Le Week-End
Sinopsis de la película
Nick y Meg, una pareja de maduros profesores británicos con los hijos ya independizados, deciden regresar a la romántica París muchos años después de su luna de miel, con motivo de su trigésimo aniversario, para intentar revitalizar su matrimonio.
Detalles de la película
- Titulo Original: Le Week-End
- Año: 2013
- Duración: 89
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Opinión de la crítica
Película
6
49 valoraciones en total
Película muy bien realizada, magníficamente actuada y deliciosa, una de las mejores películas que he visto en los últimos tiempos, al fin no hay zombis ni vampiros, ni efectos especiales, al fin una película sobre la tercera edad que ni deprime ni produce vergüenza, es simpática, humana y Paris siempre será Paris para el amor.
Me han sorprendido las críticas de los críticos, porque creo que no hemos visto la misma película. Si cambiamos los roles nos encontraríamos ante una película sexista absolutamente machista y con una descargo de clara violencia haca la mujer…
No comprendo cuales son los parámetros que hay que seguir para que si la agresión es de la esposa hacia su marido, la película sea aguda y mordaz, en cambio si se diera el caso contrario, nos encontraríamos ante una denuncia social.
No me ha gustado, me ha parecido despótica y brutal, lo que se narra, no es amor, y no creo que refleje el mundo de las parejas maduras, ni remotamente… Y si lo hace, espero no llegar en esas condiciones. Ella no le quería, y él es un lamentable pobre hombre que ha desperdiciado su vida delante de un ser absolutamente despreciable…
Me ha cansado y aburrido a los pocos minutos, al encontrarse abarrotada de historias narradas por los protagonistas, que no son comunes y por lo tanto resultan lejanas.
El cine sabe que el filón romántico y el negocio del desamor no se terminan con la madurez. Que más allá de la cincuentena sigue habiendo caldo de cultivo para historias enfocadas a los sentimientos (y sentimentalismos). Y a lo largo de los años el cine ha ido dejando ejemplos, peores o mejores, de esta manera de entender el amor, el desamor o incluso la sexualidad. Se me ocurren ejemplos distintos entre si pero todos maravillosos como Dejad paso al mañana, En el estanque dorado, Los Puentes de Madison, Lejos de ella o la reciente Amor, todas tocadas de una necesaria sensibilidad, una mirada profunda hacia la experiencia y un entendimiento lúcido sobre las relaciones o bien a largo plazo o bien que se presentan en el momento en que todo parece ya hecho. Una tendencia que, además, sigue encontrando ejemplos casi a diario en cartelera. En un corto periodo de tiempo hemos podido ver en cines propuestas como Hope Springs, La mirada del amor o, la mejor de las tres, esta que nos ocupa, una Le Week-End que no sólo representa el retorno de Roger Michell sino que además se constituye como su película más relevante desde, probablemente, Notting Hill.
Tampoco es que sea un gran qué, y ello tampoco garantiza una obra maestra. Al director se le da bien libar de distintos géneros, es capaz de parecer resultón, interesante o simpático, pero nunca ha llegado a facturar una película redonda y aunque ello no le incapacita para algún día filmar una historia intachable, sí hace saltar alguna alarma: esta es, insisto, su mejor película, pero no es perfecta y su aparente madurez expositiva y temática choca frontalmente con la intrascendente simpatía boba de su anterior comedia romántica: Morning Glory. Pero en fin, tendremos que creernos su rigor y aparente sutileza, a pesar de que a menudo Le Week-End parezca desesperada en ello, en que nos la creamos. Porque, sí, la premisa es potente (que no original), el tema es poderoso, el guión está avalado por un nombre tan relevante como el de Hanif Kureishi y todos los elementos parecen conjugados con exquisitez y elegancia. Y luego iremos a lo que chirría. Meg y Nick son un matrimonio maduro que se disponen a pasar un fin de semana en París para celebrar su 30 aniversario de casados. Allí, lejos de vivir la ciudad del amor, la pareja irá dejando reflotar rencillas pasadas, frustraciones actuales e inseguridades de futuro y las vacaciones se convertirán casi en un rito catártico de tirayaflojas matrimoniales.
Los elementos, como digo, no podrían ser mejores. Michell dirige con una seguridad y elegancia innegables, sacando partido de las calles parisinas sin convertir la ciudad en una postal tridimensional. Sus encuadres siempre son bellos y precisos y logra que dé la sensación de que nunca falta ni sobra nada en plano. Unos planos serenos o tensos, en función de la situación, con una escenografía cuyas tensiones podrían hacer pensar en la nouvelle vague, tendencia reafirmada por el guiño a Banda aparte. Una realización suave y con clase que en ningún momento cae en la funcionalidad ni en la superficialidad de simplemente ilustrar una historia que ya de por si es intensa. Todo está construido, además, entorno a su pareja protagonista, unos Jim Broadbent y Lindsay Duncan superlativos que saben catalizar en sus personas individuales y en la pareja como unidad, los amores, tiranteces y complicidades de dos personas que, efectivamente parece que lleven juntos tres décadas.
