Lila dice
Sinopsis de la película
Lila tiene dieciséis años, ojos inocentes y belleza de ángel, así que cuando pregunta con vocecita suave: ¿Quieres mirar debajo de mi falda? , el efecto que causa es devastador: sensualidad con mayúsculas. Lila, que acaba de mudarse con su extraña tía a un barrio pobre de mayoría árabe, conoce a Chimo, un niño tranquilo y con talento literario. Chimo y Mouloud son los líderes de la banda local. Lila se dedica a jugar con Chimo, a aturdirlo con promesas vagas y lenguaje procaz. Mouloud entra también en el juego, pero es más rudo que su amigo y mucho menos manipulable que él.
Detalles de la película
- Titulo Original: Lila dit ça
- Año: 2004
- Duración: 89
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Opinión de la crítica
6.8
26 valoraciones en total
Primero te confundirá, luego te seducirá y finalmente te destrozará. Así es Lila, una muchacha de temprana edad cuyos planteamientos sobre temas como el amor o el compromiso son tan atípicos como su comportamiento ante el sexo opuesto.
Partiendo de un personaje tan extraño de encajar y sorprendente, el cineasta Ziad Doueiri, que ya debutara con West Beirut, nos traslada a esta historia de tan atípica discursiva y exquisitamente trazados personajes.
Si bien es cierto que sus formas constituyen un método para intentar seducir al espectador, también se podría decir que conforman una gran base sobre la cual desarrollar el relato sin llegar en ningún momento a tornarse anodinas o gratuitas.
En este aspecto, cabe resaltar un manejo de la cámara que aporta naturalidad a la cinta en diversos instantes, además de ayudar a seguir con curiosa minuciosidad la propuesta que se nos brinda.
Si a esto le sumamos una de las bandas sonoras más hipnóticas desde la compuesta para la ópera prima de Richard Kelly, Donnie Darko, obtenemos un resultado brillante y digno de elogio.
En definitiva, si son ustedes admiradores de esas obras que atrapan desde un primer momento y no te dejan desviar la vista hasta la aparición de los créditos de inicio este es, sin lugar a dudas, el trabajo que están buscando. Y es que, cada aparición de la fascinante Lila en pantalla es absolutamente cautivadora, además de obligar al espectador a estar atento a cada uno de sus gestos y palabras.
Mentiría si dijera que cuando nuestra protagonista sale de pantalla no pierde poderío. Sin embargo, el resultado final es francamente memorable.
La aparición fugaz en la primera secuencia de Lila dice de la cubierta de L´avalée des avalés -la mítica novela de Réjean Ducharme tan determinante en Léolo, obra maestra, hermosa y terrible a un tiempo de Lauzon- supone toda una declaración de motivos de este segundo largometraje del libanés Ziad Doueiri. L´avalée…, Léolo, Lila……, la necesidad crucial de reinventarse para escapar de un entorno demoledor, para modificar los márgenes presuntamente ineludibles del destino. La reivindicación radical, en los tres títulos, de la palabra como elemento redentor.
Léolo -aquel chaval enfrascado en el desesperado intento de mantenerse alejado de la locura que destruye a cada miembro de su familia, a base de construir una biografía personal situada en las antípodas de la miseria, de la escatología asfixiante, del miedo- encontraba el primer escalón de la dificultosa rampa hacia una vida mejor en L´avalée…. Chimo, el coprotagonista de Lila dice, apunta también tácitamente, con ese mutismo que le caracterizará durante prácticamente toda la película, el potencial liberador del título del escritor franco-canadiense.
Si Léolo vive en los suburbios de Montreal, el mundo de Chimo, el joven árabe nacido en Francia, se encierra en un barrio marginal de Marsella, en uno de esos escenarios de la cólera vivida en Francia en los últimos meses: ya saben, enfrentamientos, fuego, destrucción y autodestrucción, reivindicación de un yo excluyente en la presunta cuna de la integración. Si Léolo encontraba su guía en el domador de versos -el personaje magnífico que rescataba de los contenedores de basura las palabras escritas, las imágenes capaces de transmitir ternura, conciencia, amor-, Chimo hallará ese aliado insólito en una bellísima adolescente, recién aterrizada en su mundo, acoquinado por un machismo rampante, por la zafiedad, por la fácil tentación de arrojar sobre los otros cualquier atisbo de responsabilidad.
Lila muestra su capacidad insólita de expresar su sexualidad, sus fantasías y fantasmas. Conoce la virtualidad liberadora del erotismo, el impacto de decir aquello que nadie dice, de establecer retos infinitamente más allá de los límites que dicta la moralina imperante no sólo, por supuesto, en la cultura islámica, de despertar en el otro la llama vivificante del deseo. Me gusta tu mirada cuando te hablo, terminará confesando a su elegido.
En su construcción de Lila dice, Doueiri introduce -como hacía en West Beirut, su opera prima- vivencias personales, recuerdos de juventud y la terca determinación de enfrentar una indomable vitalidad a la marea aparentemente irresistible de la barbarie.
