Le seguían llamando Trinidad
Sinopsis de la película
A Trinidad y a su hermano El Niño no les sale nada bien. Su último golpe, el asalto a una diligencia, resulta un fracaso total por no llevar nadie dinero encima. El azar les lleva entonces a un pueblo en el que la gente les toma por Rangers . Allí les tratan como a príncipes pero a cambio deben poner a raya a una banda de forajidos que tienen al pueblo atemorizado. La situación se complica cuando aparecen los verdaderos Rangers .
Detalles de la película
- Titulo Original: ...continuavano a chiamarlo Trinità (Trinity Is Still My Name!)
- Año: 1971
- Duración: 127
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Opinión de la crítica
Película
5.9
74 valoraciones en total
Secuela del film Le llamaban Trinidad, dirigida nuevamente por Enzo Barboni, que vuelve a deleitarnos con las aventuras de la pareja Hill-Spencer. En esta ocasión, veremos a nuevos personajes como pueden ser los padres de El niño (Bud Spencer) y Trinidad (Terence Hill).
La historia nos explica una vez más las aventuras de El Niño y Trinidad, que se reencuentran en casa de sus padres, donde ven como el estado de su padre es delicado. Su padre les pide que si él muere, permanezcan juntos y unidos pase lo que pase por muchas diferencias que tengan entre ambos. Dicho y hecho. Juntos intentarán realizar un atraco a una diligencia para conseguir algo de dinero, pero no logran dicho atraco con éxito. Sin saber qué hacer, por casualidades de la vida y el azar, llegan a un pueblo donde la vida de ambos dará un giro de ciento ochenta grados.
El reparto de actores, encabezado por Bud Spencer y Terence Hill nos muestra lo habitual en ellos. El primero con su personaje de carácter gruñón, arisco y de pocos amigos pero a su vez el que toma las decisiones mientras que el segundo, es quien tiene una mejor habilidad con el revólver, las mujeres y es más solidario con las personas. En cuanto al resto, destacar que como en su antecesora, nos muestra escenas memorables que son plenamente divertidas y cómicas que deleitarán a cualquiera que vea la cinta. Muy buena ambientación, que sigue en su línea. Seguimos viendo un Oeste donde las personas visten con harapos y apenas se baña o limpia. El conjunto de la película cubre correctamente esa nostalgia que nos dejó la primera parte.
En cuanto a la banda sonora compuesta por Guido De Angelis y Maurizio De Angelis comentar que no tiene ese ritmo pegadizo que tanto gustó en Le llamaban Trinidad, ya que no goza de un gran protagonismo a pesar de hacerse notar un poco hacia el final.
Poco más que decir de este entretenido Spaghetti Western que nos regala divertidas escenas y muchos diálogos hilarantes que al no ser constantes, no consiguen evitar que las dos horas que dura el film se hagan empalagosas.
A mamporrazo limpio, puñetazos en el cráneo, cazuelas de habichuelas y un fina y desternillante ironía, Enzo Barboni con esta bilogía (que no trilogía, como he leído en varias críticas, Le llamaban Trinidad y Le seguían llamando Trinidad forman la saga, el resto son títulos independientes) reinventa el género del western, con una parodia-homenaje del viejo cine del Oeste (concretamente del Este de Andalucía, del desierto de Tabernas, Almería), que vivió en la década de los 60 su época dorada pero que a principios de los 70 andaba de capa caída, y le da una nueva dimensión intercalándolo con la comedia. Y el resultado no puede ser mejor.
Especial mención merece esta segunda entrega, que además de ser entretenida y con hostias como panes por doquier como la primera, posee unos diálogos simplemente geniales, unas situaciones inolvidables y rebosa humor por los cuatro costados. Por no hablar del memorable final, apoteósico, brutal, para partirse el pecho de risa.
Para los que tuvimos la mala suerte de crecer en los 90 invadidos por la dictadura de las pelis de Chuck Norris y Van Damme, que en cuanto a bofetadas no se quedan atrás, pero evidentemente son mucho más sosos, sin ningún carisma y ni puta gracia, viendo estas películas del cascarrabias y cochambroso Bad Spencer (manda huevos que el apodo para un pedazo de tío como él, sea El Niño xDD) y del grandisimo hijo de puta sinvergüenza Terence Hill (Trinidad), sin olvidar a su caballo con litera, hace que disfrutemos como un marrano en una charca. Demasiada calidad.
