Libera me
Sinopsis de la película
En un mundo futuro, un grupo militar se encarga de someter y controlar a toda la sociedad con el objetivo de que todos hablen, piensen y sientan lo mismo. En caso contrario, serían severamente castigados.
Detalles de la película
- Titulo Original: Libera me
- Año: 1993
- Duración: 75
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Opinión de la crítica
Película
5.4
70 valoraciones en total
Usar el primer plano para comprimir el espacio y encerrar en él al personaje.
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Sin diálogos, el significado surge del silencio. Las manos hablan, dialogan.
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Fragmentar sin énfasis: manos, pies, rostros.
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El sonido: creador de espacio fílmico –fuera de campo. Ver con el oído (las carambolas en la mesa de billar).
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Sonido y plano detalle se complementan. Dan forma viva a cada objeto. Crean significación y relaciones.
Muestrario: sonido persistente (al retocar una fotografía), líquido, seco, metálico… Raspar un papel, accionar un mecanismo (percutor de pistola, disparador de cámara fotográfica, anilla de granada…).
Objetos esenciales, sonidos depurados.
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Ofrecer un fragmento: el espectador reconstruye en su interior la secuencia completa. Prestar especial atención a los detalles.
La tortura apenas se vislumbra. El sonido refuerza el frío de las superficies. El goteo del agua en la toalla, la consistencia metálica de las esposas, el peso vertical en las muñecas. La forma de doblar los cuerpos –torso, pies y manos.
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Elipsis: una cartulina o papel rojo sobre el corazón de un cuerpo vertical. Corte. El papel rojo agujereado sobre el pecho de un cuerpo horizontal –la tapa de madera lo cubre y cierra el círculo. Asistimos a una ejecución o asesinato, pero ¿qué vemos realmente?
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Puesta en escena austera, minimalista –no mínima. Uniformes, objetos cotidianos, armas, pasaportes. Sin referencias explícitas espacio-temporales ni políticas. Voluntad de abstracción. Importa el qué, no el quién.
Tendencia a suprimir el horizonte en la composición de planos.
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Actuaciones hieráticas, neutras. Cada gesto (una caricia, un golpe, un movimiento de rechazo) adquiere intensidad.
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La identidad individual y colectiva. No dar nombres. Sólo dejar que se intuyan o adivinen parentescos. Fotografías como contraseña visual. Pasaportes falsos, represalias.
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Mostrar la dialéctica de la violencia en su espiral sin recrearse al enseñar los actos de violencia.
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Final: decepcionante. Por lo que tiene de simbolismo fácil y de toma de posición innecesaria. Se mantiene la estética, pero se rompe la unidad de estilo de la película como obra de arte. Lástima.
1) Cavalier se cansó de lo ficticio, la farsa del como-si, de encadenar simulaciones. Se hartó como Bresson. No quiso seguir con actores profesionales, con decorados que dan lo exterior de los ambientes, y dejó de filmar: no más rostros maquillados.
Al reanudar años después, sus actores no son profesionales sino personas con sus gestos naturales, pieles sin maquillar. Insistentes primerísimos planos de rostros que miran a cámara con frontal transparencia. Detalladas pieles, con mil pormenores dermatológicos: pecas, granos, verrugas, espinillas, rozaduras. Y las manos, de articulaciones hinchadas o torcidas, uñas mordisqueadas, o bien largas. Manos que se ocupan en alguna tarea o reposan una sobre otra o encienden un cigarro liado grueso.
Las personas con rostro y manos, la piel que los cubre.
Todo está en la epidermis, todo implícito en la superficie. La profundidad se escribe en sus innumerables accidentes, su vocabulario de lunares, vellosidades y escamas.
La desnudez, también implícita en rostros y manos. No se muestra.
Y la crueldad, implícita en los gestos y en las acciones mínimas. Tampoco se muestra.
Por eso cargan de intensidad cada plano: casi todo se mantiene implícito y se traduce en las palpitaciones de la piel y en el microuniverso de los detalles mínimos.
2) Alfabeto de planos-detalle que asume la narración entera, en total silencio.
¿Formalidad hueca, esteticismo rígido, como por ejemplo el de Mondrian, que sólo admitía horizontales y verticales y los tres colores primarios?
A menudo el purismo camufla su esterilidad en protocolos rígidos, en su cumplimiento compulsivo.
Como imponerse caminar sin pisar las uniones entre baldosas.
Jaulas.
Pero la decisión de Cavalier no es neurótica ni extravagante. Enseguida se conoce por el modo en que la narración fluye, diáfana, esencial, despojada de cualquier adorno esteticista. Se sostiene operativa y coherente.
Hay una historia, compuesta de sucesos, y se da cuenta de ellos, sin rodeos.
3) En una sociedad sin localizar espacial ni temporalmente (Occidente, a grandes rasgos) dos grupos están enfrentados a muerte: los que tienen el poder, los uniformes y la tortura metódica, y los que recurren a la clandestinidad, las contraseñas y los atentados.
La ancestral escisión: el hombre que no puede vivir sin tiranizar a los otros, y el hombre llamado a rebelarse, a jugarse la vida por su liberación.
Pero contado con restricción máxima, sin palabras ni música, ensamblando un plato-detalle tras otro, cargados de eficacia narrativa por elipsis radicales, de una potencia desconcertante. Evitan cualquier acto de violencia explícita (no hay movimientos bruscos: soplar la espuma de una cerveza sobresalta), pero por momentos la dureza resulta irrespirable.
[Sigue en zona spoiler por falta de espacio]