Los 80 (Serie de TV)
Sinopsis de la película
Serie de TV (2008-2014). 7 temporadas. 78 episodios. Inspirada por una serie española del mismo nombre emitida en 2004, pero centrada en eventos ocurridos en Chile desde 1982 a 1986 desde el punto de vista de la familia Herrera, una familia de clase media que vive en Santiago de Chile.
Detalles de la película
- Titulo Original: Los 80 (TV Series)
- Año: 2008
- Duración: 54
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Opinión de la crítica
Película
7.6
66 valoraciones en total
En 7 temporadas, esta serie retrata los ochentas en Chile desde la mirada de una familia de clase media, más común de lo que sus detractores quieren asumir. Porque a todos nos tocó de una forma u otra el horror de esos años. Quizás no tuvimos una hermana en el FPMR o un hermano trabajando en Teleanálisis, pero si escuchamos en las radios las noticias de los horrores de la Dictadura que esta no pudo ocultar. No había que ser un adulto para estremecerse con el caso Degollados, o cuando quemaron vivos a Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas. Y si esos actos horribles no te chocaron y si aún crees que esta es una serie panfletaria o sesgada por transmitir los horrores de esos años, es que las lecciones que tiene que aprender son otras.
Dicho esto, hay que tener claro que como en cada producción de época, los personajes están armados con un afán pedagógico si es que aplica la palabra, para mostrar los cambios e hitos de la década. El padre que se queda sin trabajo por la crisis del 83 y pasa a reinventarse como comerciante, primero en los téxtiles y finalmente con un videoclub. La madre que poco a poco empieza a liberarse de su casa y se desarrolla profesionalmente. El hijo que ve en la fuerza aerea su futuro y pasa a trabajar en Teleanálisis. La hermana que es la primera en entrar a la universidad y se vincula con los grupos extremistas. El hijo menor que tiene la función de explorar la cultura popular de esos años, y en el año correspondiente (1988) la campaña para el Plebiscito.
Las actuaciones son notables, destacando Daniel Muñoz, actor más conocido por sus papeles de comedia, como Juan Herrera, el padre de la familia. Logra un personaje creíble y que va sufriendo muchos cambios en la serie. Todos coherentes y justificados. Nunca se desdibuja, aún en sus momentos más oscuros. Tamara Acosta también esta notable como la madre de la familia: abnegada, sensible y con la valentía suficiente para integrarse al mundo laboral y crecer como profesional. También, destacar el personaje de Martín (Tomás Verdejo), que tiene una de las evoluciones más interesantes de la serie.
El nivel de producción es brutal, logrando una recreación de época brillante, acotando las tomas en exterior a espacios que se mantienen sin cambios desde esa década, esto complementando con tomas de archivo para dar contexto entre escenas. La serie logra transportar a esos años desde detalles pequeños como el juego de loza que usan los Herrera, hasta el transporte público donde se mueven los personajes.
Se nota también un amor por la época que se está retratando y un afán por hacer homenajes a hitos culturales de la época, partiendo por destacar el trabajo de Teleanálisis, noticiero independiente que en esos años se distribuía por VHS y que registraba las noticias que no aparecían en los medios audiovisuales, controlados por la Dictadura. Esto justifica la participación del personaje de Martín en hitos clave de esos años. Otra mención maravillosa es la de los talleres de cine que Alicia Vega hacía en poblaciones, trabajo que quedó registrado en el documental Cien niños esperando un tren de Ignacio Agüero.
Pero la serie también tiene sus puntos bajos. El personaje del almacenero es arquetípico y ralentiza la historia cuando aparece. Pero lo más duro es la calidad de su última temporada: los personajes de Martín y Claudia prácticamente desaparecen, y hay una especie de experimento de contar la historia de Felix en el presente y en el pasado. Todo esto no termina de cuajar bien, además, que se olvidan del contexto histórico, como si ese año 1989 no hubiera pasado mucho.