(sigue tras lo de spoilers … que no son tales)
Mientras esperaba a unos compañeros en un pub a la salida del trabajo, un viejo irlandés, al darse cuenta de que había mirado la hora en dos ocasiones y suponiendo que estaba esperando a mi novia, me dijo: —Las relaciones no son complicadas. Una vez dicho esto, y sabiendo que había llamado por completo mi atención hizo una pausa estratégica, característica de los grandes contadores de historias, dio dos tragos a su cerveza negra y la dejó reposar nuevamente sobre la barra mientras la contemplaba unos segundos más con añoranza, como buscando en su interior antes de pronunciar las palabras que ya daban vueltas en su cabeza. —Ahora lo ves todo complicado, dijo sin quitar los ojos de la pinta, discusiones por llegar tarde a una cita, malentendidos, salidas fuera de tono… pero no te preocupes, esa ingenuidad del comienzo pronto dará paso a la monotonía y, entonces, todo es mucho más sencillo. Cuando ya no quede ni una sola parte de su cuerpo que tus labios no hayan besado, cuando conozcas cada pliegue de su piel, cada lunar, cuando sepas cómo va a terminar una frase que acaba de empezar a pronunciar, en ese momento te darás cuenta de que pocas cosas de las que haga o diga harán que te enfades. Disfruta de esas peleas antes de que la indiferencia se apodere de vosotros, disfruta de su cuerpo mientras te quede terreno por descubrir.
Le Week-End explora este tipo de relaciones donde los estragos del tiempo van dejando al descubierto viejos rencores, resentimientos, palabras que quedaron sin ser pronunciadas por la prudencia del comienzo. Retornos del amor tal como era, lo llamó Rafael Alberti un día mientras, como el viejo irlandés, recordaba melancólico lo bonito y efímero que una vez fue y aceptaba resignado que esa fugaz felicidad nunca volvería.
Roger Michell se ha propuesto hacernos reflexionar sobre la veracidad de los sentimientos que tanto nos esforzamos en demostrar. Hasta qué punto esos actos son espontáneos, y qué parte es un completo engaño autoimpuesto con motivo de la obtención de una vida lejos de esos cambios que tanto nos aterrorizan, y con el objetivo de aparentar una relación insanamente normal frente a la estereotipada sociedad.
El director inglés, aclamado por su comedia Notting Hill, 1999, nos muestra la cara más desagradable de la vida en pareja, la humillación, la sumisión, el desprecio, el —Eso no nos pasará a nosotros, dicho desde la más triste inseguridad, todo sin apartar la cámara ni un solo segundo. Seremos testigos de los problemas, las discusiones, y el terrible autocompadecimiento en la soledad de nuestros pensamientos con una honestidad brutal, como dijo Calamaro. Tanto es así, que será difícil no retirar la mirada o taparse los oídos en ciertos momentos, y esto va a desagradar a mucha gente que no está dispuesta a que se les recuerde que las relaciones no son tan perfectas y bonitas como las suele pintar el cine, al menos no sin una extenuante lucha y sacrificio.
Hanif Kureishi escribe un fantástico guion en el que se mezcla un agudo sentido del humor con la más dolorosa de las sinceridades. El libreto narra de qué manera la supervivencia de la relación de una pareja de sesenta años depende de un fin de semana. Un fin de semana de confesiones y temores mientras se tratan sin reparo los temas más controvertidos que el amor lleva implícitos. Visión introspectiva del desgaste que suponen treinta años de matrimonio, de la mano de Nick y Meg, una pareja que ha decidido realizar un viaje con motivo de su aniversario para intentar avivar la pasión perdida durante estas tres décadas de convivencia. La completa falta de romanticismo, la tosquedad del diálogo, y la comentada amarga sinceridad del guion, contrastan por completo con el escenario escogido, la ciudad romántica por antonomasia, París.
Termino la reseña en spoiler por motivos de espacio.
Podríamos definir a esta cinta como una anti comedia romántica, donde personajes adolescentes y cierto enamoramiento irreflexivo son reemplazados por una pareja de sesenta años que celebra sus treinta años de matrimonio. Ambos han emprendido el viaje desde Inglaterra hasta el idílico París con el objetivo de revivir el amor de antaño. Han decidido ser descarnados y sus conversaciones ahora evidencian la ausencia del amor. El contrapunto lo representa Morgan (Jeff Goldblum), un snob al que la vida le sonríe evitando cualquier situación de conflicto. La cinta es dura, patética, transita entre la comedia y el drama, de apenas una hora y media de duración te involucra en el relato, pero mantiene un aire desesperanzador que hace que el tiempo transcurra lentamente.