La violencia es inútil cuando la razón puede prevalecer
En el año 1971 el magífico tándem formado por Bud Spencer y Terence Hill regaló al mundo la joya de su filmografía. Le seguían llamando trinidad es una excelente comedia, no sólo presenta un gran humor físico (en el que basan la mayor parte de sus películas) sino también un guión lleno de gags y diálogos desternillantes (ver spolier).
La banda sonora también es una joya. Guido & Maurizio De Angelis lo bordan una vez más (inolvidable el tema de cabecera).
De entre los actores secundarios destaca el buen hacer de Harry Carey Jr., todo un clásico del western.
Esta cinta y su antecesora Le llamaban Trinidad constituyen una vuelta de tuerca al Spaguetti western del maestro Leone (tanto le gustaron estos filmes al realizador italiano, que no dudó en hacer con Terence Hill la película El Genio , su propia visión del Spaguetti-Western-Comedia).
Magnífica comedia, para pasárselo en grande.
Es que cuando estuve en Italia todo el mundo se creía que TRINIDAD era otra más de estos dos (genios, por supuesto), cuando en realidad, no es así. Es una originalísima propuesta de un nuevo tipo de héroe, el prototipo fundamental, a mi modo de ver, del pasota absoluto , un simpático y entrañable sinvergüenza que vaga por el mundo montado en una silla especial para dormir en su caballo (lo que denota aún más su carácter despreocupado por la vida), que se baña de semestre en semestre, y cuya principal (o única) fuente de ingresos ocasional se encuentra en el pillaje y los timos que hace a otros ladrones con menos clase que él. Se podría decir que es un Robin Hood del oeste, sólo que sin altas motivaciones, simplemente es heróico por pura casualidad.
Me llama mucho la atención esta clase de pícaro, en contraposición al más de moda últimamente, verdadero malhechor, ser de vileza manifiesta y modales inexistentes que hoy en día tanto atrae a las masas. Los pecados de este TRINIDAD sí se pueden perdonar, es la diferencia.
Que a propósito, vayas hostias se meten. Geniales las escenas de mamporros…
Segundas partes nunca fueron buenas. Subproducto hecho a rebufo del inusual éxito de la primera parte. Degeneración de los (pocos) hallazgos de su predecesora… son muchos los tópicos que acompañan a las partes II de cualquier película. Y ahí está Le seguían Llamando Trinidad para destrozar todos estos tópicos.
Su genialidad reside en que no es una continuación. Es que va mucho más allá que Trinidad en su propósito de, por un lado, homenajear al western, y, por el otro, incrementar su carácter humorístico hasta provocar el orín del espectador.
Sí, he dicho bien, homenajear al western . Es ése el propósito de Sergio Leone (cfr. Aguilar, Carlos. Sergio Leone Madrid 1990 Ed.Cátedra) desde Por un Puñado de Dólares , hacer un sentido homenaje a los mitos del western, nada de desmitificarlos, como se pueda presuponer. El spaguetti western nace, pues, con el propósito no de cargarse al género del oeste, sino de perpetuarlo, de mostrar la sentida admiración que en los italianos despertaba un género aparantemente tan ajeno como pueda ser el genuinamente americano western.
Y todo este homenaje se hace a la italiana como no podría ser de otra manera. Esto de a la italiana implica la preocupación por la gastronomía, que en la secuencia inicial del film queda patente. El comienzo paralelístico entre bud y terence sin que lleguen a encontrarse gira en torno a una sartén con habichuelas.
También lleva consigo la italianización una mayor realista puesta en escena, con trajes raídos y sucios, pelambreras y barbas desaliñadas, baños en aguas putrefactas… todo consigue que el espectador perciba con todos sus sentidos el ambiente del western que no es precisamente el de la corte de Maria Antonieta.
Y como ya se apunta en Trinidad, el humor toma un absoluto protagonismo en el western. Hay momentos para Terence, como su inolvidable juego de cachete y pistola. Otros son para el inconformismo lacónico de Bud, como la secuencia del reloj en el bar (otra muestra de paralelismos y repetición de estructuras). Y, por supuesto, para los dos juntos, como el partido de rugby en la misión, sin duda su escena de pelea más movida y original en ese partido de frailes vs. cowboys.
El gag, el slapstick, los engaños, el amor-odio, el fracaso vital asumido con una sonrisa… Bud Spencer y Ternce Hill en todo su esplendor, señores. La primera torre gemela del cine de estos dos cracks se edifica aquí. La siguiente no tardaría en llegar con Y si no, enfadamos .