Los 5000 dedos del Dr. T
Sinopsis de la película
El doctor Terwilliker es un profesor de piano poco amable y demasiado exigente. Uno de sus alumnos, un niño aterrorizado por sus métodos, tiene una pesadilla en la que el malvado doctor quiere encerrarlo de por vida y casarse con su madre, y la única persona que puede evitarlo es un buen amigo: el fontanero.
Detalles de la película
- Titulo Original: The 5,000 Fingers of Dr. T. aka
- Año: 1953
- Duración: 89
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Opinión de la crítica
Película
6.5
67 valoraciones en total
Las drogas a ciertas edades son malas. Muy malas. Contradictorio que la imagen del protagonista, Brat Collins, fuese usada en anuncios antidrogas en Reino Unido cuando Los 5000 dedos del Dr. T es El mago de Oz pasado de LSD.
Basada en los cuentos infantiles de Theodore Seuss, el título proviene de los 499 niños más uno (adivinen de quién se trata) que forman los famosos 5000 dedos en uno de los planes más villanos de la historia del cine pensado por el Dr. Terwilliker.
Todo nuevo. Todo maravilloso y en Technicolor, pesadilla antes y después de navidad en una largísima y genial fantasía para niños y adultos. Posiblemente el filme de Roy Rowland exige de una revisión inmediata aunque el material original se queda a medio camino entre la cult-movie y una rareza musical del Technicolor.
Por supuesto, nominada al Oscar a la mejor banda sonora, aunque con coreografías de Busby Berkeley y fondos de Dalí sería una obra maestra.
El sueño de todos sería encontrar esas escalera roja mágica que nos trasportase a un mundo de ensueño. ¿Verdad Tim Burton?
El Film, las canciones y los decorados desbordan de fantasía y rayan en el surrealismo, especialmente en el primer sueño de Bart (Tommy Retting), y en los números musicales y en las elaboradas escenas de baile.
El Dr. T interpretado por el actor de origen austriaco Hans Conried como el villano profesor de piano cuyo objetivo es atormentar a los niños con sus clases, se lleva las palmas en una caracterización clásica memorable a todas luces.
Toda la historia se desarrolla como la pesadilla de un niño que lo único que quiere es jugar y se ve obligado a tolerar el duro aprendizaje del piano solo por complacer a su madre , la bella Mary Healy.
El renombrado autor de libros infantiles y poeta Theo Seuss escribió la obra y las liricas de las canciones y la producción estuvo a cargo de Stanley Kramer.
Entrañable y uno de mis films recurrentes de toda la vida, los 5000 dedos del Dr. T. Willinker en mi caso es toda una aventura nostálgica.
Roy Rowland dirigió una película muy imaginativa, situada en una interesante y fructífera intersección entre el cine para niños, el cine musical y el cine fantástico, y en la que el mundo onírico y el mundo real dialogan entre sí: los sueños dan respuestas a las dudas, angustias y deseos del mundo real, y éste alimenta y da forma al mundo de los sueños. El mundo onírico en el que se adentra el niño protagonista, Bart Collins (Tommy Rettig), es una surrealista dictadura gobernada por el malvado Dr. Terwilliker (Hans Conried), que tiene hipnotizada a su madre (Mary Healy), y que tiene contratado al fontanero que frecuenta la casa de los Collins, el Sr. Zabladowski (Peter Lind Hayes). Bart, a través de su sueño, expresa su odio por Terwilliker y su afecto por Zabladowski: se oponen dos figuras masculinas, una positiva y otra negativa, y la positiva se postula como posible nuevo padre del niño, huérfano de padre. La fantasía es también aquí una salida o una vía de escape frente al aburrimiento y la monotonía del aprendizaje del piano, un instrumento musical que aquí representa la rutina, la obligación, o la responsabilidad.
Para mí es una película de obligada visión para todos aquellos espectadores interesados en cualquier forma de fantasía cinematográfica.
Vi esta película de madrugada. En La 2, imagino. Un día laborable. Hay algo inconexo en ver un film para niños rodado en los cincuenta –con toda la inocencia que eso conlleva– a las tantas de la madrugada. Cuestión de gustos y prime time, supongo. Pero se me sigue haciendo raro. El caso es que mientras la veía noté unas cosquillas en las manos y en las piernas. Un suave deambular subcutáneo de hormigas como la marcha de un ejército de hombres-naipe.
Esta producción modesta, trasnochada si se quiere, repleta de sueños en cartón piedra, surrealismo artesano y decorados más bien escasos, de estilo artístico chillón y policromo, trata de reflejar lo onírico, incluso la pesadilla infantil, desde un tono de piruleta, gorra con hélice en el remate y calcetines blancos hasta las rodillas. Y no desde ese clima previsible de oscura demencia que un remake actual, sin duda, imprimiría (Tim Burton ya está tardando). Y, bueno, a mí me encaja. Me encaja porque el cine, además de entretener, fotografía épocas, y esta cinta plasma el encanto de un tiempo en que los niños no tenían otra cosa más que imaginación, sueños y cosquillas para escapar de profesores castradores y aburridas rutinas. Me gusta por el exótico Technicolor que refuerza su carácter de película infantil y extraña a la vez, enquistada en el tiempo. Es una cinta que recoge la esencia del encanto todavía inocente de la infancia en los cincuenta (cuando aún había espacio para bisoños trasuntos proto-psicodélicos de «A través del espejo»), la procesa y la mantiene vívida cincuenta años después.
Y es que por convencional que a priori pueda parecer, a día de hoy, el resultado final de esta cinta, sí hay algo de desasosiego, miedos, obsesiones y cosquillas infantiles. Esa época, la niñez, en la que la realidad te hechiza y sorprende todos los días con las cosas más insignificantes, convirtiendo en pesadilla y aventura lo que los adultos llaman clases de piano , comida familiar o visita a los vecinos … Luego ya creces, te olvidas de esas cosas y te conviertes en uno más. Es entonces cuando la rutina pasa a tener diez dedos, cinco en cada mano. Y algunos protestamos el cambio porque, obviamente, cinco mil dedos hacen muchas más cosquillas. Va usted a comparar.