¿No está Lila legitimada, como lo estaba Léolo, para declarar porque sueño, no lo soy?.
Aunque hace ahora un tiempo que la vi tengo buenos recuerdos de esta película. La música es muy buena y se entrelaza perfectamente con las imágenes para resaltar un mensaje final distinto al que en un principio parece.
A primera vista todos pudieramos caer en la simplicidad de Lila como una lolita pero no me parece que sea éste el mensaje de la película. Ciertamente su personaje está estirado hasta un punto poco realista pero que cumple bien su función.
La aparición de Lila en la vida de Chimo más que una relación creible en la realidad es el reflejo y detonante de una serie de cambios en su vida. Madurez, creatividad, despertar sexual…en una palabra conocerse a si mismo dentro de la situación precaria en la que se encuentra.
Lila va a hacer madurar la relación de Chimo con su entorno, amigos y familia. En este aspecto también resuelve la relación con su madre, causante en cierta medida del estancamiento emocional de ambos.
En resumen es una buena película. Dejando a un lado su tinte quizá demasiado exaltado del sexo (muy francés por otra parte) para mi rezuma afecto y sensualidad por encima de todo lo demás.
Segundo largo de Ziad Doueri ( West Beirut 1998). Rodado en Marsella y en estudio, se basa en la novela Lila dit ça (1996), de Chimo. Obtuvo 2 premios en Gijón (actor y guión). Fue nominada al Premio del Jurado en Sundance y a mejor película extranjera en los Sattellite Awards. Se estrenó el 26-I-2005.
La acción tiene lugar en Marsella en 2004. Narra la historia de amor de Lila (Vahina Giocante), de 16 años, ojos azules, cabello rubio, cara angelical y seductora belleza, y de Chimo (Mohammed Khouas), de 19 años, de origen árabe, nacido en Francia, soñador, aficionado a escribir, tranquilo y apuesto. Lila y su tía (discapacitada mental) se han trasladado hace unos meses al barrio de Chimo, de mayoría musulmana. Su atractivo y desenvoltura ocultan una historia que se desvela progresivamente.
La película describe con acierto la vida de un barrio en el que los jóvenes, con dificultades para encontrar trabajo, viven en una situación preocupante de riesgo de marginación y delincuencia. Se hace referencia, desde un segundo plano, a conflictos raciales, al miedo a la diferencia, a la búsqueda de refugios en la exaltación de la propia identidad y a las escasas oportunidades de inserción laboral y social de los jóvenes franceses, de origen árabe, de segunda generación. La película se centra en la historia de amor de dos adolescentes, de la que Chimo es el narrador: explica cómo ve y entiende su relación con Lila, sensual, fascinante y provocativa, que juega con su poder de seducción, inmersa en un mundo de fantasías eróticas adolescentes. Su expresión corporal y verbal, atrevida y seductora, aturde a Chimo, que no entiende por qué se ha fijado en él, mientras le asaltan dudas, temores y angustias, que contrastan con la espontaneidad, naturalidad y locuacidad de Lila. La obra contiene dos secuencias memorables: la provocación en el columpio y el paseo de la pareja en motocicleta.
La música es de Nitin Sawhney, que aporta una composición vibrante y emotiva, con ecos árabes, franceses y polacos. Destaca la composición que acompaña la escena del paseo en moto. La fotografía ofrece imágenes luminosas y coloristas, de intenso sabor mediterráneo. En busca de la luz mediterránea, la acción se trasladó de París a Marsella. La cámara, muy ágil, se mueve con osadía, como en la triple vuelta de 360 que sigue el volteo de Lila alrededor de Chimo, mostrando lo que ven sus ojos (cámara subjetiva). El guión desarrolla una narración fresca y deliciosa. Apuesta por la sugerencia, dosifica el suspense y hace uso de un humor cálido. La interpretación de Lila desborda naturalidad y espontaneidad. Khoudas, en su debú en cine, cumple con corrección. La dirección, con una puesta en escena naturalista, crea una obra fascinante, llena de encanto y rica en sugerencias.
La película narra una historia profundamente humana, joven y vitalista. Es un placer para disfrutar, gozar y recordar.
Una historia falsa y a la vez sincera, rebuscada y a la vez sencilla. La propia ilusión de actores y cineastas hace que me lleguen hondo Chimo, indeciso y algo tímido, y Lila, una vocazas desvergonzada y manipuladora con un poder de atracción sexual pocas veces visto en una pantalla de cine (ninguna adaptación de Lolita llegó al nivel de las escenas en el jardín o en la moto).
Hay sorpresa final, también rebuscada, pero al nivel del resto.
Se tratan de refilón temas como la religión y los fanatismos. La mejor prueba de que no todos los islamistas se toman tan en serio sus propias creencias.
Es posible la integración en occidente, aunque es imprescindible que sean los inmigrantes los se adapten a la libertad de expresión y no nosotros a sus denigrantes costumbres. –Escribo esta crítica en los días de las violentas manifestaciones en protesta por las caricaturas de Mahoma en periódicos europeos.
No la entiendo como imprescindible, pero sí como recomendable.