Lola Montes
Sinopsis de la película
Narra la historia de Lola Montes (1821-1861), cortesana y bailarina famosa en toda Europa. Nacida en Irlanda, Lola (Martine Carol) fue la amante de grandes hombres como el músico húngaro Franz Liszt o Luis I de Baviera. Ya en el ocaso de su carrera, trabajó en un circo de Nueva Orleáns, Luisiana, donde realizaba un número acrobático mientras un maestro de ceremonias (Peter Ustinov) narraba al público su escandalosa vida.
Detalles de la película
- Titulo Original: Lola Montès
- Año: 1955
- Duración: 110
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Opinión de la crítica
Película
7.4
84 valoraciones en total
Esta película le sienta como un guante avant la lettre a nuestra sociedad de mundos rosáceos, bazofia mediática y personajillos detestables a granel. El planteamiento es cristalino: desde el primer fotograma se nos invita a presenciar un espectáculo circense. En él, se exhibe a la famosa de turno, que vende su dignidad a cambio de treinta denarios de plata.
Lola Montes no baila, no canta, no se ha doctorado en astrofísica por la universidad de Harvard, pero es hermosa y atractiva y no le hace ascos a airear sus intimidades por un plato de caviar –ay, si al menos fuera de lentejas. Su hábitat es el escándalo escabroso. Sus armas, el encanto, la capacidad de seducción y ese aura de femme fatal, tan cotizado en el mercado de la carne y los pastiches del corazón, ¡puaj! A pesar de todo, Ophüls y Martine Carol consiguen hábilmente que sintamos compasión por el personaje retratado (salud precaria, peligrosas adicciones, infancia desgraciada y ojos tristes). Y es que Lola destila una infelicidad auténtica y profunda.
Peter Ustinov encarna al jefe de pista, un típico presentador de late night que sabe cómo darle carnaza a la audiencia. Es éste un actor al que se tiende a ensalzar con desmesura, el papel que representa es aseado, no genial –tampoco el personaje daba para mucho lucimiento. Se trata, sin más, de un hombre del show business que conoce su trabajo.
En lo puramente cinematográfico, la cinta es algo insulsa, uno tiende a fijarse en los detalles técnicos (movimientos de cámara, colorido, puesta en escena) para distraerse de una historia que resulta, seamos sinceros, un tanto plomiza. La factura es notable, la idea, espléndida. Pero… ¡no sólo de culebrones vive el hombre!
Una última consideración: si Lola es un producto de consumo, tan vistoso como digno de lástima, ¿a quién deberíamos despreciar? A su público, evidentemente. Ruin y soberano.
La bailarina, , aventurera, amante de grandes artistas y reyes, representa en un circo su propia vida, humillada como un animal, literalmente enjaulada a ratos. En color y formato panorámico, es uno de los films más apabullantes estéticamente que en mi vida he visto y es probabilísimamente la referencia primaria para el Moulin Rouge de Baz Luhrmann, no solo en la estética sino en bastantes aspectos de la trama y en el carácter de varios personajes. Todo el mundo debería de verla: los largos y complejos movimientos de cámara, el original diseño de vestuario y decorados y el dinamismo de la representación, que alterna con los recuerdos de la artista, merecen sin duda la pena. Movilizar tal cantidad de elementos para escenas a veces muy breves, me parece, sinceramente, alucinante.
Fue una superproducción para la época y un fracaso en taquilla, lo cual acabó con la carrera de Ophüls, quién pensaba realizar Los amantes de Montparnasse , luego dirigida por Jacques Becker.
Lola Montes no es la mejor película del cineasta austríaco pero sí una culminación barroca, extravagante e inolvidable de su obra. Narra la vida de Lola Montes, una mujer de gran belleza que fuera amante de multitud de importantes hombres (especialmente Luis II de Baviera) y que ahora trabaja en un circo representando su propia vida, en un espectáculo cruel, estoicamente masoquista y denigrante, con un clímax trágico final genial en el que paradójicamente resulta peor seguir con vida que morir. Con Lola Montes Ophüls hace una reflexión agridulce sobre el amor y el desamor, la infelicidad y el incesante y penoso paso del tiempo, pero lo mejor de la película es el maravilloso retrato que se hace de esta dama con el alma muerta, quien desvela su intimidad, su vida, esa misma alma, en el metafórico circo, perfecto ejemplo de lo que pudiera ser hoy Internet o la televisión, es decir, cuando uno desvela su alma, desvela su misterio y muere en vida.
Película de perfecta puesta en escena, con una impresionante composición de ese extraño, fascinante y barroco escenario circense (para mí gran parte del cine inventivo, persolanísimo y genial de Fellini está aquí) y un extasiante gusto por los encuadres, Lola Montes desprende sofisticada pureza, delicadeza abigarrada y trufada de genuina complejidad, un clasicismo vanguardista, una poesía colorista y plástica en medio de un tono magistralmente melancólico y sinfónico, de recargado lirismo, de amarga intensidad. Ya lo he dicho: no es la obra cumbre del austríaco, pero sí una película indispensable, una obra maestra.
