Lejos de la Niebla
Sinopsis de la película
Jonah Goodwin (Thomas Mitchell) y Olaf Johnson (John Qualen) son dos pescadores a los que el gángster Harold Goff (John Garfield) extorsiona, exigiéndoles dinero a cambio de la protección de su barco. Temerosos de ir a la policía, deciden encargarse personalmente del asunto, tras descubrir que Goff se ha enamorado de la hermosa hija de Jonah (Ida Lupino).
Detalles de la película
- Titulo Original: Out of the Fog aka
- Año: 1941
- Duración: 85
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Opinión de la crítica
Película
6.6
75 valoraciones en total
Lejos de la niebla no pasará a la historia del cine por su guion y por sus situaciones, incluido el casi inevitable juicio tan del gusto del cine americano. Sin embargo, a pesar de la vacuidad de la historia y de su esperado desenlace, mantiene el interés durante la casi hora y media de su metraje.
Unir en la misma cinta a dos actores de la fuerza y del carisma de Ida Lupino y de John Garfield es un plus que saca adelante cualquier película (no sé si actuaron juntos en alguna película más). Si a ellos les añadimos el secundario de lujo Thomas Mitchell, padre de Lupino en la historia y el menos conocido, aunque también notable secundario John Qualen, tenemos a un grupo de cuatro personajes que marcan unas relaciones y unos diálogos interesantes para cualquier espectador acostumbrado a ese cine en blanco y negro de pequeño formato que hoy en día casi no se hace.
La cinta tiene dos tramas bien diferenciadas que, finalmente, acaban confluyendo: el gangster Garfield y la bella, pero con un lado oscuro Lupino por un lado, y los dos amigos pescadores por otro que aportan las dosis de comedia necesarias a esta historia que parte de una historia de cine negro que se diluye poco a poco.
Una película interesante y bastante desconocida me temo.
Toda la niebla de los muelles no esconde el origen teatral de esta película cuya puesta en escena no es capaz de traducir en cine una trama que se queda en escenografía de entremés, limitación que prima el desarrollo de la historia hacia un cariz tan melodramático como ramplón en detrimento del envero noir que posee el film y que le hubiese servido de aderezo revitalizador. No así, asistimos a una peripecia que roza la parodia del cine de gánster tan poco creíble como los mal dirigidos Garfield y Lupino, forzados a interpretar la antítesis de la condición dramática por la que se consagraron y que, por contra, aquí representan respectivamente a un malvado de opereta y a una díscola con caletre de quinceañera. Este desajuste se acentúa aún más si comprobamos que la pareja es literalmente engullida por Thomas Mitchel y John Qualem, lo mejor de la película pese a alguna caída en lawrenhardysmo. En conjunto El mar es testigo mudo resulta un producto fallido por simplista, previsible y teatral (¿dónde estaba Robert Rossen?), pero Litvak en su itinerante carrera por países y géneros fue siempre más pretencioso que eficaz.
Esta es una de las películas que la empecé a ver solamente por el intrigante título.
Parece un filme más, pero en realidad hay un fondo muy interesante que bien puede interpretarse como de nuestro siglo XXI. La idea de una joven que se encandila ante un muchacho que le muestra lo que ella quiere ver de él, confundiendo la simpleza con el aburrimiento.
Vale la pena. Muy Buena actuación de los amigos en la pesca.
Se han hecho un montón de filmes con la tradicional Femme Fatal, pero éste es de los pocos que se le da la vuelta a la tortilla y es un tía la que pierde el oremus por un pavo.
Además el Homme Fatal de la peli es John Garfield, o sea que no es precisamente un galán. Su encanto es que es malo y no lo esconde. Es un canalla sincero y descarado, y ya se sabe que eso obnubila a cierta clase de mujeres.
La gracia de la película es que no se nos presenta esto como el típico dramón pasional, sino que se centra más en el personaje de Thomas Mitchell, que es el padre de la chica con ardores, y su compinche de pesca, que son extorsionados por el mafiosillo Gardfield.
El tono es más de comedia, así que es ciertamente singular, porque combinar cine negro con comedia y que el resultado sea intrigante tiene su mérito.
Una preciosidad ambientada en las brumas de un puerto de Brooklyn. La bondad y la maldad enfrentadas en un eterno ritornello, revestido de connotaciones económicas y políticas. Nunca un crimen, a medias por imposición de la censura, fue tan necesario como en este film negro y sensible.
La maravillosa Ida Lupino recrea las vanas ilusiones de la existencia: la expresión de su rostro cuando se entrega en el único beso que retrata la película, abandonando a su suerte la muñeca de trapo, resulta un momento de antología.
El siempre espléndido John Garfield da vida a un malvado sin fisuras, pero que irradia la atracción de lo siniestro, en un registro poco habitual en él.