Locura de amor
Sinopsis de la película
La pasión que siente la princesa Juana de Trastámara, hija de los Reyes Católicos y heredera del trono de Castilla, por su marido Felipe el Hermoso, soberano de los Países Bajos e hijo del emperador alemán Maximiliano I de Austria y de María de Borgoña, no es justamente correspondida. El archiduque prefiere las aventuras con otras mujeres, cosa que trastorna completamente Juana. Su locura se acentuará con la prematura muerte de su marido.
Detalles de la película
- Titulo Original: Locura de amor
- Año: 1948
- Duración: 112
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Opinión de la crítica
Película
5.9
98 valoraciones en total
Uno de los últimos grandes éxitos de público de la productora del franquismo (CIFESA) y el primero de estrellas destacadas de la época: Aurora Bautista -sobreactuada al máximo-, Fernando Rey, Jorge Mistral y Sara Montiel.
La película es pretenciosa, un griterío teatral de escaso rigor histórico, pero conserva un interés notable en las segundas lecturas que implícitamente ofrece. La acosada reina Juana parece la España autárquica de Franco, aislada y vista con recelos desde Europa y el mismo Caudillo podría pasar por el noble capitán don Álvar (J. Mistral), enamorado secretamente de la soberana y a quien entre todos convierten en su único y leal protector.
Franco, en su grandilocuencia nacionalista, se miró en el espejo de los Reyes Católicos y Locura de amor , como otros melodramas históricos del momento, tenía que hacerse a su gusto. No en vano hasta se apela a la guerra civil como única solución a los intereses encontrados. La gente llenó los cines para ver los amores y odios desatados de esa extraña corte. Y todos contentos. Era como si a los españoles también quisieran tomarlos por locos, haciendo crecer su admiración por el hombre que los desgraciaba.
Esta película pone los pelos de punta. Sí, sí, tal cual. La pena es que no pase siempre y el metraje, en vez de meter más y más el dedo en la llaga, se aligera entre tramo y tramo. Aún con todo, trabajo de Juan de Orduña que engancha e interesa, y además te despierta curiosidad por nuestra Historia.
El amor que padeció y vivió la Reina Juana I de Castilla es un buen punto de partida para un dramón clásico y en blanco y negro donde los actores españoles den el do de pecho. Y qué pecho. He ahí el de Jorge Mistral, que está arrebatador a pesar del peinado medieval, además de ser un fabuloso intérprete de voz viril y profunda, o una incipiente Sara Montiel con una belleza que no parece humana de tan rebosante y perfecta que es. He confirmado que fue doblada en esta película (no se nota, la verdad), aunque hace alarde de una impecable interpretación, de tú a tú, con la monstruosa Aurora Bautista, primeriza también en un plató cinematográfico. Bautista venía, sin embargo, del teatro, y se nota una barbaridad, con una interpretación que respira a patio de butacas, hasta en la forma de declamar. Ella gesticula y se mueve como encima de unas tablas, y la cinta se estremece a su paso. Lo dicho: los pelos de punta cuando se enfrentan Juana y Altara, cuando Felipe y Don Álvar pelean (por cierto, ¿Fernando Rey como «el hermoso»? Bueno, bueno, es un gran un actor), cuando la Reina demuestra su amor, que llaman loco, o en esa llegada triunfante a la catedral. Soberbio.
El dudoso rigor histórico o la excesiva pomposidad de la dirección le resta más que le añade, aunque no puedo omitir lo mucho que me ha gustado la subtrama entre Altara y Don Álvar, que es también, a su modo, otra locura. El resultado final es una película digna y correcta.
Superproducción Cifesa dirigida por Juan de Orduña sobre la figura de Juana I de Castilla, más conocida como Juana la Loca, quien llevó a la patria al borde de una guerra civil a causa de los celos que despertaba en ella su adúltero consorte, Felipe ‘el Hermoso.
Uno de los mayores éxitos que recuerda el cine español, que además instauró el melodrama histórico como género en la España franquista, caracterizado por una grandilocuencia que iba desde la puesta en escena hasta las interpretaciones, amén de catapultar al estrellato a una desconocida Aurora Bautista.
Medio siglo después, Vicente Aranda rodaría un remake.
Su locura no tiene remedio. Pero es la más hermosa locura del mundo. Locura de amor.
Durante los años cuarenta en España, con la creación de las normas de protección económica que garantizaban importantes emolumentos para los productores que realizaran películas afines a las directrices del régimen franquista, se despertó una fiebre por el cine histórico, ya que este género era el más idóneo, por un lado para demostrar que se había hecho un gran esfuerzo económico y por otro que se trataba de un film importante, con personajes consagrados y hechos gloriosos para la historia patria. En este contexto se sitúa la productora valenciana, CIFESA que era toda una institución al servicio de la causa, a pesar de ser creada durante la república en 1932.