Lola Montes narra una jornada de circo en la que una condesa escenifica su propia vida. La película tiene innumerables niveles de lectura:
1. Lola Montes ha vivido en su infancia y adolescencia hechos traumáticos ( muerte de su padre y traición por su madre, concertación de un matrimonio con un viejo aristócrata, matrimonio fallido con el oficial inglés ) que han condicionado su desarrollo posterior. Hechos que han supuesto para ella la pérdida de la inocencia y el envejecimiento prematuro físico y espiritual.
2. Desde otro punto de vista este filme expresa el final de una época: la pérdida de la inocencia, el acceso de la masa a la cultura ( totalmente necesario y democrático, pero empobrecedor ) y los pocos escrupulos de los comerciantes del espectáculo ( Peter Ustinov expresa: No me importa como bailas, lo que me importa es el escándalo , terribles palabras que anticipan el empobrecimiento de la cultura colectiva, de la que tenemos muestra en la actualidad con determinados espacios televisivos ) suponen un influjo banalizador. Fin de la inocencia y de la decencia que también puede extrapolarse a un mundo cinematográfico en el que Ophüls no encuentra ya su espacio.
3. Es también una singular reflexión sobre el cine: durante todo el metraje se van entremezclando sombras, personajes y situaciones de tal manera que el mundo del circo, de la ficción se confunde con la realidad distorsionándola, moldeándola a las necesidades del espectáculo, lo mismo que ocurre en el cine. El cine concebido como una escenificación de la realidad que a veces debe moldearse o limitarse teniendo en cuenta razones comerciales ( en el circo el público sediento de morbo y escándalo, el el cine el público sediento de emociones inmediatas, poco propenso a la reflexión ).
Al margen de las posibles lecturas cabe destacar el apartado técnico: la fotografía consigue una plasticidad insuperable dándole a veces una tonalidad onírica muy adecuada y los movimientos de cámara son magistrales.
Último largometraje de Max Ophüls (Max Oppenheimer) y único que realiza en color. El guión, de Jacques Natanson, Annette Wademant, Franz Geiger y M. Ophüls, adapta la novela corta La vie extraordinaire de Lola Montes, de Jacques Laurent (1919-2000), que firma con su pseudónimo habitual de Cécil Saint-Laurent. Se rueda en escenarios naturales de Niza, Paris y Baviera (Bamberg y Castillo de Pammersfelden) y en platós de Bavaria Filmstudio (Munich) y Franstudio (Joinville-le-pont), con un presupuesto de 7 M DM. Producido por Albert Caraco para Florida Films, Gamma Film, Union Film y Osaka Film, se proyecta en sesión de preestreno el 23-XII-1955 (Paris).
La acción dramática tiene lugar en un circo francés instalado en Nueva Orleans (Louisiana), en un momento indeterminado que se sitúa entre 1855 y 1860. Los recuerdos en flashbacks se ubican, entre 1825 y 1850, en Paris, Munich, Viena y otras ciudades europeas y en un crucero en barco. La antigua cortesana y bailarina Lola Montes, conocida en toda Europa, que dice ser española sin serlo, recuerda su vida escandalosa ante un público ávido de relatos sensacionalistas. Responde a las preguntas que le formulan y realiza un arriesgado número acrobático. El nombre verdadero de la protagonista es María Dolores Elisa Regina Gilbert o María Rosa Gilbert, según las fuentes. Hija de un militar, nace en 1818 o en 1821, en Irlanda o Escocia. Fallece en 1861 en EEUU, prematuramente envejecida a causa de una vida de excesos. Entre sus amantes se cuentan Franz Liszt, Luis I de Baviera, artistas, militares, empresarios, estudiantes, etc. De temperamento independiente y aventurero, es liberal, lujuriosa, fumadora de tabaco, atractiva y seductora. Tras una vida intensa e itinerante, termina trabajando como telonera en un circo de los EEUU.
El film suma drama, romance, leyenda, farsa, viajes y aventuras. El guión se inspira en hechos recientes del mundo de Hollywood, como los amores tumultuosos de Zsa Zsa Gabor, los romances efímeros de Elizabeth Taylor o las depresiones de Judy Garland. Adapta una novela inédita todavía, que se publicará años más tarde, basada libremente en hechos reales y en un personaje eminentemente romántico, real pero mitificado y rodeado de leyendas. A Laurent, autor de la novela, no le interesa la historia, sino la literatura, y la comunicación de ideas y emociones. Algo parecido le ocurre a Ophüls, a quien interesa sobre todo la creación de un espectáculo visualmente admirable, crítico, de reflexión y denuncia, centrado en algunos de sus temas preferidos, como el protagonismo de la mujer, su condición histórica de objeto de placer para el hombre, su realidad de víctima de un machismo que le cierra los caminos de la felicidad, etc. Como en otros films (El placer), rinde testimonio de admiración a la figura simbólica de Venus (retrato al óleo).