empecinamiento del general de turno, denuncia como el lujo corrompe a los protagonistas de clase alta que desconocen los movimientos políticos que se están produciendo, relajados, disfrutando de sus vicios y sin prestar atención al futuro de sus posiciones y posesiones. Todo en tono de comedia, todo con mucha sutileza.
Técnicamente brillante como es habitual, incluso hay lugar para la animación a la hora de explicar la situación política e histórica de la región de Oudh.
Y un final muy simbólico, una metáfora sobre la actitud de la clase alta que siempre se arrima al sol que más calienta.
Satyajit Ray vuelve a mirar al ombligo de su India natal, esta vez como ejemplar cronista de una época en la que el imperialismo británico se mostraba tan feroz que no hizo falta pegar ningún tiro, ni muerte alguna, para anexionarse por la patilla un territorio. ¿Un territorio he dicho?, un imperio entero con ciudades, miles de súbditos al rey depuesto y por supuesto, millones de libras con las que llenar las arcas propias, libre explotación de recursos y a seguir aumentando los territorios de la Compañía.
Son muchas cosas las que se pueden destacar, empezando por el maravilloso uso del color de Ray que adquiere más importancia cuando de lo que se trata es de evidenciar la ostentación del rey indio, que reza cinco veces, escribe poesía, canta y baila sin tener en cuenta que lo que le mantiene ahí en ese trono majestuoso es un ejército que cuando llegue la hora de la verdad no plantará cara a los invasores. Inoperante gobernador, inútil servidor a su pueblo, el jerarca más alto es sin embargo de igual medida de incapacidad que quienes lo siguen después, esa burguesía caracterizada por los dos jugadores de ajedrez con los que Ray está señalando directamente como culpables de la ocupación colonial. Sólo se preocupan del ocio, de ese tablero, comer y poco más. Si ignoran y hasta les da igual lo que hagan sus mujeres a sus espaldas, ante el avance británico se muestran totalmente indiferentes.
Brillante crítica pues, incisiva explicación de unos hechos vergonzosos. El personaje de Attenborough nos parecerá todo lo presuntuoso que se quiera, pero hace su trabajo mil veces mejor que el monarca.