Locura de amor es una de las producciones más exitosas de la productora, ganándose fácilmente el favor popular, evidenciando que el cine español incluso podía ser rentable sólo con la taquilla, sin necesidad de subvención, si el producto era de una aceptable calidad artística que en este caso la tiene, en mi opinión. A día de hoy, quizá haya envejecido bastante, por su excesivo cartón piedra y su escenificación teatral, aunque no es menos cierto, que sus diálogos son brillantes, su dicción es colosal y su ritmo impecable, fruto de la experiencia del cineasta. Un pasional y arrebatador melodrama con rasgos de fresco histórico.
El film de Orduña no hace más que confirmar este enfoque: en vez de centrar la intriga en los Reyes Católicos o el emperador Carlos I, toma a la hija de los primeros y madre del segundo, Juana La loca (Una excelente Aurora Bautista), reina de Castilla y la presenta como una auténtica enajenada que por unos celos enfermizos pone a la patria al borde de una guerra civil. Cierto que su consorte extranjero, Felipe El hermoso (Fernando Rey), aparece como un adúltero compulsivo, y esto podría verse como un dardo envenenado contra el vicio y la corrupción que vienen más allá de los pirineos, pero también es cierto que el impresentable flamenco es, al fin y al cabo, el padre de nuestro emperador Carlos I de España y V de Alemania. Para acabarlo de enredar, uno de los personajes más positivos de la trama es la mora Aldara (La bellísima Sara Montiel), que en todo momento se presenta como fiel a su estirpe y enemiga declarada de la Castilla cristiana.
Tal como aparece en el guión de la película y en el drama de Tamayo y Baus, la trágica historia de doña Juana sigue sin gran espíritu crítico la leyenda romántica gestada en torno a su persona y no se preocupa en exceso del rigor histórico. De lo que se trata es de montar un gran espectáculo de gran aparato visual y de fuerte raigambre escénica, incluyendo los secundarios con el inefable Espantaleón a la cabeza y el atractivo Jorge Mistral y un fondo musical ampuloso de gran riqueza tonal.
Film de gran éxito popular del realizador español Juan de Orduña. El guión, de Alfredo Echegaray y Carlos Blanco, con la colaboración de José Mª. Pemán, adapta la obra teatral La locura de amor (1855), de Manuel Tamayo y Baus. Se rueda en los Estudios CIFESA (Valencia) y en exteriores de las proximidades. Producido por Juan de Orduña (1900-1974) para CIFESSA, se estrena el 8-IX-1948 (Cine Windsor, Barcelona).
La acción dramática tiene lugar entre 1504 y 1506, con un prólogo situado en 1516. A la muerte de Isabel I, la católica (26-XI-1504), Juana (Bautista) es proclamada reina de Castilla en virtud del testamento materno. Casada (1496) con Felipe el hermoso (Rey), soberano de los Países Bajos, se trasladan a Burgos, donde él ejerce el poder real sin contar con la opinión de la Reina. Cuando Felipe muere (25-IX-1506), por accidente o envenenamiento, se hace cargo de la regencia de Castilla Fernando II de Aragón, el católico, que la delega más tarde en el Cardenal Cisneros hasta que el príncipe Carlos (Arce) es proclamado mayor de edad (a los 15 años) y rey de Castilla y Aragón (1516). Juana nunca fue legalmente incapacitada, las Cortes de Valladolid se negaron a hacerlo y siempre fue citada como reina hasta su fallecimiento (1555). Vivió recluida en el castillo de Tordesillas (Valladolid), por decisión de su padre Fernando el católico y de su hijo Carlos I, hasta el final de sus días, a los 75 años de edad.
Sobre este fondo histórico el film construye una historia de ficción, de carácter dramático y romántico, con elementos folletinescos y melodramáticos, que se aparta de la verdad histórica. Juana está profundamente enamorada de Felipe, no quiere pleitear con él, es muy religiosa, devota y austera. No acepta levantarse contra su marido Felipe, ni contra su padre Fernando, ni contra su hijo Carlos. Siente celos de las amantes de Felipe y sufre por el comportamiento promiscuo del marido. Felipe es aficionado a la caza, las fiestas y el deporte de su tiempo. Es mujeriego y siente pasión por el poder. Muere a los 28 años.
El film suma drama y romance. Forma parte del conjunto de obras sobre temas históricos que en los años 40 y primeros 50 cuentan con gran aceptación de un público popular que sublima sus frustraciones y miserias con relatos épicos y grandes historias, como Alba de América (1951), Agustina de Aragón (1950) y otros. El estilo narrativo es ampuloso y grandilocuente. Hace uso de diálogos artificiosos y pomposos, que llevan la acción fuera del tiempo y del contexto de actualidad. Exalta los valores patrióticos más gratos al franquismo, como la fidelidad absoluta a la autoridad, la disposición permanente de servicio, la asunción de sacrificios personales por el bien de la patria, el heroísmo en la batalla, la obediencia ciega, la disciplina sin fisuras, la defensa a ultranza de la religión católica, la renuncia a la crítica (equivalente de deslealtad), etc.
(Sigue sin spoilers)