Raya para la suma: una serie notable, nostálgica para los que vivimos esos años (ya sea en mi caso como niño, y en otras personas como adultos), pero atractiva tambien para los que no la vivieron, por su carga dramática, que está siempre bien calibrada y su calidad de producción. No estoy seguro que tan atractiva puede ser para el público extranjero, ya que es muy localista. No recomendable para los que siguen creyendo en los titulares de La Segunda y que en esos años de horror estábamos bien
En la década de los 80, el Chile hacía frente a una crisis económica que sólo declinaría en la segunda mitad de la década. Los opositores al gobierno, dirigidos por sectores de izquierda conservadores y exttemistss, se organizaban a la espera del plebiscito de 1988 que, a la postre, posibilitó la salida del General Pinochet de manera pacífica. El combate a los grupos subversivos, que se valieron del terrorismo, la bomba y el asesinato político, eran diezmados a duras penas por el gobierno. Esta serie, adaptación de la serie Cuéntame Cómo Pasó, de España, recoge las vivencias de una familia clase media durante aquella década, con una visión políticamente identificada con la izquierda, por lo que no es posible tener una visión imparcial de la sociedad chilena, pero sí habrá identificación con las costumbres de la época, la ambientación, y los dramas familiares.
Los 80 es una serie que definitivamente va de más a menos. Su primera temporada es sensible, describe las relaciones cotidianas de una familia, las que, si bien no son un relato brillante, es un relato más que satisfactorio. Muchos podrían sentirse identificados con estos espacios anecdóticos, que con tonos melancólicos son descritos con mucho detalle. Una excelente ambientación, factura y fotografía, más que aceptable banda sonora acompañan la serie.
Pero a medida que las temporadas avanzan todo se empieza a podrir, la típica familia pasa a ser esa familia que justo su hija se mete con un tipo del Frente Patriótico, luego con un sapo de la Dina, que la CNI en pleno los empieza a perseguir, incluso a mandarles un sapo permanente. El hijo, como camarógrafo, justo filma momentos cumbre de la opresión dictatorial y bueno, de típica familia ya no queda nada. Poco falto para haber sido visitados por extraterrestres o seres de otra dimensión.
Los conflictos familiares, que con tanto cuidado se habían relatado en un principio, pasan a un segundo plano por los conflictos políticos. Evidentemente es una época hiper politizada, dejar de lado la política hubiese sido tan falso como lo que resulto al sobre explotarla. Se podría haber retratado todo con mayor pulcritud, no con caricaturas absurdas, propias de una serie panfletaria más que un producto de calidad.
Así descubrimos que el 44% de la población chilena que voto por el Si eran unos reales idiotas, tipo don Genero o bien unos reales desgraciados como en la fabrica donde se emplea Juan. Y bueno, aquellos que estaban por el NO eran todos nobles y correctos. Todo muy burdo y todo muy panfletero.
Las referencias a Patricio Aylwin, por ejemplo, son absurdas, en un capitulo que este habla como vocero del NO, el personaje de Claudia dice debió haber pensado eso antes de pedir el golpe. ¿Aylwin pidió el golpe? Esa es una nueva noticia. Luego al asumir el primer gobierno democrático, hablan como si todo hubiese permanecido igual, más propio del discurso auto flagelante del 2011 que del real discurso de 1990. En fin, se pueden ir detectando una serie de elementos sobre ideologizados de la serie, que no se condecían con la época que decían relatar. Más una opinión de los autores desde la óptica de cuando la serie se hizo, que una visión de la época que están retratando.
Y tal como la serie se va pudriendo, también se pudre la banda sonora, la versión de los Difuntos Correa (T1) es más que aceptable, como la de los Miserables (T3) y Aldo Asenjo (T4). La de FRAN Valenzuela (T2) deja harto que desear, pero la de Camila Moreno (T5) y C-Funk (T6) son horripilantes.
La última temporada, la 7ma, es para el olvido. Rayando en lo absurdo, realmente se hace larga de lo mala. La relación de Juan Herrera con una Hippie acomodada es más falsa que Judas, tan absurdo como varias de las cosas que van pasando. Para que vamos a hablar de la relación de paternidad de don Genaro con Petita, tiene menos credibilidad que Donald Trump.
Véala, pero sin entusiasmarse mucho, porque sino al final se va a desilusionar.